¿Por qué salimos a las calles los 3 de Junio? Porque es la fecha que pusimos las argentinas para gritar ¡Ni una menos, vivas nos queremos!
Desde hace 9 años en nuestro país hablar de violencia contra las mujeres dejó de ser tabú. Fue un salto enorme en nuestras luchas la pueblada de aquel 3 de Junio de 2015. No hubo plaza, por más pueblo pequeño que sea, que no se llenara de gente al grito de ¡Basta de matarnos! Fecha que no se marca por un femicidio en particular, sino por el hartazgo de todos los sucedidos, y la necesidad de terminar con todas las violencias que sufrimos.
A partir de ese momento fue una avalancha de derechos ganados, de pasar de la invisibilidad a la vidriera de diversos aspectos de nuestras vidas. No hubo sindicato, partido, comisión directiva que no discutiera la necesidad de más mujeres en su integración. Dejó de ser un mandato el “no te metas”. Nos cuestionamos todas las prácticas establecidas en nuestros vínculos. Nos dejamos de sentir solas. Y florecieron cientos de discusiones y corrientes feministas. Los encuentros federales de mujeres y diversidades se masificaron mucho más y se reconvirtieron. Ya nada fue igual en Argentina porque hicimos temblar uno de los pilares fundamentales de este sistema oligárquico imperialista: el patriarcado.
Hoy bajo el gobierno de Milei nuestras luchas toman más valor. Las redes que hemos construido, los debates que hemos abierto -y también los que hemos dado por cerrado -, nuestras masivas movilizaciones e ingeniosas formas de luchas generan buenas condiciones para enfrentar esta política de odio, hambre y entrega que nos quiere imponer.
Cada 3 de Junio nos permite reflexionar sobre este proceso de cambio colectivo que nos tocó de una manera particular a cada a una de nosotras. Y en la que nos volvemos a dar un abrazo en las calles para seguir demostrando que la salida es colectiva. En este 2024 seguimos reclamando la declaración de la emergencia nacional en violencia contra las mujeres y justicia por las víctimas de feminicidio. Decimos No a la ley Bases porque significa un retroceso en derechos conquistados y la entrega de la patria. Exigimos la entrega inmediata de los alimentos encerrados. ¡La patria no se vende, se defiende!
¡Basta de discursos y políticas de odio! ¡Ni una menos! ¡Vivas nos queremos!
La felicidad, para esta mujer argentina, doblemente oprimida en un país dependiente, se parece mucho a un acampe celeste y blanco a la orilla del río Paraná… La felicidad, en épocas de virtualidad, ajuste y violencia feroz, seguramente se encuentra en esos momentos en que un paso nos acerca a recuperar lo nuestro, y me atraviesa el cuerpo…
Esta nota está basada en la intervención hecha en una charla sobre “Mujeres y Soberanía”, en un campamento que realizaron las compañeras de la Campaña por la Emergencia de Villa Gobernador Gálvez. Hoy, elijo escribir con la misma simplicidad y cercanía de esa ronda de jóvenes mujeres. Así construimos nosotras, en ronda, con mate y alegría, para llegar desde la primera hasta la última, porque a esta lucha no le sobra ninguna.
Estas líneas no pretenden dar respuestas, ni certezas. La intención es abrir debates, plantear preguntas que puedan ayudarnos a pensar colectivamente posibles caminos para seguir avanzando.
El movimiento de mujeres y feminismos en Argentina
Largo y empinado es el camino que estamos recorriendo. Un camino transgeneracional, en el que nos vamos pasando las banderas, los pañuelos, los debates y la posta. Pequeños y grandes avances nos trajeron hasta aquí, un momento en que nos sentimos orgullosas de lo conquistado y en el cual nos preguntamos hacia qué dirección seguir caminando para avanzar, porque sabemos que aún nos queda mucho por conquistar.
En Argentina tenemos un movimiento de mujeres y un feminismo que es faro para el mundo, principalmente para Latinoamérica, que en los últimos siete años dio pasos agigantados. Es posible que una parte de quienes leen no recuerden ese primer #NiUnaMenos, que se dio en Argentina. Tal vez eran muy jóvenes para recordar cómo era nuestro país y el feminismo antes de este gran estallido. Me parece importante comenzar por recordar cuál era la situación antes de ese 3 de Junio del 2015.
Por aquellas épocas, en los medios de comunicación se hablaba con total naturalidad de por qué “a veces era necesario pegarle a una mujer”, a los femicidios se les llamaba crímenes pasionales, se justificaban las violaciones y los femicidios con las actitudes y los gustos de las víctimas. Sabemos que todo esto sigue ocurriendo , pero en ese momento era lo común y no llamaba la atención, aparentaba ser lo “normal”, pasaba tal vez desapercibido para la mayoría . Las movilizaciones en las fechas importantes del calendario feminista, como el 8M y el 25N, en ciudades como Rosario, eran grandes cuando movilizaban 1.000 o 2.000 personas. Se hacía muy difícil decir públicamente que adheriamos a la legalizacion del aborto, y mas impensado aun llevar el pañuelo verde a todas partes, poder hablar de lo que nos pasa a las mujeres y en muchas ocasiones nos trataban de “locas”.
Pero esas locas, que durante décadas se juntaron en los entonces llamados Encuentros Nacionales de Mujeres, insistieron, y en un proceso fueron creciendo cualitativa y cuantitativamente. Se fueron enriqueciendo y teniendo grandes avances para la época que hoy damos por sentado, y fueron siendo miles que lograron ganarse a millones. Millones, principalmente jóvenes, que protagonizan con muchísima garra, con muchísimo entusiasmo y con las fuerzas necesarias ¡para cambiarlo todo!
¿Por qué empezar aquí?
Porque considero importante poder pensar que, a veces, esos cambios que necesitamos dar llevan tiempo, son “procesos”. Digo esto en una época en que todo parece que “tiene que ser ya”, en que todo parece que debe darse de inmediato. Es importante que podamos pensar que cuando algo es justo, es justo insistir, es justo perseverar. Lo cuento, por haber sido testigo de ese cambio, por haber visto cómo ese grupo de locas, que insistió e insistió, logró crecer y ser miles, que convencieron a millones, transformando ideas muy arraigadas en nuestra sociedad.
Por supuesto que no todo está resuelto, por supuesto que nos falta mucho, por supuesto que no somos todas feministas y por supuesto que no es igual en cada barrio, en cada ciudad y en cada provincia. Por supuesto que lo ganado tiene más que ver con una condena social que con el hecho de que el machismo, la desigualdad, los femicidios y la violencia contra las mujeres hayan terminado, ¡pero el cambio fue grande! Alcanza con ver un archivo televisivo para sentir que están hablando de otro siglo, no de otra década, antes del 2015.
Repasar nuestra historia, nos permite no solo revalorar nuestras conquistas, sino también debilitar el escepticismo que todos los días nos pretenden instalar, porque demostramos que es necesario y se puede transformar la realidad y porque quienes fuimos parte de ese proceso sabemos que las mujeres con unidad, con una línea justa y un objetivo claro, podemos transformar lo que deba ser transformado.
Sobre la palabra negada: “Soberanía”
Hace un tiempo, poco más de dos años, se abrió en la sociedad argentina un debate y se recuperó una palabra.
El debate comenzó con cuál sería el destino de nuestro río Paraná, qué se iba a hacer con nuestro río cuando, en 2021, se venció la concesión menemista, que las mayorías desconocían.
Ese mismo río al que íbamos todos los días, en el que veíamos pasar los barcos, hacía décadas que estaba en manos extranjeras y privadas. Ese contrato entreguista se terminó, y se puso en debate si volver a concesionar o si debía volver a manos argentinas y del Estado, como lo era antes de que Menem entregara nuestros recursos por casi treinta años. Se abrió entonces la posibilidad de visualizar lo mucho que desconocemos las mayorías sobre cuestiones fundamentales para nuestra independencia, y se volvió a poner en la agenda la palabra ”soberanía”. La misma palabra por la que nuestras patriotas y nuestros patriotas dieron su vida en la lucha por la primera independencia, y que desde aquellos años hasta aquí existen sectores que trabajan para borrarla de la memoria colectiva, encontrando la resistencia histórica popular, que tuvo momentos de mayor efervescencia y desarrollo en proyectos de recuperación soberana de nuestra Patria, particularmente durante el primer peronismo, con la recuperación del comercio exterior, con la creación del IAPI y la Junta Nacional de Granos, con los principios y el espíritu de la Constitución de 1949, entre otros.
Trabajan para que olvidemos las heroicas gestas patrióticas que hemos hecho para lograr esa independencia, como la batalla de Punta Quebracho o la de la Vuelta Obligado. Trabajan para que se olviden los nombres de esas mujeres que protagonizaron esas batallas por la liberación, como fueron Petrona Simonino, Encarnación Escurra, Juana Azurduy, Macacha Güemes y María Remedios del Valle… Trabajan para el olvido y el desconocimiento, desde el día de la primera independencia, para evitar que las mayorías tomemos en nuestras manos la pelea por una segunda y definitiva Independencia.
Desde que comencé a ser parte de este debate, me encontré con que muchas de las, les y los jóvenes no conocen el significado de la palabra soberanía, y muchos lo admiten con vergüenza, pero de ningún modo se trata de un desinterés o desamor por la patria, sino de lo profundos que fueron ese olvido y ese desconocimiento “planificados” desde las usinas ideológicas de los intereses de los imperialismos y sus socios nativos, dueños de todo.
¡Les preocupa la memoria, y el conocimiento! Si no conocemos aquello que nos quitaron, no podemos pensar en recuperarlo. Si no conocemos el inmenso valor de lo que tenemos, no podemos ocuparnos de que nos lo estén saqueando, aunque esa falta condicione día a día la vida de las argentinas y los argentinos, y sean la causa de enormes sufrimientos.
Invierten muchísimo dinero, muchísimo tiempo y muchísima gente en trabajar como sus personeros para generar “ideas” que nos hagan creer que las y los argentinos “no sabemos”, que “el problema de Argentina son los argentinos y necesitamos que venga gente de afuera a invertir, porque acá no podemos”.
Les preocupa la “memoria” porque conocer la “historia” nos permite saber que esto no siempre fue así, que no tiene por qué ser así, que sí podemos, que hicimos hazañas impresionantes ¡y que podemos volver a hacerlas!
Aproximación a algunos conceptos y definiciones necesarias
Soberanía es que un país pueda poseer lo suyo, para decidir por lo propio. Por ejemplo: su recursos naturales, su territorio (Malvinas, Lago escondido, etc), su producción (qué, cómo y para quiénes se produce), su política, su moneda y su economía, etc.
Imperialismos son aquellos países que mediante todo tipo de formas de dominación, sea la guerra, la economía, oprimen a otros países, subordinándolos para saquear sus recursos y sus trabajos.
Un país dependiente es un país como el nuestro, que está bajo la dominación de esos imperialismos, perdiendo su soberanía, sin poder de decisión para planificar y decidir qué hacer, cómo y para quiénes.
A los países dependientes, desde el orden dominante mundial, se les asigna un “rol” a cumplir, en función de los intereses y las necesidades de los imperialismos. En nuestro caso, el rol asignado es el de “proveedor” de materias primas. En Argentina se producen alimentos para 400 millones de personas, es decir que cada argentina y argentino podría comer casi diez años con lo que se produce en un año. Sin embargo, comemos mal, salteado, tenemos grandes índices de desnutrición y malnutrición, e inclusive hay pibes ¡que se nos mueren de hambre!.
A este gran saqueo planificado de los imperialismos, lo posibilitan sus socios internos, que son aquellos argentinos y argentinas (terratenientes, socios de los monopolios imperialistas y sus expresiones en los sectores políticos) que trabajan constantemente para garantizar y esconder la entrega. Esos socios internos, entre otras cosas, garantizan que existan lo que llamamos usinas formadoras de pensamiento. Usinas que trabajan día y noche, principalmente a través de los medios de comunicación y de los planes educativos, para distorsionar a su favor todo hecho de la historia o de la actualidad, y formar e instalar ideas de que “no se puede” , “no sabemos”, “no podemos”, para instalar la idea de que quienes nos vienen a saquear, son “nuestros salvadores “ y nosotras y nosotros somos en tal caso “responsables del robo” por falta de méritos. De este tipo de ideas las mujeres sabemos muchísimo, porque este mismo tipo de ideas son las que desde siempre justificaron la violencia y la desigualdad contra las mujeres.
¿Cómo y para qué nos someten los imperialismos?
Los imperialismos someten a otras naciones por una necesidad de la lógica del mismo capitalismo, la de acumular riquezas. Cuando se llega a un grado de concentración tal, para seguir creciendo y acumulando, desde esta lógica, se ven obligados, para seguir obteniendo beneficios, a una nueva disputa del mundo. Hay dos grandes formas en que lo hacen: mediante la guerra y el poderío económico.
La guerra, como la que hoy se está dando en Ucrania, con la invasión rusa. Donde Rusia, por un lado, y Estados Unidos y la OTAN, por el otro, se disputan un nuevo reparto del mundo. O como aquella donde impusieron que hoy Argentina tenga parte de su territorio invadido por los ingleses en nuestras Islas Malvinas.
Y el poderío económico, que toma diferentes formas. Una de ellas es el “préstamo”. Grandes préstamos económicos, imposibles de pagar, con intereses usurarios, provocando un estrangulamiento por el cual, y a cambio, imponen las condiciones de lo que puede o no hacer el país endeudado, durante el tiempo en que mantiene la deuda.
En Argentina, el nuevo acuerdo que se hizo con el FMI en el 2022, entre sus cláusulas exige todo tipo de recortes que involucran los presupuestos que deberían beneficiar a las argentinas y los argentinos, como la educación, la salud, las ayudas sociales, jubilaciones y pensiones, etc. Y tiene cláusulas generadoras de inflación. La deuda es una efectiva manera de saquear nuestros recursos y los bolsillos del pueblo. Los presupuestos vigentes, los sueldos siempre a la baja, las ayudas sociales, los presupuestos para la prevención de la violencia contra las mujeres, etc., cada vez valen menos. Se recortan los presupuestos para las argentinas y los argentinos. Toda la economía argentina se condiciona al pago de la deuda.
Otro modo, son las famosas “inversiones extranjeras”, que no vienen a Argentina por mera buena voluntad, a salvarnos de la desocupación como pretenden hacernos creer, y muchas no vienen solo por intereses comerciales. También ponen condiciones para venir y se asientan en puntos estratégicos para nuestra soberanía. Puntos estratégicos con respecto a nuestros recursos naturales, al control del comercio exterior, a la seguridad nacional o en posibles conflictos bélicos. En nuestra región, algunos lugares cumplen con todos esos factores, como el río Paraná y los puertos de la zona de gran Rosario.
Las mujeres y la soberanía
Cuando se abre este debate sobre la soberanía, algunas feministas nos empezamos a preguntar qué tiene que ver esto de la soberanía, o su ausencia, con los problemas que sufrimos las mujeres. Frente a todo el trabajo que realizan desde estas usinas ideológicas para que “desconozcamos”, por supuesto que es muy difícil que se vea la relación con los problemas que tenemos todos los días como pueblo en general y como mujeres en particular. Por el contrario, parece algo muy lejano vincular lo uno con lo otro. Nunca falta quien dice: “Todo bien con la soberanía, ¡pero yo necesito llegar a fin de mes!”. Este recorrido, tuvo la intención de permitirnos visualizar cómo todos los grandes problemas que tenemos en Argentina son causados por la falta de la soberanía o son profundizados por su falta. Y, por supuesto, lo que nos sucede a las mujeres no es la excepción.
En un contexto en el cual después de un avance ininterrumpido del feminismo, parece haberse alcanzado una meseta, y en el que a pesar de haber ganado grandes batallas ideológicas y legislativas, hoy no aparece claro el objetivo común que nos unifique y encauce esa rebelión revolucionaria de millones de jóvenes. Situación que utilizan los sectores de derecha, para intentar arremeter contra los derechos y avances conquistados.
Mercedes Meier dice: “Argentina es mujer, no solamente por su nombre sino por su condición de oprimida…” Porque le dicen que no puede, porque le dicen que no sabe, porque le dicen que no sirve, porque le bajan la autoestima para que soporte lo que no se debe soportar y si no se deja someter “viene el sopapo”. Pero Argentina también es mujer por su capacidad de rebeldía, por esa fuerza inagotable que tiene y que le sale de las tripas, para volver a levantarse de ese golpe y decir NO y decir BASTA y cambiar lo que deba ser cambiado.
Podemos pensar en dos ejemplos de cómo se relacionan y profundizan las problemáticas que tenemos las mujeres en Argentina con la pérdida de soberanía.
El primero, es que en muchas ocasiones, quienes acompañamos a mujeres a salir de situaciones de violencia, nos encontramos con que esa mujer nos dice que no se puede ir porque si no, no tiene para comer. En este país, proveedor mundial de alimentos, el acceso a la comida y al trabajo es casi un privilegio, y las mujeres, por la desigualdad de género y nuestro rol en la crianza de los hijos e hijas, lo sufrimos profundamente. En muchos casos, dependemos económicamente y cuando tenemos trabajo cobramos un 27% menos que los varones. Pero en este país oprimido el 40% de los varones trabaja en negro y de los que trabajan en blanco, el 80% lo hace por un sueldo que está por debajo de la línea de pobreza. ¡Qué jodido ser mujer y sufrir esa desigualdad de ganar un 27% menos que un varón, cuando esos varones ganan un sueldo que tampoco les permite llegar a fin de mes! Además, esa mujer no puede pedir ayuda a políticas públicas del Estado, cuando el Estado está recortando presupuestos para poder garantizar los pagos al FMI.
El segundo ejemplo, aparece sencillamente googleando el mapa del aborto legal, y se visualiza un mapa mundial donde se muestra claramente cómo en los paises dependientes el aborto no es legal, a excepción de Argentina donde lo logramos recientemente, a fuerza de decadas de lucha, y aún cuesta garantizarlo. En este contexto, es importante remarcar que Argentina, aunque podría, no tiene una producción de anticonceptivos inyectables nacional, el anticonceptivo más utilizado por los sectores populares. Dependemos de que nos venda la alemana Bayer (única proveedora), que durante el 2022 decidió, arbitrariamente, vendernos un tercio de lo licitado. Por lo tanto, aproximadamente dos millones de personas gestantes quedaron sin acceso a estos. Porque… ¿les sirve a los imperialismos que las mujeres podamos decidir si queremos ser madres, tengamos acceso a la anticoncepción, al aborto legal y a la educación sexual?, ¿o les sirve mucho más tener control sobre nuestros cuerpos y nuestra población, en función a los intereses del momento?
Otra relación, tiene que ver con las ideas que se instalan para someter a nuestro país, en cómo se parecen muchísimo esas ideas con las que se usan para justificar la violencia y la desigualdad que sufrimos las mujeres. Y así también aparece uno de los grandes aportes que podemos hacer para la liberación de Argentina, que es todo ese conocimiento acumulado y que generamos día a día para “desnaturalizar” la violencia patriarcal en la “desnaturalización” de esas ideas que sirven para oprimir a la Patria, y toda la experiencia de lucha, organización y unidad que supimos construir durante estas décadas. Con la claridad de que ganando soberanía nosotras ganaríamos el doble, por nuestra carácter de doblemente oprimidas.
La “ola” que nos falta
A pesar de lo avanzado del feminismo argentino y los grandes logros y la masividad que ha conquistado en las últimas décadas, y tal vez incluso por nuestro carácter de doblemente oprimidas en un país dependiente, muchas veces miramos lo que hace el feminismo Internacional con admiración. Así, seguimos esos caminos que en general tienden a reducir los objetivos a reivindicaciones pura y exclusivamente legislativas, a generar leyes que igualen derechos de varones a mujeres. El problema es que en un país dependiente la igualdad es con un varón que la mayoria de las veces trabaja en negro, doce horas, para cobrar un sueldo que no le permite llevar un plato de comida a la mesa. ¡Esa igualdad no nos alcanza! Necesitamos una igualdad plena y digna para todas, todes y todos, para que, como decía Atahualpa: “nadie escupa sangre para que otro viva mejor”.
Para que nosotras realmente podamos liberarnos y el techo que podamos alcanzar no esté tan bajo, necesitamos destrabar la cuestión soberana. Porque como dice Luciano Orellano, referente de la causa soberana, “la patria no te puede dar lo que no tiene”. En un país soberano se pueden liberar las mujeres, las diversidades, las disidencias, las marrones, los pueblos originarios, pueden dejar de ser pobres las y los pobres, en un país soberano se puede pensar en resolver el hambre, la inflación, el problema ecológico, el problema del trabajo, el problema de la industria…
Falta mucho por decir, por discutir y por investigar. Esta es una invitación a que recorramos ese camino juntas, que es la mejor manera y la única manera que las mujeres conocemos para avanzar. Y que pongamos toda nuestra capacidad y todo lo aprendido durante las últimas décadas, al servicio de la segunda y definitiva independencia. Para que nuestro país sea libre, porque no nos podemos liberar, realmente, en un país que no lo es.
Como decía antes, muchas veces miramos al feminismo internacional, y seguimos sus pasos, el de los feminismos europeos y de Estados Unidos, pero esos feminismos nunca van a poder plantear esta contradicción, porque su países no tienen el mismo carácter. Necesitamos poder ver las particularidades de nuestro país, de un país dependiente. Y si a los avances del feminismo se los mide en “olas”, al feminismo argentino le está faltando una ola : La ola soberana.
(*) Marina Cerquetti, comunicadora, conductora del ciclo de entrevistas Info>Soberana, referente feminista de la ciudad de Rosario e integrante del Foro por la recuperación del a Paraná – Rosario
La foto de portada de la nota fue realizada por Malvina Nichea.
Cada 25 de noviembre nos convoca a organizarnos una y otra vez, año tras año por los años de los años… Es que en verdad sí: ¡estamos hartas y rebeladas!
Esta fecha nos encuentra en las plazas y en las calles, en todo rincón abierto o encubierto, allí donde se escuche fuerte y estridente nuestro grito, donde retumben tantos sufrimientos, tanta violencia sufrida y enfrentada a lo largo de nuestra historia y la de nuestras predecesoras.
Este año, una vez más… y ayer… ¡y por mañana!
Innumerables años, irreparables pérdidas, honorables legados, renovadas esperanzas forjadas por derribar este sistema opresor imperialista y patriarcal que día a día ejerce firmemente su violencia. Que “intenta” frenar, siempre oprimiendo, la conquista de derechos, que maniata y condiciona en tiempo presente nuestras vidas cotidianas, que arrebata los futuros del pueblo y sus mujeres.
¡Pero estallan rebeldías! Una y otra vez…
Y conquistamos derechos con nuestra fuerza en la unidad… y en las calles…
Haciendo un poco de historia… Honorables legados… Irreparables pérdidas… Renovadas esperanzas…
Por nuestras huellas…
Nos convoca la convicción y el protagonismo por años silenciado de nuestras mujeres en la resistencia ancestral originaria, y en toda gesta histórica para hacernos “libres de España y de toda otra dominación extranjera”.
En el nombre de Juana Azurduy, las Amazonas, y la “Patria Grande”.
En María Remedios del Valle a todas ellas, nuestra afrodescendiente “Madre de la Patria”. Y en los flagelos sufridos en su vida y grabados en su cuerpo a tantas y tantas otras, cuyos nombres ni figuran en libro alguno de historia oficial…
En la figura de Evita y en su antiimperialismo. Llamada por su pueblo la “abanderada de los humildes”, despertó el ensañamiento de los sectores de la más rancia oligarquía argentina y sus mujeres, tanto en su vida como en su muerte. La llamaron “puta” y en la enfermedad, acuñaron la consigna “¡viva el cáncer!”. Ultrajaron su cadáver, lo desaparecieron, y mutilaron su cuerpo.
Remontando vuelo…
Nos convoca el vuelo de las llamadas “Mariposas”.
Las hermanas Mirabal: Patria, Minerva, y María Teresa.
Mujeres ellas que se rebelaron y enfrentaron ferviente y valientemente en República Dominicana a la sangrienta dictadura de Rafael Trujillo, siendo ferozmente perseguidas, encarceladas, violentadas y finalmente asesinadas un 25 de Noviembre de 1960, con el particular ensañamiento, como siempre, “por ser mujeres”.
En su memoria, por su lucha, y en la defensa de los Derechos Humanos, se designó esa fecha como “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres”.
Las “locas” de la plaza…
Nos convocan nuestras “Madres de la Plaza” y sus pañuelos, con su lucha heroica y permanente, y sus rondas infinitas de los jueves, particularmente conmovidas hoy por la reciente partida de Hebe de Bonafini, apenas días antes de un nuevo 25 de noviembre.
Hebe, junto a otras “madres”, fueron la avanzada del coraje y heroísmo.
Encabezaron la lucha contra la más feroz dictadura que padeció la Argentina, que se impuso a sangre y fuego con la represión al pueblo y 30.000 desaparecidas y desaparecidos.
Hebe partió en el “Día de la Soberanía Nacional”, nobleza obliga…
Una dictadura con objetivo en enterrar toda soberanía de esta Patria: nuestra libre autodeterminación, quebrar nuestra integridad territorial, ir por ríos, tierras, puertos, moneda, banca, industria, crear “deudas eternas” para estrangular al pueblo e instalar su proyecto político y económico, para amarrarnos sin disimulo a los imperialismos y sus socios nativos, agravando vertiginosamente la dependencia de la Patria y los enormes padecimientos de este pueblo, que aún sufrimos con toda crudeza.
Lo cierto es que las “Madres de Plaza de Mayo” impusieron la consigna “Aparición con vida y castigo a los culpables” y así lo defendieron por sus hijos, sus hijas, y por todos. Recibieron en represalia: palos, persecuciones, difamaciones, secuestros, nuevas desapariciones, como es el caso de nuestra inolvidable Azucena Villaflor. Porque si de violencia hablamos, hablemos del Estado…
“Sobre pañuelos blancos, y sus conjuros”
Dicen que se plantaron en ronda… en una plaza…
Que se las veía valientes ante el peligro…
Que las llamaban “locas” por bailar solas…
Y que ellas bailaban… cuerpeando al miedo…
Dicen que hacían conjuros… con sus pañuelos…
Que en 30.000 rincones… fueron buscando…
Que “no debían buscar”… y fueron buscadas…
Dicen que en esta patria… tan dolorida…
hubo historias de madres… que por sus hijos…
¡fueron paridas!
En recuerdo de María Soledad…
Nos convoca María Soledad Morales, cuyo “caso” conmovió a la Argentina. Joven catamarqueña de 17 años, de familia humilde, estudiante secundaria, salvajemente ultrajada, violada y luego muerta a manos de los “hijos del poder” y sus encubridores (hoy todos libres): esos hijos sanos del patriarcado.
Eran años en que la figura del “femicidio” o del “feminicidio” aún “ni figuraba en el mapa”.
Enfrentan remates… “cantando el Himno”
Nos convocan aquellas “señoras” del Movimiento de Mujeres en Lucha, que en lo peor del “infierno menemista” se organizaron en un puñado y salieron a las calles a plantarse logrando “impedir” los remates de las tierras, movimiento que se extendió luego a casi todas las provincias argentinas.
Alterando el orden de la “resignación”, desvelaron e inquietaron a importantes señores de los gobiernos y a los banqueros, y dejaron “sin dormir” a renombradas personas de renombradas familias tradicionalmente “abnegadas” apropiadoras de hectáreas y hectáreas de tierras argentinas, con una sola e infalible herramienta: aparecerse de improviso y cantando el Himno, impedir remates.
Tomadas literalmente “de los pelos”, a los golpes y empujones, fueron apresadas aquella vez en la ciudad de Mercedes.
Salieron y siguieron: frenando remates… cantando el Himno…
Esas voces… ¡siempre presentes!
Nos convocan las que ya no están, las que ya no tienen voz, pero “siempre presentes” hablan en la nuestra.
Discriminaciones, cárcel, sometimientos, maltratos, abusos, violaciones, secuestros, violencia, explotación sexual y trata, mutilaciones, quemas, asesinatos, entierros… ¡Cuando tocan a una, respondemos todas!
Nos convocan en nuestras luchas, en definitiva y por siempre, millones de mujeres anónimas: de todas las edades; de todos los trabajos; de los barrios, las originarias y desocupadas enfrentando la “violencia del hambre” entre otras tantas; las de las fábricas, las de las escuelas; en las ciudades como en el campo; las de toda geografía y toda guerra. Clamamos de cualquier modo y “a todo terreno” por la vida que merecemos y nos roban.
¡Porque estallarán rebeldías por millones! Una y otra vez… Una y otra vez… Cientos de miles…
Tantas y tales… como sean necesarias…
(*) Adriana Lynch. Miembro del Foro por la Recuperación del Paraná. Docente.