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HISTORIA

De la resignación al protagonismo

Lo que sigue es el prólogo de un nuevo libro de Carlos del Frade. Investigación periodística y denuncia política cultural sobre los dos siglos que se cumplirán en julio de 2024 del empréstito de la Baring Brother. Pero lo económico y financiero es solamente una parte de una imposición cultural y política que viene desde hace tiempo y que nos sumerge en el más profundo individualismo.

Por Carlos del Frade (*)

Fuente: Pelota de trapo

La palabra deuda apareció en el idiom1a castellano en el año 1206 y derivaba de deber, sustantivado en el sentido de “obligación moral”, cuenta Joan Corominas en su imprescindible “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana”.

Agrega que con la aparición del vocablo también surge el masculino “deudo”, antes obligación hasta 1140.

Las personas que deben devienen, según la evolución de las palabras del castellano, en deudos, gente apesadumbrada, entristecida por el peso de esas obligaciones.

Este significado entraña un concepto más cultural y social que económico. La idea de este manual que intenta generar pensamiento crítico es vincular la permanente avalancha de información sobre la deuda externa eterna del pueblo argentino con la necesidad de los intereses concentrados, vernáculos y extranjeros, de mantenernos deudos, entristecidos, subordinados desde la cabeza.

En tanto, el vocablo deudor comienza a utilizarse en el año 1219.

Lo cierto es que en aquel siglo XIII la sociedad europea era feudal. La graficada en “Juego de Tronos” o “El nombre de la rosa”.

Unas pocas personas sabían leer y escribir y las mayorías estaban condenadas a vivir de las sobras de los castillos.

En ese contexto la palabra deuda se origina como imposición de arriba hacia abajo.

En este tercer milenio parece vivirse un neofeudalismo y la presencia de las supuestas obligaciones de los pueblos del sur del mundo consolida la vieja herramienta de dominación no solamente económica.

Por su parte, la palabra saqueo deriva del árabe ziqq, vulgarmente zaqq que significa odre y apareció en la lengua castellana en 1475, en el siglo de la conquista de América. Zaquear, en tanto, procede del año 1739.

Sinónimos de saqueo son saqueamiento, sacomano, pillaje, asalto, robo, atraco, latrocinio, rapiña, depredación, desvalijamiento y expoliación. “El saqueo la toma o el apoderamiento ilegítimo e indiscriminado de bienes ajenos: por la fuerza, como parte de una victoria política o militar; en el transcurso de una catástrofe o tumulto, como en una guerra, o bien pacíficamente, aprovechando el descuido o la falta de vigilancia de bienes”, coinciden los diccionarios.

Es importante destacar la última parte de la definición: “aprovechando el descuido o la falta de vigilancia de bienes”, un concepto relacionado con la configuración de estados bobos y cómplices, funcionales al rol de semicolonias de muchos países del tercer mundo, todavía hoy en pleno tercer milenio.

Una particularidad histórica que puede observarse en los diccionarios es que “el pillaje estaba autorizado por las leyes militares romanas. Se permitía una vez dada la señal, que consistía en levantar como estandarte una lanza enrojecida en sangre. Durante la Edad Media se consideró lícito el pillaje hasta que en 1590 el rey de Francia Enrique IV prohibió que el saqueo de las ciudades durase más de 24 horas. Con todo, se conservó el pillaje en las colonias europeas de África con el nombre de razzias, so pretexto de que es una de las formas necesarias de la guerra en las condiciones en que allí se verificó”. Ese concepto de razzias como sinónimo también de saqueo es muy singular para el contexto histórico argentino.

Agregan los diccionarios que “el saqueo de los bienes a los pueblos conquistados se acrecentó durante las guerras napoleónicas. Napoleón comenzó su saqueo del patrimonio artístico en Bélgica y Holanda en 1794, con la excusa de crear el Museo Napoleón, como símbolo de poder y cultura, el que posteriormente se convertiría en el museo del Louvre”.

Lo cierto es que así como dijimos en función de las deudas, también los saqueos necesitan ser culturales, informativos y de conciencia histórica para anular las resistencias populares y la pertenencia colectiva.

En este año 2024, la deuda externa argentina cumple su primer bicentenario.

En el año de los doscientos años, el estado nacional deberá pagarle al Fondo Monetario Internacional nada menos que 7.700 millones de dólares.

Desde Rivadavia y la Baring Brothers a Javier Milei, el peso de semejante presión económica y política es soportado por las grandes mayorías que habitan la geografía del sur del mundo.

A lo largo de estos dos siglos, la vigencia del endeudamiento redujo casi a cenizas el recuerdo de la independencia nacional supuestamente alcanzada el 9 de julio de 1816.

Las riquezas producidas por la ciudadanía terminan muy lejos de la cercanía de sus necesidades.

Pero la extranjerización de riquezas no es solamente dinero, sino también exilio de pensamiento crítico, autoestima nacional y defensa de lo propio.

La conciencia histórica, herramienta básica para el sentido de pertenencia colectiva, parece haberse sepultado ante el agobio de los números de la inflación y los precios, esa brutal transferencia de ingresos desde los sectores populares a los concentrados de la economía semicolonial.

Por eso este libro no pretende sumarse a la extraordinaria lista de obras que tienen figuras notables como Raúl Scalabrini Ortiz, Norberto Galasso, Alcira Argumedo o Eric Calcagno.

La principal idea es que nosotros debemos exigir cobrar lo que nos deben después de tantas formas de saqueo permanente en estos dos siglos.

Es hora de protagonizar el cobro de los que nos robaron.

Somos acreedores.

Para semejante operación conceptual hay que generar un pensamiento emancipador: recuperar la calle de la cabeza.

Desde las palabras arrebatadas a tomar conciencia del número en millones de dólares que las principales potencias de Occidente les deben a los pueblos sudamericanos.

Por eso en este libro le damos importancia al saqueo cultural y el robo de la conciencia histórica como elementos fundamentales para consolidar el desprecio por lo propio y la casi aniquilación del sentimiento colectivo de pertenencia.

En el capítulo cuarto, por ejemplo, hablamos de las palabras saqueadas y violadas. Eso supone recuperar la calle de la cabeza. Pensar con autonomía. Emancipación intelectual.

Y, por otro lado, la mentira dentro nuestro. Palabras que vienen del kimbundú, del continente africano explotado y que, sin embargo, están presentes en nosotros con el significado de las clases dominantes, de la mirada esclavista. No es un hecho casual. Es una herramienta del poder concentrado, no solamente económico, sino también cultural y educativo.

En el capítulo quinto sumamos 30 hechos de los pueblos originarios absolutamente censurados de la enseñanza de la historia nacional. Y cada una de las personas que hoy formamos parte de la Argentina tenemos hasta un 70 por ciento de ascendencia de “nuestros paisanos los indios”, como decía San Martín. Esa negación no solamente justificó la discriminación si no también ocultó el exterminio y la conciencia de pertenencia. No somos descendientes de los barcos, solamente.

En el capítulo 7 analizamos la historia de Santiago de Estero como territorio donde por primera vez se produce un ecocidio, la multiplicación de excluidos y la justificación de ambos delitos colectivos a través de la inversión de las consecuencias. Las víctimas fueron calificadas de vagos. Mito que llega hasta el presente.

Porque la matriz del saqueo necesita de la eliminación de la conciencia crítica y la histórica para desterrar el protagonismo. Lógicas de transferencia de capitales y bienes comunes a favor de intereses extranjeros y minorías locales. Por eso la necesidad de ver que el ecocidio de La Forestal comenzó con un crédito internacional y derivó en la entrega de casi un tercio de la geografía santafesina. Delito que puede y debe ser reparado por una ley que devuelva a los pueblos del norte profundo los millones de dólares que se robaron en quebracho colorado los ingleses.

Por otro lado, el terrorismo de estado generó y parió una democracia encorsetada, en lo político, cultural, educativo y económico, con más de mil decretos todavía vigentes y la impunidad del sistema bancario y la supremacía de las inversiones extranjeras por encima de cualquier atisbo de estado atento.

Quebrar la resignación es el desafío en este bicentenario de la deuda externa argentina.

Desde los grandes medios de comunicación al dataísmo exacerbado que proponen los teléfonos celulares, la extranjerización no solamente de la riqueza si no también del protagonismo.

Consumidores consumidos de la receta de los saqueadores.

Apenas testigos del dolor que producen los intereses ajenos a las necesidades argentinas y sudamericanas.

O lo peor: creer que las ayudas sociales o los planes asistenciales configuran gastos innecesarios.

Porque la desinformación tiene como principal objetivo ocultar la identidad del opresor, del responsable de la multiplicación del dolor, tapa el nombre y apellido del delincuente de guante blanco.

Entonces se genera la idea que el problema no lo produce el que está arriba en la escala social si no el que está al lado o abajo.

Proceso de pedagogía de la cobardía.

El sistema capitalista enseña a descargarse contra los que menos tienen mientras deja impunes a los que concentran la riqueza en pocas manos.

Hay que romper esa pedagogía. Es antropófoga entre los habitantes de los sectores populares.

Consolida el doble principio del capitalismo, exaltación del individualismo y el consumismo.

Por eso hay que pelear desde lo más cercano a lo más lejano.

La Argentina es mucho más que la camiseta de la selección de fútbol.

Solamente se defiende lo que se ama.

Para eso hay que conocerlo.

El capitalismo lo sabe y enseña a despreciar lo propio y lo cercano, desde el idioma a la geografía.

Para que nadie defienda lo propio.

Para que sea inmolado en el altar de la eterna deuda externa, la que en 2024 cumple su primer bicentenario.

Hay que reconocer las deudas con los pueblos originarios, las comunidades afrodescendientes, las diversidades sexuales, las mujeres, la niñez y la población jubilada.

No se trató ni se trata de “crisis”, si no de saqueo permanente.

Romper con la deuda externa es recuperar la autoestima, la conciencia histórica y el protagonismo para transformar el presente.

Ser acreedores de nuestros saqueadores.

Las Malvinas son argentinas pero la Argentina también es argentina.

Como los bienes comunes y cada una de las personas que habitan este lugar que fue parido por miles y miles de anónimas y anónimos que se animaron a pelear contra lo que le decían que era imposible.

Es hora de cobrar y recuperar lo que nos robaron. La única forma de democratizar la felicidad.

(*) Diputado provincial por el Frente Amplio por la Soberanía

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MILEI POLITICA

Milei y el teorema de Grondona

Fuente: Tiempo Argentino

Mientras el gobierno impulsa el lavado de activos, profundiza su dependencia con Estados Unidos en temas de seguridad. Rosario, Bullrich y la CÍA.

-En la AFA jamás preguntamos por el origen del dinero…

Esa frase es, posiblemente, una de las mayores matrices del negocio capitalista de la cancha chica del fútbol y de la cancha grande de la realidad. Una máxima filosófica que se le atribuye al casi eterno presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Humberto Grondona.

La mejor definición de la fenomenal plataforma de lavar dinero que es el fútbol no solamente a nivel nacional.

Aquel teorema de Grondona hoy tiene multiplicadores, no solamente en la práctica deportiva si no también en la teoría política económica del actual presidente de la Nación, Javier Milei.

En una entrevista reciente, el periodista Alejandro Fantino le preguntó de dónde sacaría el dinero para dolarización y Milei le respondió que provendrían de los ahorros «de la gente» y de un régimen amplio de exteriorización de activos. Ante esa contestación, el entrevistador le planteó la posibilidad de que esa desregulación permita ingresar divisas de origen ilegal; situación que tanto la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) como organismos internacionales deberían revisar.

“Me importa un rábano”, contestó Milei. Y agregó: «Algunas cosas que los políticos definen como delito para mí no son delito. Sin embargo, emitir dinero sí es delito. Reventarle la cabeza al pagador de impuestos no, eso está bien. Que 50 mil dólares puedan usarlos sin problemas te parece bien». 

«Si quieren, que usen 50 palos verdesme importa un rábano«, reiteró.

De allí que el gobierno insista en la necesidad de reformar leyes para que cada vez sean más flexibles los controles a las llamadas inversiones extranjeras.

No interesan los orígenes de los dineros ni tampoco que la riqueza argentina quede para el pueblo argentino.

El teorema libertario

teorema milei fantino

La Argentina, aliada de la OTAN desde 1998, es decir aliada de Gran Bretaña, entre otras naciones, ha profundizado su dependencia con Estados Unidos. Diarios como La Nación y Clarín sostienen que la inteligencia que se está haciendo en el país es la que realiza la CIA, la mayor responsable de hechos terroristas en América del Sur y del mundo.

A eso hay que agregarle los dichos de un funcionario del Ministerio de Seguridad de la Nación que sostuvo que para combatir el «terrorismo» en Rosario había que bajar la edad de punibilidad a doce años como propone su jefa, la señora Patricia Bullrich. Ahora se conoció un «parte de inteligencia» en el que se mencionan amenazas «yihadistas» mezcladas con la «actividad de las organizaciones criminales apostadas en la ciudad de Rosario».

Algo burdo que solamente tiene sentido si se comprende que la decisión es meterle el mayor miedo posible a la sociedad rosarina en particular y argentina en general para convertir a las fuerzas armadas en policías nacionales y dejar las áreas estratégicas y vinculadas con las riquezas a los Estados Unidos. Patético momento del saqueo. De igual manera, hay que seguir insistiendo. Denunciar, organizarse y construir un proyecto político que esté a la altura de la gente que amamos.

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BANDERA BELGRANO HISTORIA

Jirones de Belgrano

Por Carlos del Frade (*)

(Nota publicada en pelotadetrapo.org.ar)

A la vera del Paraná, Belgrano desafía el universo, el poder de la soberbia Buenos Aires y en la batería de nombre prohibido, “Independencia”, iza el pabellón. Doscientos doce años han pasado. ¿Qué queda de aquella guerra por la independencia y la felicidad? ¿Qué queda de Belgrano en la vida cotidiana del pueblo argentino? Jirones…

El 27 de febrero de 1812, una de las cabezas más lúcidas de habla hispana, segundo promedio en la historia de la Universidad de Valladolid, cabalga al frente de mil quinientos muchachos que no saben leer y escribir.

Manuel José Joaquín del Corazón Belgrano sabe que tiene que contagiar algo parecido a lo que entiende como significado de la palabra esperanza.

Esos pibes no saben nada de revolución, independencia ni tampoco perciben la idea de un futuro mejor.

Él, sin embargo, está enamorado de tres palabras que le van a consumir la existencia en poco tiempo: revolución, independencia e igualdad.

Pero ellos, esos chicos que jugarán y perderán la vida por esas palabras que no saben qué quieren decir, necesitan algo que los motive.

Y una vez más, como ya lo había hecho en Curuzú Cuatiá, enarbola otra bandera.

A la vera del Paraná, desafía el universo, el poder de la soberbia Buenos Aires y en la batería de nombre prohibido, “Independencia”, iza el pabellón.

Doscientos doce años han pasado de aquel hecho. ¿Qué queda de aquella guerra por la independencia y la felicidad? ¿Qué queda de Belgrano en la vida cotidiana del pueblo argentino?.

Jirones…

Jirones…

“A consecuencia de la proclama que expedí para hacer saber a los naturales de los pueblos de Misiones, que venía a restituirlos a sus derechos de libertad, propiedad y seguridad de que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente para las rapiñas de los que han gobernado, como está de manifiesto hasta la evidencia, no hallándose una sola familia que pueda decir: ‘estos son los bienes que he heredado de mis mayores’, y cumpliendo con las intenciones de la Excelentísima Junta de las Provincias Unidas del Río de la Plata y a virtud de las altas facultades que como a su vocal representante me ha conferido, he venido a determinar los siguientes artículos con que acredito que mis palabras, que no son otras que la de su Excelencia, no son las del engaño, ni alucinamiento, con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo del fierro, tratándolos peor que a las bestias de carga, hasta llevarlos al sepulcro palpando con ver su desnudez, sus lívidos aspectos y los ningunos recursos que les han dejado para subsistir.

Primero:

Todos los naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades y podrán disponer de ellas como mejor les acomode, como no sea atentando contra sus semejantes.

Segundo:

Desde hoy los liberto del tributo, y a todos los treinta pueblos, y sus respectivas jurisdicciones los exceptúo de todo impuesto por el espacio de diez años.

Tercero:

Concedo un comercio franco y libre de todas sus producciones, incluso la del tabaco con el resto de las Provincias del Río de la Plata.

Cuarto:

Respecto de haberse declarado en todo iguales a los españoles que hemos tenido la gloria de nacer en el suelo de América, les habilito para todos los empleos civiles, militares, y eclesiásticos, debiendo recaer en ellos, como en nosotros los empleados del gobierno, milicia y administración de sus pueblos.

(…) Séptimo:

A los naturales se les darán gratuitamente las propiedades de las suertes de tierra, que se les señalen que en el pueblo será de un tercio de cuadra, y en la campaña según las leguas y calidad de tierra que tuviere cada pueblo su suerte, que no haya de pasar de legua y media de frente y dos de fondo.

(…) Décimo séptimo:

Respecto a que las tierras de los pueblos están intercaladas, se hará una masa común de ellas, y se repartirán a prorrata entre todos los pueblos, para que unos a los otros puedan darse la mano y formar una provincia respetable de las del Río de la Plata.

Décimo octavo:

En atención a que nada se haría con repartir tierra a los naturales, si no se les hacían anticipaciones así de instrumentos para la agricultura como de ganados para el fomento de las crías ocurriré a la excelentísima junta, para que se abra una suscripción para el primer objeto, y conceda los diezmos de la quatropea de los partidos de Entre Ríos para el segundo; quedando en aplicar algunos fondos de los insurgentes, que permanecieron renitentes en contra de la causa de la Patria a objetos de tanta importancia, y que tal vez son habidos del sudor y sangre de los mismos naturales..

(…) Vigésimo Séptimo:

Hallándome cerciorado de los excesos horrorosos que se cometen por los beneficiarios de la hierba no solo talando los árboles que la traen sino también con los naturales de cuyo trabajo se aprovechan sin pagárselos y además hacen padecer con castigos escandalosos, constituyéndose jueces en causa propia, prohíbo que se pueda cortar árbol alguno de la hierba so la pena de diez pesos por cada uno que se cortare, a beneficio la mitad del denunciante y para el fondo de la escuela la otra…”, hecho en el campamento de Tacuarí, el 30 de diciembre de 1811.

Uno de los textos más hermosos, profundos y actuales de la historia argentina. Una especie de mapa que debe contrastarse con la realidad social y política de cada provincia del país. Uno de los documentos menos difundidos de Belgrano.

No es por casualidad. Todo lo contrario.

Dos clases

“Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas; la una dispone de los frutos de la tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo la reproducción anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su industria para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio de lo que les sobra. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor parte de los hombres a lo más estrechamente necesario”, escribió Manuel Belgrano, en “La Gaceta”, del primero de setiembre de 1813.

“…el vestido de los héroes de la Patria, siempre tirados y siempre en trabajos  y poco menos que desnudos”, escribió Don Manuel en una de sus 370 cartas reunidas en el llamado “Epistolario Belgraniano”, recientemente editado.

El párrafo hace mención a sus compañeros de armas. Los describe como héroes de la Patria. Son anónimos. Pero ellos son los héroes. Los protagonistas de la historia.

Para Belgrano, entonces, el sujeto social son las masas anónimas, las que combaten en el interior en pos de una nación americana.

“Llora la guerra civil y destruidora en que infelizmente está envuelta la América”, se lamentaba el dirigente que había sido educado en España en medio de las privaciones económicas propias y las de toda su familia. Se recibió de abogado, volvió y a los 24 años ya era secretario del consulado en Buenos Aires.

Ya estaba “hecho”, según el malversado sentido común de estos tiempos.

Sin embargo repetirá una y otra vez un concepto político existencial desmesurado. Una infranqueable intransigencia contra toda forma de corrupción.

“Ofrezco a VE la mitad del sueldo que me corresponde, siéndome sensible no poder hacer demostración mayor, pues mis facultades son ningunas y mi subsistencia pende de aquel, pero en todo evento sabré también reducirme a la ración del soldado, si es necesario, para salvar la justa causa que con tanto honor sostiene VE”, dijo e hizo el abogado economista  transformado en militar.

“No quiero pícaros a mi lado…Lo mismo es morir a los cuarenta que a los sesenta, no me importa y voy adelante, quiero volar, pero mis alas son chicas para tanto peso”.

¿Cuál era el vuelo que quería remontar Belgrano?.

¿Qué cielo imaginaba para esas masas miserables que lo seguían?.

¿Por qué le achicaron las alas al general?.

Dice y repite que en las revoluciones “los que las intentan y ejecutan, trabajan las más de las veces para que se aprovechen los intrigantes… es la época de aprovecharse”. Pero él no se aprovechó. Estuvo siempre a la orden de los distintos gobiernos que se hicieron cargo de un país todavía enemigo de sí mismo. De una colonia que quería cambiar de dueño y formar parte, relaciones carnales mediante, con la potencia hegemónica de entonces, Gran Bretaña.

“Entré a esta empresa con los ojos cerrados y pereceré en ella antes que volver la espalda…”, confesó y fue fiel a esas palabras.

Palabras refrendadas con hechos. Palabras de un político refrendadas con hechos.

Un compromiso hasta la locura

Compromiso. Como así se le llamaba a la coherencia en los años setenta del siglo XX también en estas tierras de América latina.

Un compromiso que lo llevaba a la locura.

En Vilcapugio, Belgrano estaba “parado como un poste en la cima del morro, con la bandera en la mano, parecía una estatua”, narran los historiadores. Allí estaba, en medio del desbande, sosteniendo la bandera por la que había sido juzgado.

¿Por qué ese hombre que había logrado un difícil, pesado y fatigoso ascenso social se exponía a la muerte en un sucio campo de batalla?.

También sostienen los cronistas oficiales que Belgrano, en  la retirada de Vilcapugio, se ubicó en la retaguardia y cargó un fusil y cartuchera de un herido.

Estaba cargado de ideas y proyectos. Enamorado de un país inventado en las mesas de cafés clandestinos antes de que estallara el 25 de mayo.

“Crea V que es una desgracia llegar a un país en clase de descubridor”, dijo en una clara demostración de inteligencia y modestia.

Allí se juega el destino de sus sueños. Las ideas de un grupo de una incipiente clase media que tomó el cielo por asalto y que no entendía que allá lejos, a través de ríos y pampas, allá en el interior, se pensaba y se creía en otras cosas. Será un choque para Belgrano, Castelli y los otros revolucionarios. Eso es lo que connota esta primera impresión de Don Manuel cuando se entrevista con la gente de carne y hueso del país que tendrá que descubrir. “Esta gente son la misma apatía; estoy convencido de que han nacido para esclavos”, dijo.

Repitió en abril de 1818: “todo es país enemigo para nosotros, mientras no se logre infundir el espíritu de provincia, y sacar a los hombres del estado de ignorancia en que están, de las miras de los que se dicen sus libertadores, y de los que los mueven para satisfacer sus pasiones”.

Fuente: “Los caminos de Belgrano”, del autor de esta nota.

 

(*) Carlos del Frade. Periodista. Diputado Provincial Frente Amplio por la Soberanía.

Ilustraciones: Pablo Lobato

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HISTORIA

El peón heroico

Por Carlos del Frade (*)

Se cumplen 211 años del combate de San Lorenzo. Fueron catorce minutos en los que murieron cuarenta personas. Entre ellas el mulato y esclavo Juan Bautista Cabral. Síntesis de la lucha por las emancipaciones nacionales y sociales, aquella muchachada daba inicio al primer ejército popular latinoamericano en operaciones que sería el comandado por el también correntino José de San Martín. En estos tiempos de saqueo y dependencia es fundamental tomar contacto con nuestras raíces para sentir que la Argentina es mucho más que el negocio de unos pocos. Esta crónica forma parte de nuestro libro “Cabral y Rivero, peones heroicos”. Gracias.

-Déjenme, compañeros. ¿Qué importa la vida de Cabral?. Vayan ustedes a pelear que somos pocos – fue la frase que dijo Juan Bautista Cabral, según entiende el fraile Herminio Gaitán del convento San Carlos de San Lorenzo en su investigación sobre el combate.

Dos horas después, según el sacerdote historiador, en el refrectorio del monasterio – utilizado en ese momento como banco de sangre y sala de primeros auxilios- repitió la frase antes de morir.

Para el investigador Norberto Galasso, en su imprescindible “Seamos libres. Vida de San Martín”, en cualquier caso, “lo más probable es que en el soldado correntino, en situación de muerte, haya brotado espontáneamente su lengua originaria por encima de la educación, prejuicios y modales y entonces haya dicho: Avyáamanó ramo yepé, ñajhundijheguereumípytaguá, expresión guaranítica de la frase que pasaría a la historia. Así lo sostiene criteriosamente Fray Herminio Gaitán: “palabras dichas en guaraní”. También razonablemente, Gaitán sostiene que “San Martín las escucha y las traduce, luego, al español, cuando las incorpora al parte de batalla, pues es tan natural que San Martín no dominase el idioma inglés, como que entendiese el guaraní”, sostiene el historiador.

Y agrega en tono de reflexión: “Alguien probablemente, reste importancia a estas últimas circunstancias –Cabral, hablando guaraní y San Martín, entendiéndolo- pero, sin embargo, son reveladoras de la óptica con que se ha escrito nuestra historia, óptica europeizante y denigratoria de lo nativo, a la cual disgusta que sean dos correntinos, expresándose en el viejo idioma nativo, quienes protagonicen un episodio épico y prefiere, por tanto, limarle esas aristas pues, por supuesto, la Argentina la hicieron los rubios de ojos azules, directores de las empresas ferroviarias, frigoríficos, compañías de seguro, etcétera”, sostiene Galasso.

Según su estudio, Cabral sería hijo natural de don José Jacinto Cabral y Soto y de la morena Carmen Robledo que luego se casó con el también moreno Francisco que lleva el apellido Cabral, por ser también servidor de esa antigua familia.

Tal vez por esta razón otras fuentes lo dan como hijo de los dos esclavos, Carmen y Francisco, pues su nacimiento es anterior a la ley de libertad de vientres y de raza negra.

Hay una carta de don Luis Cabral, su amo, del 4 de diciembre de 1812, donde se refiere “a la situación de nuestro negro Juan Bautista…que en su carta me pide le escriba a San Martín para que lo baje a la infantería porque en la caballería corre peligro” (los negros integraban habitualmente la infantería pues no se caracterizaban por ser buenos jinetes, por lo cual el pedido tiene fundamento), apunta Galasso.

Añade que no contrajo matrimonio y en su condición de esclavo desempeñaba funciones de peón. “Suponemos que se integró al cuerpo de granaderos al fundarse éste –es decir, pocos meses antes del combate- y que desde Buenos Aires le pidió al amo que intercediera ante San Martín, como surge del fragmento de carta que reproducimos. A los veinte años declaraba, por único patrimonio, un caballo rosillo con la marca de don Luis Cabral y una sortija de oro en poder de doña Tomasa”.

Finalmente, Cabral no era sargento.

-Informo que el granadero Juan Bautista Cabral…– decía el parte de guerra de San Martín.

“Era simplemente un granadero sin rango”, escribió el sacerdote Gaitán.

-Al soldado Juan Bautista Cabral. Murió en la acción de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813 – decía una placa que mandó colocar el propio San Martín sobre la puerta del cuartel de Retiro en un tablero de forma oval.

“También estas apreciaciones acerca de Cabral pueden ser tachadas de baladíes. Sin embargo, importan, no sólo para demostrar los débiles cimientos en que reposa la historia oficial, sino también para que se las recuerde en las escuelas, especialmente en aquellas adonde concurren niños pertenecientes a la clase media liberal que escuchan habitualmente, en sus familias, los peores epítetos sobre “los negros”, “los correntinos”, “los peones”, “los paraguas”, pues entonces aprenderían que es muy común en nuestra historia que esos “negros”, “esclavos” que “hablan guaraní” y se asemejan más a los paraguayos o a los bolivianos que a la gente blanca de Buenos Aires, son los que acompañaron y dieron su vida por San Martín para que algún día tuviésemos patria”, concluye Norberto Galasso con justicia y contundencia.

 

(*) Carlos del Frade. Periodista. Diputado Provincial Frente Amplio por la Soberanía.

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HISTORIA INDEPENDENCIA

9 de julio | La independencia que todavía no es.

Por Carlos Del Frade (*)

9 apuntes para el 9 de julio

#1

El Congreso de los Pueblos Libres celebrado en Arroyo de la China, la actual ciudad de Concepción del Uruguay en la provincia de Entre Ríos, declaró la independencia el 29 de junio de 1815, según sostienen historiadoras e historiadores.

Era la lógica consecuencia de un movimiento político y social de masas, el artiguismo, contrario a los intereses de Buenos Aires.

Esa concepción de la historia no fue la enseñada en las escuelas.

La lectura oficial arranca desde el congreso convocado por Buenos Aires nada menos que el 24 de marzo de 186 en la provincia de Tucumán.

El 9 de julio consagró, para esa historia contada e impuesta la centralidad de la ciudad puerto, la independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica solamente de España.

“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración”, decía aquella declaración del 9 de julio.

Dos cosas para destacar: Provincias Unidas en Sudamérica, origen y destino de Patria Grande. No hay posibilidad de liberación sin los pueblos del continente, sin sus pueblos originarios que encarnaron las banderas emancipadoras en los ejércitos de Bolívar, San Martín, Artigas, Güemes, Juana Azurduy y Andresito Guacurarí.

Y la segunda, remar contra la corriente del poder hegemónico. En aquel momento, Carlos María de Alvear había ofrecido estos arrabales del mundo a Inglaterra, primero y después a Portugal y España. Vendía la sangre derramada en praderas, barrancas y montañas.

Sin embargo, aquellos congresales decidieron la independencia. Inventar un país desde lo propio y a pesar de los factores externos que amenazaban el sueño colectivo inconcluso de la igualdad.

#2

Aquella declaración era solamente de España.

Nada más que eso.

Para colmo con ningún diputado de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba que ya habían declarado la independencia un año antes en Arroyo de la China, la actual Concepción del Uruguay, el 29 de junio de 1815, cuando formábamos parte del gran proyecto político que fue la Liga de los Pueblos Libres liderado por José Gervasio Artigas.

Recién el 19 de julio de 1816, después de una sesión secreta, el texto agregó que nos hacíamos independientes de cualquier nación de la Tierra. Una sugerencia del diputado de Buenos Aires, Pedro Medrano.

Había una idea fundamental: la independencia debía ser la continuidad de aquel sueño de 165 locos que el 25 de mayo de 1810 habían decidido inventar un país, una nueva nación sobre la faz de la Tierra, como diría Vicente López Planes en la letra del himno que jamás cantamos.

Pero el proyecto político de la revolución de mayo estaba en el llamado Plan de Operaciones escrito por Mariano Moreno: independencia con igualdad. El gran objetivo de tipos como Belgrano, San Martín, Güemes, Artigas, Monteagudo, Castelli, Juana Azurduy y el mismísimo primer desaparecido de la historia política, el ya mencionado Moreno.

Porque para vivir con gloria hay que poner en el trono de la vida cotidiana a la noble igualdad.

#3

Para la historiadora Hilda Sábato, el 9 de julio de 1816 los representantes de trece de las Provincias Unidas de Sud América que participaban del Congreso reunido en Tucumán, votaron por unanimidad “que las provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España”.
“Los argentinos hemos consagrado esa fecha como la de la “independencia nacional”, aunque el acta no hable de la Argentina, los firmantes incluyan a diputados de provincias que luego formarían parte de Bolivia, y no figure ningún representante del Litoral, por entonces integrado a los Pueblos Libres liderados por Artigas. Es que la palabra “nación” en el acta de independencia hace referencia a un conjunto inestable de provincias que habían surgido del desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata y que aspiraban a organizarse como comunidad política pero cuyos límites, características y forma de gobierno eran materia de agudos conflictos”, sostiene Sábato.

“Al mismo tiempo, la derrota de Napoleón había abierto las puertas a la restauración monárquica y absolutista en Europa, al regreso de Fernando VII al trono español y a la exitosa ofensiva de sus tropas contra la América rebelde. En ese clima, tras proclamar la independencia, el Congreso buscó consolidar la unión. Y para ello dio por terminada la etapa revolucionaria, con su carga de convulsión social y fermento político, e imprimió una dirección conservadora a la gestión de gobierno. Esa voluntad era explícita: frente a los peligros de disolución y anarquía, el cuerpo decretó “Fin a la revolución, principio al orden” (1/8/1816). 

“Así, la independencia a la vez culminó y clausuró la etapa de cambios inaugurada por la revolución de mayo. También, pero eso no lo sabían sus autores, fue vista más tarde como comienzo: el de una nación, la Argentina, que reivindicó ese acto como fundacional”, termina diciendo Hilda Sábato.

#4

El presidente del Congreso de Tucumán, Francisco de Narciso de Laprida, fue asesinado. Un maravilloso poema de Borges lo rememora.

En ese epílogo violento de Laprida, se sintetiza la suerte de muchos de aquellos 29 que declararon la independencia el martes 9 de julio de 1816.

Después de la batalla de Cepeda, del primero de febrero de 1820, los congresales fueron encarcelados durante tres meses.

Es difícil encontrar vestigios de esos días. 

No parece haber registro de las vivencias de aquellos diputados.

Los decidores de la emancipación permanecieron presos y muchos de ellos acabarían como Laprida.

#5

De aquellos 29 congresales que declararon la independencia, dieciocho sufrieron exilios, torturas, expulsiones, censuras y arrestos varios. Solamente once pudieron seguir con una vida más o menos normal.

Tres de ellos fueron asesinados, Laprida, José Severo Malabia y Juan Agustín Maza y Díaz Gallo fue torturado con saña y alevosía.

Uriarte, sacerdote, fue uno de los que sufrieron cárcel y estuvo arrestado varias veces, promovió el reparto de tierras.

Unitarios y federales, fueron los nombres políticos que se le dieron a estos representantes, expresiones individuales de los intereses en pugna en aquella Argentina naciente que, como decía uno de los documentos del Congreso, daba fin a la revolución y principio al orden.

Quizás la ferocidad de ese “orden” devoró aquellas vidas particulares que, en su momento, encarnaron el sueño colectivo de la independencia.

Cuando Sarratea manda encarcelar a la mayoría de los congresales, había personas de gran relieve político.

#6

Entre los congresales perseguidos estaba Juan José Paso, secretario del primer gobierno revolucionario, cuando las ideas de su amigo Mariano Moreno parecían encaminadas a triunfar y modificar la realidad de todo el continente que desconocían.

Después de esos misteriosos días de prisión, el morenista Juan José Paso, quien fuera el lector de la Declaración de la Independencia, sería uno de los redactores de la Constitución de 1826, de matriz unitaria, patronal y probritánica y que desencadenaría las luchas civiles argentinas durante muchas décadas.

A pesar de eso, Paso, después de 1827 no volvió a figurar en funciones públicas, pero apoyó los gobiernos federales de Manuel Dorrego y Juan Manuel de Rosas de quien fue asesor.

#7

En relación a la llamada constitución de 1819, el historiador y polítco, Jorge Abelardo Ramos, señaló que “la Santa Alianza levantó la cabeza con la caída de Napoleón: la restauración de Fernando VII señaló el triunfo de la España negra. La desarticulación producida en América Latina por las fuerzas centrífugas regionales ante la crisis del proceso revolucionario en España, hacia de la declaración de la Independencia un acto trágico e inevitable. Pero ni la Asamblea del año XIII ni el Congreso de 1816 habían resuelto el problema cardinal. Este era, como hemos señalado, la cuestión del puerto, de la Aduana y del crédito público. Después de tres años de tumultuosas sesiones, durante las cuales se entrechocaron tenazmente los intereses regionales irreconciliables, el Congreso reunido en Tucumán decidió trasladarse a la ciudad porteña. Esta medida obedecía al propósito de los ganaderos bonaerenses y de la burguesía comercial porteña de obtener una influencia decisiva en sus resoluciones. Se trataba de marcar con el sello de sus privilegios el espíritu y la letra de la futura Constitución.

“Durante nueve meses discutióse agriamente el texto que debía organizar la vida argentina. La Constitución del año 1819 fue el factor desencadenante de la crisis del año 20, que ya germinaba desde la caída de (Mariano) Moreno. El librecambismo ruinoso de los porteños, la política centralista que los rivadavianos llamarían “unitaria”, y la posesión de las rentas en manos de Buenos Aires, habían convertido la primera década post-revolucionaria en el prólogo de la guerra civil. La Constitución de 1819 le confirió un carácter oficial”, escribió el colorado Ramos.

#8

“La Argentina, sin embargo, no se hizo así. La Argentina que celebró el Borges político (que era muy inferior al Borges poeta) aniquiló a la barbarie, a los otros, aniquiló la diferencia y constituyó el país desde la visión de las clases cultas. La diferencia (la barbarie) se obstinaría en reaparecer: con los inmigrantes, con los anarquistas, con el populismo de Yrigoyen y el populismo de Perón, que era para Borges la cifra absoluta de la barbarie. Hubiera sido fascinante tenerlo a Borges vivo durante la gestión del peronismo neoliberal de los noventa. Se hubiera deleitado con el espectáculo de la barbarie enterrando a la barbarie. Tampoco en esto tuvimos suerte: el cuadro sorprendente del partido de la barbarie llevando a cabo los objetivos últimos de los hombres de libros y cánones mereció los agradecidos balbuceos del ingeniero Alsogaray, no el ingenio despiadado de Borges”, terminaba diciendo una profunda y hermosa nota de José Pablo Feinmann en torno al poema de Borges que imagina el monólogo final del presidente del congreso de Tucumán, Francisco Narciso Laprida.

#9

“La historia es una continuidad. En realidad cada generación de argentinos produce un nuevo intento de independencia. La historia no está acabada porque la independencia no está alcanzada. De allí que sea fundamental recuperar la memoria no solamente desde el lugar de lo que nos hicieron, sino también de los proyectos colectivos que fuimos capaces de lograr. Porque esa es una forma de sentirnos e identificarnos. Nuestros abuelos no pelearon en Vilcapugio, pero durante todo el siglo veinte fueron protagonistas de peleas permanentes por una vida mejor y eso es lo que forma nuestra identidad. Porque la salud, la humanidad de una persona, no solamente pasa por la autoconservación biológica, sino por la autopreservación de la identidad. Hace poco leí una experiencia que me impactó. Un grupo de gatos fue encerrado en una jaula. Algunos de ellos naturalizaron el encierro. Se acostumbraron a la falta de libertad. Y fueron los que primero se murieron. El otro grupo de gatos buscaba desesperadamente la salida. Sufrieron estrés, dormían menos, comían menos, tuvieron gastritis, pero vivieron. De eso se trata, de saber que cada nueva generación en la Argentina pelea por la independencia”, sostuvo en diálogo con el autor de estas líneas.

“Cada generación de argentinos produce un nuevo intento de independencia”, repito la frase de Bleichmar.

La tarea pendiente para este 9 de julio quizás sea asumir que la independencia todavía no es y que nosotros debemos ser protagonistas y no espectadores consumidores consumidos para realizarla.

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DERECHOS HUMANOS

La insistencia de la noche carnívora

De la web: carlosdelfrade.com.ar

Por Carlos del Frade (*)

El pasado sigue abierto en el presente por las pesadillas impunes y los sueños colectivos inconclusos.

El proyecto político del golpe iniciado el 24 de marzo de 1976 fue subordinar la vida de las grandes mayorías a las imposiciones del capital financiero. Lo productivo debía desaparecer en la Argentina.

El dinero debía multiplicar al dinero, filosofía del casino y cuando las cuentas del Estado estuvieran al rojo vivo, la solución vendría del gran negocio de los bancos extranjeros a través de préstamos y la perversa bicicleta de la deuda externa.

El derecho laboral, construcción colectiva de generaciones y generaciones argentinas, llamado peyorativamente “el costo argentino”, debía limarse casi hasta la extinción.

Por eso seis de cada diez personas desaparecidas eran jóvenes trabajadoras y trabajadores menores de treinta años.

Por eso seis de cada diez personas desocupadas son jóvenes de entre quince y treinta años.

Y seis personas detenidas de cada diez en las principales cinco provincias argentinas son jóvenes de entre quince y treinta años.

El triple 6, la metáfora bíblica de la bestia apocalíptica que, en este caso, revela una clave de la historia profunda de la Argentina de los últimos 45 años.

Desaparecidos, desaparecidas, desocupadas, desocupados, detenidas y detenidos tienen entre quince y treinta años.

La bestia es la configuración política del capitalismo que siempre castiga a quienes tienen por impulso biológico y cultural producir las necesarias transformaciones en la sociedad.

El proyecto político económico que impulsó el macrismo tuvo el mismo objetivo que la dictadura, el reemplazo de la producción por la financiarización de la economía.

El Estado colonizado a favor de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros, la multiplicación de la deuda externa, la demolición del derecho laboral, la desarticulación de la salud y la educación y el lavado de dinero como verdadero canal de circulación de la riqueza argentina.

Aquello se hizo con botas pero después se intentó y logró con votos. A nivel nacional todavía subsisten casi dos mil leyes que vienen de las diferentes dictaduras, desde la ley de sociedades, quiebras hasta la ley de entidades financieras que marcan la impunidad del poder económico concentrado.

Por eso es preciso saber que en estos cuarenta años de democracia hay continuidades, herencias vivas del terrorismo de Estado y su principal objetivo, hacer del país un enclave financiero y exportador barato de bienes comunes, profundizando la dependencia y, por lo tanto, socializando el empobrecimiento.

20 mil fábricas fueron cerradas entre 1976 y 1983

“El empresariado argentino ha crecido y está decidido a aceptar el desafío que significa la reconstrucción de la república. Por ello estamos aquí reunidos, para conocer el pensamiento de las Fuerzas Armadas y poder así reflexionar sobre la naturaleza de sus designios, determinando la dimensión exacta de nuestra responsabilidad empresarial”, dijo un exultante representante de la Federación Gremial de la Industria y Comercio de Rosario, José Luis Pinasco, en octubre de 1977 al recibir a Díaz Bessone.

El militar no se quedó atrás: “Los empresarios forman uno de los primeros sectores que constituyen la nación día a día. Acaso por eso fueron uno de los blancos predilectos de la agresión criminal de las hordas marxistas. Por eso la responsabilidad moral es la otra gran vertiente de esta eminente función social, y comienza dentro de la misma empresa.

Allí los derechos ceden su lugar a los deberes. Defender la empresa y la propiedad privada contra agresores de toda índole es el primer deber”, sostuvo en una clara conciencia del rol de los militares como celadores del gran capital.

La complicidad de las empresas

Walter Klein, socio de Martínez de Hoz, años después, fue mucho más contundente frente a la embajada de los Estados Unidos: “Quédense tranquilos, todos los activistas gremiales de Villa Constitución ya están bajo tierra”.

Rodolfo Peregrino Fernández, ex comisario de la Policía Federal relató ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos, en 1983, que “otra represión notoria de la Triple A fue la ejercida contra los activistas sindicales de Villa Constitución”.

Esa operación fue dirigida por el comisario Antonio Fischetti, alias El Padrino o Don Chicho. “Fischietti fue reclutado para integrarse en la AAA siendo delegado de la Policía Federal Argentina en la provincia de Tucumán”.

Sostuvo que “las patronales de las industrias metalúrgicas instaladas allí, en forma destacada el presidente del directorio de Acindar, ingeniero Arturo Acevedo, establecieron una estrecha vinculación con las fuerzas policiales mediante pagos extraordinarios en dinero”.

Remarcó que “el presidente de Metcon, por ejemplo, retribuía con una paga extra de 150 dólares diarios al oficial de policía que dirigía su custodia personal, por un servicio de vigilancia no superior a las seis horas de duración”.

Acindar “pagaba a todo el personal policial, jefes, suboficiales y tropa, un plus extra en dinero, suplementario al propio plus que percibían ya del Estado esos efectivos. El pago estaba a cargo del jefe del Personal, Pedro Aznárez, y del jefe de Relaciones Laborales, Roberto Pellegrini”. Agregó que “Acindar se convirtió en una especie de fortaleza militar con cercos de alambres de púas. Los oficiales policiales que custodiaban la fábrica se alojaban en las casas reservadas para los ejecutivos de la empresa…”.

“Con esta política buscamos debilitar el enorme poder sindical que era uno de los grandes problemas del país. La Argentina tenía un poder sindical demasiado fuerte, frente al cual era imposible el florecimiento de cualquier partido político, porque todo el poder lo tenían ellos (…). Hemos debilitado el poder sindical y esta es la base para cualquier salida política en la Argentina.” (Juan Alemann, secretario de Hacienda, citado en Martin Andersen, Dossier Secreto, Planeta, 1993).

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PUERTOS

Diputados piden rescindir contratos de Vicentin con el puerto

El diputado Carlos Del Frade, junto a integrantes de la Comisión de Seguimiento de la Vía Troncal del Paraná, acudió este viernes a la sede del Enapro para conocer detalles de los contratos de Vicentin en relación a los muelles rosarinos, la evolución de las causas que involucran al grupo económico con el narcotráfico y la posibilidad recuperar el puerto de Rosario para la ciudad y la provincia.

Del Frade formuló duras críticas por la continuidad de la concesión del puerto de Rosario a manos de Vicentin y reclamó la rescisión vincular de dichos contratos. “Lo que estamos evaluando dentro de las comisiones de seguimiento es que resultaría fundamental que se terminen estos contratos de concesión de Vicentin en Rosario”, planteó el diputado provincial del Frente Social y Popular.

Este viernes legisladores provinciales solicitaron esos contratos de concesión a las autoridades Enapro. “Que el gobierno provincial tome cartas en el asunto y que el pueblo de Rosario recupere el puerto que alguna vez fue el más importante del mundo desde la década del 30”, resaltó Del Frade en declaraciones a La Ocho.

“En su momento le hemos planteado al titular del Enapro que queremos ver los contratos para evaluar la posibilidad de que sean rescindidos. Acá hay gente que trabaja muy bien en cuestiones legales. En el puerto de Reconquista asumieron en el 2004 y les quitaron la concesión apenas se descubrió el desastre que había hecho Vicentin”, dijo Del Frade en relación al default financiero, cesación de pagos, vaciamiento y fuga de 791 millones de dólares de la empresa.

“En el puerto de Rosario sigue increíblemente la concesión de Vicentin. Además de los tres cargamentos con toneladas de cocaína que salieron de acá para distintos lugares del mundo. Es inaudito que sigan acá en Rosario”, concluyó Del Frade.

“También estamos preocupados por todo lo que tiene que ver con los ríos Paraná y Paraguay”, advirtió Del Frade. “Porque ya está trabajando un consejo de ingenieros del ejército norteamericano, en lo que ellos llaman como el plan maestro de la Hidrovía. Es estridente el silencio de las principales autoridades nacionales, provinciales y municipales. Creemos fundamental la recuperación del río Paraná como lo que es: la principal vía de comunicación de las exportaciones y de la riqueza de nuestro pueblo. Y ya es una obscenidad que no le quede un peso a nuestro pueblo”, lamentó el legislador.

Escuchá completo el reportaje en LT8 aquí:

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RIO PARANÁ

Estados Unidos y el Paraná: el imperio en las aguas marrones

Las Malvinas fueron usurpadas en 1833 en un operativo conjunto entre ingleses y estadounidenses. Doce años después vinieron por el Paraná. Todavía sobrevive la memoria en el dorso de los viejos billetes colorados de 20 pesos que muestran la ajada imagen de Juan Manuel de Rosas.

El Paraná es la principal vía de exportación e importación de América del Sur. Para negocios legales e ilegales. Ahora el imperio quiere adueñarse económica, financiera y militarmente de las aguas marrones de la vía troncal del Paraná–Paraguay.

La cada vez más abierta participación del embajador norteamericano, Marc Stanley, en la política económica argentina generó que la Cámara de Diputados del Chaco emitiera la resolución 1.630 del pasado 14 de septiembre de 2022 en la que rechaza el doble anuncio de supuestas inversiones estadounidenses y presencia militar en la vía troncal de los ríos Paraguay–Paraná por considerar que se trata de una amenaza contra los intereses regionales.

Agregan que la “introducción de inversión financiera de Estados Unidos en la Hidrovía Paraguay Paraná y presencia militar norteamericana en el tramo paraguayo… amenaza directamente a los intereses económicos de nuestro país por la implicancia del control del territorio y de los capitales que la elaboración de un Plan Maestro para la Navegabilidad del Río Paraguay y pueda significar para la región”.

Sostienen, además, que es necesario “resaltar el interés geopolítico por la hidrovía y la triple frontera por parte de las autoridades estadounidenses”, hecho que “pone en peligro estrategias de comunicación , económicas y políticas del país y la región con el resto del mundo”.

La cámara chaqueña remitió copias de esta resolución a los ministerios de relaciones exteriores, comercio internacional y culto de la Nación y al Congreso Nacional.

El imperio viene por nuestras aguas marrones. Alguna vez debería florecer la soberanía política como insumo básico y cotidiano de nuestros gobiernos… esta es una buena ocasión.


Escucha la entrevista en RPN.

https://www.youtube.com/watch?v=CMfXKkxdEjw

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