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SOBERANÍA

Defender al INTA es un acto de soberanía

por: Daniel López y Pablo Benetti

Desarrollar una tecnología nacional significa menos dependencia de generadores de tecnologías de dominio. Significa un desarrollo de la agroindustria nacional. Significa alimentos de calidad real. Significa una condición indispensable para el sostenimiento y desarrollo de los pequeños productores y campesinos. Cuando se rompe con tecnologías de la dependencia se libera al conjunto del pueblo.

El ataque al INTA por parte del gobierno de Milei movilizó a sus trabajadores en su defensa, contando con el apoyo y adhesión a esta lucha por parte de la comunidad científica, las universidades, particularmente agronomía y veterinaria, de las organizaciones de campesinos pobres y de la agricultura familiar, de chacareros y cooperativas; incluso la mayoría de las organizaciones de la Mesa de Enlace manifestaron su rechazo a la medida. Es necesario profundizar el debate con el conjunto del pueblo y unir esta causa a las luchas que recorren la Argentina contra el hambre, los salarios, las fuentes de trabajo, la salud y educación y en defensa de la soberanía.

El INTA tiene una característica que lo diferencia de la mayoría de los institutos de investigación del mundo. Esta característica es lo que se llama extensión, que es la conexión con el productor particular para la transferencia de tecnología. Esa conexión también demanda solución a problemas de la producción, sobre todo en el pequeño y mediano campesinado. Esta extraordinaria relación con los productores condiciona las líneas de investigación es decir obliga a investigar cómo resolver problemas concretos y le da el carácter nacional que ha diferenciado al INTA. Hay otra condición que lo hace nacional que es su dirección política colegiada, creada por ley, de productores, gobiernos y otros estamentos científicos como las universidades.

En cada región el gobierno colectivo del INTA lo integran representantes prácticamente de todos los sectores de la producción relacionada con lo agropecuario, como por ejemplo representantes de la agroindustria o colegios de veterinarios y agrónomos. Así la producción de INTA de tecnologías nacionales ha estado al servicio de los productores en contraposición de las tecnologías de los monopolios imperialistas, al servicio de esos monopolios que fortalecen la dependencia y no benefician a los chacareros o a los pequeños productores regionales. Esta característica molesta a los amanuenses, cipayos de los imperialismos de turno.

La otra condición que molesta y ha molestado históricamente, necesaria para su independencia científica y tecnológica, es su autonomía y autarquía, es decir contar con fondos propios y manejarlos de acuerdo a sus criterios y necesidades, con una condición extra que esos fondos son acumulativos, lo que no se usa en un año pasa a los fondos del año siguiente. Condición intolerable para los colaboradores de la dependencia. Crear nuestra propia tecnología o adaptar a nuestra tecnología conocimientos generados por la ciencia mundial es una acción que pone en el pueblo las decisiones fundamentales de nuestro futuro, por lo que es un acto de soberanía. Durante los años que aplicamos tecnología de insumos importados, tecnologías propuestas por los monopolios imperialistas no solo han desparecidos miles de productores directos, sino que han sido degradadas más de 40 millones de hectáreas de los mejores suelos del mundo. Por supuesto que las direcciones políticas del INTA han estado en debate en toda su historia y los éxitos o fracasos de sus políticas tuvo que ver con las contradicciones de terratenientes, campesinos ricos, campesinos medios y campesinos pobres y la correlación de esas fuerzas en su dirección.

Las medidas tomadas por el gobierno nacional de “transformar” al INTA, rompiendo la forma de gobernanza que existía, disolviendo el Consejo Nacional, designando a un presidente que responde al gobierno como único decidor de las políticas a llevar por el INTA, lleva indefectiblemente a un organismo dirigido por las corporaciones del agronegocio, los grandes productores y las empresas que proveen los agrotóxicos, llevando a un INTA cada vez más chico, donde la extensión desaparezca, donde se plantea el cierre de las de 100 agencias de extensión rural, la venta de los inmuebles y campos, desguazando las experimentales que son los espacios donde se prueban las tecnologías que luego las Agencias de extensión difunden y validan en los campos de los productores, un INTA que solo responda a la demanda de la agroexportación, dejando de lado las economías regionales y a sus productores. Por todo esto planteamos urgente marcha atrás de todas las medidas tomadas y hacemos un llamado al pueblo argentino a defender al INTA y su patrimonio, porque hacerlo es un acto de soberanía de nuestro pueblo.

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