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EXTRACTIVISMO SOBERANÍA

La cuenca del Plata en la mira. Extractivismos en el sur de la patria grande. 1990-2020

Desde hace algunas décadas que la cuenca del Plata[1] está en la mira de las grandes potencias imperialistas del mundo para asegurarse la provisión de materias primas imprescindibles tanto para su seguridad alimentaria como para reforzar el rol preponderante de los países centrales en la producción de manufacturas industriales.

Para poder ejercer esta dominación ha sido imprescindible el factor interno: se ha tejido una alianza poderosa con los grandes terratenientes que han constituido históricamente una clase de peso gravitante en la estructura económica de la mayoría de los países del sur de nuestra América. Son los verdaderos dueños de la tierra, el principal medio de producción cuyos niveles de concentración alcanzan cifras récord: entre el 2% y el 10% poseen más del 50% de las superficies cultivables en países como Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia.[2]

El extractivismo es la forma que ha adquirido la dominación imperialista y el avance del latifundio terrateniente en países como el nuestro. El saqueo de los recursos naturales (nuestros bienes comunes), junto  a la pérdida de soberanía, han sido el denominador común de todo este proceso de escala continental, que con idas y vueltas, se ha ido profundizando durante todo este período.

Treinta años son más que suficientes para poder hacer un balance de sus consecuencias. Las cifras récord de producción y de exportaciones de materias primas chocan de frente con el deterioro y la precarización de la vida de millones. El aumento de la pobreza y el daño ambiental parecen factores imprescindibles en la ecuación de esta matriz extractivista. El desmonte de más de 70 millones de hectáreas en toda Sudamérica, y el récord mundial en el uso de agrotóxicos[3] son el costo necesario que las clases dominantes pretenden seguir haciéndonos pagar so pretexto de no quedarnos “fuera del mundo”.

Está claro que con gobiernos reaccionarios, como los de Macri y Bolsonaro, la profundización de la dependencia, de la pobreza, la destrucción del empleo y el saqueo de los recursos por parte de las multinacionales encuentran condiciones inmejorables. Son ejemplos claro de modelos pensados para los de arriba y los de afuera. Pero está claro también, que no alcanza con gobiernos que se resignan a gestionar las migajas que nos dejan, o que en el mejor de los casos, se conforman con lograr alguna mejora transitoria en la denominada “puja distributiva”, pero sin modificar las causas estructurales que determinan esta profunda desigualdad.

Es momento de un debate profundo en el seno de los sectores populares, que requiere recuperar los sueños de nuestros patriotas para poner nuevamente en el centro la recuperación de la soberanía como un paso necesario indispensable para cualquier proyecto emancipador que busque un horizonte más justo para las grandes mayorías.

Infografías del extractivismo. 1990-2020

Compartimos a continuación algunas infografías que dan cuenta del impacto de este modelo productivo reflejado en las impactantes marcas que han dejado en los territorios los sistemáticos desmontes producidos por el avance de la frontera agrícola.

Una voracidad sin límites, que arrasa todo a su paso, no sólo bosques, sino también pequeños y medianos productores[4] y comunidades originarias que han sido despojadas de sus tierras,  reforzando la dependencia, la concentración y extranjerización de la producción.

Un proceso que acompasó el aumento exponencial de la demanda de commodities por parte principalmente de los países asiáticos y que con precios internacionales récord generó en países como Argentina ganancias extraordinarias en sectores muy concentrados de la economía: los monopolios exportadores (en su mayoría extranjeros) y los grandes terratenientes. Téngase en cuenta, que el corrimiento de la frontera agrícola y la reconversión de áreas antes no productivas, fue multiplicando el valor de la tierra, haciendo realidad el sueño de la clase terrateniente de poder obtener una renta inigualable por el sólo hecho de poseer la propiedad de la tierra.[5], además de las ganancias que de por si obtuvo por los récords de producción.

Nunca se produjo en la Cuenca del Plata tanta soja, maíz, trigo, aceites y derivados. Nunca tanto mineral de hierro. Sin embargo, la desigualdad en la patria grande bate récord.

Brasil, o mais grande do mundo…

Haber alcanzado la cima a nivel mundial en lo que refiere a la producción de soja y de carnes es un récord que ubica a Brasil como el alumno más aplicado en la división internacional del trabajo. Diez (10) es su calificación en producción de materias primas, y con “orgullo” puede mostrar sus medallas que certifican que alcanzó el primer puesto.

Sin embargo, lo que suelen ocultar esas cifras, son el costo socioambiental necesario para poder hacer realidad ese “sueño”. Son cifras que no dan cuenta ni del desastre ambiental generado ni de la pobreza estructural que permanece en índices muy elevados a pesar de que las riquezas fluyen como nunca antes. Las grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro son el lugar en donde se amontonan en las favelas todos los que ya no encuentran lugar en un campo cada vez en menos manos, y en el que la agricultura familiar le ha dado paso a la producción en gran escala hipertecnificada, que requiere cada vez menos mano de obra.

Es un proceso que lleva varias décadas pero que se aceleró notablemente en la era Bolsonaro que dio el visto bueno a los grandes terratenientes de Brasil para avanzar sin dilaciones sobre áreas enormes de bosque nativo y ridiculizar a los ambientalistas por “inventar” el cambio climático que niega como negó en su momento el COVID19 entre otras barbaridades de tono fascista que suele incluir en sus declaraciones a la prensa.

 

Before After

Las estadísticas muestran la contundencia del ecocidio implementado y también aquí hay otro récord mundial: sólo en el año 2016 se desforestaron 2,8 millones de hectáreas.

Las afirmaciones del recientemente electo presidente Luiz Inacio Lula da Silva respecto de la preocupación por la desindustrialización de Brasil[1] en la que la importación de productos chinos tiene mucho que ver, es la muestra más clara de la contracara de este modelo, que obstaculiza cualquier posibilidad de desarrollo industrial soberano y que además sea ambientalmente sustentable. En la década de 1980, la manufactura representó un 34% del PBI; en 2020, el último año para el que hay datos disponibles, estaba justo por debajo del 10%, un nivel inferior al de Argentina y México.

Sólo de los registros satelitales puede inferirse que no menos de 50 millones de hectáreas han sido desforestadas en los últimos 30 años. Son zonas en donde se han hecho cada vez más fuertes los “fazendados”, esa clase terrateniente que hizo pie fundamentalmente en la zona del Matto Grosso, fundando ciudades desde cero como en el estado de Rondonia, con un acelerado crecimiento de la producción.

La presión sobre la amazonía se acrecienta día a día, y son innumerables los registros de desmontes clandestinos que se vienen llevando a cabo en el último tiempo.

Argentina, no alcanza con las pampas…

Argentina históricamente concentró su producción agropecuaria en la denominada “pampa húmeda” del centro de nuestro país. La demanda creciente de alimentos en las últimas décadas, fundamentalmente a partir de la irrupción de China en la escena mundial, provocó un paulatino corrimiento de la frontera agrícola concentrado fundamentalmente en el norte de nuestro país.

Algunos autores hablan en este sentido del proceso de “pampeanización” que ha afectado a áreas de bosque nativo sujetas a la reconversión productiva. Se estima por los registros satelitales que alrededor de 8,5 millones de hectáreas han sigo “ganadas” para la producción de soja y ganadería. No se trata de áreas disponibles o vacantes como muchas veces eufemísticamente se las ha denominado. Sino que en su gran mayoría constituyen el hábitat de complejos ecosistemas articulados a partir de la presencia de bosques nativos que alojan una rica biodiversidad que se ha eliminado, afectando no solo las especies sino modificando las condiciones del suelo, su capacidad de absorción, con la consecuente  alteración de los ciclos del agua.

 

Before After

La acción de las topadoras se abrió paso en el corazón de provincias como Santiago del Estero, Chaco, Salta, llegando incluso a Formosa, en donde la densidad de la vegetación es aún mucho mayor.

En ese marco se inscribe también los proyectos para “recuperar” los denominados Bajos Submeridionales, unas 5 millones de hectáreas principalmente localizadas en el norte santafesino, con el que se pretende sumar mayor superficie para el avance de la ganadería.

Paraguay, para pocos…

El otrora país que supo demostrar al mundo que era posible un incipiente desarrollo industrial en América del Sur allá por 1860, interrumpido a sangre y fuego en la denominada Guerra de la Triple Alianza, es hoy escenario de una desenfrenada carrera por subirse al tren de la primarización que recorre con prisa nuestros territorios.

En un país en donde el problema de la tierra sigue sin resolverse, a pesar de un poderoso movimiento que reclama con urgencia tierra para todos y que enfrenta la creciente concentración en pocas manos, la soja ha venido para quedarse y hacer cada vez más rico a un puñado de grandes terratenientes que gobiernan desde hace décadas Paraguay y lo modelan en función de sus intereses.

Before After

En los estados del oeste de Paraguay, los que conforman el denominado “Chaco seco” se han concentrado los principales desmontes, luego que se declarara en el año 2004 la ley que protegía el denominado “bosque atlántico del Alto Paraná”, en la zona oriental del Paraguay, cuando solo quedaba un 5% de su superficie original…

Así alrededor de 8 millones de hectáreas fueron arrasadas en pos de un “progreso” que posicionó a Paraguay con uno de los países con mayor crecimiento de su PBI en la última década. Sin embargo el 70% de la población que habita las zonas rurales se mantiene en la pobreza. [7]

El haber convertido a este país en un verdadero paraíso fiscal es otro de los logros de los diferentes imperialismos que hicieron pie allí para hacer realidad su saqueo sistemático.

Bolivia, y una cruz no tan santa…

A pesar de ser históricamente reconocido por sus riquezas mineras, y su papel destacado en la exportaciones de zinc, estaño y plata, y sobre todo ahora tras haber dado un paso importante tras la nacionalización del litio, Bolivia también ha desarrollado en la zona oriental del país la producción agropecuaria, con un notable avance de la ganadería y la producción de soja.

El epicentro del fenómeno es el departamento de Santa Cruz, cuya capital Santa Cruz de la Sierra, se ha transformado en la sede de un poderoso movimiento de grandes terratenientes que han jugado un papel destacado en el golpe de estado a Evo Morales y han tenido una activo papel en la defensa de sus intereses, incluso proponiendo directamente la escisión del estado plurinacional de Bolvia. 

Muy lejos de los ideales del Che Guevara, aquel guerrillero heroico que recorrió las selvas de Bolivia para abrir paso a la liberación de los pueblos de la patria grande, hoy avanza un descenfrenado proceso de desforestación que le abre paso a los agronegocios.

Before After

Un verdadero cráter triangular es la huella de este proceso sistemático de desmonte que podemos estimar por los registros satelitales en no menor a 5 millones de hectáreas.

Soja, carnes, mineral de hierro, litio, gas y petróleo para todos… los de afuera.

La posición dominante de las potencias imperialistas sobre países dependientes como el nuestro se traduce de diversos modos, pero en algunas ocasiones la injerencia en la definición de las políticas no se disimula. En este sentido, son elocuentes las declaraciones del  embajador de EE.UU Marc  Stanley en el marco de la 19a. edición del Consejo de las Américas en Buenos Aires cuando afirmó que era imperioso formar una coalición que “ofrezca lo que el mundo necesita: energía, alimentos, minerales”. Fue el inicio de una serie de declaraciones y actividades de una activa agenda, que coincidió con la asunción del “superministro” Massa (de diálogo fluido con sectores del looby empresario vinculado a EE.UU, más aún trás el acuerdo firmado con el FMI) y que incluyó varias reuniones con gobernadores, dirigentes gremiales y referentes del sector privado.

En ese marco también, se conocieron las declaraciones del gobernador de Jujuy Gerardo Morales quien sin ponerse colorado afirmó: “Desde Washington paramos el tratamiento de la ley de humedales porque venía muy rápido”.  La gira que realizara en septiembre de este año lo encontró como uno de los principales voceros del llamado lobby de los gobernadores del “norte grande”, que ven en el litio una oportunidad para posicionar a la Argentina como privilegiado actor del negocio. La agenda parecía elaborada en la década del 90: atraer inversiones extranjeras y aumentar las exportaciones. La vieja receta para contrarrestrar las cíclicas crisis que atraviesa la Argentina por la falta de dólares. Lo que nunca parecen recordar los impulsores de estas recetas es que la historia argentina muestra una y otra vez como el resultado es a largo plazo un nuevo aumento de la restricción externa: más temprano que tarde la remesa de divisas a las casas matrices terminan siendo de montos muy superiores a los dólares que implican las mentadas “inversiones”.

Todo este fenómeno de concentración, extranjerización y primarización de la producción ha reforzado la inserción unilateral y superespecializada de economías como la de Argentina al mercado mundial, trabando toda posibilidad de desarrollo industrial, porque las condiciones del intercambio son implacables: exportación de materias primas (con escaso valor agregado) a cambio de importación de manufacturas. Una ecuación que aleja cualquier posibilidad de avanzar hacia el pleno empleo y poder resolver uno de los principales problemas que tenemos en Argentina: la falta de trabajo.

La disputa por el Paraná, en un nuevo escenario mundial.

El río Paraná, la verdadera autopista fluvial por el que se comercializan gran parte de los commodities que se producen en los vastos territorios de la Cuenca del Plata se ha convertido en una pieza clave en el tablero de la disputa geopolítica, que en tiempos de guerra como en el que vivimos, parece encontrar su dimensión verdadera y permite entender su rol estratégico.

Tras la invasión de Rusia a Ucrania se ha entrado en una nueva situación internacional donde toda la política está presidida por la guerra y se ha pasado a una nueva fase que ha dejado atrás varios años de la denominada “guerra comercial”, que tuvo a EEUU y China como principales actores.

La disputa por un nuevo reparto del mundo en un escenario multipolar, que avanza a la conformación de bloques como el que encabeza los EE.UU. junto a los países de la OTAN y como el que integran China y Rusia por otro lado, ha dado un duro revés a los profetas de la mentada “globalización”, el inexorable fin de la historia y de los estados nación y tantas otras categorías con lo que se pretendió dar por superada la etapa imperialista del capitalismo actual.

China en el último período ha buscado desacoplar su economía de la provisión tanto de materias primas como de insumos tecnológicos provenientes de principal rival: los EE.UU. Por eso se ha concentrado en lograr un sostenido aumento de la demanda de alimentos en países de Sudamérica que han modelado su “desarrollo” en función de estos objetivos.

Toda esta disputa ha atravesado la discusión por el futuro de nuestro río Paraná. ¿Por qué? Porque desde hace décadas que los EE.UU. y países que gravitan en la esfera de la OTAN han consolidado una presencia hegemónica en nuestro comercio exterior (con las estadounidenses Cargill, ADM y Bunge junto a la francesa Dreyfus para citar a las principales), se han asegurado el control del dragado y el acceso a la vía de navegación troncal (nuestro río Paraná) de la mano de la empresa belga Jan de Nul, y han alcanzado un peso determinante en toda la cadena productiva y del “paquete tecnológico” que se requiere para la producción y el desarrollo de los agronegocios:  provisión de semillas, fertilizantes y el acopio en el territorio. (de la mano de firmas como Monsanto-Bayer, Basf, Dow Chemical, etc).  Ni hablar del transporte fluvial (tras la destrucción de la marina mercante en la década de los ’90) que en un 98% se encuentra hoy en manos extranjeras. Como es el caso del transporte por barcazas, en donde en muchos casos se utiliza el pabellón paraguayo (que permite exenciones impositivas de todo tipo) pero que en realidad controlan multinacionales de peso, como el caso de ATRIA (ex – UABL) de origen norteamericano. 

Todo este proceso no ha sido lineal, sobre todo por la irrupción en el escenario de China, el gigante asiático que a los codazos ha tratado de abrirse paso haciendo valer su posición de principal comprador a nivel mundial de materias primas como la soja y el mineral de hierro (fundamental para la producción de acero en donde China tiene plena supremacía[8]).

De la mano de empresas como la estatal china Cofco (que lograron instalarse dentro del complejo agroexportador con varias terminales portuarias) y de firmas como Syngenta y Nidera particularmente en lo que refiere a la producción y comercialización de semillas, han avanzado no sólo en Argentina, sino en los principales países de Sudamérica.

Sin embargo, si el escenario de guerra se profundiza, EE.UU. sigue por ahora detentando la llave para acceder a las principales materias primas que necesita China, porque como es sabido, no es Argentina ni Brasil quien le vende a China, sino que lo hace a través de los monopolios extranjeros como Cargill o Bunge que son los que hoy tienen dominio casi total sobre el comercio exterior.

Es en el marco de este conflicto geopolítico en el que debe inscribirse la idas y vueltas, las demoras en la definición del futuro de la mal llamada “hidrovía”. Y es esa disputa la que abrió la posibilidad de la discusión sobre su futuro y ha permitido poner en debate en manos de quien tiene que estar el control, la administración, el dragado y las riquezas que circulan por nuestro río Paraná.

A las intenciones iniciales de China de participar en la licitación internacional por el dragado del canal de navegación troncal (que parecen haber entrado en stand by), le siguieron en las últimas semanas, las noticias sobre las posibilidad de los EEUU de avanzar en la región con la instalación de una base en la triple frontera, y de que el Cuerpo de Ingenieros de la Armada de los EEUU sea la que diseñe el dragado de un tramo del río Paraná-Paraguay. Como puede verse, la disputa interimperialista está al rojo vivo…

Controlar el río es parte de un objetivo geopolítico mayor, que es el del control de toda la cadena de comercialización que es un arma fundamental en escenarios bélicos. Por eso ha sido tan importante en este contexto la emergencia de planteos verdaderamente soberanos que no buscan “cambiar de collar” sino que plantean avanzar en una recuperación efectiva de los resortes estratégicos de la economía argentina, poniendo por delante los intereses nacionales y uniendo en ese camino a amplios sectores del campo popular.

Son pasos que abonan un camino de esperanza, sobre todo para aquellos que seguimos la pelea por un horizonte de soberanía e igualdad tan necesario en una Argentina en donde reina soberano el capital extranjero en los sectores claves de la economía, se acrecienta la concentración de la tierra y que por sobre todo, se profundiza el ajuste y la entrega, tras el acuerdo firmado por el gobierno nacional con el FMI.

En ese marco, la conmemoración del 20 noviembre DIA DE LA SOBERANÍA, recobra significancia y valor estratégico. Con múltiples iniciativas en todo el país, y con un banderazo en el Monumento Nacional a la Bandera en la ciudad de Rosario el 18 de noviembre, volveremos a retomar las banderas de la unidad nacional por la soberanía con justicia social que tanto necesitamos.

 

Pablo Payró. Miembro del Instituto Soberanía y del Foro por la Recuperación del Paraná, arquitecto, docente de Diseño del Paisaje y editor en infosoberana.com.ar

[1] La Cuenca del Plata es una unidad geográfica, hídrica, económica, productiva, comercial, de comunicación y navegación, que cubre un área de 3.170.000 km2, abarca territorios de cinco países: Brasil, Bolivia, Paraguay Argentina y Uruguay, y tiene al río Paraná como eje vertebrador.

[2] En “Argentina sangra por las barrancas del río Paraná” Luciano Orellano. Ed. Ágora. Pág 67

[3] Sólo en Brasil se utilizan  se usan 1.000 millones de litros de agrotóxicos al año para la producción agropecuaria fuente: https://www.telesurtv.net/news/brasil-marca-records-empleo-agrotoxicos-20220113-0013.html

[4] Se estima que en Argentina han desaparecido en las últimas décadas alrededor de 80.000 pequeños y medianos productores producto de la descomunal concentración y extranjerización de la producción.

[5] Se calcula que en Argentina la renta terrateniente represente nada menos que us$10.000 millones/año.

[6] https://www.telam.com.ar/notas/202208/601201-brasil-lula-china.html

[7]https://www.bbc.com/mundo/noticias/2010/10/101021_paraguay_crecimiento_economia_mr#:~:text=De%20acuerdo%20a%20datos%20oficiales,al%2019%25%20de%20la%20poblaci%C3%B3n.

[8] China es el mayor productor de acero del mundo. Su participación en la producción mundial fue de 56,6% en el año 2020., según informa la Worlsteel Association.

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5 respuestas en “La cuenca del Plata en la mira. Extractivismos en el sur de la patria grande. 1990-2020”

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