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ACERO SOBERANÍA

Acero: “Base de la Independencia y pilar para un desarrollo soberano”

Por Severo Van Kruijssen (*)

Es intención de este artículo rescatar y difundir aquellos capítulos de nuestra historia que nos alumbran en la búsqueda desvelada y actual de los caminos por la verdadera independencia y soberanía para nuestra Patria y el pueblo argentino.

Con ese espíritu, este escrito es una aproximación para recuperar a dos figuras de trascendencia central que, por su obra, ponen en valor la relevancia del acero en Argentina, considerada “la madre de todas las industrias”.

Se trata de Fray Luis Beltrán y del General Manuel Savio, quienes desarrollaron sus obras en distintos períodos históricos, siendo aportes invalorables como “base de la Independencia y pilar para un desarrollo soberano”.

Fray Luis Beltrán, el acero y la Independencia

Fray José Luis Marcelo Beltrán fue fraile franciscano. Nació en 1784 en San Juan, un 7 de septiembre. Hijo de padre francés y madre sanjuanina, sus estudios comenzaron a los 16 años en el convento de San Francisco en Mendoza, donde estudió matemática, física, mecánica, entre otras ciencias en forma teórica y práctica.

Este “vulcano con sotana”, entre otros apodos que llegó a tener, ha ganado en honor a su obra que en la fecha de su nacimiento, el 7 de septiembre, se conmemore en Argentina el “día del metalúrgico”.

Pero no se hace referencia en grado suficiente, al menos en general, cuando hablamos de los “revolucionarios de mayo”, al rol protagónico que debe ocupar su labor revolucionaria, de la cual trata este escrito.

La historia del acero comienza siempre ligada a procesos de colonización por parte de las grandes potencias, o a procesos de liberación nacional por parte de los países colonizados.

En este artículo, donde tomamos la figura de Fray Luis Beltrán, solo expondremos sobre los países colonizados para no extendernos tanto, tomando a Argentina dentro de la región sudamericana.

Es fundamental, para despejar los nubarrones que nos impiden ver el camino a la independencia y la felicidad del pueblo argentino, conocer nuestra historia. Y nuestra historia nos enseña que la independencia sudamericana y la lucha por la soberanía siempre caminaron de la mano de un proceso industrializador. Sea cuando estuvo oprimida bajo la forma de colonia (¹), como bajo la forma de dependencia (²); donde fue imperativo, urgente, y punto de partida, desarrollar la siderurgia y la metalurgia ligadas a la industria de defensa nacional.

Para dar sustento a esta afirmación podemos comenzar por las invasiones inglesas de 1806 y 1807, porque fue en 1808 cuando Santiago de Liniers decide crear la primera fundición de carácter militar para contar con suministros locales en previsión de otra invasión. Y luego de la “revolución de mayo”, la Primera Junta de Gobierno crea en 1811 la armería real, la primera fábrica de pólvora en Córdoba. Tras la derrota de Huaqui (³) se crea en 1812 la Fundición Militar de Bs. As.

Pero fue la gran epopeya del “Cruce de los Andes” liderada por el General José de San Martín, una de las mayores proezas que conozca la historia de la humanidad, la que nos permitirá ver con mayor claridad, y nos permitirá conocer al padre Beltrán.

 El Cruce transcurre entre 1814 y 1818 pero, claro está, únicamente tomaremos algunos hechos y aspectos que nos sirven al tema que tratamos aquí.

Volviendo a la trayectoria de Beltrán, luego de algunos años de haber sido trasladado a Santiago de Chile, en 1812 ingresa como capellán del ejército independentista chileno al mando de Miguel Carrera, donde llegó a ser “teniente de artillería” tras recomponerse el parque de artillería gracias a sus habilidades metalúrgicas y productivas, además de protagonizar con gallardía en el campo de batalla. Luego de varias derrotas de los patriotas chilenos, tras la de Rancagua el 2 de octubre de 1814 regresó a este lado de la cordillera junto a un millar de soldados chilenos.

A su regreso, sirvió en Mendoza en el ejército patrio al mando del General José de San Martín, por ese entonces gobernador de Cuyo. Beltrán había sido recomendado por Bernardo O’Higgins, general que le había otorgado el grado de “teniente” en el ejército chileno, y quien lideró una de las dos columnas principales del Cruce de los Andes, muy cercano a las ideas y métodos de San Martín.

La tarea del “fraile” en el Cruce lo ocupó unos tres años, incluyendo la preparación del cruce, el cruce y las tres batallas que le siguieron.

El 1° de mayo de 1815, San Martín lo designó al frente del parque y la maestranza del Ejército de los Andes, y el 26 de febrero de 1816 ya es premiado con grado de “teniente primero” con grado de capitán. En el campamento de El Plumerillo fue donde instaló el taller, o más bien, la “fábrica”.

Allí se fabricaron o repararon : cartuchos, mochilas, cureñas, caramañolas, estribos, herraduras, municiones, balas de cañón, fusiles, sables, granadas, botas, zapatos, tiendas de campaña, uniformes, monturas, bayonetas, obuses, cañones morteros… Inventó y fabricó unas zorras (carro estrecho y liviano de cuatro ruedas con la extensión de los cañones, a los cuales portaba). En la fábrica llegaron a trabajar hasta 700 personas en turnos rotativos.

Hay que tener en cuenta que si bien una parte de algunos elementos como armas, tiendas de campaña, etc., se consiguieron en Bs. As. y en otros lugares, esto era poco para resolver semejante odisea teniendo en cuenta que el cruce contó con 5.400 personas (4.000 soldados), que soportaron variaciones de temperatura de 40° C (entre 30° C y -10° C). El cruce duró al menos dos semanas, recorriendo unos 500 km, sin poblados intermedios para reaprovisionarse o descansar, por lo que había muchos elementos por fabricar y en gran cantidad.

Los uniformes no solo se cosieron, sino que además se construyó un batán, que era una máquina para lograr la tela deseada y esta se tiñó de azul.

En la fábrica de pólvora, donde Fray Luis Beltrán comenzó ayudando y terminó dirigiendo, se elaboró en gran cantidad y calidad.

La Cordillera de los Andes es la segunda más alta del mundo (con alturas promedio de 3.000 o 4.000 metros sobre el nivel del mar), con partes empinadas, otras muy angostas, con ríos y arroyos. Para cruzarla, se construyeron puentes colgantes desplegables, arneses, portones, anclas, aparejos, y otras herramientas que el fraile utilizó junto a más de un centenar de hombres para el cruce y traslado de personas, animales, enseres, alimentos; ya sea acondicionado el camino, desplegando el puente sobre ríos y acantilados, utilizando aparejos para levantar y bajar cañones o carga de mulas, entre otros. Un verdadero sinfín de trabajos.

Para salvar la duda de si era posible cruzar la cordillera con semejante equipaje, Fray Luis Beltrán le dijo a San Martín: “Si los cañones deben tener alas, las tendrán”.

Una vez realizado el cruce y del triunfo en la batalla de Chacabuco, donde recibió la “medalla de plata”, deviene la batalla de Cancha Rayada, donde no solo el ejército patrio es derrotado, sino que además queda diezmado en armas y municiones. Y es aquí donde vuelve a aparecer el gran genio industrial y metalúrgico Fray Luis Beltrán, “proveyendo en 16 días: 22 cañones, cientos de fusiles y miles de municiones”.(⁴)

Luego, “el padre” continuó cumpliendo este rol en la lucha por la Independencia en Perú y terminó en lo que hoy es Uruguay.

Hasta aquí bajo la forma de colonia.

Vale aclarar que la derrota del sector que pretendía la independencia argentina “de toda dominación extranjera “ y que pretendía democratizar la tierra e industrializar el país, traba y detiene este proceso en sus albores, no permitiendo desarrollarnos según las necesidades de un país libre y soberano. Muy por el contrario, su desarrollo continuó según las necesidades de intereses extranjeros junto a sus servidores y socios internos (principalmente terratenientes) que nos impulsaban como un país productor de materias primas sin mayor industria que la vinculada a esta producción, y esto solo cuando no podía traerse desde fuera.

Es necesario hacer una observación de suma importancia, y es que este proceso industrializador no se detuvo por detenerse la guerra. En la conquista de la independencia y la soberanía, la guerra fue solo el comienzo. Luego vino la disputa en la lucha por un desarrollo continuo de las fuerzas productivas, que permitan sostener y avanzar en la independencia. Su desarrollo se detuvo porque en esa disputa perdió el sector revolucionario de los “patriotas de mayo”.

Es posible, y más aún necesario, el desarrollo de una industria siderúrgica en conjunto con la industria de defensa, la industria naviera y la ferroviaria. Esto de la mano de un programa de unidad nacional con eje en la soberanía que permita el desarrollo independiente de las fuerzas productivas para un país de pleno empleo y que vislumbre el sueño colectivo de nuestros “patriotas de mayo”.

Manuel Savio, el acero y la soberanía

Ya en la etapa de nuestro país dependiente de distintos imperialismos, traeremos el gran ejemplo del General Manuel Savio.

Si bien es difícil poner fecha exacta al comienzo de un proceso debido a los múltiples aspectos que actúan en él, podríamos decir que el año 1936, al asumir el General Savio como director de Fabricaciones Militares, señala el comienzo de un nuevo momento.

Fabricaciones Militares contenía la fábrica militar de aviones, la fábrica de armas portátiles, la fábrica de material de comunicaciones, la fábrica de pólvoras y explosivos, la fábrica de municiones y artillería, y la fábrica de aceros (que sirvió de escuela para el desarrollo de esta industria). Previamente, Savio ya había creado la “escuela superior técnica”.

En 1941 se funda la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM), de la cual él fue el principal impulsor y director, y desde allí se abordó un proyecto que fue un motor de la industrialización nacional

Vale aclarar que todo el proyecto dirigido principalmente desde DGFM, tenía en su objetivo industrializar y romper las cadenas de la dependencia y descentralizar la industria de Bs. As. para poder integrar y desarrollar todo el territorio nacional. Planteo opuesto a las posturas sionistas y entreguistas de entonces y de ahora con Javier Milei, como cara visible de quienes pretenden rematar por partes a la Nación Argentina.

Es imposible recuperar y lograr nuestra independencia y nuestra soberanía sin este desarrollo en toda la amplitud del territorio, incluido el acuático que representa el 63 % de nuestro territorio.

El General Manuel Savio, considerado también “padre de la siderurgia”, creó en Jujuy Altos Hornos Zapla, que fue la primera siderúrgica argentina en transformar mineral de hierro en arrabio, abasteciendo a siderúrgicas que no contaban con Altos Hornos, a empresas privadas y estatales, además de fabricar su propio acero, su laminado, proveerse de materia prima 100 % nacional y crear un polo industrial en el norte argentino.

Creó el plan siderúrgico nacional que contemplaba a SOMISA, empresa siderúrgica mixta que durante su existencia como tal fue la más importante de Argentina por cantidad y calidad de producción, por tener todas las etapas de producción y por hacer casi el 100 % de los laminados planos, abastecida con materia prima en gran medida nacional. Este proyecto trazó el camino para Hierro Patagónico Sociedad Anónima Minera, en Sierra Grande, HIPASAM, que abasteció de mineral de hierro a SOMISA durante 12 años.

Todo este proceso de “ganar soberanía”, tanto industrial como ideológica, asienta sus bases más sólidas en un periodo internacional de liberación nacional de una gran cantidad de países y, en Argentina, durante los dos gobiernos peronistas, cuando el Estado toma en sus manos palancas claves de la economía, entre estas la industria siderúrgica, continuando su desarrollo hasta que la dictadura del 76 revierte la línea de ascenso a descenso. Luego, el menemismo logró profundizar la dependencia a tal punto que hubo un programa televisivo de más del 40% de rating, conducido entonces por Tato Bores, que hablaba en un sketch de la “desaparición” de la Argentina, situación a la que en los tiempos actuales Milei pretende llevarnos con agresiva y violenta rapidez y toda profundidad.

Es imprescindible oponerle a este gobierno “regalapatria” el conocimiento de nuestra historia pasada como reciente y sus mejores experiencias, la denuncia permanente de la gravedad de la situación, y las propuestas necesarias para un “proyecto de unidad nacional que enarbole la bandera argentina soberana”. Una bandera que además del celeste y blanco de nuestra patria, contenga los colores de los estandartes de nuestros países y pueblos hermanos de Latinoamérica.

1)  El rasgo distintivos de las colonias es la imposición de una minoría extranjera sobre una población nativa a partir de una relación de fuerza y violencia directa con ocupación militar, de funcionarios, comerciantes e industriales, asentada en el poder militar, con el objetivo del robo y saqueo de materias primas y ganancias obtenidas por el pueblo nativo trabajador

2) Los países dependientes gozan formalmente de independencia política pero, en realidad, están envueltos en las redes de la dependencia financiera y diplomática.

3) Batalla perdida contra los realistas que logra en ese momento la escisión del Perú de la Argentina, debilitando la “patria grande” soñada y deseada por los “patriotas de mayo”.

4) Felipe Pigna “El enloquecido por la revolución”

(*) Severo Van Kruijssen es miembro del Encuentro Federal por la Soberanía y del Foro por la Recuperación del Paraná.

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BELGRANO DEBATES HISTORIA

Con Belgrano no, Milei.

Por Luciano Orellano y Germán Mangione (*)

Cualquier argentino o argentina que ame a su patria y su bandera deber haber sentido como propio, como nos sucedió a nosotros, el agravio que ayer se le hizo a nuestro gran patriota (y primer soldado de la patria durante las invasiones inglesas) Manuel Belgrano en el Monumento Nacional a la Bandera en Rosario.

En un nuevo acto miserable de tergiversación de la historia nacional el candidato a presidente Javier Milei intentó una semblanza de Belgrano con la intención de apropiarse la figura de uno de los mejores hombres que dio la Argentina.

“Es muy importante la referencia histórica a quien ha sido el creador de la bandera. El general Manuel Belgrano. Sepan que Belgrano estudio en la Universidad de Salamanca. ¿Y por qué es importante para nosotros los liberales que uno de los grandes héroes de la patria haya estudiado en Salamanca? Porque la escuela de Salamanca es donde tú inicio la escuela escolástica que es la cuna del liberalismo.Por eso también cuando ustedes leen las obras de Belgrano, no solo se respira libertad, sino que también se nota la influencia liberal del padre del liberalismo Adam Smith. Por lo tanto nuestra revolución de mayo tiene en Belgrano a un liberal” dijo ayer ante una multitud el representante de los intereses extranjeros y de la economía concentrada de argentina, Javier Milei.

¿Qué tiene que ver el general Manuel Belgrano que dejo su sangre por liberar a la patria del yugo extranjero y de las minorías monopolistas y terratenientes, con lo que plantea Javier Milei? Absolutamente nada.

Así como utilizan para sus intereses minoritarios el concepto de libertad, que en sus manos es solo libertad de mercado a cualquier costo, ahora intentan utilizar la lucha y la historia de la gesta de mayo que nada tiene que ver con los programas y las ideas libertarias y fascistas que impulsan Milei y sus secuaces.

Qué tiene que ver un tipo como Milei que plantea que la propiedad privada está por encima de todo, a costo incluso de la exclusión de miles de compatriotas, con Belgrano que aseguraba que:

“Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas; la una dispone de los frutos de la tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo la reproducción anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su industria para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio de lo que les sobra. El imperio de la propiedades el que reduce a la mayor parte de los hombres a lo más estrechamente necesario…”

¿Cómo puede tener la desvergüenza de arrogarse la continuación de la obra del general Belgrano una fuerza política que plantea que solo el mercado debe regular la economía, excluyendo al estado de su rol de orientador y protector de la economía nacional? ¿Un espacio político que asegura que que hay que abrir la economía a las potencias extranjeras, incluso al costo de que desaparezcan miles de industrias, con las ideas económicas de avanzada de Belgrano?

Decía Belgrano que la única manera de que la patria florezca era “… fomentar agricultura, animar la industria, proteger el comercio”, y aseguraba que la industria debía ser alentada y guiada por el gobierno “… tomar otras medidas para llevarlas por la senda recta y no dejarlas caminar al antojo y capricho, sin principio ni regla fija”.

También nos dejó conceptos económicos claros, que están en las antípodas de lo que hoy plantea este representante de la oligarquía y los intereses foráneos que es Javier Milei:

“la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”.

 “… con el infernal monopolio, se reducirán las riquezas a unas cuantas manos que arrancan el jugo de la Patria y la reducen a la miseria…”

“… Toda nación que deja hacer por otra una navegación que podría hacer por ella misma, compromete su soberanía y lesiona gravemente la economía de sus habitantes…” 

“… los países que se dedican a producir materia prima, generan desempleo en su país, y empleo en el país que la compra…”

¿Cómo pueden intentar la apropiación histórica del gran defensor e impulsor de la educación pública y gratuita para todos como Belgrano quienes anuncian a los cuatro vientos que de llegar al poder van a privatizar la educación y la salud y arancelar la Universidad?

Belgrano era el primer impulsor de “fomentar la educación y los oficios…” y consideraba a la educación como un elemento central para el desarrollo tanto económico como social. Creó escuelas de dibujo técnico, matemática y de náutica, y propuso la creación de otras, entre ellas la de agricultura.

Tenía muy claro la importancia de fomentar la educación y capacitar al pueblo para que aprenda ciencias, técnicas, arte y oficios y puedan aplicarlos al desarrollo nacional.

No hay nadie más lejano de las ideas de Milei que un patriota como Manuel que proponía repartir la tierra “… las tierras de los pueblos, se repartirán en prorrata, entre todos para que unos y otros puedan darse la mano…” para desarrollar la economía, poniendo el cuidado de la naturaleza como eje … “cerciorado de los excesos horrorosos que se cometen con la flora, talando árboles y que se aprovechan de los naturales sin pagarles el trabajo y los hacen padecer castigos escandalosos, constituyéndose en jueces y causas propias, prohíbo que se pueda cortar árbol alguno…”; mientras los libertarios ponderan que es un derecho de las empresas contaminar los ríos porque no son de nadie.

Las ideas económicas de Belgrano eran ante todo ideas de soberanía y en desafío abierto intereses imperiales de Inglaterra (a sus socios locales) y a las ideas de la época como las que pregonaban los filósofos liberales que tanto reivindica Milei.

Belgrano rechazaba la idea de que el Estado tomara deuda externa y lo hizo con estas palabras textuales: “El grueso interés del dinero convida a los extranjeros a hacer pasar el suyo para venir a ser acreedores del Estado. No nos detengamos sobre la preocupación pueril, que mira la arribada de este dinero como una ventaja: ya se ha referido algo tratando de la circulación del dinero. Los rivales de un pueblo no tienen medio más cierto de arruinar su comercio, que el tomar interés en sus deudas públicas”.

¿Cómo pueden querer robarse la figura de Belgrano los ciervos del FMI que prometen más ajuste, incluso al costo de sudor y lágrimas del pueblo para cumplir con la deuda ilegitima, ilegal y fraudulenta?

La defensa de la industria nacional, la protección de la producción local, y un estado que provea tierras y educación a sus habitantes, iba (y sigue yendo) en contra de los intereses de las metrópolis imperiales y sus teóricos que ven en nuestros países solo proveedores de materias primas y compradores de sus manufacturas, para lo cual se sirven de la idea del libre mercado a ultranza, que solo beneficia sus intereses.

Las ideas de Belgrano deben ser desagraviadas, y rescatadas del robo y la apropiación espuria de los oportunistas libertarios.

Un espacio político cuyo líder reivindica a la genocida pirata Margaret Thatcher, ofendiendo el sentimiento nacional más profundo que tiene nuestro pueblo,  que nos llegan de orgullo y gratitud hacia esa reserva moral de la nación que son nuestros héroes de Malvinas.

Belgrano y sus ideas de defensa de la industria nacional, la educación pública y gratuita, la generación de empleo, la crítica al librecambio y al endeudamiento, y sobre todo de defensa de la patria son las ideas de los verdaderos patriotas que nada tienen que ver con Milei, Macri y el resto de los cipayos que se dicen argentinos pero sirven a los intereses extranjeros.

Seguimos reivindicando el sueño de Belgrano de un país próspero, justo y soberano, que es nuestro sueño y no vamos a permitir que sea apropiado por aquellos que como decía el padre de la bandera actúan “en contra de la causa de la Patria, que tal vez son habidos del sudor y sangre de los mismos naturales…”

Porque se ha derramado mucha sangre para la verdadera libertad de la patria es que seguimos levantando tus banderas Manuel y gritando: “Ni amo viejo, ni amo nuevo, ¡ningún amo!”

(*) Miembros del Foro por la Recuperación del Paraná (Rosario)

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BANDERA CULTURA HISTORIA

13 de febrero de 1813: “Un juramento ante una bandera soberana”

Por Sergio Juan Coppoli (*)

La Asamblea del año XIII se formó con los objetivos de declarar la independencia y dar a estas Provincias Unidas una constitución. No hizo ni una cosa ni la otra. Esto, junto al rechazo de los diputados artiguistas, son las principales críticas que se le pueden hacer.

En favor de la labor de la Asamblea, podemos destacar  medidas de gran importancia como la acuñación de una moneda propia sin la imagen de Fernando VII; el establecimiento del Escudo, diseñado sobre el sello de la propia Asamblea y el Himno compuesto por Vicente López y Planes y Blas Parera; la abolición de la Inquisición y de los instrumentos de tortura. También derogó toda forma de servicio personal de quienes pertenecían a los pueblos originarios, tales como la mita y la encomienda y además, estableció la libertad de vientres.

Y lo más importante: la Asamblea asumió la soberanía en nombre del pueblo y no de Fernando VII.

En consecuencia, las autoridades políticas, militares y religiosas debían jurar y manifestar fidelidad a la “asamblea soberana” y no al rey, aún cautivo de Napoleón. La máscara de Fernando VII caía para no volver a levantarse.

 

El Ejército del Norte al mando de Belgrano, jura obediencia a la Asamblea del Año XIII

El Ejército Auxiliar al Alto Perú, al mando de Belgrano, tras la victoria en Tucumán avanzaba hacia Salta, donde libraría otra batalla decisiva. Ya no estaba el primer Triunvirato y su secretario Rivadavia, que habían ordenado la destrucción de la bandera, recelosos de la independencia y temerosos de la reacción española e inglesa. Belgrano había prometido esconderla y enarbolarla cuando un triunfo importante lo permitiera y Tucumán había sido esa victoria esperada. Antes de cruzar el Río Pasaje, el 13 de febrero de 1813, el General Belgrano hizo formar las tropas y prestar juramento de fidelidad. Para ello volvió a izar la bandera azul celeste y blanca, creada por él a orillas del Paraná, en el humilde y patriótico caserío del Rosario, casi un año antes. Desde entonces, desde ese 13 de febrero, nuestra bandera proclama a las naciones del mundo que ya no tenemos el amo viejo y que nuestra decisión es no tener amo alguno. Proclama nuestra soberanía, una soberanía a sostener, defender y recuperar con la firmeza y valentía de entonces.

El 20 de febrero de 1813, la bandera creada en las barrancas del Paraná  flameó en Salta, triunfal por vez primera en el campo de batalla.

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

 

Bibliografía:

  • “Martín Güemes El héroe mártir” de Luís Oscar Colmenares – Ediciones Ciudad Argentina – Buenos Aires – 1998 – Págs. 49/51

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HISTORIA RIO PARANÁ SOBERANÍA

Sobre mares, ríos, puertas a la tierra y “soberanía”…

Por Sergio Coppoli*

“Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados,

eran los hombres barbados de la profecía esperada…”

Así comienza  “La maldición de Malinche”, canción de Gabino Palomares.

Los Invasores siempre llegaron por mar a nuestras tierras.

Vinieron por mar… Pero se encontraron con los grandes ríos navegables y por  esos ríos se internaron en tierra americana. Cuando llegaron a la  desembocadura del Paraná en el Atlántico, lo nombraron Mar Dulce. Después fue Río de la Plata, ya que por sus aguas pensaban llegar a la ciudad  de los césares, construida en plata, oro y piedras preciosas.

No había ciudad de los césares ¡pero había un Potosí!

Juan de Garay decidió abrir “puertas a la tierra”, puertos que permitieran llegar a ese Potosí y su mineral de plata, y fundó Santa Fe para que ese puerto permitiera unir  Asunción con el Potosí. Después fundó Buenos Aires para que esa puerta a la tierra también fuera una “puerta al mar” por donde llevarse las riquezas  rapiñadas.

Vinieron por mar… Tanto aquellos que supuestamente “descubrieron” nuevas tierras y las invadieron, en nombre del rey, como la task force inglesa que vino para usurpar nuevamente Malvinas.

Vinieron por mar… Tanto aquellos que venían buscando especias y metales preciosos para nutrir la avidez europea y el capitalismo naciente, como los  que ayer venían a traer sus manufacturas y llevarse nuestras materias primas en un negocio fabuloso para los poderosos de la tierra. Para ello pretendieron y pretenden hacerse dueños de puertos, ríos y barcos. Para que el negocio, de las potencias que mandan, sea más “completito”.

La guerra del Paraná, con hitos en la Vuelta de Obligado el 20 de noviembre  de 1845, en una derrota gloriosa de las fuerzas criollas, y en la Angostura del  Quebracho el 4 de junio de 1846, con una victoria decisiva de las fuerzas  comandadas por Lucio Mansilla, aseguró durante un tiempo el dominio  nacional sobre ríos y puertos. San Martín, con toda razón, equiparó estas acciones con la “guerra de independencia”.

Hoy, nos encontramos nuevamente en lucha por el dominio nacional de ríos, puertos, mares, barcos y astilleros. Una nueva etapa en esta larga lucha,  también equiparable con la guerra de independencia y la guerra del Paraná.

Soberanía es el dominio nacional sobre nuestras tierras, nuestros puertos, nuestros ríos, y nuestros mares. Y por una flota nacional, fluvial y marítima, que los navegue.

 

(*) Sergio Cópolli. Integrante del Foro por la recuperación del Paraná. Psicólogo.

 

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