Por Feliciano Ramos(*)
Una nota digital titula que la Administración General de Puertos licita el desguace de la Draga 259-C Mendoza, de propiedad del Estado argentino. O sea, de todo el pueblo argentino, porque nunca debemos dejar de tener presente que las propiedades del Estado son del pueblo.
Recuerdo tantos magníficos años como tripulante de esta poderosa draga, incluso durante su reparación general en Tandanor, para luego ser enviada a dragar a Mar del Plata. Es así, esta draga se envió a dragar el puerto de Mar del Plata reparada a nuevo. Motores y casco fueron recorridos y reparados o cambiados, así como cadenas y anclas de fondeos, también palas de timones, hélices y línea de ejes reparados totalmente. Además, el tren de dragado se hizo a nuevo (cabezales, flexibles y bombas de dragado) y se le colocó la tecnología nueva de dragado; todo esto pagó el Estado (o sea todos nosotros, los argentinos con nuestros impuestos).
Draga 259-C en el puerto de Mar del Plata
Una vez llegada a Mar del Plata, el consorcio se hizo cargo del trabajo de dragado pero este no puso un solo peso para mantenerla en las mismas condiciones de dragado que la recibió. Es una constante que en cada campaña de dragado el Estado repare a nuevas las dragas y luego estas quedan desgastadas y abandonadas a su suerte. Ocurrió lo mismo en el dragado del río Uruguay con la Draga 258-C Santa Fe y también con la Draga cortadora 332-C Misiones que hizo la defensa de la ciudad de Formosa. Tuve la suerte de estar embarcado en todas estas embarcaciones y ser testigo presencial de todo esto.
Pero la historia de la Draga 259-C Mendoza en Mar de Plata fue la siguiente: la draga estaba amarrada en los muelles de la base naval al amparo de las inclemencias del mar, pero cuando se rescató la Fragata Libertad de la interdicción de los fondos buitres y al regreso de la misma a dicha base naval se hizo un acto, que contó hasta con la presencia de la presidenta de la nación. La Fragata Libertad amarraría en proximidades del amarre de la draga y como a la Draga 259-C Mendoza no le pusieron un peso ni para pintura y se estaba oxidando por la sal del mar, no tuvieron mejor idea que sacarla porque visualmente deslucía el acto. La llevaron a un muelle donde no hay protección y el mar golpea mucho. La draga comenzó a golpear contra el muelle y entonces el capitán y los tripulantes, para protegerla, para salvarla, libraron una ardua lucha contra la burocracia de los funcionarios y contra el mismo mar; fue una lucha desigual que nunca encontró eco en la superioridad. Para graficar: solicitaron por todos los medios protección para que no golpee contra el muelle, y la protección adecuada es de las de buques tipo Yokohama, como se ve en la imagen.
Lo único que consiguieron fue que les den unas cuantas cubiertas viejas que no sirven para nada ante la fuerza del mar.
De ahí en adelante la lucha de los trabajadores embarcados por mantener a flote la draga fue totalmente titánica y desigual con el solo apoyo del Sindicato de Dragado y Balizamiento y sin ningún otro apoyo. Los trabajadores lucharon como solo ellos saben. Hoy, con este gobierno sádico, estos trabajadores (como los demás compañeros míos de trabajo) están en disponibilidad, y a los que estaban contratados no les renovaron, porque lo único que sabe el gobierno es despedir trabajadores de la manera más cruel posible.
Hoy, el mismo Estado que no puso un solo centavo para mantener y proteger la draga, licita para desguazarla. Una licitación que tendrá seguro un costo de más un centenar de millones.
Esto es una constante de los responsables del Estado en abandonar sus bienes y no proteger el patrimonio de todos los argentinos.
Recuerdo que en el gobierno de Macri yo estaba embarcado como capitán de la Draga 261-C Córdoba en la ciudad de Buenos Aires, isla Demarchi. La draga había salido de una licitación de reparación general en Tandanor, y había que terminar con dicha reparación a flote, ni un solo peso hubo para terminar la reparación. La Draga 261-C Córdoba debía de culminar la reparación, ya que poco le faltaba para salir a dragar. Reitero, ni un solo peso hubo para concluir la reparación.
A pocos metros del lugar de amarre había otra draga hundida apoyada en el lecho del río por la poca profundidad del agua, era la Draga 260-C Santa Cruz, que hace años estaba así hundida.
Draga 260-C Santa Cruz
No hubo plata para terminar de reparar la Draga 261-C Córdoba, pero si para desguazar una draga hundida hace años. Fue tanta mi indignación que tomé la foto del cartel. Había para eso más de 65 millones más IVA, pero para reparar y mantener ¡nada!, ¡ni un peso para un tarro de pintura! Una constante en la suprimida Dirección Nacional de Vías Navegables. Solo la lucha titánica desigual de los trabajadores contra el desinterés y las políticas privatistas y extranjerizantes que ningunean lo nuestro y solo valoran lo ajeno se interpone ante el abandono y la destrucción.
En ese entonces yo me preguntaba y me pregunto hoy: ¿Cómo podemos como país crecer, desarrollarnos y ser una nación independiente con esta forma de proceder? ¿Cómo podemos abandonar lo que se puede salvar y gastar fortunas para desguazar, destruir, demoler, suprimir y ni un solo peso para reparar, construir, edificar, erigir, levantar?
Lo mismo sucede con el país, todos los gobiernos se ocupan más de destruir que de construir. Hay una nación destruida, desguazada, que hay que levantar, que reconstruir.
Tengo la impresión de que sale más desguazar la Draga 259-C Mendoza que hacer los trabajos de reparación necesarios a flote para poder llevarla a un astillero cercano para luego repararla. Pero hace muchas décadas que la palabra “reparar” no está en el diccionario de los funcionarios que jamás funcionan, por lo menos para el bien de la nación.
“Haciendo lo que hay que hacer” anunciaba el cartel, en realidad era “haciendo lo que NO hay que hacer”.
Los predios de la suprimida Dirección Nacional de Vías Navegables junto con sus muelles, galpones, oficinas y barcos, de a poco se van pareciendo a los talleres y estaciones herrumbradas de los Ferrocarriles Argentinos: gigantes vacíos e inactivos, testigos involuntarios de la gran nación, del gran país que alguna vez fuimos, que nos interpelan, que nos demandan desandar el camino para recuperar la Argentina y volver a construir en vez destruir un gran país.
(*) Feliciano Ramos. Capitán Fluvial. Miembro de “Foro por la Recuperación del Paraná”
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