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Argentina y América Latina frente al conflicto de Medio Oriente

Por Luciano Orellano (*)

El 13 de abril centenares de misiles balísticos, de crucero y drones fueron lanzados desde Irán a Israel, todos quedamos impactados y sorprendidos. Nuevamente la preocupación recorría el mundo, ¿estamos frente a una nueva guerra mundial? ¿O es esta la antesala? ¿Guerras que son ensayos de otras guerras que vendrán? ¿Qué respuesta producirán estas acciones? ¿Cuál debe ser nuestra posición frente a todo esto? ¿Qué posición debe tomar la argentina? Quedamos sacudidos frente al impacto de una nueva escalada bélica que abre preguntas e incertidumbres sobre los tiempos que corren, lo que si podemos afirmar es estamos viendo guerras híbridas, asimétricas y convencionales que nos interpelan cotidianamente. Todos los días somos testigos de nuevos conflictos que no sólo agudizan guerras en diferentes regiones y partes del mundo, sino que también van delineando bloques que preanuncian el peligro de una nueva guerra imperialista.

El genocidio palestino

El gobierno sionista y fascista de Netanyahu que conduce el Estado de Israel, con el apoyo de Estados Unidos y demás países que componen el G7 Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido (OTAN), está llevando adelante un verdadero genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza. Se calcula que ha asesinado a más de 30.000 personas, de las cuales la mitad son niños y mujeres. Además del bombardeo constante y la destrucción de la ciudad, incluyendo hospitales, practica un cruel sitio en la Franja de Gaza, donde habitan 2,3 millones de personas, bloqueándoles el agua, los medicamentos, los alimentos y la ayuda humanitaria.

 Este accionar recoge el repudio de toda la comunidad internacional. Particularmente la propia comunidad judía que se ha movilizado en distintas ciudades del mundo, y en el propio Israel tratando de poner un freno a la política fascista llevada adelante por Netanyahu y su camarilla reaccionaria. esto los llevó a un aislamiento político que los obligó a una sobreactuación. El 1 de abril de 2024, Israel llevó a cabo un ataque aéreo en el consulado iraní en Damasco, destruyendo la sección consular de la embajada de Irán. En este ataque, siete personas murieron, incluido el asesor militar iraní, el general Mohammad Reza Zahedi. Provocando la reacción de Irán, con el objetivo de volver a recuperar el consenso internacional. A partir de ahí los imperialismo, frente a la justa mesura y pedido de paz de todo el mundo, muestran su cara más hipócrita hablando de paz, cuando auspician la guerra y la tremenda disputa por la región.

¿Qué está en juego en la región?

Más allá de las distintas e históricas  disputas nacionales, democráticas, territoriales y religiosas que caracterizan la región hay que ubicar que lo que verdaderamente está en juego y lo que la pone en el centro de la escena mundial es su ubicación geográfica estratégica, su reserva y producción de petróleo y gas y particularmente su saldo exportable, que convierten a esta zona en  la principal proveedora del mundo de estos productos.

 De 41 millones de barriles de petróleo que se exportan en el mundo, aproximadamente 18 millones salen desde  los países de medio Oriente, que también exportan un tercio del total del gas del mundo.  El canal de Suez, el estrecho de Ormuz y el de Bad el mandeb constituyen los principales puntos de la ruta de circulación de estas mercancías  hacia el mundo. Se garantiza de esta manera que toda esa producción pueda salir de  estos territorios atravesando desde el mar Arábico, los distintos golfos y llegando al Mediterráneo sin tener que dar toda la vuelta por áfrica, con mejores costos y también acortando tiempos de flete.  Sin ninguna duda esta zona constituye la seguridad energética del mundo, de esta manera las energías dejan de ser sólo una mercancía, pasan también a convertirse en un arma. Ninguna guerra puede garantizarse y menos ganarse sin este recurso, desde ahí todos los imperialismos trabajan para su posicionamiento y balcanización de la región en lo táctico y en lo estratégico, desde monitorear los precios, socios comerciales, etc, resquebrajando la soberanía de estos países. Está abierta una disputa encarnizada por quién posee y controla estos recursos y su fuente de abastecimiento.

Alineamiento y claudicación

El Presidente Javier Milei, dice que sus aliados son  Estados Unidos e Israel. Una de las cosas que esconde defendiendo este realineamiento desde el mundo occidental es que su alianza es también con Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, es decir con la potencia imperialista que hoy usurpa y coloniza parte de nuestro territorio. Es de destacar que, lejos de la falsa “amistad” pretendida infantilmente por el presidente, tanto Estados Unidos como Israel, nunca se pronunciaron a favor de Argentina en su reclamo por las Islas Malvinas. Por el contrario, mantienen la alianza de ocupación por parte del Reino Unido de Gran Bretaña/ OTAN y pretenden el control y la militarización de nuestro Atlántico Sur, que les garantiza el tráfico y el control interoceánico.

En consecuencia, estas acciones de seguimiento ciego a las órdenes del imperialismo estadounidense, colocan a la Argentina, que  es un país con una parte de su territorio invadido por una potencia extranjera, en una compleja situación de rivalidad bélica que vienen llevando a cabo los imperialismos en distintos enfrentamientos armados y ocupaciones en el mundo.

Punto de inflexión

Durante el gobierno de Menem Argentina abandonó la política histórica Y justa de Tercera Posición que había caracterizado la neutralidad de nuestro país. Selló sus relaciones carnales con los Estados Unidos, y nos involucró en un conflicto que no nos pertenecía, mandando tropas argentinas a la Guerra del Golfo en los 90. Conocidas son las consecuencias que produjo este alineamiento que parte de nuestro pueblo pagó con sangre. 

Hoy, Javier Milei y el sector más reaccionario y fascista de su gobierno, quiere entrometernos en una guerra a gran escala, de la que no somos parte. El comunicado de la oficina del presidente de la noche del 13 de abril, la amenaza de romper relaciones con Irán, y la convocatoria de un Comité de Crisis para expresar el apoyo y colaboración con Israel, involucra a nuestro país de lleno en el conflicto. ¿Qué tiene que hacer un embajador de un país extranjero en una reunión de gabinete?

A su vez, el gobierno de Javier Milei desguaza al Estado, delega nuestra soberanía en materia de defensa, seguridad e inteligencia y busca bajo el argumento del terrorismo quebrar el orden institucional y democrático. Esto es aún más grave cuando Argentina no cuenta con un dispositivo en estas áreas para ejercer su soberanía.

El mundo nos interpela…¿Qué posición deberíamos tener?

Frente a la disputa por el nuevo orden mundial, Argentina debe rechazar cualquier orden que hipoteque o lesione su desarrollo independiente y unirse fundamentalmente a los pueblos hermanos de Latinoamérica para romper la cadena de la dependencia y el colonialismo. Unirnos con nuestros aliados naturales, los países hermanos de la patria grande, y particularmente con nuestros vecinos con los que compartimos fronteras. Si hay un legado que nos han dejado nuestros próceres de la Patria Grande es que la emancipación fue continental, es con ellos y no con ningún imperialismo que tenemos los principales intereses en común que hoy están en juego. Nuestra alianza estratégica debe ser con Paraguay, Brasil y Uruguay con los que compartimos nuestra defensa por la Cuenca del Plata y principalmente con Chile, porque el centro de la disputa se está desarrollando en el Pacífico y tenemos intereses comunes como los pasos bioceánicos y el control antártico. Tenemos una unidad, una causa común, está en juego nuestra integridad territorial, fluvial y marítima.

Nunca nuestra política puede ser la de la agresión constante, como viene haciendo el gobierno de Milei con Brasil, Bolivia, Colombia, México, y demás países hermanos, menos aún cuando siempre estuvieron y lo siguen haciendo en el reclamo supremo que tenemos que es la causa Malvinas. Hoy los necesitamos más que nunca!

La política de los imperialismos siempre fue  la balcanización de esta Patria Grande, hoy más que nunca tenemos que pelear por la unidad de nuestros pueblos que representan nada más ni nada menos que lo que Laura Richardson, gererala del Comando Sur  detalla en  una especie de “inventario”. Tomado de  sus palabras: “las reservas de petróleo más grandes, incluidas las de crudo, ligero y dulce”; “los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre y oro”; “el triángulo del litio de Chile, Bolivia y Argentina”; “los bosques de la Amazonia que son los pulmones del mundo”tenemos el 31 por ciento del agua dulce del mundo en esta región”. Y agrega que a EE.UU le “queda mucho por hacer” y que “esta región importa” ya que “tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego”, refiriéndose a la disputa geopolítica que mantiene con China y Rusia por estos recursos.

Nuestra política debe ser la de la unidad con los pueblos latinoamericanos, neutralidad y defensa de nuestra soberanía. Como lo hizo por ejemplo Hipólito Yrigoyen quien se opuso a entrar en el Primera Guerra Mundial (1914-1918), posición revolucionaria que fue consecuente con su política de defensa de la soberanía nacional impulsando la creación de YPF frente al control principalmente de los yanquis y la Standar Oil  del petróleo argentino.

Durante la segunda Guerra Mundial (1939-1945) Argentina supo no involucrarse a pesar de las grandes presiones internacionales, luego, el presidente Juan Domingo Perón auspició una posición independiente y autónoma y así se lograron  grandes avances para nuestro país en materia de comercio exterior, deuda externa, defensa y desarrollo científico nacional, entre otros apenas terminado el conflicto.

Es fundamental mantenernos en nuestra línea histórica, clara y firme de neutralidad y no entrometernos en guerras imperialistas, uniéndonos con nuestros hermanos americanos entendiendo que si la dependencia es continental, también lo es nuestra emancipación. Los argentinos y los pueblos de América Latina y del mundo debemos abrazar la lucha por una paz justa y duradera, en contraposición a la paz de la sumisión y el sometimiento: esta pasa a ser la bandera de todos los pueblos del mundo y debe estar a la orden del día, oponiéndonos radicalmente a una guerra imperialista en la cual nada tenemos que hacer.

(*) Luciano Orellano. Foro por la Recuperación del Paraná / Encuentro Federal por la Soberanía

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Argentina y los BRICS: un orden mundial en movimiento

Desde el primero de enero del 2024, Argentina junto a otros países formaran parte del grupo de los BRICS compuesto actualmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Esta iniciativa reagrupa a los mercados emergentes, proyectados a dominar la economía para el 2050, basados en la gran población, su extensión territorial, recursos humanos y concentración del PBI.

Inicialmente el bloque estaba compuesto por Brasil, Rusia, China e India siendo incorporada Sudáfrica en el 2011. Además de Argentina, en el 2024 se incorporarán Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes, Etiopía y la República Islámica de Irán, lo que implica un cambio en el escenario geopolítico. En ese marco ¿Cuál es la influencia geopolítica de los BRCIS?, ¿Qué implica el ingreso para Argentina?, y ¿representa un cambio de orientación en la política exterior alinearse dentro este bloque?. 

El nacimiento de los BRICS

La crisis financiera desatada en el 2008 como consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria removió los cimientos de un orden mundial devenido tras la Segunda Guerra Mundial liderado por Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. La consolidación de estos países y otros en la geopolítica mundial se consolidó mediante organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el G-7, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.

Esta crisis conllevo una parálisis en las economías centrales, que prácticamente vieron estancarse sus PBI y que en simultáneo, fueron ganando peso las economías denominadas emergentes, que a partir de su crecimiento económico primero, y su capacidad de influencia política después, comenzaron a plantear nuevos desafíos, mostrándose críticos de la arquitectura financiera y proyectaron lineamientos multipolares para superar a las potencias reagrupadas en el G7: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.

En julio del 2015 Putin afirmó “Los países BRICS son los futuros líderes del mundo”, a pesar de que la sigla fue utilizada por primera vez en el 2001, por Jim O’Neill un ejecutivo del banco norteamericano Goldman Sachs en un artículo titulado a “Building Better Global Economic BRICs” haciendo un juego de palabras con las iniciales de los países y del homónimo de ladrillo brick,
esbozando la idea de que estos países serían los pilares de la nueva economía global.

Actualmente los BRICS representan el 42% de la población mundial, el 23% del PBI y el 17% del comercio, ubicando a cuatro de sus miembros entre las diez economías más grandes del planeta -China (2), India (3), Rusia (6) y Brasil (7).

En la actualidad China es considerada la economía más importante del grupo, representando más del 70% del poder económico colectivo, seguido por la India con un 13%, Rusia y Brasil cada uno con aproximadamente el 7%, y finalmente Sudáfrica con un 3%. Por lo tanto, si bien no se trata de una alianza de libre comercio, la principal fortaleza de este bloque radica en la asociación establecida entre la primera economía del mundo China y el principal proveedor de energía Rusia. En el caso de India se presenta como una de las principales potencias económicas según exportación de recursos naturales y cereales. Por su parte Brasil es uno de los principales actores en el mercado agroalimentario y Sudáfrica se consolida en un rol clave, el de aprovisionar de metales y minerales para usos tecnológicos.

Implicancias de la incorporación argentina

El presidente Alberto Fernández en el anuncio de la incorporación declaro que se incrementaran: “las posibilidades de abrir nuevos mercados, de consolidar los existentes, de favorecer los flujos
de inversión creando empleo, de aumentar las exportaciones y de desarrollar la aplicación de nuevas y mejores tecnologías”.

Es necesario resaltar que los BRICS son un acuerdo del tipo estratégico, y no de una alianza de libre comercio, por lo que el ingreso no repercute en un beneficio económico directo, ni en la reducción de aranceles o confluencia regulatoria para reducir costos (como si lo hace el Mercosur). No se trata de una integración de mercados, sino de una alianza de gobiernos lo que facilita la toma de decisiones en conjunto y proyectos específicos.

En el caso de Argentina su principal fortaleza dentro de los BRICS esta dada por el rol que ocupa dentro del sistema internacional, su capacidad para proveer de soja y otros cereales, junto con recursos estratégicos como el gas natural, el gas de esquisto, distintos minerales y, especialmente el litio. Además, Argentina posee un capital científico plenamente consolidado, entre otros aspectos, con especialización en biotecnología y en tecnología logística aplicada.

La participación de los BRICS en el comercio exterior argentino oscilo entre el 20% y el 30% del total exportado. Para cuatro provincias, el principal socio comercial y el primer destino de las ventas al exterior es Brasil (Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, La Rioja), pero para ocho es China (Jujuy, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Catamarca, Entre Ríos, San Luis y La Pampa).

En el caso de San Juan y Santa Fe el principal socio comercial es la India. El 30 por ciento de las exportaciones argentinas se dirige a los BRICS, donde la India es el principal comprador de maíz y de aceite de soja. China representa un mercado clave para la carne, y el poroto de soja; y Brasil concentra la mayor demanda de cebada y en segundo plano de maíz.

Entre la cooperación sur-sur y el mundo post-occidental

Argentina se incorporará al grupo de los BRICS, conformado para contrarrestar el peso de Estados Unidos en el sistema internacional, siendo clave la presión ejercida por China. Esta ampliación del bloque transita en un mundo atravesado por la invasión rusa a Ucrania, la disputa entre China y Estados Unidos por la hegemonía del sistema internacional y a nivel doméstico una crisis financiera consecuencia de la dependencia de la balanza de pagos doméstica al Fondo Monetario Internacional. Por lo tanto, ¿el ingreso a los BRICS implica un cambio en la orientación de la política exterior?

Los BRICS perciben una mirada reacia por parte de Estados Unidos y de la Unión Europea, ya que la estrategia geopolítica radica en la búsqueda de un reequilibrio en el poder mundial, dominado por el G7, donde se reúnen las principales economías industrializadas de occidente. Según Tokatlian “desde el siglo XVIII predominaron los valores, creencias, y las instituciones de occidente, lo que estamos viendo ahora es el tránsito hacia un mundo post- occidental. Por lo que el centro de gravitación del mundo se mueve hacia el Este y hacia el Sur, (…) convirtiendo la creciente influencia de China no en un desafío ideológico, sino material”.

La posible transición hacia un mundo post-occidental pone en el centro la estrategia de China, por lo que no se trata únicamente de la exacerbación de la pugna entre Washington y Beijing, sino del “hecho de que Occidente, o sea Estados Unidos y la Unión Europea, ha iniciado un proceso selectivo de desacople parcial (EEUU) y de distanciamiento paulatino (UE) respecto a China. Ello, a su turno, reimpulsa la dimensión Sur de la proyección de Beijing. La Repúblical Popular China ya no es del Sur; en realidad es el epicentro de un segundo Norte aún difuso y complejo que compite con el Norte clásico (Occidente liderado por Washington) en un contexto de reubicación del centro de gravedad mundial en Asia. Estamos ante dos modelos de capitalismo: lo que no puede emularse con lo que fue la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.” J.G Tokatlian, revista DanGai.

Además, como consecuencia de la ampliación, los BRICS fortalecerán lazos con instituciones no ligadas a Estados Unidos, como la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la OPEP y la
Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). La asociación también tiene estrechos vínculos con bloques comerciales regionales como la ASEAN, el Mercosur, el CCG (Consejo de Cooperación del Golfo),
la Unión Económica de Eurasia (UEEA), la Zona de Comercio Árabe, la Zona de Libre Comercio Continental Africana, el ALBA, la SAARC y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el mayor acuerdo comercial del planeta.

El debate no concluye únicamente los términos de un mundo post-occidental o de cooperación sur-sur, sino en los márgenes de autonomía y desarrollo que logrará Argentina ingresando a los BRICS. Si se tiene en cuenta que China, Brasil e India son los principales socios comerciales de Argentina, no es irrisorio pensar su ingreso a los BRICS. Tampoco si se tiene en cuenta el capital financiero, y de recursos naturales que Argentina posee. Sin embargo, su ingreso debe ser enmarcado en la dependencia del sistema financiero argentino al FMI y la búsqueda de nuevas formas de financiamiento, como es el caso de los SWAP. Además, parte del BRICS son el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) y el Acuerdo sobre Reservas Contingentes (CRA) creados en 2014.

Si bien las posibilidades de crecimiento dentro de los BRICS parecen innegable, la dicotomía sobre cuál debe ser el marco de alianza en el sistema internacional divide aguas. Durante la reciente Cumbre de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham 2023) Patricia Bullrich, destacó que en caso de ser ella la nueva presidenta, Argentina “no irá a los BRICS” porque su principal marco de alianza sería con Estados Unidos, Europa Occidental e Israel.
En esa misma línea Javier Milei afirmó que “nosotros no nos vamos a alinear con comunistas”.

La incógnita de la incorporación de Argentina al bloque se mantiene abierta, y no habrá ninguna resolución hasta las elecciones presidenciales de octubre.

El manifiesto de ampliación de los BRICS se sustenta a favor del multilateralismo como un factor de inclusión de los países al escenario internacional, defiende diferentes organismos como la ONU, OMC ( y por lo tanto el libre comercio), el FMI y otros espacios de gobernanza global de los que varios miembros de los BRICS forman parte. Por lo tanto, es posible deducir que los BRICS no se presentan con la voluntad de romper con el actual orden del escenario internacional, y que a pesar de incluir a China, se encuentran alineados dentro del marco de normas internacionales basados en valores occidentales.

En lo que respecta al plano económico, la agenda de desarrollo de los BRICS propone una alianza para el crecimiento mutuamente acelerado (partnership for mutually accelerated growth) partiendo desde un punto clave de disidencia: no todas las economías mantienen los mismos niveles de crecimiento, por lo que plantear la idea de un crecimiento mutuo acelerado esconde la relación de complementariedad que existe entre las diferentes economías, diferencia que se sustenta en la división internacional del trabajo.

En un contexto internacional en el que Estados Unidos y Europa se plantean una autonomía estratégica abierta o, de política industrial, existe un fuerte control sobre la cantidad o la composición de las importaciones. Plantear la ampliación de los BRICS como el fortalecimiento de la cooperación sur-sur o en términos de win-win, oculta la idea de complementariedad de las economías, en las que para que una economía se desarrolle (como es el caso de China) debe complementarse con una economía que le provea de los recursos necesarios (como es el caso de Argentina). Esta relación de complementariedad se ve reflejada en la dependencia de la balanza de pagos de la economía exportadora en recursos primarios, en la falta de industria de valor agregado, y en la necesidad de encontrar formas de financiamiento en organismos como el FMI o mediante mecanismos como el SWAPS.

La agenda de desarrollo económico es, en realidad, una agenda de crecimiento de determinados países, sustentada en el comercio internacional y en la explotación de las ventajas comparativas.

En lugar de incrementar los márgenes de autonomía estratégica de los países, los BRICS ponen a China en el centro, cristalizando capacidades productivas y exportadoras de mayor valor añadido en el gigante asiático que en el resto de sus socios y, como consecuencia limitando en estos últimos las posibilidades de un desarrollo económico basado en la creación de mayores y mejores capacidades productivas.

Según datos de la UNCTAD, China es el primer socio comercial de cinco de los BRICS (Arabia Saudí,
Brasil, Irán, Rusia y Sudáfrica); el segundo de otros tres (Argentina, Emiratos, India). Estados Unidos, por su parte, es primer o segundo socio comercial de seis de estos países, China entre ellos. A China se exportan productos agrícolas (Argentina, Brasil) y energéticos (Arabia Saudí, Emiratos, Rusia), metales preciosos (Emiratos, Sudáfrica). Además, también se comercializan productos químicos para la manufactura con plásticos (Irán) o servicios de telecomunicaciones
(India), de modo que China pueda ser el primer productor y exportador mundial de productos de consumo y otras manufacturas que el conjunto del planeta, en general, y sus socios BRICS+, en particular, necesitan.

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“Nuestros” recursos

Por Germán Mangione (*)

Compartimos nota recientemente publicada en Revista Zoom.

 

Desde hace pocos meses, Estados Unidos viene transformando en debate público lo que hasta ahora se trataba de una disputa velada. Entre otros fines, se intenta empujar a a los gobiernos de la región a definiciones más claras sobre sus posicionamientos en un mundo que vuelve a dividirse en bloques.

Estados Unidos, China, Argentina y el litio.

Ni la injerencia estadounidense, ni el avance de las inversiones chinas en América Latina son fenómenos nuevos o que puedan sorprender a quienes siguen el acontecer de la política internacional de la región.

Sin embargo, lo que hasta hace unos meses fue una disputa velada que no trascendía algunos ámbitos especializados de la política internacional se transformó –luego de la pandemia y de la invasión rusa a Ucrania— en un debate público que escala mes a mes y que intenta empujar a los gobiernos de la región a definiciones más claras sobre sus posicionamientos en un mundo que vuelve a dividirse en bloques.

Un caso paradigmático de esa nueva política de disputa pública es el rol que ha tomado la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM), quien se ha transformado en la principal voz crítica a la presencia China en la región, en esta etapa en donde Estados Unidos ha vuelto a poner su mirada imperial en su “patio trasero”.

Fue Richardson la que alertó el pasado jueves contra “la injerencia externa y las coacciones” de China en Latinoamérica y el Caribe, donde aseguró que Pekín está expandiendo su influencia económica, diplomática, tecnológica y militar.

Las declaraciones se dieron en el marco de la presencia de la generala junto al jefe del Comando Norteamericano de Defensa Aeroespacial (NORAD), general Glen Van Herck, ante el comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos para hablar de presupuesto de defensa para 2024.

Según la funcionaria militar yanqui, China ha ampliado su capacidad de extraer recursos y consigue el 36% de sus importaciones de alimentos de la región y el 75% del litio de Sudamérica y afirmó que Pekín lidera la pesca furtiva en las aguas del continente americano, causando una pérdida de beneficios de unos 3.000 millones de dólares.

“China ha establecido también puertos en varios países, manipula a los Gobiernos a través de prácticas inversoras depredadoras”, subrayó Richardson, una de las principales críticas de la iniciativa de La Ruta de la Seda impulsada por Xi Jumping desde 2013, y que ya cuenta con la adhesión de 19 países de Latinoamérica entre ellos la Argentina, adherida el año pasado.

La pelea por el futuro

Lo que más preocupa a Richardson y su gobierno es sin duda el control de los recursos de la región y no hacen ningún esfuerzo por disimularlo.

En una entrevista para el Atlantic Council, un organismo vinculado a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y hablando sobre la importancia que América Latina tiene para Estados Unidos planteó que el 60% del litio del mundo se encuentra en un triángulo que comparten Argentina, Bolivia y Chile, y se trata de un elemento «necesario hoy en día para la tecnología».

En la misma entrevista, difundida por redes sociales (que causó incluso la respuesta de funcionarios argentinos como el gobernador de Tierra del Fuego Gustavo Melella), la generala también se refirió a las reservas de petróleo, y mencionó que Estados Unidos tiene mucho por hacer para “proteger” lo que denominó “nuestros” recursos.

Sin dudas que el caso del litio es uno de los paradigmáticos en el enfrentamiento con China, por la presencia del gigante asiático en el sector en nuestra región, y por la importancia estratégica de este elemento en el futuro inmediato.

Argentina junto con Bolivia y Chile conforma el Triángulo del Litio, donde se aloja el 55% de las reservas mundiales de este producto considerado “oro blanco”. Argentina es uno de los países con más proyectos de explotación en curso y con menor cantidad de regulaciones al respecto y en el último tiempo recibió una avalancha de inversiones y anuncios de capitales chinos para su extracción y explotación.

Así, este “oro blanco” se ha convertido en uno de los sectores económicos de más rápido crecimiento del país, aunque sólo se encuentre en unas pocas provincias. En Salta está el 41% de las reservas, mientras que en Catamarca está el 22%, y en Jujuy el 21,45 %.

Múltiples compañías estadounidenses y europeas se han percatado de este escenario y han tratado de ingresar en el negocio pero, por el momento, Argentina ha favorecido el desembarco chino y los ha dejado en desventaja.

El precio del principal material para la fabricación de las baterías de litio se ha triplicado aproximadamente en el último año y es más de un 1.150 % más alto que en julio de 2020 y se estima que seguirá creciendo.

China es el principal consumidor de la materia prima extraída de la minería ya que en este país se encuentra la mayor parte de las plantas de conversión y la mayor producción de autos eléctricos del mundo. Esto sumado a los altos precios registrados durante el 2022 (según datos de la consultora S&P Global Platt’s los precios del carbonato de litio han aumentado un 531% en un año) empuja al gigante asiático a salir a la búsqueda de nuevas fuentes de aprovisionamiento, además de las tradicionales como Australia, el mayor productor de litio del mundo.

Esto implicó por ejemplo que en el primer semestre del año los envíos de carbonatos de litio desde Chile a China tuvieran un incremento del 601,5%, al totalizar ventas por más de US$ 81,6 millones, según consignó la aduana chilena.

La búsqueda de fuentes de aprovisionamiento incluye el aumento o la concreción de inversiones que habían sido anunciadas. Y en ese aspecto Argentina aparece en un rol central como receptora de las mismas.

Argentina es el país con mayor cantidad de proyectos en desarrollo. Desde finales de 2020 hubo 13 anuncios de inversión en proyectos vinculados a litio en el país, por más de US$4.000 millones.

Hoy solo dos proyectos se encuentran operando comercialmente: Salar de Olaroz, en Jujuy de la empresa australiana Allkem (fusión de Galaxy Resources y Orocobre); y Fénix en Catamarca, de la estadounidense Livent.

Se calcula que para 2025 estarán operando ampliaciones de estos dos emprendimientos y otros ocho que están en la actualidad en etapa de construcción. Además existen 35 proyectos en etapas de factibilidad, pre factibilidad, evaluación económica preliminar y exploración avanzada.

Según se desprende de los informes de la Secretaría de Minería de Argentina son las empresas chinas las que aceleran sus inversiones y anuncios en medio del “boom” del litio argentino.

Empresas como Jiangxi Ganfeng Lithium Co., Hanaq Group, Tsingshan Holding Group, Zangge Mining Group Ltd. y Tibet Summit Resources son controlantes o tienen participación accionaria en numerosos proyectos en estados avanzados de desarrollo. Ganfeng está en Cauchari, Jujuy; Tsingshan en el yacimiento Centenario Ratones, en Salta; Zangge en Laguna Verde, Catamarca; Jiangxi Ganfeng en el de Mariana, Salta; Tibet Summit Resources en Sal de los Ángeles, Salta; y Zijin en Tres Quebradas, de Catamarca.

De los 9 proyectos mineros que hoy cuentan con capitales chinos en el país, 6 son de litio y en 2021 se observó el predominio total de exportaciones de carbonato de litio, con el 98,2 por ciento del total de las exportaciones mineras al país asiático. El 42,3 por ciento del total de exportaciones de este commodities fueron destino a China, por 88 millones de dólares, según consigan el periodista económico Néstor Restivo en “Cash”, suplemento económico de Página12.

Esto es una gigantesca preocupación para Estados Unidos que intenta reducir su dependencia de China en todos los ámbitos. En el del litio la cuestión es crítica. Las importaciones de iones de litio de Estados Unidos alcanzaron un récord de 142.053 toneladas métricas en el primer trimestre de 2022, un aumento del 153,9 % con respecto al año anterior, y del 38,7 % con respecto al cuarto trimestre de 2021. Y China representó el 77,5 % de las importaciones de baterías de iones de litio de Estados Unidos. En el primer trimestre de este año con 110.081 toneladas métricas, frente a las 83.306 toneladas métricas del cuarto trimestre de 2021.

Las inversiones chinas en Argentina son vistas por Estados Unidos en esa sintonía, como demostraron las declaraciones de la general del Ejército de los Estados Unidos y jefa del Comando Sur, Laura Richardson, quien en reunión con ministros de Defensa de América Latina el 14 y el 15 de septiembre y utilizando una narrativa de supuesta defensa ambiental criticó fuertemente las inversiones chinas en América Latina como “problemas de seguridad nacional”.

En un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington publicado por Página12, Estados Unidos aborda abiertamente el tema del litio en clave de seguridad nacional.

“Dado el conflicto comercial geopolítico con China, ésta podría usar su posición para dirigir el futuro de la transición mundial a una energía limpia. En vistas del estado actual de la cadena de suministro de litio, Estados Unidos se encuentra muy poco preparado para satisfacer el aumento exponencial de la demanda durante la próxima década y con posterioridad”, asegura el informe, que hace hincapié también en las facilidades que brinda la Argentina a la inversión extranjera por su falta de regulaciones y su provincialización de la administración del litio.

Lo que está claro que en la perspectiva de la nueva situación mundial signada por la amenaza de guerra y el corte de los suministros mundiales, la energía y en especial el litio se va transformando en un bien estratégico y en un arma de presión.

Las decisiones que tome Argentina, estarán signadas por la presión de las grandes potencias que se disputan ese recurso único, y el desafío será aprovechar soberanamente el mismo para el desarrollo autónomo (con industrialización y agregado de valor) o quedar preso de la guerra del oro blanco y los intereses externos.

Así en el cielo como en el agua

Pero no solo el litio está en la mira de la disputa interimperialista, en su primera visita a la Argentina, en abril del 22, la representante militar del comando sur mantuvo reuniones con las máximas autoridades de las Fuerzas Armadas argentinas, el ministro de Defensa, Jorge Taiana, y la vicepresidenta, Cristina Kirchner y en declaraciones a la prensa dejó claro “las líneas de trabajo” que seguirán en la región.

“La pesca ilegal, no reportada y no regulada está absolutamente ligada a China. En un día cualquiera, tenemos entre 350 y más de 600 embarcaciones chinas en el área bajo la órbita del Comando Sur. China obtiene el 36% de sus fuentes de alimentación en la región, no sólo en Argentina, sino en toda la región. Nosotros llamamos a esto actividades maliciosas; extraen recursos, pero no generan inversiones para el país”, afirmó casi desconociendo la historia de saqueo de Estados Unidos en la región.

Y se refirió también a la presencia “militar” china en nuestro país a través de la base en Neuquén. “Yo lo veo así: son instalaciones de un gobierno autoritario, que no deja que los argentinos accedan a ellas, excepto si van de visita. ¿En qué andan? Ellos no tienen las mismas preocupaciones que nosotros en términos de libertad y de un hemisferio occidental libre, seguro y próspero. Me preocupa. Y está manejado por una empresa del Estado y del Ejército Popular de China. ¿Para qué están usando eso?”

Mientras Richardson realiza estas denuncias públicas, con cierto tono de escandalizada, su país avanza por ejemplo en la ejecución del plan Maestro en Paraguay, que permitirá instalar una base controlada por el cuerpo de ingenieros del ejército de Estados Unidos sobre el Paraná para terciar en la disputa por el control de la hidrovía. Haz lo que yo digo, pero…

El imperialismo y sus modales

Si bien el reforzamiento de la presencia política de Estados Unidos sobre la región es cada vez más evidente (y toma cada vez mayor estado público), lo hace de la mano de los demócratas que (sin éxito) intentan buenos modales en la disputa. Distinto es el caso de la congresista republicana de Estados Unidos, María Elvira Salazar, quien la semana pasada directamente amenazó al Gobierno de Argentina con que su país tomará acciones ante un supuesto acuerdo de la nación austral con China para fabricar aviones caza JF-17.

“Lo voy a decir en español para que quede muy bien claro a mis amigos argentinos. Su presidenta (en referencia a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner) y su presidente (Alberto Fernández) están haciendo un pacto con el diablo que puede tener consecuencias de proporciones bíblicas. EE.UU. no se va a quedar con los brazos cruzados, porque no se puede tener un aliado que fabrique y exporte aviones militares chinos y que los venda a los vecinos”, señaló la legisladora en una audiencia del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.

Salazar indicó en su sitio oficial que la política argentina sigue la tendencia de acuerdos similares que los chinos hicieron con Venezuela y Bolivia.

La congresista que preside el Subcomité del Hemisferio Occidental de la cámara baja pidió mayor atención a la administración de Joe Biden. Denunció que el Departamento de Estado “ni siquiera parecía estar al tanto de la existencia de esta estación espacial en el suelo argentino” y que eso le causaba “decepción”.

Esa peligrosa disputa

Lo que es innegable es que Argentina, y toda la región, están en medio de la disputa de los intereses de las grandes potencias en un mundo que se abroquela en bloques y se prepara para la agudización de los enfrentamientos.

Y esto, más allá, de las supuestas intenciones de las políticas locales de mantener y sostener el multilateralismo, ira tensionando el escenario internacional y puede empujar bruscos cambios del escenario político en países como el nuestro.

La preocupación por defender “nuestros” recursos, y recuperar los que hoy están en manos extranjeras, debería ser sin dudas la que presida la política Argentina para pensar cualquier proyecto de futuro próspero y de desarrollo, en un mundo donde su posesión se ha transformado en un arma.

 

(*) Germán Mangione. Periodista. Miembro del Foro por la recuperación del Paraná y Soberanía Popular San Lorenzo.

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