El reclamo por políticas públicas, la soberanía y la democracia son todavía puntos conexión e interés para todos los argentinos. Un pensamiento que no ha caducado.
Por Carlos del Frade (*)
Publicado en: www.tiempoar.com.ar
La Argentina, semicolonia resumida a cordillera y puertos, parece desvanecerse como consecuencia de la dependencia económica, política y cultural, con la invicta casta que concentra, extranjeriza riquezas y avanza hacia la destrucción del derecho laboral bautizado desde 1955 como el costo argentino.
La exacerbación del consumismo y el individualismo parecen haber destruido la conciencia histórica y democrática, mientras la excusa del narcotráfico es usada con la intención de poner las fuerzas armadas fronteras adentro con la intención de domesticar la protesta social.
En estas elecciones de medio término, fortalecer el llamado campo popular significa sumar voces diferentes a un congreso degradado desde una identidad ideológica que vuelva a mostrar la necesidad de recuperar la soberanía de la cabeza y el humanismo beligerante, al mismo tiempo de intentar forjar la era del post enojo, dejando en claro que cualquier forma de resignación es una manera de complicidad.
Más allá del peronismo, el radicalismo y las izquierdas trotskistas, la siempre viva corriente de la izquierda nacional se abre paso desde lo cercano a lo lejano, impulsando la necesidad de democratizar la idea que solamente se defiende lo que se ama pero para lograrlo hay que conocerlo.
La historia como herramienta de emancipación y cercanía, como superadora de lo personal, con raíces en las cuestiones nacionales y locales, debe tener presencia en ese degradado espacio legislativo pero que aún así sigue siendo el lugar donde aparece la potencialidad de la política como posibilidad de transformación.
La política sigue siendo la sociedad que imaginamos para los que amamos de allí que es imposible renunciar a la disputa por el presente y futuro de nuestras hijas y nuestros hijos.
En una semicolonia, el manejo del estado a favor de las minorías y sus negocios es el método de la dependencia y su consecuencia es y será la proliferación de cada vez más hechos de corrupción. Milei es consecuencia, entre otros intereses y particularidades, de las traiciones de una administración que fue votada como expresión de lo nacional y popular y terminó siendo antinacional y antipopular como la de Alberto Fernández que se mostró como tal en el caso Vicentin y la entrega del Paraná al cuerpo de ingenieros del Comando Sur de Estados Unidos el 30 de noviembre de 2024.
De allí la necesidad de no amontonar las dirigencias si no de sumar voces y éticas que muestren la denuncia de la doble lucha por la emancipación nacional y la igualdad social. Continuidad de lo trabajado por Pino Solanas en Proyecto Sur. Agendas sociales, ambientales, de género, educativas, científicas, culturales y de profundas denuncias contra la ferocidad del capitalismo en cada lugar del mapa argentino.
Es imprescindible discutir, como al principio de la democracia, la legitimidad de la deuda externa, la derogación de la ley de entidades financieras y una nueva ley de coparticipación que contemple la discusión del artículo 126 de la Constitución Nacional que prohíbe a las provincias gravar a las exportadoras. También es vital discutir la posible nacionalización del comercio exterior.
Por otro lado, es necesario que ante la liberación de las drogas para el consumo interno, fortalecer los mecanismos de políticas públicas de salud mental que disminuya el alto número de suicidios, convocar a un congreso pedagógico nacional con eje en la escuela secundaria y legislar sobre la utilización de los celulares y la regulación de la IA en estos tiempos de fonosapiens, colonización mental y profundización del malestar psicológico.
Exigir la soberanía de las Malvinas debe comenzar por cobrar un impuesto a las empresas inglesas en el territorio al mismo tiempo que debe exigirse en los foros internacionales los costos del ecocidio cometido por el estado inglés junto a La Forestal en los pueblos del norte santafesino. La naturaleza debe ser un sujeto de derecho y prohibir las fumigaciones aéreas.
Hay que discutir el valor verdadero de la hora de trabajo en cualquiera de los tres sectores de la economía para avanzar en un modelo de disminución de jornada laboral con igual remuneración y plenitud de derechos.
No queremos un estado bobo y cómplice, si no un estado con control ciudadano y participación de las universidades, al mismo tiempo que debe construirse un ministerio de deportes y fortalecer la cultura y los medios de comunicación cooperativos y comunitarios en todos los ámbitos de la geografía nacional.
Y será un delito flagrante despojar de derechos a las personas con discapacidad, jubiladas, pensionadas y niñez.
Esto es lo que viene mostrando los diez años del Frente Amplio por la Soberanía en la provincia de Santa Fe y lo que queremos llevar al Congreso Nacional.
Estamos convencidos que la única manera de democratizar la felicidad es recuperar la riqueza argentina para las grandes mayorías y para eso es fundamental no recibir instrucciones ni planificaciones de las Bolsas de Comercios ni de las embajadas.
La vigencia de la izquierda nacional no es una pretensión de una mesa de café si no la realidad existencial de millones de personas que buscan en su propia identidad la necesidad de sentir que la Argentina es mucho más que la camiseta de la selección de fútbol.
Sin atajos ni amontonamientos que permiten ocultar corrupciones y traiciones, pero por el viejo camino del pueblo argentino por lograr que en el trono de la vida cotidiana algún día esté la noble igualdad. Ese es el sueño colectivo inconcluso, esa es la lucha de nuestras vidas.
(*) Candidato a diputado nacional por el Frente Amplio por la Soberanía de Santa Fe