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MUJERES SOBERANÍA

La ola soberana

Por Marina Cerquetti (*)

La felicidad, para esta mujer argentina, doblemente oprimida en un país dependiente, se parece mucho a un acampe celeste y blanco a la orilla del río Paraná… La felicidad, en épocas de virtualidad, ajuste y violencia feroz, seguramente se encuentra en esos momentos en que un paso nos acerca a  recuperar lo nuestro, y me atraviesa el cuerpo…

Esta nota está basada en la intervención hecha en una charla sobre “Mujeres y Soberanía”, en  un campamento que realizaron las compañeras de la Campaña por la Emergencia de Villa Gobernador Gálvez. Hoy, elijo escribir con la misma simplicidad y cercanía de esa ronda de jóvenes mujeres. Así construimos nosotras, en ronda, con mate y alegría, para llegar desde la primera hasta la última, porque a esta lucha no le sobra ninguna. 

Estas líneas no pretenden dar respuestas, ni certezas. La intención es abrir debates,  plantear preguntas que puedan ayudarnos a pensar colectivamente posibles caminos para seguir avanzando.

El movimiento de mujeres y feminismos en Argentina

ph © Nahuel Militano

Largo y empinado es el camino que estamos recorriendo. Un camino transgeneracional, en el que nos vamos pasando las banderas, los pañuelos, los debates y la posta. Pequeños y grandes avances nos trajeron  hasta aquí, un momento en que nos sentimos orgullosas de lo conquistado y en el cual  nos preguntamos hacia qué   dirección  seguir caminando para avanzar, porque sabemos que aún nos queda mucho por conquistar.

En Argentina tenemos un movimiento de mujeres y un feminismo que es faro para el mundo, principalmente para Latinoamérica, que en los últimos siete años dio pasos agigantados. Es posible que una parte de quienes leen no recuerden ese primer #NiUnaMenos, que se dio en Argentina. Tal vez eran muy jóvenes para recordar cómo era nuestro país y el feminismo antes de este gran estallido. Me parece importante comenzar  por recordar cuál era la situación antes de ese  3 de Junio del 2015. 

Por aquellas  épocas, en los medios de comunicación se hablaba con total naturalidad de por qué “a veces era necesario pegarle a una mujer”, a los femicidios se les llamaba crímenes pasionales, se justificaban las violaciones y  los femicidios con las actitudes y los gustos de las víctimas. Sabemos que todo esto sigue ocurriendo , pero en ese momento era lo común y no llamaba la atención, aparentaba ser lo  “normal”, pasaba tal vez desapercibido para  la mayoría . Las movilizaciones en las fechas importantes del calendario feminista, como el 8M y el 25N, en ciudades como Rosario, eran grandes cuando movilizaban 1.000 o 2.000 personas. Se hacía  muy difícil decir públicamente que adheriamos a la legalizacion del aborto, y mas impensado aun llevar el pañuelo verde a todas partes, poder hablar de lo que nos pasa a las mujeres y en muchas ocasiones  nos trataban de “locas”.

Pero esas locas, que durante décadas se juntaron en los entonces llamados Encuentros Nacionales de Mujeres, insistieron, y en un proceso fueron creciendo cualitativa y cuantitativamente. Se fueron enriqueciendo y teniendo grandes avances para la época que hoy damos por sentado, y   fueron siendo miles  que lograron ganarse a millones. Millones, principalmente jóvenes, que protagonizan con muchísima garra, con muchísimo entusiasmo y con las fuerzas necesarias ¡para cambiarlo todo!

¿Por qué empezar aquí?

Porque considero  importante poder pensar  que, a veces, esos cambios que necesitamos dar llevan tiempo, son “procesos”. Digo esto en una época en que todo parece que “tiene que ser ya”, en que todo parece  que debe darse de  inmediato. Es importante que podamos pensar que cuando algo es justo, es justo insistir, es justo perseverar. Lo cuento, por haber sido testigo  de ese cambio, por haber visto cómo ese grupo de locas, que insistió e insistió,  logró crecer y ser miles, que convencieron a millones, transformando ideas muy arraigadas  en nuestra sociedad.

ph © Nahuel Militano

Por supuesto que no todo está  resuelto, por supuesto que nos falta mucho, por supuesto que no somos todas feministas y por supuesto que no es igual en cada barrio, en cada ciudad y en cada provincia. Por supuesto que lo  ganado tiene más que ver  con una condena social que con el hecho de que el machismo, la desigualdad,  los femicidios y la violencia contra las mujeres hayan terminado, ¡pero el cambio fue grande! Alcanza con ver un archivo televisivo para sentir que están hablando de otro siglo, no de otra década, antes del 2015. 

Repasar nuestra historia, nos permite no solo revalorar nuestras conquistas, sino también debilitar el escepticismo que todos los días nos pretenden instalar,  porque demostramos   que es necesario y se puede transformar la realidad y porque quienes fuimos parte de ese proceso sabemos  que las mujeres con unidad, con una línea justa y un objetivo claro, podemos transformar lo que deba ser transformado.

Sobre la palabra negada: “Soberanía”

Hace un tiempo, poco más de dos años, se abrió en la sociedad argentina un debate y se recuperó una palabra. 

El debate comenzó con cuál sería el destino de nuestro río Paraná,  qué se iba a hacer con  nuestro río cuando, en 2021, se venció la concesión menemista, que las mayorías desconocían. 

ph © David Silva

Ese mismo río al que íbamos todos los días, en el que veíamos pasar los barcos, hacía décadas que estaba en manos extranjeras y privadas. Ese contrato entreguista se terminó, y se puso en debate si volver a concesionar o si debía  volver a manos argentinas y del Estado, como lo era antes de que Menem entregara nuestros recursos por casi treinta  años. Se abrió entonces la posibilidad de visualizar  lo mucho que desconocemos las mayorías sobre  cuestiones fundamentales para nuestra independencia, y se volvió a poner en la agenda la palabra ”soberanía”.  La misma  palabra por la que nuestras patriotas y nuestros patriotas dieron su  vida en la lucha por la primera independencia, y que desde aquellos años  hasta aquí existen sectores que trabajan para borrarla de la memoria colectiva, encontrando la resistencia histórica popular, que tuvo momentos de mayor efervescencia y desarrollo en proyectos de recuperación soberana de nuestra Patria, particularmente durante el primer peronismo, con la recuperación del comercio exterior,  con la creación del IAPI y la Junta Nacional de Granos, con los principios y el espíritu de la Constitución de 1949, entre otros.

Trabajan para que olvidemos  las heroicas  gestas patrióticas que hemos hecho para lograr esa independencia, como  la batalla de Punta Quebracho o la de la Vuelta Obligado. Trabajan para que se olviden los nombres de esas mujeres que protagonizaron esas batallas por la liberación, como fueron Petrona Simonino, Encarnación Escurra, Juana Azurduy, Macacha Güemes y María Remedios del Valle… Trabajan para el olvido y el desconocimiento, desde el día de la primera independencia, para evitar que las mayorías tomemos en nuestras manos  la pelea por una segunda y definitiva Independencia. 

Desde que comencé  a ser parte de este debate, me encontré con  que muchas de las, les y los jóvenes no conocen el significado de la palabra soberanía, y muchos lo admiten con vergüenza, pero de ningún modo se trata  de un desinterés o desamor por la patria, sino  de lo profundos que fueron ese olvido y ese desconocimiento “planificados” desde las usinas ideológicas de los intereses de los imperialismos y sus socios nativos, dueños de todo. 

ph © Nahuel Militano

¡Les preocupa la memoria, y el conocimiento! Si no conocemos aquello que nos quitaron, no podemos pensar en recuperarlo. Si no conocemos el inmenso valor de  lo que tenemos, no podemos ocuparnos de  que nos lo estén saqueando, aunque esa falta condicione día a día la vida de las argentinas y los argentinos, y sean la causa de enormes sufrimientos.  

Invierten muchísimo dinero, muchísimo tiempo y muchísima gente en trabajar como sus personeros para generar “ideas” que nos hagan creer que  las y los argentinos  “no sabemos”, que “el problema de Argentina son los argentinos y necesitamos que venga gente de afuera a invertir, porque acá no podemos”.  

Les preocupa la “memoria” porque conocer la “historia” nos permite saber que esto no siempre fue así, que no tiene por qué ser así, que sí podemos, que hicimos hazañas impresionantes ¡y que podemos volver a hacerlas!

Aproximación a algunos conceptos y definiciones necesarias

Soberanía es que un país pueda poseer lo suyo, para decidir por lo propio. Por ejemplo: su recursos naturales, su territorio (Malvinas, Lago escondido, etc), su producción (qué, cómo y para quiénes se produce), su política, su moneda y su economía, etc. 

Imperialismos son aquellos  países que mediante todo tipo de formas de dominación, sea la guerra, la economía, oprimen a otros países, subordinándolos para saquear sus recursos y sus trabajos.

Un país dependiente es un país como el nuestro, que está bajo la dominación de esos imperialismos, perdiendo su soberanía, sin poder de decisión para planificar y  decidir qué hacer, cómo y para quiénes. 

ph © David Silva

A  los  países dependientes, desde el orden dominante mundial,  se les asigna un “rol” a cumplir, en función de los intereses y las necesidades de los imperialismos. En nuestro caso, el rol asignado es el de “proveedor” de materias primas. En Argentina se producen alimentos para 400 millones de personas, es decir que cada argentina y argentino podría comer casi diez años con lo que se produce en un año. Sin embargo, comemos mal, salteado, tenemos grandes índices de desnutrición y malnutrición, e inclusive hay pibes ¡que se nos mueren de hambre!. 

A este gran  saqueo planificado de los imperialismos, lo posibilitan sus socios internos, que son aquellos argentinos y argentinas (terratenientes, socios de los monopolios imperialistas y sus expresiones en los sectores políticos) que trabajan constantemente para garantizar y esconder la entrega. Esos socios internos, entre otras cosas, garantizan que existan lo que llamamos usinas formadoras de pensamiento. Usinas que trabajan día y noche, principalmente a través de los medios de comunicación y de los planes educativos, para distorsionar a su favor todo hecho de la historia o de la actualidad, y formar e instalar ideas de que “no se puede” , “no sabemos”, “no podemos”, para  instalar la idea de que quienes  nos vienen a saquear, son “nuestros salvadores “ y  nosotras y nosotros  somos  en tal caso “responsables del robo” por falta de méritos. De este tipo de ideas las mujeres sabemos muchísimo,  porque este mismo tipo de ideas son las que desde siempre  justificaron la violencia y la desigualdad contra las mujeres.

¿Cómo y para qué nos someten los imperialismos?

Los imperialismos someten a otras naciones por una necesidad de la lógica del mismo capitalismo, la de acumular riquezas. Cuando se llega a un grado de concentración tal, para seguir creciendo y acumulando, desde esta lógica, se ven obligados, para seguir obteniendo beneficios, a una nueva disputa del mundo. Hay dos grandes formas en que lo hacen: mediante la guerra y el poderío económico.

La guerra, como la que hoy se está dando en Ucrania, con la invasión rusa. Donde Rusia, por un lado, y Estados Unidos y la OTAN, por el otro, se disputan un nuevo reparto del mundo. O como aquella donde impusieron  que hoy Argentina tenga parte de su territorio invadido por los ingleses en nuestras Islas Malvinas.

Y el poderío económico,  que toma diferentes formas. Una de ellas es el “préstamo”. Grandes préstamos económicos, imposibles de pagar, con intereses usurarios, provocando un estrangulamiento por el cual, y a cambio, imponen las condiciones de lo que puede o no hacer el país endeudado, durante el tiempo en que mantiene la deuda.

ph © Nahuel Militano

En Argentina,  el nuevo acuerdo que se hizo con el FMI en el 2022, entre sus cláusulas exige todo tipo de recortes que involucran  los presupuestos que deberían beneficiar a las argentinas y los argentinos, como la educación, la salud, las ayudas sociales, jubilaciones y pensiones, etc.  Y tiene cláusulas  generadoras de inflación. La deuda es  una efectiva manera de saquear nuestros recursos y los bolsillos del pueblo. Los presupuestos vigentes, los sueldos siempre a la baja, las ayudas sociales, los presupuestos para la prevención de la violencia contra las mujeres, etc., cada vez valen menos. Se recortan los  presupuestos para las argentinas y los argentinos. Toda  la economía argentina se condiciona al pago de la deuda.

Otro  modo,  son las famosas “inversiones extranjeras”, que no vienen a Argentina por mera buena voluntad, a salvarnos de la desocupación como pretenden hacernos creer, y muchas no vienen solo por intereses comerciales. También ponen condiciones para venir y se asientan en puntos estratégicos para nuestra soberanía. Puntos estratégicos con respecto a nuestros recursos naturales, al control del comercio exterior, a la seguridad nacional o en posibles conflictos bélicos. En nuestra región, algunos  lugares cumplen con todos esos factores, como el río Paraná y los puertos de la zona de gran Rosario. 

Las mujeres y la soberanía

Cuando se abre este debate sobre la soberanía, algunas feministas nos empezamos a preguntar qué tiene que ver esto de la soberanía, o su ausencia, con los problemas que sufrimos  las mujeres. Frente a todo el  trabajo que realizan desde estas usinas ideológicas para que “desconozcamos”, por supuesto que es muy difícil que se vea la relación con los problemas que tenemos todos los días como pueblo en general y como mujeres en particular. Por el contrario, parece algo muy lejano vincular lo uno con lo otro. Nunca falta quien dice: “Todo bien con la soberanía, ¡pero yo necesito llegar a fin de mes!”. Este recorrido, tuvo la intención de  permitirnos visualizar  cómo todos los grandes problemas que tenemos en Argentina  son causados por la falta de la soberanía o son profundizados por su falta. Y, por supuesto,  lo que nos sucede a las mujeres no es la excepción. 

ph © David Silva

En un contexto en el cual  después de un avance ininterrumpido del feminismo, parece haberse alcanzado una meseta, y en el que a pesar de haber ganado grandes batallas ideológicas y legislativas, hoy no aparece claro el objetivo común que nos unifique y encauce esa rebelión revolucionaria de millones de jóvenes. Situación que utilizan los sectores de derecha, para intentar arremeter contra los derechos y avances conquistados. 

Mercedes Meier dice: “Argentina es mujer, no solamente por su nombre sino por su condición de oprimida…” Porque le dicen que no puede, porque le dicen que no sabe, porque le dicen que no sirve, porque le bajan la autoestima para que soporte lo que no se debe soportar y si no se deja someter  “viene el sopapo”. Pero Argentina también es mujer por su capacidad de rebeldía, por esa fuerza inagotable que tiene y que le sale de las tripas, para volver a levantarse de ese golpe y decir NO y decir BASTA y cambiar lo que deba ser cambiado.

Podemos pensar en dos ejemplos de cómo se relacionan y profundizan las problemáticas que tenemos las mujeres en Argentina con la pérdida  de soberanía. 

El primero, es que en muchas ocasiones, quienes acompañamos a mujeres a salir de situaciones de violencia, nos encontramos con que esa mujer nos dice que no se puede ir porque si no, no tiene para comer. En este país, proveedor mundial de alimentos, el acceso a la comida y al trabajo es casi un privilegio, y  las mujeres, por la desigualdad de género y nuestro rol en la crianza de los hijos e hijas, lo sufrimos profundamente. En muchos casos,  dependemos económicamente y cuando tenemos trabajo cobramos un 27% menos que los varones. Pero en este país oprimido el 40% de los varones trabaja en negro y de los que trabajan en blanco, el 80% lo hace por un sueldo que está por debajo de la línea de pobreza. ¡Qué jodido ser mujer y sufrir esa desigualdad de ganar un 27% menos que un varón, cuando esos varones ganan un sueldo que tampoco les permite llegar a fin de mes!  Además, esa mujer no puede pedir ayuda a políticas públicas del Estado, cuando el Estado está recortando presupuestos para poder garantizar los pagos al FMI.

ph © David Silva

El segundo ejemplo, aparece sencillamente googleando el mapa del aborto legal, y se visualiza  un mapa mundial donde se muestra claramente cómo en los paises dependientes el aborto no es legal, a excepción de Argentina donde lo logramos recientemente, a fuerza  de decadas de lucha, y aún cuesta garantizarlo. En este contexto, es importante remarcar que Argentina, aunque podría, no tiene una producción de anticonceptivos inyectables nacional, el anticonceptivo más utilizado por los sectores populares. Dependemos de que nos venda la alemana Bayer (única proveedora), que durante el 2022 decidió, arbitrariamente, vendernos un tercio de lo licitado. Por lo tanto, aproximadamente dos millones de personas gestantes quedaron sin acceso a estos. Porque… ¿les sirve a los imperialismos que las mujeres podamos decidir si queremos ser madres, tengamos acceso a la anticoncepción, al aborto legal y a la educación sexual?, ¿o les sirve mucho más tener control sobre nuestros cuerpos y nuestra población, en función a los intereses del momento? 

Otra relación, tiene que ver con las ideas que se instalan para someter a nuestro país, en cómo se parecen muchísimo esas ideas con las que se usan  para justificar la violencia y la desigualdad que sufrimos las mujeres. Y así también aparece uno de los grandes aportes que podemos hacer para la liberación de Argentina, que es todo ese conocimiento acumulado y que generamos día a día para “desnaturalizar” la violencia patriarcal en la “desnaturalización” de esas ideas que sirven para oprimir a la Patria,  y  toda la experiencia de lucha, organización y unidad que supimos construir durante estas décadas. Con la claridad de que  ganando soberanía nosotras ganaríamos el doble, por nuestra carácter de doblemente oprimidas.

La “ola” que nos falta

A pesar de lo avanzado del feminismo argentino y los grandes logros y la masividad que ha conquistado en las últimas décadas, y tal vez incluso por nuestro carácter de doblemente oprimidas en un país dependiente, muchas veces miramos lo que hace el feminismo Internacional con admiración. Así, seguimos esos caminos que en general tienden a reducir los objetivos a reivindicaciones pura y exclusivamente legislativas, a generar leyes que igualen derechos de varones a mujeres. El problema es que en un país dependiente la igualdad es con un varón que la mayoria de las veces trabaja en negro, doce horas, para cobrar un sueldo que no le permite llevar un plato de comida a la mesa. ¡Esa igualdad no nos alcanza! Necesitamos una igualdad plena y digna para todas, todes y todos, para que, como decía Atahualpa: “nadie escupa sangre para que otro viva mejor”. 

Para que nosotras realmente podamos liberarnos y el techo que podamos alcanzar no esté tan bajo, necesitamos destrabar la cuestión soberana. Porque como dice Luciano Orellano, referente de la causa soberana, “la patria no te puede dar lo que no tiene”. En un país soberano se pueden liberar las mujeres, las diversidades, las disidencias, las marrones, los pueblos originarios, pueden dejar de ser pobres las y los pobres, en un país soberano se puede pensar en resolver el hambre, la inflación, el problema ecológico, el problema del trabajo, el problema de la industria… 

Falta mucho por decir, por discutir y por investigar. Esta es una invitación a que recorramos ese camino juntas, que es la mejor manera y la única manera que las mujeres conocemos para avanzar. Y que pongamos toda nuestra capacidad y todo lo aprendido durante las últimas décadas, al servicio de la segunda y definitiva independencia. Para que nuestro país sea libre, porque no nos podemos liberar, realmente, en un país que no lo es. 

Como decía antes,  muchas veces miramos al feminismo internacional, y seguimos sus pasos, el de los feminismos europeos y de Estados Unidos, pero esos feminismos nunca van a poder plantear esta contradicción, porque su países no tienen el mismo carácter. Necesitamos poder ver las particularidades de nuestro país, de un país dependiente.  Y si a los avances del feminismo se los mide en “olas”,  al feminismo argentino le está faltando una ola : La ola soberana. 

 

(*) Marina Cerquetti,  comunicadora, conductora del ciclo de entrevistas Info>Soberana, referente feminista de la ciudad de Rosario e integrante del Foro por la recuperación del a Paraná – Rosario

La foto de portada de la nota fue realizada por Malvina Nichea.

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Ser soberanas, para ser libres

Compartimos nota publicada recientemente en revistalanzallamas.com.ar

Nosotras y nosotres sabemos; fuimos, somos y seremos quienes lucharemos incansablemente a lo largo de la historia para poner en la mesa de cada familia, cada reunión, en las calles y en todas las agendas políticas, gobierne quien gobierne, el debate sobre nuestras opresiones.

Nuestra tarea fundamental es profundizar el análisis y el debate: ¿qué hay detrás del patriarcado? ¿Quién lo sostiene? La táctica es inteligente. El patriarcado tiene un socio estratégico, mayoritario: el sistema capitalista. Para garantizar la dependencia y la opresión de los pueblos, inherentes al capitalismo, el patriarcado juega un rol clave: garantizar la dependencia y la opresión de género, fundamentalmente de las mujeres.

¿En qué momento se encuentra el mundo y particularmente nuestro país?

Foto: Nahuel Militano

Vivimos en un mundo dominado por grandes potencias imperialistas. Países como Rusia, China, EE.UU. disputan entre sí los recursos y territorios de diferentes países oprimidos. Podemos verlo, en concreto, en la guerra de Rusia contra Ucrania: una potencia mundial que invade un país vecino, llevándose millones de vidas, para quedarse con sus recursos naturales, y su acceso al mar ;(mientras tanto, EE.UU. y sus socios de la OTAN, condenan públicamente la guerra, y juegan detrás de escena) 

También podemos ir un poco más allá y analizar la dominación de estos países imperialistas, que no solo se da a través de la guerra, sino que la violencia y la dominación se ven en lo concreto de todos los días: saqueo de recursos naturales, monopolios extranjeros, imposición de su moneda, de su cultura, etc.

Particularmente en Argentina, podemos ver cómo todos estos países operan de diferentes modos; a través de nuestros planes de estudio, formándonos para  ser profesionales al servicio de determinado tipo de país; a través de deudas impagables con bonistas y fondos de inversión extranjeros, o con el Fondo Monetario Internacional, que utiliza la deuda como mecanismo de extorsión, para imponernos un plan económico y las formas de llevarlo a cabo, incluyendo en el paquete la explotación de nuestros recursos, lo que debemos importar, lo que ellos necesitan que produzcamos para exportarles, y, por supuesto, cuánto debe ganar unx laburante.

Foto: Nahuel Militano

No tenemos voz ni voto a la hora  de decidir qué entra y qué sale por nuestro Río Paraná ni tampoco quién navega por nuestros ríos, nuestros recursos naturales como el litio, el petróleo, el oro, carbón, cobre, azufre, gas, agua, etc..

Fueron entregados a manos de yanquis, ingleses y otros europeos, rusos, chinos, entre los principales. Nuestras Islas Malvinas están en manos inglesas. Producimos una cantidad de materias primas que son exportadas y el pueblo argentino de eso, ve poco y nada.

Los imperialistas, asociados a los entreguistas Argentinos, esos que trabajan para que sus socios de afuera, operen en nuestro país, han deformado nuestra economía, dejando un proyecto que contiene dos Argentinas contradictorias: una cuya cosecha y exportación bate récords todos los años llenando los bolsillos de un puñado de oligarcas, y otra que a través de ajuste e inflación deja más de la mitad de la Argentina en la pobreza, sentenciando al hambre y a la desgracia a millones, particularmente a les jóvenes. Esto es la dependencia, la imposibilidad de que un pueblo tenga voz y voto para decidir qué hacer con sus recursos, su territorio y su futuro.

 ¿Cómo está conectada la dependencia con nuestras problemáticas?

Hace poco leí una nota que decía: “La Argentina es mujer, produce para otros mientras pasa hambre, le controlan la plata, le dictan lo que tiene que hacer. Esos que maltratan a la Argentina funcionan como el violento de manual: castigan y demuelen y debilitan la autoestima para después dar el sopapo”.

Foto: Nahuel Militano


Enfermeras, niñeras, maestras, empleadas domésticas… los rubros de cuidado son los que mayormente ocupamos las mujeres, allí en donde los sueldos son más bajos y la precarización es más común. Hoy, ni ser moza, ni trabajar en las megaempresas de cadetería te resuelve los derechos básicos. Ni hablar de quienes son empujadas a vender su cuerpo como mercancía para poder llevar un plato de comida a casa.

Según el INDEC, en el 2020 en las edades centrales (30-64 años) mientras 8 de cada 10 varones trabajan fuera de casa, solo 5 de cada 10 mujeres lo hacemos. Las tasas de desocupación y subocupación son más grandes para nosotras que para ellos (13.1 Vs. 10.6  de desocupación y 14.2 Vs. 12.8 de subocupación).

Otro dato, entre las personas ocupadas, cada $100 que gana en promedio un varón, una mujer gana $79. La inflación como herramienta de ajuste de los salarios es la predominante en este momento de la Argentina, que sumado a leyes de flexibilización laboral que se dieron en los últimos años, todo el pueblo trabajador se perjudica, y la brecha de género se profundiza.

Si sumamos salarios bajos + pocas oportunidades laborales + desocupación + precios altos + explotación + inseguridad + narcotráfico, (problemáticas que atraviesa la totalidad del pueblo argentino generando crisis y profundizando todo tipo de violencias) Y le sumamos las problemáticas específicas de las mujeres: menos oportunidades laborales + trabajo en el hogar sin retribución económica + sueldos más bajos que los varones + casi nulas posibilidades de acceder a puestos de dirección + exigencias sobre nuestros cuerpos + rol asignado al nacer +  obligadas a ser madres +  abusadas + violentadas + asesinadas.

El resultado es ni más ni menos que la doble opresión. Las mujeres sufrimos dos y hasta tres opresiones; por un lado, somos oprimidas por la clase a la que pertenecemos (junto a todo el pueblo Argentino), y por otro lado por ser mujer, hasta en muchos casos por la etnia de la que formemos parte. Por lo cual, la lucha es doble y a veces triple para nosotras.

Nos enseñaron una historia que fue contada y protagonizada por otros, vivimos nuestras vidas condicionadas por otros, nuestros deseos son condicionados por otros.

Todo está determinado por fuera.

Pero los movimientos de mujeres, feminismos y disidencias, hemos marcado a fuego el ejemplo de unidad, golpeando con un solo puño y conquistando derechos, todas nuestras conquistas son muy valiosas. Es por eso que con la misma fortaleza, el recorrido y la experiencia que tenemos, es el momento para dar el debate y atravesar la Argentina de Norte a Sur.

Foto: Nahuel Militano

Necesitamos ser libres.

La justeza de la lucha por la independencia es fundamental para discutir la libertad de las más oprimidas, necesitamos conquistar la segunda y definitiva independencia para decidir desde con quién queremos acostarnos, hasta qué necesitamos producir para que nadie más pase hambre en un país rico, como el nuestro.

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