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ENSAYO HISTORIA

El combate de San Lorenzo y una cuestión ocultada

Por Sergio Juan Coppoli

El siguiente es un pequeño ensayo o un borrador sobre un tema que, a mi entender, es importante. El 3 de febrero es aniversario del combate de San Lorenzo; un pequeño combate para algunos y que sirvió como un simple ensayo para los Granaderos a Caballo, regimiento recientemente creado por San Martín. Un ensayo qué sirvió para probar su capacidad de combate y la eficiencia del arma de caballería en la guerra de Independencia.

Pero fue mucho más que eso, fue parte del proceso de defensa de las costas del río Paraná, frente a las incursiones de la flota realista que, desde Montevideo, operaba contra la revolución y abastecía la plaza sitiada por las tropas patriotas.

La consecuencia inmediata del combate fue que los realistas, dueños de la navegación hasta el momento, ya no podían reabastecerse ni hostigar la población insurrecta. Hay fundadas hipótesis acerca del intento de crear una cabeza de playa en una zona que los realistas estimaban poco defendida. Si las fuerzas realistas al mando de Pío Tristán, lograban finalmente derrotar al ejército auxiliar comandado por Belgrano podían unirse y avanzar sobre la rebelde Buenos Aires. Esto haría aún más importante la victoria en el pequeño combate.

Pero hay una cuestión que me interesa señalar: el combate de San Lorenzo, no fue el único de San Martín y sus granaderos en tierras que actualmente son parte de la Argentina. Después de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, Belgrano es reemplazado por San Martín en el mando del ejército auxiliar al Alto Perú. Con San Martín al mando, se libran algunos combates y se inicia la guerra gaucha. San Martín nombró a Güemes, comandante de la fuerza de vanguardia a la altura de Guachipas y el Río Pasaje y, reitero, los primeros combates de la guerra gaucha se libraron con San Martín al mando.

Batalla del Tuscal de Velarde

En una de las pocas batallas campales librada por Güemes, la de Tuscal de Velarde, es San Martín quién informa a Buenos Aires los resultados de este combate y la victoria obtenida mediante lo que San Martín describe como un “ataque a la brusca” de Güemes y sus gauchos.

Batalla del Tuscal de Velarde

 

Por otra parte, en los primeros momentos de la jefatura de San Martín, cuando aún se encontraba con Belgrano en cercanías del río Pasaje, se produjo un combate en las Lomas de San Lorenzo, cercanías de Salta, entre la vanguardia realista y la retaguardia patriota comandada por Dorrego, donde participó un escuadrón de Granaderos a Caballo.

Posteriormente, cuando el Ejército del Alto Perú se hallaba bajo el comando del General Rondeau, yal mando directo de Martín Rodríguez y de Güemes, los granaderos combatieron en El Tejar y en Puesto del Marqués, respectivamente.

Batalla de Puesto del Marqués

Batalla de Puesto del Marqués

¿Por qué se esconde esta participación de San Martín y sus granaderos en estos hechos importantes de nuestra historia?

Quizás por qué se esconde el abandono del Alto Perú por parte sectores, que si bien fueron protagonistas de los hechos de mayo y de la guerra de Independencia, comenzaban a preparar otras alianzas y otras dependencias.

El cuero y el tasajo eran buen negocio para comerciar con los ingleses para proveer su industria y alimentar esclavos en sus plantaciones.

Para justificar esta defección, era necesario crear la idea de un San Martín que consideró imposible avanzar hacia Lima por el Alto Perú, borrando parte del plan sanmartiniano de avanzar en pinzas sobre la capital virreinal. Y había que borrar la actuación sanmartiniana en el Ejército del Norte.

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HISTORIA INDEPENDENCIA LIBROS

Monteagudo: intelectual revolucionario

Por Germán Mangione (*)

“El que con la espada, la pluma o el incensario en la mano conspira contra el saludable dogma de la igualdad, éste es el que cubre la tierra de horrores y la historia de ignominiosas páginas”. Bernardo de Monteagudo, “Continúan las observaciones didácticas”, La Gazeta (21 de febrero de 1812)

Hace doscientos años, un 28 de enero de 1825, en una callejuela del Lima (Perú) se apagaba, o al menos eso creían, la llama de la pluma más filosa de la revolución americana. Ese día era asesinado por encargo Bernardo de Monteagudo, el intelectual revolucionario que siguiendo los pasos de Mariano Moreno llevó a través de toda la América “mestiza” la prensa independentista y la propaganda revolucionaria con la síntesis de las mejores ideas de libertad y soberanía popular que, germinadas por la concepciones de la ilustración antimonárquica y anti feudal europea, se fundían con la experiencia de los pueblos originarios y las clases oprimidas que pugnaban por liberarse a lo largo del continente.

En su breve pero intensa vida política y periodística (que en personajes como Monteagudo, precursores de lo que hoy los sectores más reaccionarios denominan despectivamente “periodismo militante”, no son más que dos dimensiones de la misma perspectiva) estuvo siempre a la par de los grandes héroes Libertadores de América y protagonizó, desde su rol de intelectual al servicio de la independencia. 

¿Por qué volver a Monteagudo? 

Pasó desde las primeras revueltas de Chuquisaca en 1809, por las campañas del norte posteriores a la “Revolución de Mayo” junto a Castelli, para luego integrar los primeros gobiernos patrios en Chile y luego en el Protectorado sanmartiniano en Perú, siendo pieza indispensable para en tender la Asamblea del Año XIII, y sentando las bases de los posteriores proyectos constitucionales, hasta ser la pluma que San Martín y O’Higgins eligieron como espada de las ideas en sus campañas para liberar Chile y Perú, y Simón Bolívar en su proyecto de unión de los pueblos americanos.

Dueño de un intelecto que obnubilaba a quien se cruzara en su camino, su pasión por la libertad americana y las ideas de la revolución le granjearon una innumerable cantidad de enemigos y detractores.

Convencido de que en los momentos decisivos de la historia la práctica política es a todo o nada, que las medias tintas son en esos casos no solo impotentes de transformación sino el mejor camino para la victoria de los enemigos de la libertad de los pueblos, no dudó en hacer lo necesario, o lo que las organizaciones revolucionarias de entonces consideraban necesario y le ordenasen hacer, contra aquellos que intentaban por intereses extraños a la patria, intereses propios, comodidad o simple cobardía, atemperar las llamas de la liberación.

Estudioso y partidario del rol central de la educación y la formación en el camino liberador de los pueblos, fue forjando su pensamiento a lo largo de su vida política. Pero no solo alimentado de libros y grandes pensamientos precedentes, sino de la amalgama de esas ideas con la práctica real de la construcción revolucionaria, lo que hace de su pensamiento y su legado un manantial de enseñanzas que trascienden su tiempo y llegan hasta nuestros días como un tesoro para quienes anhelamos la definitiva independencia de nuestras naciones frente a los intereses de las grandes potencias extranjeras.

Su vasto arco de pensamiento y desarrollo de ideas y su pulsión de estar donde la historia se está escribiendo, generan un sinnúmero de posibles abordajes biográficos. Muchos de esos abordajes ya han sido realizados con antelación a este intento, y con muy buenos resultados.

En nuestro caso, la mirada sobre Monteagudo, su vida, su acción y su pensamiento, está posada sobre su rol de intelectual de la revolución en América. Dicho rol ha quedado, no casualmente, muchas veces escondido a la sombra de las grandes figuras de nuestras revoluciones, o detrás de relatos que fuera de tiempo y contexto sobredimensionan episodios polémicos muy difíciles de entender con miradas de este tiempo y aislados del momento en que se desarrollaron.

Recuperar la trayectoria y los escritos del joven tucumano, un ciudadano de América toda, es no solo una reivindicación histórica sino esencialmente la posibilidad de brindar herramientas para pensar el rol de los intelectuales en los procesos de liberación nacional y social tan urgentes en nuestro tiempo. En su figura se condensa además un tipo de intelectual revolucionario en particular, el de aquel que se compromete a riesgo de su vida misma en los procesos que estudia e intenta comprender para sintetizar y transformar.

Un intelectual, un periodista, un propagandista, un político, al que le quema el corazón no solo por explicar y relatar las injusticias que observa e interpreta, sino por crear y poner en práctica las ideas y herramientas necesarias para transformar esa realidad y extirpar para siempre esas injus ticias. Ese fue Bernardo de Monteagudo.

¿Por qué recuperar ahora a Monteagudo?

Hoy nuestro país asiste al avance de lo más concentrado y reaccionario del poder oligárquico y colonial, personificado en los representantes directos de los principales imperialismos que se disputan el mundo, y de sus lacayos locales.

Vemos cómo avanzan imponiendo su plan económico de saqueo y extranjerización de nuestros bienes comunes, y para hacerlo han logrado una lógica colonizada de pensamiento que da sostén cultural e ideológico a ese plan, que en esta oportunidad y ante el fracaso de otras corrientes políticas, ha logrado penetrar en grandes sectores de nuestra sociedad.

Es por esto que para pensar cualquier proyecto de país que pueda lograr la felicidad de nuestro pueblo es necesario más que nunca concebir una nueva y definitiva “feliz revolución de las ideas”, como conceptualizó Mariano Moreno a la Revolución de Mayo de 1810.

En la lucha emancipadora, antes y ahora, indudablemente es primordial descolonizar nuestras cabezas, para allanar el camino de la liberación de nuestra patria.

Así lo entendieron, y actuaron en consecuencia, muchos de nuestros patriotas de mayo, entre quienes se encontraba ese inigualable intelectual revolucionario de la independencia, Bernardo de Monteagudo, que construyó allí, en el periodismo, la educación y la propaganda revolucionaria, su principal trinchera de lucha y aporte a la causa independentista.

Así nos lo necesitamos plantear hoy quienes anhelamos un futuro construido sobre una patria justa, libre y soberana.

Así también lo entendieron y lo entienden siempre los enemigos de la patria que trabajan de forma incansable para imponer sus intereses no solo con la fuerza, sino conjuntamente asentados sobre el control y la “imposición de las ideas”.

Lejos de una mirada nostálgica, rescatar la obra y sobre todo la vida de personajes como Monteagudo es poner la mirada en el futuro que queremos construir, un futuro en que las ideas y los intelectuales estén comprometidos en cuerpo y alma con la liberación de nuestra patria y la construcción de una Argentina justa y soberana

https://www.instagram.com/p/DFXjYResQT3/

*Fragmentos de la introducción del libro ¿Por qué volver a Monteagudo? de Germán Mangione.

Nota publicada en Rosario/12

 

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HISTORIA

Bolívar y Guevara

Por: Carlos del Frade (*)

Fuente: Pelota de Trapo

Bolívar, que moría un 17 de diciembre de 1830, era un hombre atormentado por las dudas. La única duda que no tenía era la de una América integrada y autónoma. Muchas décadas y mundos más adelante, Ernesto Che Guevara escribía a sus hijos “sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”.

El 17 de diciembre de 1830, hace mucho tiempo y a muchos mundos, sueños, dioses y pesadillas de distancia, moría Simón Bolívar, una de las encarnaciones individuales de luchas colectivas sudamericanas todavía inconclusas.

En abril de 1989, Gabriel García Márquez, ahora revisitado por la serie de “Netflix” sobre su obra cumbre “Cien años de soledad”, respondió en una entrevista vinculada a su libro sobre Bolívar que en las cartas del general, “en los testimonios de sus contemporáneos, en todo lo que tiene que ver con él se descubren las contradicciones de su carácter. La mayoría de sus biógrafos escogieron un aspecto de su personalidad y descartaron los otros para construir un hombre homogéneo. Yo pensé que lo justo era construirlo como era, atormentado por las dudas, menos por una: su idea de una América integrada y autónoma. Así que este libro debe ser un paraíso para los cazadores de contradicciones”.

No tenía dudas, Bolívar, en la idea de una América integrada y autónoma.

En este nuevo aniversario que parece estar a años luz de aquellos conceptos colectivos sudamericanos y que alguna vez también fueron los que impulsaban a miles y miles de argentinos y argentinas, es necesario reparar en los últimos días de aquel muchacho que con solamente 47 años sintetizaba el vendaval de pasiones de estos atribulados, saqueados e increíblemente tozudos arrabales del cosmos.

Una semana antes del adiós definitivo, Bolívar le escribió una carta dirigida a los pueblos de Colombia.

“…Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiáis de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.

“Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.

“¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”, terminaba su carta escrita en Santa Marta.

Mucho tiempo y muchos mundos después, Ernesto Guevara le decía a sus hijos, Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto, que “si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre ustedes. Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada. Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones. Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario…”.

Ahora, mientras se extingue 2024, en medio de una renovada voracidad saqueadora enancada en feroces principios consumistas e individualistas, aquellos mundos, sueños e ideales latentes en los nombres de Bolívar y Guevara parecen olvidados en otras tantas formas de sepulcro distintos a los imaginados por ambos revolucionarios.

Pero están allí, en el exacto lugar que espera ser descubierto cuando la conciencia empieza a preguntarse sobre el origen de tanto dolor en estos días crepusculares.

Fuentes: “Gabo responde a las críticas”. Proceso, abril de 1989; carta de Bolívar a los pueblos de Colombia, Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830; carta de Ernesto Guevara a sus hijos, 1965.

(*) Periodista – Diputado prov. Frente Amplio por la Soberanía

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HISTORIA INDEPENDENCIA

 A 200 años de la Batalla de Ayacucho. Por la segunda y definitiva independencia

Por Luis Molinas (*) 

Este 9 de diciembre se cumplen doscientos años de la Batalla de Ayacucho. 

El combate, que culminó el largo proceso de liberación de América del Sur de la dominación española.

En 1824, habían transcurrido más de 300 años desde la conquista. 

300 años de crueles matanzas y brutal opresión de los pueblos originarios.

Y por eso mismo, 300 años de resistencia y lucha permanente por la libertad.

Finalizando el siglo XVIII, en 1770, se desató la más formidable de esas insurrecciones bajo el mando del cacique TUPAC AMARU, José Gabriel Condorcanqui, que alcanzó a la mayor parte de América del Sur. Mas de 100.000 hombres y mujeres sublevados/as  hirieron profundamente el dominio español, particularmente en los virreinatos del Perú y el Rio de la Plata.

La sublevación profundizó al máximo la resistencia de otros sectores criollos y negros, también sometidos. Nada fue igual después del grito final: “Volveré y seré millones”.

La lucha siguió con picos como la insurrección de Chuquisaca (Sucre) el 25 de mayo de 1809, seguida de la de La Paz (16 de julio), ambas en el Alto Perú, hoy Estado Plurinacional de Bolivia.

También el territorio actual de Perú fue sacudido por una serie de alzamientos. En 1811 en Tacna se subleva Fco. De Zela, en 1812 Huánuco se levanta bajo las órdenes de un originario (Ara) y en 1814  se conmueve el Cuzo con los Pumacahua.  Y la declaración de la independencia de Cangallo.

Casi quince años de lucha sin tregua del pueblo peruano. De sus hombres y sus mujeres: Micaela Bastidas (al mando de tropas), Brígida de Ochoa, Ventura Ccalamaqui (originaria),  María Parado de Bellido (mártir), entre las miles de ignoradas por la historia.

A lo que se suma el desembarco en Paracas del Ejercito Libertador argentino chileno al mando del General San Martin que acelera el proceso independentista.

Primero Lima y después  Cuzco, los bastiones  del imperio español, herido por las luchas en su territorio de los liberales de Riego contra Fernando VII y los invasores franceses, tambalean.

Bolívar y Sucre, triunfantes en la Gran Colombia, desde el norte. Los restos del Ejército Libertador por el Este. Y la lucha de republiquetas de los 200 caudillos del Alto Perú (Güemes, Juana Azurduy, Warnes, los Lanza, etc), que presionan desde el sur.  Obligan a las tropas de élite del imperio español, veteranas de las guerras europeas a presentar las batallas decisivas.

Primero en Junín el 6 de agosto de 1824, donde se produce una gran victoria. A 4000 m sobre el nivel del mar, en las alturas de donde salió a raudales el oro, la plata, el mercurio, para mantener el atrasado feudalismo español.

Para volver a encontrarse los ejércitos patriotas y realistas en los alrededores de la centenaria ciudad de Ayacucho. Entre 6000 y 8000 hombres por bando. El patriota con 4000 combatientes de la Gran Colombia, 2000 peruanos, 1000 chilenos, unos pocos centenares de argentinos y un puñado de voluntarios ingleses con el General Miller.

Allí se logró el triunfo que aseguró la independencia de América del Sur del imperio español. Si bien la guerra tendrá todavía algunos episodios como la batalla de Tumusla (Potosi) el 1 de abril de 1825, la caída de los puertos del Callao y Chiloé (1826) , el levantamiento de Aguilera en Vallegrande en 1828.

Habían sido necesarios 300 años de resistencia y quince años de guerra sin cuartel para que los ejércitos de criollos, originarios y negros, derrotaran el poder de una de las más poderosas potencias del planeta, el reino de España.

La traición

Los pueblos exhaustos, la mayor parte de los dirigentes revolucionarios muertos, algunos asesinados como Sucre y Moreno, otros perseguidos, desterrados o aislados como Castelli, Belgrano, Juana Azurduy.

Los originarios y los negros de nuevo a la mita y el trabajo casi esclavo, las mujeres a la doble opresión.

Mientras son  promovidos generales que hasta ayer nomas eran oficiales de los sanguinarios ejércitos españoles, como Santa Cruz. Los grandes dueños de la tierra y los agentes de las nuevas potencias europeas como Inglaterra y luego EEUU, garantizaran las nuevas dependencias.

No sin lucha y resistencia. No sin combates por la soberanía y un desarrollo económico e industrial independiente, como el Paraguay de los López y de Francia, la Revolución boliviana de 1952 con la expropiación de las minas y las reformas educativa y agraria, el modelo de desarrollo de los mejores años de Perón en nuestro país, la revolución cubana, etc.

Sin embargo hoy, a doscientos años de Ayacucho, nuestros pueblos americanos siguen esclavizados a modelos económicos y políticos subordinados en lo fundamental como proveedores dependientes de materias primas para las grandes potencias, que en su feroz disputa colocan al mundo al bode de la guerra.

Mientras reinan soberanos, el hambre, el desempleo, la explotación y la opresión nacional.

Actualmente, en la zona de Ayacucho el 60% de los niños de la región sufren anemia, y reina la peor situación de salud y trabajo. Habiendo sufrido con Fujimori, las campañas de esterilización forzosa de las originarias, para eliminar el “excedente poblacional nocivo”.

Las nuevas dependencias.

Tiene un dramática carga simbólica que en estos días en Perú una dictadorzuela golpista y represora, festeje más la inauguración del puerto de Chancay que el aniversario de Ayacucho.

Dina Boluarte, fue impuesta en el poder por un golpe de estado asesino que derrocó con un disfraz constitucional al presidente Castillo elegido democráticamente por el pueblo. Golpe en que mostraron las garras muchos militares proyanquis, pero que ha asegurado un camino a favor de todas las potencias, en particular China. El tradicional dominio del imperialismo yanqui, está siendo confrontado crecientemente por el voraz imperialismo chino.

China ya es desde hace años el principal socio comercial del Perú. Y tiene un proyecto muy avanzado para consolidar ese predominio a través de las crecientes inversiones directas de capital sobre todo en la nueva minería y una carta brava: el puerto de Chancay.

El Puerto de Chancay

Se ha inaugurado en estos días en Perú, un nuevo superpuerto a 90Km al norte de Lima y no mas de 500 km del campo de batalla de Ayacucho, que desplazará al tradicional puerto de El Callao que fue el emblema del Virreinato del Perú por donde sangraban las riquezas  del pueblo peruano.

La  construcción, la propiedad y la administración pertenecen en lo fundamental a empresas chinas, como la Cosco.

Su objetivo primordial es asegurar el monopolio del comercio exterior, el embarque de las principales riquezas del Perú, que desde hace  años exporta a China lo fundamental de sus productos: el cobre, y en el futuro litio y otros minerales.

Sera el principal puerto de América del Sur sobre el Pacifico, por donde pasará el 50% del comercio de China con América Latina que ya es de  580.000 millones de dólares anuales.

En Chancay habrá 15 puestos de atraque para los mayores portacontenedores del mundo. Pueden atracar además los súper graneleros y súper tanques, que no pueden pasar por el canal de Panamá.

Nadie dice si además pasará por Chancay el grueso de la cocaína que sale hoy para EEUU desde El Callao, Paita, etc.

China tiene además la propiedad de la mayoría de las minas, las concesiones de electricidad, y disputa muchas de las concesiones de Fujimori que vencen (como acá las de Menem). Más el proyecto de tren costero del pacifico que iría de Tumbes (frontera con Ecuador) a Tacna (frontera con Chile). Ferrocarril  que se podría unir con Puno y de ahí a Bolivia y a Argentina. Y teniendo en cuenta que ya existe un camino pavimentado de San Pablo a Lima, pasando por el Cuzco.

Además de los terribles sufrimientos que ha impuesto al pueblo peruano la monoproducción, la subordinación a las exportaciones, etc., es difícil creer que EE.UU, otrora privilegiado en la dependencia del Perú, acepte en calma este cambio de rumbo. Lo que está y estará en el fondo de la inestabilidad del Parlamento y el gobierno peruanos.

Además de quedar, como nuestro país, sujetos al agravamiento en la disputa del mundo, incluida la guerra.

A 200 años continúa la lucha por la segunda y definitiva independencia de América.

El sueño de los originarios, criollos y negros combatientes por la independencia, del Che Guevara, de los pueblos, atraviesa momentos complicados, pero la historia con su terquedad se vuelve a imponer.

Cuando Dina Boluarte y Javier Milei nos hacen acordar al Virrey de la Serna y al general Goyeneche, sintiendo hasta placer por la entrega y la sumisión, la marcha de los pueblos no se ha detenido nunca.

La lucha y la unidad de las resistencias de América contra las viejas y  nuevas dependencias, sigue siendo como hace doscientos años, una necesidad y la única posibilidad  de libertad y felicidad de sus pueblos.

Ayacucho es un faro que  sigue encendido en la memoria histórica americana.

(*) Luis Molinas
Sec. PCR Reg Santa Fe. Autor del libro “El Che y Bolivia” Ed. Ágora

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HISTORIA SOBERANÍA

Juan Manuel de Rosas y la soberanía

Deuda externa, las Malvinas, la salida al mar, y el río Paraná en tiempos de la “restauración”

Por Ezequiel Nant (*)

Hilos infinitos entre nuestro pasado y nuestro presente…

Hay ciertas constantes que perviven en toda la historia de nuestra patria, hay hilos infinitos que comunican el pasado con el presente. Desde cierta perspectiva, si seguimos alguno de esos hilos fundamentales, las centurias se nos presentan como días. Todavía resuenan los cañonazos de Punta Quebracho en el lecho del río Paraná.

Nuestro territorio, nuestra pampa, nuestros ríos, nuestro mar, son constituyentes de nuestra argentinidad, y nos definen.

Somos un país con el 63% de territorio marítimo: sin puerto con salida al mar, nuestras islas Malvinas ocupadas por los ingleses, el río Paraná privatizado, y enormes riquezas enajenadas por los imperialismos.

Nuestro territorio está “taponado”, no es libre. Indio sin idioma, gaucho sin cimarrón, nuestra patria tiene puesto un bozal. Su garganta, nuestro Paraná, tiene atragantado un grito de rebeldía: ¡soberanía!

A lo largo de su devenir, ese grito contenido intenta apoderarse de las almas de los paisanos para poder salir pa’ fuera. Va atando nuditos en los hilos de nuestra historia para recuperarlos y que sirvan a los paisanos que vienen detrás.

La patria es “baguala”, y no reconoce prejuicios para desatar sus “corcoveos”.

El que hoy traemos al cuento es uno de esos nudos. Un gran nudo en el que se encuentran condensadas las tramas en nuestra tierra.

Esta bandera azul y blanca fue desplegada en 1845 en una de las baterías defensivas durante la batalla de la Vuelta de Obligado

Juan Manuel de Rosas…“el sublevado”

 “Me voy sin llevar nada de lo que no es mío” es la frase que dejó escrita el pequeño Juan al partir de su casa.

Su infancia fue un presagio de su destino, una inquebrantable voluntad lo determinó y lo desarraigó muy tempranamente.

Cuentan que, siendo muy pequeño, tras un castigo propiciado por su madre por no querer hacer un mandado, rompió el encierro al que lo habían sometido y se escapó casi desnudo a buscar ropas, asilo, y trabajo, a la casa de sus primos, “los Anchorena”, dejando una breve nota, como un presagio de su destino, donde comunicaba su partida.

El enfrentamiento con su madre, su decisión de emanciparse, no era suya, sino que era uno de esos infinitos hilos que conectan nuestra historia. En él se hacía carne el espíritu de bravura e independencia de los gauchos argentinos que no reconocen patrón ni amo, que se valen de sus propias manos y herramientas para hacerse dueños de su vida.

En Juan Manuel de Rosas, esos hilos se transformarían en fuertes cadenas que jalonarían toda su persona volviéndolo hacia su predestinación, repitiendo su propia sentencia originaria me voy sin llevar nada de lo que no es mío”.

Él, que sabía de vacas y granos, que hubiera podido hacer trascender su propia sangre siguiendo su linaje de acumulación de ganado y territorio. Él, que creció negociando, robando y matando a las comunidades originarias, organizando y mandando a los peones en la producción. Él, que no solo conocía el arte de la violencia sino también el de la persuasión. Él, que podía proyectar su apellido y su poder a lo largo de toda nuestra historia, precursor de la oligarquía terrateniente, se fue sin llevar nada, desnudo, por la patria.

Ese desarraigo que lo persiguió toda su vida tampoco era suyo, era el desarraigo del paisano argentino. El de los mismos indios despojados, el de los gauchos devenidos en siervos de la tierra, el desarraigo de la misma patria “sanmartiniana” que sufría la fragmentación y ocupación de su territorio por parte de los imperios europeos. El de una revolución “inconclusa” en la cual, dependientes de Inglaterra, nunca se repartió la tierra ni se desarrolló la industria.

Las mismas cadenas que lo determinaban en su rumbo, son las que bloquearon el paso por nuestro río en la “guerra del Paraná”.

La Guerra del Paraná 1845 – 1849

Francia e Inglaterra, las dos superpotencias, con las naves más avanzadas y poderosas del mundo, acorazados a vapor y armados con los mejores cañones, pretendían consolidar la libre navegabilidad de los ríos interiores. Lograron una victoria militar en la Vuelta de Obligado, rompiendo las cadenas que bloqueaban el paso. Pero una infinita cadena unió a todo el sur.

Uruguay, Paraguay, Bolivia, todas las provincias se unieron bajo la bandera de la “soberanía” y lo que el enemigo había logrado en la batalla de la Vuelta de Obligado, lo perdió política y económicamente y en decenas de emboscadas tendidas por los gauchos argentinos, hasta por fin caer rendido en la batalla de Punta Quebracho frente a los cañones del general Lucio Norberto Mansilla. Un bloqueo comercial implícito y cientos de escaramuzas de los paisanos a lo largo de nuestro río hicieron retroceder a los invasores y reconocer nuestra soberanía sobre el Paraná.

Retrato de Lucio Norberto Mansilla. Pintura al oleo ejecutada por Juan Goulú, a mediados del siglo XIX

Juan Manuel de Rosas ya había enfrentado las provocaciones del imperio francés, que pergeñó la ocupación de Jujuy y Salta por parte de Bolivia y simultáneamente bloqueó el puerto de Buenos Aires. Había enfrentado las provocaciones de portugueses, ingleses y franceses, bloqueando el puerto de Uruguay. El plan de las potencias era seguir partiendo el antiguo virreinato apoyados en las corrientes afines tanto de unitarios como de federales, dividir Corrientes y Entre Ríos (creando la república de la Mesopotamia), el NOA, y el sur a través de las islas Malvinas. Empujado por la determinación de su carácter, chocó una y otra vez al no querer arrodillarse ante nadie. Quedó revelado ante sus ojos que los imperios tenían un plan muy definido de antemano para todo el continente y que lo que no conseguían por la sumisión de los gobiernos locales lo harían por la fuerza de las armas “a cañonazos limpios” desde sus barcos acorazados.

En su tenacidad, se negó a pagar la “deuda externa” ya fraudulenta con la Baring Brothers mientras tenga que enfrentar una deuda interna y puso como condición el resarcimiento por la ocupación de las Malvinas.

Retrato de Juan Manuel de Rosas con la bandera de la Confederación Argentina

La batalla de Caseros

“¡Al arma, argentinos, cartucho al cañón! /que Brasil regenta la negra traición. / Por la callejuela, / por el callejón, que a Urquiza compraron / por un patacón, / el sable a la mano, al brazo el fusil, sangre quiere Urquiza, balas el Brasil.” Así “La división de Aquino” se preparaba para la batalla de Caseros, una tragedia histórica que dio riendas sueltas a los imperios y selló la alianza y subordinación de la clase terrateniente.

Su tragedia no fue suya, fue de la misma patria que sufrió la ocupación del imperio portugués desde su colonia (Brasil), las tropas portuguesas llegaron hasta la ciudad de Buenos Aires. Quedó sellado el plan de los ingleses de separar Uruguay de las Provincias Unidas. Se perdió nuevamente la soberanía sobre nuestro río Paraná y comenzó la época en la que se definió la fisonomía de un Estado Nacional subordinado a las potencias extranjeras.

La oligarquía ganadera de Buenos Aires, que Juan Manuel de Rosas representaba, los comerciantes criollos, sus aliados, recibieron una lección que les dejaría una marca indeleble. Y una advertencia… sea quien sea quien defienda a la patria lo puede perder todo, no hay clemencia. Si tenés vacas perdés las vacas, si tenés tierras perdés tierras, si tenés historia te borran de la historia. Sus mejores aliados huían de su lado y se cobijaban bajo el ala de sus enemigos.

Más allá de Rosas: La herencia de la soberanía

Se cerraba así una etapa que se había inaugurado con el rechazo de las invasiones inglesas y con el debilitamiento europeo producto de las guerras napoleónicas que tuvo su máxima expresión con la liberación de nuestros pueblos del dominio colonial. Así se apagaba uno de los fuegos de una generación de indomables como San Martín, Belgrano, y tantos otros.

El sable corvo, una de las armas emblemáticas de San Martín, fue entregado a Rosas en 1848 “Te entrego mi sable, confiando en que sabrás usarlo para la defensa de la patria”, José de San Martín.

Sin embargo, la tenacidad, las ansias de independencia no se desterraron con Rosas, porque en definitiva no eran patrimonio suyo, sino que es el patrimonio del pueblo argentino.  A veces olvidado, a veces oculto, pero ahí está…

Con el nuevo debilitamiento de las potencias imperiales, producto de las guerras, entrando el siglo XX, hombres como el general Mosconi encontraron una brecha para abrir un nuevo camino independentista e inauguraron una nueva etapa que coronaría en el gobierno peronista del 1945, donde la palabra soberanía volvió a resplandecer. Pero esa… es otra historia.

Nosotros tenemos el deber de encender nuevamente ese fuego, que está en nuestra esencia. La soberanía sobre el río Paraná, nuestra salida al mar y la recuperación de las Islas Malvinas, la reforma agraria, la industrialización del país y el control de los recursos naturales estratégicos. La lucha por la soberanía “crece desde el pie” como la musiquita que se pega a nuestros oídos.

Referencias:

  • Horacio E. Gilverti, Historia económica de la ganadería, Buenos Aires, Rigal, 1954.
  • Montoya, A., Historia de los saladeros argentinos. Buenos Aires, El Coloquio, 1970.
  • Los Oligarcas Juan J. Sebreli – La Historia Popular, Tomo 15 – Vidas y Milagros de Nuestro Pueblo.
  • http://www.trascarton. com.ar/aniversarios/los-saladeros-del-rio-de-la-plata
  • Mansilla, Lucio V. Mis Memorias: Infancia, Adolescencia . París: H. Garnier, 1913.
  • Gálvez, Manuel. “Vida de Juan Manuel de Rosas”. Buenos Aires: Editorial Tor, 1940.
  • Otto Vargas, “Sobre el modo de producción dominante en el Virreinato del Río de la Plata”, EA, 1983.
  • https://www.lanacion.com.ar/politica/murio-el-ex-embajador-manuel-de-anchorena-nid706828/

La imagen de portada pertenece a Damián Monti Falicoff. Dibujo parte del archivo “Ejercicios de soberanía (2018)”

(*) Ezequiel Nant, miembro del Foro por la Recuperación del Paraná

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HISTORIA

Cuestión calle Balcarce en Rosario

Por Sergio J. Coppoli

En este 2024, se cumple el bicentenario de Ayacucho, batalla que cierra el proceso de guerras de independencia de las nacientes naciones sudamericanas respecto a la corona española. Sí bien aún se librarían combates como la batalla de Tumusla, en la hermana República plurinacional de Bolivia,  entonces Alto Perú, Ayacucho fue decisiva. En este contexto  recordamos la batalla de Suipacha y este escrito va a manera de homenaje a quien  encabezó el Ejército Auxiliar al Alto Perú, en el primer triunfo de las armas de la patria, el general Antonio González Balcarce, un 7 de noviembre de 1810. Lo hacemos aclarando una confusión frecuente respecto al nombre de una calle de la ciudad de Rosario. Luego de Suipacha, Antonio González Balcarce fue parte del cruce de Los Andes  y la independencia de Chile, motivos más que suficientes para justificar el homenaje.

En otro ensayo retomaremos la Batalla de Suipacha, el papel de Martín  Miguel de Güemes y su figura opacada en el parte de batalla, las contradicciones en las fuerzas Patriotas y cómo estas contradicciones afectaron el desarrollo posterior de la guerra de Independencia y la constitución de la nueva nación a través de un proceso de guerras civiles.

 

Rosario posee, entre sus calles, una con un nombre muy particular: Balcarce. Así, sin más, solo el apellido Balcarce. En casi toda la cartelería, no hay un nombre de pila que pueda diferenciar o dar claridad respecto al protagonista de nuestra historia, al cual, la ciudad y la calle rinden homenaje. No sería tan importante este tema, si no fuera por un “pequeño” detalle: un Balcarce, incendió la Villa del Rosario en enero de 1819.  Si fuera este Balcarce, el general Juan Ramón Balcarce, la ciudad estaría homenajeando a su incendiario, quien, más allá de los méritos que hubiera acumulado a lo largo de su vida, tiene esta mancha en su trayectoria.

Fue don Juan Ramón quien incendió la villa. Un militar que participó heroica y meritoriamente en el Ejército Auxiliar del Perú, en las victorias de Tucumán y Salta y las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, durante la segunda expedición al Alto Perú. Después, convocado por el Directorio para enfrentar al Brigadier López, en el contexto de las iniciales guerras civiles, no tuvo mejor idea que aplicar la tea incendiaria, ante la impotencia y la imposibilidad de vencer al ilustre santafesino. (1)

Pero Juan Ramón no es el único Balcarce. Hubo varios.  Antonio González Balcarce, hermano menor  de aquel y segundo hijo de los Balcarce, participó en la primera Expedición al Alto Perú y estuvo al mando en la primera victoria de las armas de la patria en Suipacha y después en la derrota de Huaqui. Destinado al Ejército de los Andes, fue el segundo de San Martín en Cancha Rayada y Maipú, reemplazó a San Martín en su ausencia y después, comandó la campaña al sur de Chile, donde obtuvo la victoria en la Batalla de Bio Bio, el 19 de enero de 1819, diez días antes de que Juan Ramón, incendiara la villa. Regresa a Buenos Aires por problemas de salud, donde fallece y sus restos están sepultados en Santo Domingo, donde también se encuentran los restos de Belgrano.

Son muchos más los Balcarce, pero nos quedamos con estos dos que son los que nos interesan.

La ordenanza de 1905, que modifica la denominación de varias calles de Rosario, denomina a la antigua calle De las Conquistas o 32, como calle Balcarce, sin aclarar a cuál de los Balcarce se refiere. (2)

Casi todas las consideraciones encontradas, hacen referencia a que la calle, lleva el nombre del incendiario, Juan Ramón.

En una nota de Alfredo Montenegro en Redacción Rosario, leemos: “El 29 enero de 1819, en medio de las guerras entre el centralismo porteño y los federales litoraleños, el general Juan Ramón González Balcarce (1773-1836) incendió la villa de Rosario. Sólo se salvó la capilla en la que hoy se erige la Catedral. Sin embargo, por eso de la falsificación de la historia que denunciaba don Arturo, una calle rosarina aún lleva el nombre de Balcarce (entre Oroño y Moreno, para ser más precisos). En tanto, quienes defendieron y corrieron a la tropa porteña, fueron ocultados.” (3)

Lo mismo sostiene Horacio Vargas, periodista rosarino, autor de “Desde el Rosario”, donde noveliza parte de la historia de la ciudad: “¿Cómo puede ser que una de las calles más importantes de la ciudad, más grandes de la ciudad, lleve como nombre, un militar que incendió la aldea, que se llamó Balcarce?”. (4)

Finalmente, la profesora Guadalupe Palacio de Gómez, en su página web sobre las calles de Rosario, adjudica la denominación de la calle en cuestión al General Juan Ramón Balcarce, dedicando buena parte del texto sobre su biografía al episodio del incendio. (5 y 6)

Pero, en el folleto hecho imprimir por el intendente Luís Lamas en 1903, con el estudio realizado por una comisión nombrada ese mismo año, “sobre los hechos y personajes históricos que han motivado  la designación de calles y plazas de la ciudad”, encontramos la siguiente información: ‘Balcarce-calle-Por Antonio González Balcarce, guerrero de la Independencia Argentina que al mando del ejército patriota luchó en el Alto Perú (Bolivia)y obtuvo en Suipacha la primera victoria de la revolución (noviembre 7 de 1810). Fue también Director Supremo del Estado.’  (7)

Si leemos en la página web de Silvia Greco, Rosario y sus calles, encontramos:

“BALCARCE, ANTONIO GONZÁLEZ

Calle (N-S) Córdoba 2000/Arijón 2000

Ver Normativa

(1774-1819) Militar y político argentino. Derrotó en la batalla de Suipacha a las tropas realistas (1810). Fue gobernador intendente de Buenos Aires (1814) y Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816). Fue segundo del general San Martín en las batallas de Cancha Rayada y Maipú.” (8)

Finalmente, si recorremos calle Balcarce, en el cartel señalizador del cruce  con calle Catamarca,  veremos el nombre completo: Antonio G. Balcarce, el muy meritorio jefe, vencedor en Suipacha y segundo de San Martín en la campaña de Chile ¿Por qué es la única cuadra con el nombre completo? O casi completo, ya que de González solo aparece la inicial ¿Hay alguna ordenanza que lo disponga? No he hallado nada al respecto. Pero allí está el cartel de señalización, clarito para quien quiera llegarse a esa esquina.

Está en discusión el cambio de nombre de la calle. Entiendo que si la calle homenajeara a Juan Ramón, sería más que correcto el cambio de nombre. Más allá de toda consideración, homenajear al que la incendió, no parece adecuado, más aún en un contexto absolutamente injusto. Pero la designación de esta calle, sin dudas homenajea al General Antonio González Balcarce, y ello resulta en un muy merecido homenaje a quien venció a los realistas en Suipacha, logrando el primer triunfo patriota en las guerras de independencia y secundó a San Martín, colaborando para que el Ejército de Los Andes se reorganizara luego de la derrota de Cancha Rayada. En este caso, creo necesario ratificar el nombre y  conveniente dejar esclarecido,  documentado el verdadero nombre de la calle y a quien verdaderamente homenajea y dar la difusión necesaria para evitar la confusión entre ambos Balcarce.

Esquina de Balcarce y Catamarca, con el nombre de Antonio G. Balcarce en el cartel indicador.

-0-0-0-0-0-

(1) El día que quemaron el Rosario  por Horacio Vargas

https://www.pagina12.com.ar/167868-el-dia-que-quemaron-el-rosario

(2) Ordenanza Modificando la denominación de varias calles del Municipio – 7 de Abril de 1905

https://www.rosario.gob.ar/normativa/verArchivo?tipo=pdf&id=48754#:~:text=Modificando%20la%20denominaci%C3%B3n%20de%20varias%20calles%20del%20Municipio%20La%20Municipalidad

(3) La olvidada y cobriza flota que defendió a Santa Fe por Alfredo Montenegro

https://redaccionrosario.com/2017/11/29/la-olvidada-y-cobriza-flota-que-defendio-a-santa-fe/

(4) “Calle Balcarce debería llevar el nombre del Brigadier López” El periodista Horacio Vargas pasó por Mesa de Diálogo Nota de A Simonetto en Rosario 3

https://www.rosario3.com/especiales/1724-es-el-ano-de-origen-de-la-ciudad-de-Rosario-20190326-0012.html

(5) “Historias en las calles y calles en la historia” por la profesora Guadalupe Palacio de Gómez

http://www.callesderosario.com.ar/index2.html

(6) “Historias en las calles y calles en la historia” por la profesora Guadalupe Palacio de Gómez Calle BALCARCE JUAN RAMÓN (1773 – 1836)

http://www.callesderosario.com.ar/balcarce%20juan%20ramon.htm

(7) “Nomenclatura de las calles y plazas del municipio”  – Municipalidad de Rosario – 1903. Folleto hecho imprimir por el intendente Luís Lamas. Información mencionada en el grupo de Facebook: Fotografías y Estampas del Rosario Antiguo – FyERA, donde fue publicada la información y la foto de la tapa del folleto.

https://www.facebook.com/groups/fotografias.estampas.rosario.antiguo/posts/2604918659543187/

(8) Rosario y sus calles  (Pagína web) de Fátima Silvia Greco, autora del libro “Rosario y sus calles”

https://rosarioysuscalles.com/

https://rosarioysuscalles.com/street_book/street/159/

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HISTORIA INDEPENDENCIA

San Martín, Milei y la patria

Por Facundo Guerra (*)

“En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras los acosan constantemente, reciben sus doctrinas con la perversidad más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más inescrupulosa de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por así decirlo, y santificar hasta cierto punto sus nombres para “consuelo” de las clases oprimidas y con el fin de engañarlas, despojando al mismo tiempo, a la teoría revolucionaria de su esencia, mellando su filo revolucionario y vulgarizándola”. LENINEl estado y la revolución.

Esta cita de Lenin, en referencia a Marx, es aplicable al caso de San Martín, no sólo en relación con su época contemporánea, sino también para las interpretaciones posteriores sobre su legado. Durante su vida, la élite criolla lo acusó de robarse el Ejército de los Andes o de buscar convertirse en un déspota cuando fue nombrado Protector del Perú. Rivadavia, responsable de contraer y malversar la primera deuda externa de nuestro territorio, lo acusó de corrupto. Alvear, quien estando al frente del Directorio ofreció al Imperio Británico la custodia de las Provincias Unidas, lo calificó de traidor a la patria.

Algunas de estas acusaciones fueron ciertas. San Martín fue un ideólogo de la desobediencia debida: cada vez que recibió órdenes para enfrentarse a los federales o para usar las armas contra el pueblo, no las cumplió. Sostenía: «la patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes».

Después de su fallecimiento, comenzó una campaña para «canonizar» a San Martín y despojarlo de su esencia revolucionaria. El revolucionario integral fue reducido a un «santo de la espada», un militar sin pensamiento político. Las clases dominantes se preocuparon por transformarlo en un ser moral abstracto; en las escuelas se nos reprodujeron, una y otra vez, las «Máximas a Merceditas», ocultando su pensamiento integral y, sobre todo, su obra política. Un pensamiento que provenía de un hombre con una biblioteca de más de 600 volúmenes, adherente de la Revolución Francesa y conocedor de las ideas revolucionarias de Rousseau, Montesquieu y Voltaire.

San Martín vs Milei

Las deformaciones o críticas no son solo del pasado; repercuten y reproducen en el presente. Como diría Alberdi, tan citado como incomprendido por el presidente: «la falsa historia es el origen de la falsa política». Su asesor original, Emilio Ocampo, descendiente de Alvear, afirmó durante la campaña: “San Martín no fue el Padre de la Patria ni el Libertador de América”.

Es muy difícil saber qué habría hecho San Martín en la actualidad, ya que los hombres y mujeres somos hijos de nuestro tiempo, como sostuvo Marx. Sin embargo, la obra y el pensamiento de San Martín están en las antípodas de Milei.

La idea de libertad. Milei pregona un liberalismo estrecho, centrado en la libertad individual: la libertad de mercado, de vender y comprar, incluso hasta los propios órganos del cuerpo. Es el individualismo más extremo. Por el contrario, San Martín aborda el concepto de libertad de manera diferente. Su famosa frase, «Seamos libres, lo demás no importa nada», refleja una visión de la libertad no como un asunto individual, sino colectivo. Para el Libertador, la libertad significaba liberarse del dominio español. En este sentido, la libertad es un llamado a la independencia y a la emancipación.

Soberanía o dependencia. Para el presidente, las potencias imperialistas y sus monopolios son el horizonte y modelo a seguir. Milei promueve la subordinación más directa al capital internacional. Según él, cuanto más subordinado esté el país, mayores beneficios obtendrá. Sus leyes y reformas implican una profunda declinación de nuestra soberanía. Hemos visto, consternados, a embajadores participando en reuniones de gabinete y a una canciller que reconoce los derechos de los kelpers en las Islas Malvinas. Incluso se trasladaron las reservas de oro a Inglaterra. La lista sería extensa. Por el contrario, San Martín enfrentó a una de las principales potencias extranjeras de su tiempo. Para el General, la dominación externa era la causa principal de los problemas regionales. Fue clave su participación, a través del delegado por Mendoza, Tomás Godoy Cruz, en la declaración de la independencia y en el agregado «de toda dominación extranjera».

Industria y liberalismo. La Ley de Bases y el Pacto de Mayo implican una profunda entrega nacional: apertura externa indiscriminada a los productos extranjeros, beneficios y facilidades extraordinarias para que los monopolios saquen nuestras riquezas. Es una política orientada a la destrucción de la producción nacional. Por el contrario, cuando San Martín fue gobernador de Cuyo, impulsó la industria local como parte de un proyecto general. Desarrolló la minería y creó el taller metalúrgico más importante del Cono Sur, a cargo de Fray Luis Beltrán, donde se producían armas y municiones y trabajaban 700 personas. Apoyó la agricultura local y generó planes de acceso a la tierra. El General defendió la producción local de vinos y cuestionó la apertura externa que permitía la entrada de vinos extranjeros, creando la primera ley de protección del vino argentino.

Sistema impositivo. Milei redujo los impuestos para los grandes monopolios y los bienes personales, mientras reintrodujo el impuesto a las ganancias para los trabajadores y aplicó un brutal aumento impositivo sobre la población en general. De tal forma que un trabajador minero paga impuestos a las ganancias, pero la minera no. Por el contrario, San Martín implementó una política impositiva en la que quien más tenía, más pagaba. Necesitaba reunir fondos para la formación del Ejército de los Andes, por lo que confiscó bienes de los contrarrevolucionarios, estableció un impuesto del 2% sobre las riquezas, expropió el diezmo de la Iglesia y obligó a las familias adineradas a «donar» sus joyas.

Élite o mayorías. Para Milei, la «gente de bien» son los generadores de ganancia. Explotar, saquear para generar plata, no importa cómo sino cuánto. “Elon Musk es un tipo genial. Qué importa si gana más plata”, sostuvo. Según él, las mayorías son aquellas que no se adaptan, los que no quieren trabajar 12 horas. No es casualidad que sus modelos sean Roca y Sarmiento, y que busque configurar una nueva versión de «civilización o barbarie». Por el contrario, en la acción de San Martín se observa una búsqueda por reconocer a las mayorías y a los sectores populares de la América profunda. En Mendoza, dictó la primera ley protectora de los derechos de los peones rurales. Consideraba a los pueblos originarios como “los verdaderos dueños de esta tierra” y les pidió permiso para realizar el cruce de los Andes. Apoyó a Belgrano en su propuesta de coronar a un descendiente de los incas. Aunque las presiones y limitaciones propias del general condicionaron la eliminación total de la esclavitud, estableció la libertad de vientres y la abolición de los servicios personales. “Un día se sabrá que esta Patria fue liberada por los pobres, y los hijos de los pobres, nuestros indios y los negros que ya no volverán a ser esclavos” (San Martín).

La patria no se vende, se defiende y se libera

Hay un hilo conductor en quienes creen que la patria está afuera y se ofrecen como mediadores de la dependencia. Aunque puedan tener diferentes apariencias, comparten una esencia cipaya o vendepatria. “La denigración de lo propio y la exaltación de lo ajeno”, habría sintetizado Jauretche.

La campaña de San Martín nos dejó varias enseñanzas. Identificó la dependencia colonial como la principal traba para el desarrollo de los pueblos y la patria. Llevó adelante un proyecto de liberación y de Patria Grande, protagonizado y sustentado por las masas populares, y enfrentó las continuas claudicaciones de las élites oligárquicas que impulsaban nuevas formas de dependencia.

En un nuevo aniversario de su muerte, es necesario rescatar el plan soberano que se ha gestado durante siglos para lograr un verdadero desarrollo independiente. Es imprescindible una segunda y definitiva independencia que haga realidad la “noble igualdad”. Como decía San Martín, “cuando la Patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

(*) Licenciado en Sociología

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HISTORIA POLITICA

Los lingotes, en manos de los eternos saqueadores

La palabra lingote es de raíz inglesa. Y a 200 años del nacimiento de la deuda externa, a manos de Rivadavia con la casa inglesa Baring Brothers, el gobierno de Milei reverdece aquella historia. Y envía el oro del Banco Central a Londres.

Por Carlos del Frade

Fuente: Agencia Pelota de trapo

Raíz inglesa. De allí viene la palabra lingote. Según Joan Corominas en su célebre “Diccionario Etimológico”, la palabra lingote aparece en el castellano entre los años 1765 y 1783. De origen incierto aunque con connotaciones francesas de la palabra lingot pero derivada del inglés “ingot”, del año 1560, molde de fundir metales. En 1386, es decir siglo catorce, goten, palabra anglosajona, significaba “fundido”.

La palabra lingote, entonces, tiene raíz inglesa.

A doscientos años del inicio de la deuda externa con la casa inglesa Baring Brothers, el gobierno argentino de Javier Milei reverdece aquella historia al confirmar que enviaron lingotes de oro del Banco Central de la República Argentina a Londres, la vieja capital inglesa.

Como sucedió hace doscientos años, el sur muestra su dependencia de la misma forma.

La Asociación Bancaria denunció que los días 7 y 28 de junio de 2024, el Banco Central de la República Argentina cargó lingotes de oro en aerolíneas comerciales con destino a Londres.

Las empresas con las que viajaron los lingotes del oro del pueblo fueron la transportadora Loomis y la aerolínea British Airways.

Entre las dos operaciones habrían sacado del país el equivalente a unos 450 millones de dólares. En el banco suizo ya habría el equivalente a unos 500 millones de dólares y en total el Banco Central tiene en oro alrededor de 4.700 millones de dólares. En el gobierno esperan que esos lingotes funcionen como caución para que Basilea les otorgue alrededor de 4.700 millones de dólares líquidos.

Días después, el ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó el viernes 19 de julio de 2024 que hubo una operación de envío de lingotes de oro del Banco Central (BCRA) hacia el exterior del país. “Con esta decisión, desde el Gobierno explicaron que buscan generar un rendimiento extra de los activos, en un escenario donde a la autoridad monetaria se le está dificultando la compra de divisas para incrementar las reservas”, dijeron los medios de comunicación.

-Es una movida muy positiva del Central. Porque hoy tenés oro en el Banco Central, que es como si tuvieras un inmueble adentro, un edificio: no lo podés usar para nada. En cambio, si tenés ese oro afuera, podés sacarle un retorno y la realidad es que el país necesita maximizar el retorno de sus activos. Tenerlo encerrado en el Central, sin hacer nada, es negativo para el país. Es mucho mejor tenerlo custodiado afuera, donde te pagan algo – agregó el ministro.

La historia oficial de la deuda externa argentina fija el principio de los empréstitos en la jornada del 19 de agosto de 1822, cuando la junta de representantes de Buenos Aires sancionó una ley que facultaba al gobierno a contraer un crédito con el objetivo de construir un puerto y las obras necesarias para generar agua corriente en la ciudad de la que alguna vez se había echado dos veces a los ingleses.

Uno de los ministros de aquel gobierno de la provincia a cargo de Martín Rodríguez era, justamente, don Bernardino, siempre cercano a los capitales y empresas inglesas. Trabajaba para ellos, tal como Milei trabajó para Eurnekián y hoy, como el presidente mismo y varios integrantes de su gabinete, siguen siendo sus empleados.

Aquel primer crédito debía ser por 2.800.000 libras esterlinas. El 1 de julio de 1824, el gobierno de Rivadavia contrae con la Banca Baring el empréstito por un millón de libras esterlinas.

La provincia de Buenos Aires, a cambio de aquella promesa de préstamo, «empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1 000 000 de libras esterlinas y su interés».

De aquel millón de libras esterlinas llegó muy poco dinero. En oro, dicen las distintas fuentes históricas, apenas el 4 por ciento, alrededor de 20.678 libras. Nunca superaron, en libras esterlinas, las 570 mil. Pero la Argentina terminó pagando, alrededor de 1904, más de veintitrés millones de libras de aquel empréstito inicial en los tiempos de Rivadavia, que fueron los días del exilio de San Martín, de la persecución de Juana Azurduy y de la muerte en medio de la pobreza de Manuel Belgrano; las jornadas en las que se ahogaba la idea original de la Patria Grande, cuando Artigas ya estaba sumergido en la selva paraguaya y Bolívar se encaminaba, inexorablemente, a su muerte muy lejana a sus propios sueños.

Según el historiador inglés David Rock: “En Buenos Aires los especuladores entonces presionaron para que los beneficios del préstamo de Baring se repartieran y convertir la deuda interna en deuda externa, con la conversión al valor nominal de los títulos que habían reunido. Pero a su retorno de Europa, Rivadavia usó gran parte del préstamo para financiar un nuevo Banco Nacional. Como su predecesor, el banco fue en gran medida dominado por comerciantes británicos, quienes usaron sus facilidades de descuentos para financiar una nueva oleada de importaciones de Gran Bretaña.”

Para 1904, cuando se terminó de pagar el crédito, la Argentina había abonado a la casa Baring Brothers la suma de 23.734.766 pesos fuertes.

Los lingotes del Banco Central de la República Argentina, como hace dos siglos, no le pertenecen al pueblo argentino si no a sus eternos saqueadores. Lingotes que explican, en definitiva, el empobrecimiento de las grandes mayorías.

 

Fuentes: “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana”, de Joan Corominas, Editorial Gredos; diario “La Nación”, sábado 20 de julio de 2024

“Deudas y saqueos”, del autor de esta nota.

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HISTORIA

Juan Domingo Perón: “Los hombres hablan por su obra”

Una de las referencias ineludibles para un camino emancipador

Quienes quieran oír que oigan;

Quienes quieran seguir que sigan.

Mi empresa es alta, y clara mi divisa:

Mi causa, la causa del pueblo;

Mi guía, es la bandera de la Patria.

J. D. PERÓN

(Del mensaje leído al prestar su juramento como Presidente de la Nación)

Este  1° de Julio, al cumplirse cincuenta años del paso a la inmortalidad del General Juan Domingo Perón, es imprescindible rendirle un merecido homenaje a uno de los hombres más trascendentes del siglo XX, una referencia ineludible para cualquier proyecto emancipador de nuestra Argentina.

Son horas difíciles y desgarradoras para el pueblo argentino.

En esta cruzada que tiene la Patria “herida” frente a los vendepatrias, antipatrias, regalapatrias, siendo negocio para monopolios extranjeros como en este gobierno de Javier Milei  (hoy condensado con la aprobación de la Ley Bases), pretendiendo convertir a la Argentina en un protectorado, en una colonia, en una factoría, con nuevas formas de esclavizar a los pueblos y a las naciones bajo la voracidad del imperialismo, si hay algo que sintetiza la declinación de nuestra soberanía es la falta de un “proyecto soberano”.

Las enseñanzas de las páginas gloriosas de nuestra historia, de nuestros próceres y sus causas y legados, es que siempre la Patria fue, es, y será un desafío.

El pasado 20 de junio, “día de nuestra bandera nacional”, tuvimos el privilegio de protagonizar en la ciudad de Rosario el II Encuentro Federal por la Soberanía.

Con una  masiva participación, con la adhesión de más de doscientas organizaciones,contando con la presencia de referentes académicos, científicos, sindicales, políticos, sociales, del empleo y la producción, estudiantiles, trabajadores de todos los ámbitos, de la región y de más de quince  provincias del país, aunados en la búsqueda por darle contenido real y programático a la consigna “¡la Patria no se vende, se defiende!”,  el grito unificado que enmarcó la jornada, hacíamos referencia a la obra de grandes hombres y mujeres que, como el General Perón y sus “Planes Quinquenales” y la Constitución de 1949, son una referencia ineludible para la Argentina justa, libre y soberana que soñamos, convencidos de la necesidad de construir un consejo nacional, federal, de planificación estratégica integral, con soberanía y emancipador. Un verdadero proyecto colectivo que parta del principio de defender y recuperar lo nuestro, de poner en valor nuestro potencial material y sobre todo el tesoro de los “recursos humanos” que sí tiene la Argentina. Un proyecto industrial que ponga en valor al mercado interno, a las economías regionales, al trabajo argentino y al empleo, pregonando la creación de ocho millones de puestos de trabajo industriales.

El Plan Quinquenal

El Plan Quinquenal y su realización fue lo que permitió por primera vez una planificación integral, estratégica, de corto y mediano plazo, de la soberanía argentina bajo el principio de defensa y de mantener nuestra integridad territorial, fluvial y marítima.

Además de la nacionalización de la banca, del comercio exterior, hizo posible la limitación como nunca antes tuvo el latifundio terrateniente donde en lo fundamental la tierra dejó de ser un bien especulativo y pasó a ser un bien productivo. Congeló los arrendamientos, hizo bajar el valor de la tierra y obligó a venderla dando prioridad a los arrendatarios facilitándoles créditos a tasa de interés cero, etc. Más de 60.000 arrendatarios pasaron a ser propietarios haciendo realidad para esa masa de inmigrantes súper explotada la consigna “la tierra para quien la trabaja”.

Así también el Estatuto del Peón Rural, la Ley más revolucionaria. Antes de Perón, como mil veces escuché en el relato de gringos y peones que no surgen de los libros, la oligarquía en las estancias “usaba el látigo” contra sus peones. 

Con Perón vinieron las ocho horas de trabajo y el fuero laboral, el descanso dominical, el medio aguinaldo, las vacaciones.

Nuestro río Paraná tenía rango ministerial bajo la órbita del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, luego desde la Dirección Nacional de Construcciones Portuarias y Vías Navegables que contemplaba al río como una integridad. Se ocupaban de administrar la estadística, la planificación de obras, puertos, trazos, dragado y balizamiento, flota, atención de las vías navegables, etc.

Estos son solo algunos ejemplos de los argumentos por los cuales decimos que “los hombres hablan por sus obras” y que es una experiencia de referencia ineludible adecuada al siglo XXI y de cara al futuro y a las necesidades de la Patria, más vigente que nunca: por su espíritu, su contenido político e ideológico y sus objetivos. 

La Constitución de 1949

Con la sanción de la Constitución Nacional de 1853, y sus modificaciones, Buenos Aires plasmó en los papeles su hegemonía a fuerza de divisas y dependencia extranjera.

Las discusiones sobre el control del comercio exterior, el puerto único, la reforma agraria y la navegación de los ríos interiores, quedaba en los debates perdidos del Pacto Federal. Y con ellos, quedaban a un lado Artigas y su “tierra libre”; Belgrano y su desvelo por la industria nacional, la navegación, la educación, los originarios; Güemes y la defensa nacional; Azurduy y el antiimperialismo; San Martín y la independencia truncada.

Los dominadores abrazaban el constitucionalismo liberal, tan de moda y tan ajeno a los intereses del pueblo. Y ganó el centralismo del gobierno porteño, la deuda externa, el puerto único, el genocidio al Paraguay, la entrega de los recursos, la concentración de la tierra. Se sancionó la Constitución de la dependencia.

El constitucionalismo social, que se desplegó en el mundo en el siglo pasado, dejó su obra de ejemplo en Argentina. Bombardeos, fusilamientos y golpes de Estado, fueron necesarios para intentar derrotar al proceso que dio origen a la Constitución Nacional de 1949, tras la declaración de la Independencia Económica de 1947. Una junta militar, amiga del extranjero, tuvo que “derogarla” y poner en vigencia una Carta Magna liberal que ya no era aceptada por el pueblo en la práctica. Sabedores de eso, solo dejaron en pie los derechos de los trabajadores.

Pero las bombas apuntaron a los artículos que consagran al control del comercio exterior como privativo del Estado, la defensa nacional, al control de la moneda, de los servicios públicos y los recursos naturales, como el artículo 40: a) la economía al servicio del bienestar del pueblo y conforme el principio de la justicia social; b) autorización y legitimidad del Estado como ente monopolizador de la actividad de importación y exportación; c) protección de la actividad privada lucrativa, siempre que no afecte los intereses generales; d) propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación de todos sus recursos naturales (petróleo,  gas, carbón, recursos hídricos) y e) servicios públicos estatales y expropiación de aquellos que aún no pertenecen al patrimonio nacional; como al inciso 16 del artículo 68 que proponía la “extinción del latifundio”. Golpearon los institutos jurídicos que sustentaban los cambios materiales necesarios para un país libre.  

La reforma de 1994, en nada cambió la ideología de la Constitución liberal ni sus fines concretos. Y no es para menos, la desregulación pasó a ser la directriz de las leyes, de la economía y de las finanzas. La reforma posibilitó la privatización a granel de todos los sostenes de un Estado soberano. Se garantizó constitucionalmente la depredación extranjera.

Hoy, los principios de la Constitución del gobierno del Gral. Perón se levantan ante la declinación integral de la soberanía y proponen la posibilidad de la recuperación de algunos de los elementos constitutivos de la independencia. La dependencia solo puede ser enfrentada recuperando el control de las importaciones y las exportaciones, la moneda nacional, las finanzas, el IAPI, la Junta Nacional de Granos, la extinción del latifundio, del monopolio, la recuperación de las vías navegables, los servicios públicos, recuperando los mismos principios de la Constitución Nacional de 1949. Lo que la oligarquía y el imperialismo desean destruir, nos indica los aciertos de esta Constitución.

Están en pugna los mismos principios que defendieron nuestros patriotas, y ya es hora de que nos unamos y triunfemos quienes deseamos  ser ¡LIBRES DE TODA DOMINACIÓN EXTRANJERA!

Por todo lo dicho y con el argumento de los “hechos”, más allá de las pertenencias políticas o partidarias que se expresan en el amplio arco  nacional y popular, vaya este merecido homenaje al General Juan Domingo Perón y su obra. ¡Nobleza obliga!

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HISTORIA LUCHAS POPULARES

El Grito de Alcorta

Por Pedro Peretti (*)

Fuente: Página/12

El 25 de junio se conmemora el 112 aniversario de lo que se conoce como Grito de Alcorta, una de las gestas más referidas, citadas y falsificadas de la historia Argentina. La historiografía oficial dice que dos curas de apellido Netri, uno de Máximo Paz y otro de Alcorta, convocaron a un hermano abogado para asesorar a colonos arrendatarios en un conflicto gremial. Bueno, eso nunca sucedió así.

La huelga comenzó en Bigand, Santa Fe, a 27 kilómetros de Alcorta, motorizada por una entente de colonos y comerciantes cuyo líder fue Luis Fontana, yrigoyenista, dueño de una barraca, al que los chacareros no podían pagar el fiado. La causa, entre otras cosas, eran los altos arrendamientos que pagaban. Movilización mediante, con concentración en la plaza del pueblo incluida, entregaron un petitorio a Víctor Bigand; prominente terrateniente lugareño, y fundador del pueblo. Le pedían una rebaja por el alquiler de sus campos y lo emplazaban a responder en 30 días. En ese intervalo, Francisco Capdevila y Manuel Sales, militantes activos de una cédula anarquista de Máximo Paz, organizan la primera comisión de huelga del conflicto y llaman a una asamblea para el 25 de junio en Alcorta. Convocan como asesor jurídico a Franciso Netri, un abogado de la colectividad italiana, ateo militante, de notorias diferencias ideológicas con sus hermanos. El mitin de Alcorta es una continuidad de Bigand, ahí se declara formalmente la huelga, se analizan los contratos de Víctor Bigand, y cierran el acto Fontana y Netri. Francisco Netri fue un invitado a la asamblea, no un organizador; y los curas no tuvieron participación alguna en el conflicto. Así se cocinó el estofado, después vino la literatura.

Aunque esta primera comisión de huelga tomó el nombre de Alcorta, la integraban colonos de esa localidad, de Máximo Paz y de Bombal. Su característica distintiva fue que solo tenía fijado el cargo de presidente. Los demás integrantes eran vocales y actúaban como secretarios por turnos. El anarquismo descree de las jerarquías no de la organización. Francisco Bulzani, su primer presidente, sería luego expulsado de la FAA en 1913 por traidor.

Tanto Sales como Capdevila, en distintos momentos, fueron encarcelados, torturados y obligados a “exiliarse” de Máximo Paz, perseguidos por el caudillo radical (cepedista) Manuel Rodeiro, importante subarrendador lugareño, líder de la resistencia patronal anti chacarera y autor intelectual de los asesinatos de Francisco Netri en 1916, y del Cap. Eduardo Laurent, en 1928. Aquella derecha radical no era tan distinta a esta derecha radical.

Pero, cuáles fueron los motivos reales de la huelga? ¿Qué la vincula y que la diferencia con el hoy?

La causa de la huelga fue el quantum de los arrendamientos; no hubo otra motivación más que el alto canon que debían pagar. Esa fue la chispa que incendió la pradera. Nunca estuvo en debate la reforma agraria, ni la propiedad de la tierra, eso vino después. El conflicto inicial estuvo circunscripto a la pelea subarrendadores vs arrendatarios. En el Grito de Alcorta hizo eclosión la agricultura de tres pisos, que es parecida en algunos aspectos a la de hoy.

Veamos: en 1912 el tema era así: el terrateniente alquilaba su latifundio en block a un subarrendador, y este lo subalquilaba parcelado, a los colonos arrendatarios.

En 2024 el tema es así: el terrateniente alquila su latifundio a un pool o mega productor que, a su vez, lo hace trabajar por un contratista rural. La diferencia es que hace 112 años el chacarero era insustituible; había que levantarse a las 5 am, atar los caballos y arar todo el día. Sin él no había milagro. Hoy, con el actual desarrollo tecnológico, se pueden cultivar las 38 millones de hectáreas que se siembran en la Argentina sin un solo chacarero. Lo puede hacer un puñado de pools, sin resentir el volumen producido.

Los colonos son imprescindibles desde lo económico, lo cultural. lo social, por el arraigo, etcétera, pero no desde lo productivo. Que sigan existiendo es una decisión política de la sociedad, que solo el Estado puede y debe garantizar. Sin Estado no hay agricultura familiar, chacarera e indigena posible, ni viable.

Volvamos a 1912. La Argentina no fue una tierra de oportunidades fáciles ni extendidas para quienes vinieron a hacer “la América”, como lo presenta la historiografía liberal. La mayoría se volvió tal como vino, dice Gaston Gori: “Fueron necesarios 58 años, desde 1856 a 1914 y un ingreso de 3.000.000 de inmigrantes para poder exhibir ante las naciones del mundo, poco después de la conmemoración del centenario, la existencia de 76.212 chacras sobre un territorio de 160.000.000 de hectáreas cultivables. También sabemos que solo 24.658 propietarios las trabajan personalmente.” (Gaston Gori, El Pan Nuestro 2002). Los números son elocuentes y matan el edulcorado relato de que, al que se bajó de los barcos, acá le fue bien.

El Grito de Alcorta ejemplifica con nitidez esas condiciones misérrimas que la oligarquía y los subarrendadores imponían a sus inquilinos rurales. (A tal punto, que miles de inmigrantes prefirieron volverse a Europa, aún sabiendo que estaba en guerra, antes que seguir sometidos al yugo terrateniente). El levantamiento agrario lo refleja con claridad: “Se ha producido en el sud de Santa Fe, entre los colonos, un movimiento huelguista, que por el hecho mismo de su notoria justicia es susceptible de perjudicar el crédito de Argentina como país de inmigración. Los huelguistas son los que se encuentran bajo el sistema de colonización feudal, a la rusa, que realizan los propietarios de grandes extensiones dentro del cual no cabe el hermoso concepto americano de colono propietarios, algo más que puro brazo.” (Revista Fray Mocho, julio de 1912) La oligarquía necesitaba como el pan, los brazos de la inmigracion para poder valorizar sus campos aún incultos; tanto para el laboreo como para el tendido del ferrocarril. Por eso les preocupaba que el mundo conociera las reales condiciones de vida a la que eran sometidos los colonos. Temían que la Argentina no fuera elegida como destino para emigrar. Pensar que hoy nos quieren reescribir la historia, contándonos que en ese tiempo éramos el sexto país más poderoso del planeta. Un disparate tan desopilante y falaz como militar que la tierra es plana.

¿Y cuál era el sistema de colonización feudal a la rusa, al que hace referencia la revista? No era otro que el de tres pisos: terrateniente, subarrendador y colono arrendatario. El subarriendo fue el gambito que encontró nuestra oligarquía terrateniente para incorporar sus campos a la producción, conservando la propiedad de la tierra; y obviamente sin trabajar ellos. Vivían, como hoy, de rentas. Y como ahora, mandaban a otros a agarrar la pala. El arriendo del arriendo es un invento típicamente argento. Es la piedra angular de nuestro retraso industrial, y la base del poder terrateniente que se proyecta nítido hasta nuestros días. La figura del subarrendador es clave para entender el proceso de colonización, sin él la oligarquía no hubiese podido conservar sus latifundios. Su rol se le ha escapado a la inmensa mayoría de los historiadores y políticos. Es para mi es el detalle clave que explica nuestro subdesarrollo. Peron sancionó la Ley 13246 (1948) que prohibió expresamente el sub-arriendo.

El ex diputado socialista Enrique Dickman hace una comparación que aporta mucha luz a este debate de porqué la Argentina, habiendo partido en la misma línea de desarrollo que EE UU, Canadá, Australia o Nueva Zelandia nunca logró alcanzarlos. “Compárense las 66.000 explotaciones agrícolas argentinas del año 1910, cultivadas por arrendatarios en gran parte, con las 6.000.000 de chacras de los EEUU, de propiedad de los colonos la mayor parte de ellas.”

A partir de distribuir la tierra pública en muchas manos, se generó en EE.UU un potente mercado interno, demandante de bienes industriales y servicios, que los “obligó” a industrializarse. Por el contrario, Argentina privatizó la tierra, concentrando, en vez de repartirla con justicia. Los yankis crearon millones de farmers que generaban trabajo; en cambio nosotros empoderamos a una minúscula oligarquía parasitaria, holgazana y antinacional, que se dedicaba a tirar manteca al techo en París. Subdividir la tierra equitativamente es “la madre del borrego” de su buen uso y tenencia. Su mala distribución es lo que explica el retraso industrial de nuestro país.

La invisibilización del latifundio y de su rol como obstáculo a nuestro desarrollo industrial, es el gran triunfo cultural de la oligarquía terrateniente argentina. El Grito de Alcorta es una prueba concreta de la falacia de que la Argentina del centenario fue una potencia, como lo proclama el actual presidente. La Argentina de 1912 era un puñado de oligarcas megamillonarios y un pueblo hambriento ¡¿así quieren reproducirlo hoy!? De aquellas lluvias, estos lodos… Pero ¡no pasarán!

 

(*) Productor chacarero, ex Director de Federación Agraria Argentina

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