En la noche del jueves 7 de marzo se dio un corte de energía que afectó al centro-norte de la provincia de Santa Fe y la ciudad de Paraná. Este hecho nos sirve de excusa para hablar sobre la situación del sector energético argentino. Vamos a hablar de ajuste, de energía y de cómo Caputo está de un lado, del otro, arriba, abajo y al costado del mostrador.
Fuente: www.logicadelpueblo.com.ar
Estimadxs, la nota es extensa, por eso voy a resumir la introducción para que quien quiera pueda obviarlo o usarlo de consulta y seguir con “cortocircuitos”: La energía se produce, se transporta y se distribuye en los hogares y fábricas. Pero no se pagan entre empresas, sino que el dinero que se le cobra a los usuarios va a una empresa que se llama CAMMESA y es esta la que le paga a las empresas que producen y transportan la energía a un precio plano: 500 dólares por GW/h.
A su vez, el Estado le da a CAMMESA dinero del Tesoro Nacional para cubrir subsidios, es decir esa parte del costo de la energía que los usuarios no pagamos, pero si cobran las empresas productoras y transportista de energía. Caputto ordenó no girar ese dinero a CAMMESA.
La Argentina esta electrificada
El sector energético es necesario entenderlo en partes: generación (ej Atucha), transporte (líneas de alta tensión) y distribución (ej EPE). El Mercado Eléctrico Mayorista de Argentina tiene una capacidad instalada para producir 42.927 MW, provenientes de cerca de 400 centrales de diferentes fuentes (térmica, hidráulica, nuclear y renovables) distribuidas a lo largo y ancho del país. Llega a nuestros hogares mediante 36.656 km de líneas de cables por toda la Argentina, salvo Tierra del Fuego, lo que se conoce como Sistema Argentino de Interconexión (SADI).
Pero para que llegue a los hogares no es que la EPE va a Atucha y le compra energía, sino que existe CAMMESA. Una empresa privada con propósito público hija de la desregulación del menemismo, compuesta por un 80% de privados (asociaciones de empresas de generación, trasmisión, distribución y grandes usuarios) y 20% del Estado Nacional. Es CAMMESA quien controla el SADI y la intermediaria entre recibe el dinero que las empresas de las empresas de generación, de transporte y de distribución de energía.
Las empresas distribuidoras cobran el servicio a los usuarios y pagan a CAMMESA el costo de la energía; CAMMESA les paga a las empresas de generación y de transporte un costo promedio de 500 dólares por megavatitos-hora. Es decir, que impone un precio plano de la energía, más allá de que cada planta generadora tiene un costo específico.
Entonces, la energía tiene un camino lineal: producción> transporte> distribución a usuarios. Pero el camino del dinero que se cobra se sucede de la siguiente manera: las empresas de distribución cobran a usuarios > CAMMESA >empresas productoras y de transporte.
Ahora bien, el Estado implementa subsidios al sistema eléctrico. A esto lo hace restándole un porcentaje a la factura que pagan los usuarios. Es decir, que lo que se cobra a los usuarios por su energía es menos que lo que cuesta producirla. Esta diferencia -entre lo que se cobra a los usuarios y lo que realmente cuesta- es financiado por el Tesoro Nacional.
Cortocircuitos
“Toto” Caputo decidió que, para llegar al superávit fiscal de 413 mil millones, se dejen de girar 11 mil millones del Tesoro Nacional a CAMMESA que permitían el pago de subsidios. Sólo permitió el envio del 80% del dinero correspondiente a diciembre ($396.825 millones) y nada de enero y febrero; lo que sumado a las demoras de los pagos recibidos por las distribuidoras, y a la devaluación del peso; deja a CAMMESA en una situación compleja para el pago a las generadoras y transportadoras de energía.
Tanto generadoras como transportadoras reciben el 100% de sus ingresos de CAMMESA. Entre las transportadoras, se identifican las de alta tensión que llevan desde la generación a las regiones (500 Kv); y la distribución troncal en las regiones. En las primeras, el 100% es gestionado por Transener, que es una compuesta en partes iguales entre Pampa energía (Marcelo Mindlin) y el Estado Nacional. La empresa tuvo problemas para pagar sueldos de marzo y dice que peligra el funcionamiento en abril; es en sus líneas que ocurrió el problema que generó el apagón del jueves.
Las líneas de distribución troncal tienen una controladora por región: Transba (Buenos Aires y AMBA) de Transener -Marcelo Mindlin-; Transnoa (NOA) controlada por sectores Luz y Fuerza asociados al Grupo Tasselli; Transnea (NEA), Transcomahue (Comahue) -gobierno de Río Negro-; Distrocuyo (Cuyo); Transpa (Patagonia), Yacylec(yacireta), Litsa (Litoral) de CECSA. Y las de distribución es diverso en cada provincia o ciudad.
Saca la mano de ahí, carajo: El clan Caputo
Nicolás Caputo es el amigo del alma de Mauricio Macri, con el que -al igual que Carlos Miguens- fueron al Newman. Ahora bien, hace un año se anunció el retiro de Nicolas Caputo de la industria energética. Algo que no sucedió e incluso parece haberse potenciado su presencia en el sector, tanto por las empresas que controla como los vínculos políticos que teje en el gobierno de Milei. La empresa en la que hace pie es Sadesa, junto con Carlos Miguens Bemberg, ex director del holding de Quilmes -quinsa-, y actual director de Holding Miguens Bemberg y la minera Patagonia Gold; Eduardo Escasany, del grupo Galicia; Jorge Bledel del Banco Francés; y Guillermo Reca.
Este grupo controla la principal distribuidora de energía -Edesur-; y plantas de generación de energía con una potencia instalada por 9.922,8 MW, lo que corresponde al 23,1% de la instalada en el país. A lo que hay que sumarle a diferentes productoras, distribuidoras y operarias de gas natural desde ecogas.
La llegada de Milei hizo desembarcar en la rosada a Luis “toto” Caputo -primo de Nicolas- como ministro de economía; y a un conocido del ambiente energético -por ser parte de las privatizaciones menemistas-, Eduardo Rodríguez Chirillo como secretario de energía. Estos actores potencian las posiciones políticas de Nicolas Caputo dentro del mercado energético. Es así que puso un director de su riñón – Alberto Peña- en la dirección de la represa binacional de Argentina: Yacyretá. Un importante puesto, dado que cuenta con una capacidad instalada de 3200 MW. A lo que hay que sumarle los rumores de que Macri y Nicolas Caputto lidian por la entrada de un secretario de energía propio: Javier Iguacel, quien fue ministro de Energía -degradado a secretario- durante el gobierno de Macri.
Hay un proyecto (?)
El gobierno echó a todo el directorio y desfinanció CAMMESA, lo que genera un estado de crisis entre las generadoras. Esto parece ser el comienzo de un cambio de paradigma en el sistema energético nacional. Hay muchos proyectos barajados, pero parece que el que prima es que CAMMESA deje de ser intermediaria entre empresas de generación, trasmisión, distribución y permita la “autogestión” del sistema.
La autogestión permitiría que la relación sea entre las empresas de diferentes eslabones de la cadena. También promovería la liberación de precios, es decir que no existiría más el precio promedio impuesto hasta hoy de 500 dólares y cada empresa podría imponer el propio. Esto admitiría un encadenamiento intrafirma y precios oligopólicos. Es decir, Caputto al tener el 23,1% de la producción y la principal empresa de distribución, encontraría una posición dominante y podría fijar precios a los demás actores.
Este sistema cambiaría de uno con precio estable para usuarios y de ayudas al consumo mediante el control del Estado; a uno que podría variar según la producción, la temporada, la región y la demanda.
Este sistema es utilizado en países europeos donde se dan situaciones donde se utilizan lavarropas sólo de noche porque el precio de la energía es menor. El proyecto de los Caputo´s rompería la posibilidad de planificación e incentivo a industrias y hogares.
Cabe preguntarse cuál sería un mejor sistema energético para un país con las extensiones, la diversidad y la dependencia que tiene la Argentina; y si entra en esta dicotomía o es necesario superarla. También si vamos a volver a insistir con proyectos de privatización y concentración de los servicios, como sucedió con el sistema ferroviario, que derivó en un desguase y en tres años se llevó la vida de 66 personas sólo en la línea Sarmiento; además de que desfederalizó el servicio. Por último, cabe preguntarse si en un país con tantas necesidades, en un mundo en guerra, vamos a entregar el control de nuestra energía al capital financiero internacional, que es lo que representa el grupo Caputo y cia.
Posdata: ¿Qué pasa con el gas?
Paolo Rocca, Mindlin y Eurnekián son pesos pesados en el mercado del gas natural, el cual también esta controlado por CAMMESA. Luis Caputto decidió que tampoco se desembolse desde el Tesoro Nacional lo necesario para el Plan Gas – de incentivo para la producción-. Este punto puso en jaque la continuidad del ministro de energía Chirillo, quien se cruzó con el Jefe de Gabinete Posse y el Ministro Caputo para que se gire el monto correspondiente.
A esto se le suma que la única gran obra pública que pareciera sostenerse sería el gasoducto norte, por el cual Rocca y Mindlin piensan batallar por ganar la licitación con la misma UTE con la que construyeron el gasoducto Nestor Kirchner. ¿El problema? El proyecto propone ser financiado por CAMMESA, hoy desfinanciada y en proceso de desarticulación.
La tensión pareciera crecer semana a semana en el sector energético. Por lo que creemos pertinente atender en los próximos días a qué sucede con la unidad entre diferentes sectores dentro del gobierno de Milei que planteamos en una editorial previa a su asunción. Ya que algunos actores plantean intereses contrapuestos entre sí, pero no se sabe si eso puede hacer tambalear el acuerdo de intereses coincidentes entre ellos.