Nací embarrada, por necesidad, ¡y en desobediencia!, un 27 de febrero de 1812, junto a estas mismas orillas de nuestro río Paraná, al que hoy algunos “mal llaman” hidrovía…
Somos hermanas indisolublemente unidas, la soberanía y yo… Un mismo corazón, una misma causa y razón de existencia…
Pegaditas… fusionadas… siempre a la par la una con la otra… porque somos la misma cara en una misma moneda…
Pero mi indisoluble hermana soberanía, ¡está presa! Entonces, lo venimos estando… mi hermana y yo… porque andamos a la par… somos la misma cara… en una misma moneda…
En busca de su urgente emancipación, que es la nuestra, vaya esta “carta libre a la soberanía presa”:
Desde Punta Quebracho, allá lejos y hace tiempo… Desde tantos rincones del país, acá cerca y hace poco… Desde nuestro río Paraná en su extenso recorrido, desde sus humedales… aquí y ahora… Escenarios de patriotas que argumentan en batallas tu defensa, te escribo esta carta y que llegue a tu celda. Para recordar tus virtudes y darte fortaleza. Para acortar tu prisión, porque tu prisión es la nuestra.
Porque los poderosos decidieron para vos un destino de cárcel. Porque han venido por vos continuos 530 años… Porque vienen por vos, aunque estés presa.
Porque nos sos necesaria, como el aire que oxigena nuestra marcha diaria.
Porque los carceleros te levantan murallas, y disputan tus restos.
Porque te han apropiado y pintado de negro.
Descubiertos a veces sus ojos rapaces y mostrando soberbios sus garras feroces.
Otras veces tapados de elegantes y cultos engaños, con caretas, con trucos y brillantes galeras de magos.
Igual vienen por vos, aunque estés presa…
Quiero nombrarte aquí, soberanía, porque cuando te nombro te vuelvo material y olés a esencia…
Que estás hecha de pampa en la fertilidad de la tierra, y de manos con surcos en infancias obreras; de escondidos metales, minerales secretos, y de los recovecos en montañas gigantes; de riqueza de peces con movimiento de agua; de esencia vegetal, cultivo, cría; de sabios trabajos en climas diversos; de originarios fuertes con cuentas pendientes; de hermanas y hermanos negros esclavizados, ocultados, ¡y rebeldes!; y de abuelos llegados con harapos en barcos.
Que tenés el poder envolvente del fuego.
Que estás hecha de un pueblo que curtido de luchas, graba en sus arrugas tus pedazos de historia, su memoria de años defendiendo este suelo, y esa parte del cielo en que estrellas y luna alumbran las noches cuando nacen los hijos…
Sos la bronca y coraje de este pueblo aguerrido, compañera de vida de nuestras islas cautivas, y vigilante custodia de los hijos ausentes.
Yo te convoco aquí, soberanía, porque no aceptamos tu destino de cárcel… Yo te convoco aquí…
En este rincón de patria resguardado en nosotros, en Argentina sitiada, en mis hermanos valientes.
Y te guardo en el tiempo, y te cuido peleando, y te llevamos en andas por pancarta y tesoro.
Porque sos madre preñada de un futuro de frutos…
Porque tu rostro de trigo llora el pan que nos roban…
Yo te sostengo aquí, soberanía, hasta que pueda lucirte, mutilarte el dolor, y transformar en conquistas las arrugas tempranas de este pueblo.
Porque no aceptamos tu destino de cárcel.
Porque nos desvelamos gestando ese día en que no tengas prisión.
Porque vamos por vos.
Para recuperar tu riqueza robada, y que surjan en nuevos los derechos perdidos.
Y junto a tus defensores nos encuentren las plazas…
Y un reguero de voces nos una en un canto…
Y en un solo grito de libertad, sin perdón ni olvido… nos abrace la historia… ¡para escribir la alegría!
Adriana Lynch. Miembro del Foro por la Recuperación del Paraná.