Ideas- base del desarrollo de la columna radial en el programa “Frecuencia Soberana”, del sábado 01/06/2024
por Adriana Lynch
¡Crueldad! ¡Hechos sostenidos en ideas de una tremenda crueldad!
En medio de disputas culturales, de hechos, ideas y conductas, es necesario combatirlos con fuerza y batallar contra ellas, no porque no lo hayamos hecho siempre, sino porque la situación se ha agravado y corren peligrosamente en nuestros días. Vemos cómo las hacen reflotar, a conveniencia, funcionales a los intereses de minorías dominantes, de adentro y de afuera.
Y aunque nos sorprendamos de que reaparezcan, porque a muchas de ellas las creíamos derrotadas, aparecen una y otra vez y aunque a veces metamorfoseadas, las reciclan, las renuevan, las reutilizan, inventan nuevas y avanzan, desarrollando los argumentos para justificarlas.
Asistimos a un momento en Argentina, no porque no tenga su correlato a nivel mundial, sino porque disparado desde los sectores del poder parece avalarse impunemente que “cualquiera puede decir cualquier cosa de quien sea”.
La principal expresión por estos tiempos que trasciende nuestras fronteras, hoy en riesgo seriamente agravado, es por supuesto el actual presidente Milei que juega exultante su propio “fenómeno”. Está a la vista, por supuesto, que de ningún modo es el único, ya que se encuentra ¡muy bien acompañado!
Envilecen la palabra “libertad” y su contenido, que supone la exacerbación de una repugnante idea de libertad “individual” absolutamente “ajena a la esencia humana”:
“… va a llegar un momento en el que la gente se va a morir de hambre y van a decidir alguna manera para no morirse”. (Javier Milei)
La invitación a esta reflexión es muy importante porque estas ideas y sus consecuentes hechos, estas barbaridades, estas expresiones altamente repudiables las dice el jefe de un gobierno que, por dar solo un ejemplo, escondió, se guardó (y está convencido de que fue justo) toneladas de mercadería destinadas a paliar el hambre del prójimo, que tendrá la “libertad” de decidir, ante el hambre, cuál será su manera para “no morirse”.
Mientras tanto, vivimos con profunda indignación ¡que la comida de la gente sigue guardada bajo 5.000 toneladas de candados! (Recomendación: escuchar atentamente el tema “Disculpe elseñor”, de Joan Manuel Serrat).
Crean también, desde la vereda de “la gente de bien” para la que se desvelan por gobernar, unas generalizaciones de supuestos conglomerados homogéneos y enemigos donde engloban, sin distinción de existencia: “la casta”, “los zurdos”, “los kirchneristas”…
Se asientan en los grandes medios de comunicación bien pagos que les son funcionales, se incrustan en lo cotidiano y nos invaden, a base de una pretensión que a fuerza de acostumbrar nuestra escucha lo vuelva imperceptible. Y batallan, en forma constante, en permanentes intenciones de colonizar nuestras cabezas, y crear ideas y prejuicios que sostengan y avalen, como un velo que oculta la realidad, el avance en las enormes desigualdades, en el saqueo, en la entrega de todo lo legítimamente colectivo, y en hacernos cada vez más dependientes de los poderosos de adentro y de afuera y de los poderes concentrados mundialmente..
Descalificación y desprecio permanente: los pobres, culpables y beneficiados con su propia pobreza, y ahora libres de elegir “cómo no morirse”.
Invito a una reflexión respecto de cómo se ubica el “orden de las causas” en los tan cotidianamente llamados sectores “vulnerables”, expresión que muchas y muchos bien intencionados, usamos también frecuentemente
¿Qué son los “sectores vulnerables”? Su uso refiere a los sectores más empobrecidos y profundamente afectados, producto mayoritariamente de un orden social descarnado e injusto. Sin embargo, la denominación “vulnerables” invierte el orden, porque oculta las causas, que no pocos sabemos que se encuentran en un determinado “orden social”. Para ubicar el problema, sus causas, y el justo orden de determinación, lo correcto es (a mi entender) si hablamos de la condición humana, hablar de “sectores vulnerados” porque se han vulnerado sus “derechos” que, incluso, están constitucionalmente jerarquizados, aunque la Constitución no se cumpla.
Operan en lo cotidiano, y nos invaden, violentamente. Se les suman “fake news” y un bombardeo permanente de “datos falsos” y también “inentendibles” en muchos casos para el común de la gente que, a pesar de los esfuerzos por desmentirlos, si pasa pasa… y algo queda…
Cabe recordar, llevándolo a un extremo, a Joseph Goebbels, Jefe de propaganda del régimen de Adolf Hitler. Su cargo era “ilustración pública y propaganda”. Desde allí se dedicó a transmitir la ideología nazi en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Goebbels elaboró unos principios para tal fin, y sostenía:
“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores, y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento”.
Una de sus máximas más conocidas fue aquella “miente, miente, miente constantemente que algo quedará”. Goebbels desarrolló sus principios teniendo en cuenta también cómo arraigar ideas funcionales al régimen nazi en las mayorías.
Hoy vemos cómo operan a partir de un complejo de ideas, odios y prejuicios, difundiendo argumentos que pretenden arraigar y generar destrucción, descalificación, violencia, desprecio, ninguneo.
Esto, acorde por supuesto al momento histórico y según sus propios intereses, lo han hecho siempre desde los sectores dominantes para generar una cultura de la pasividad, el miedo, la resignación, pero sobre todo “del sometimiento”.
¡No lo han logrado!
Muchos de ellos persisten y reaparecen, a veces camuflados, a través del tiempo. Caben algunos ejemplos…
Desprecio a los negros y afrodescendientes: para justificar que fueron esclavizados como mano de obra, transformados en “mercancía”, a la par que despojados de sus tierras y riquezas. Prejuicio que muchas veces opera hoy, aún a veces entre quienes portan el mismo color de piel.
A los originarios: para justificar tanto saqueo, matanza, usurpación de tierras y riquezas, cultura, lenguas y explotación humana. Devastación de una cultura, altamente valorada sin embargo en tanto objeto y obra de arte robada para los grandes museos de las metrópolis de las grandes potencias imperialistas, como por ejemplo por los ingleses.
Desprecio a nuestros hermanos de la Patria Grande: paraguayos, bolivianos, peruanos… para justificar disputas territoriales y económicas, entre otras. Descalificación, desprecio y ninguneo al trabajo argentino y a nuestros trabajadores, que son quienes producen, los transformadores de la materia, quienes con su trabajo humano generan la riqueza. (Recomendación: Leer el poema de Brecht “Preguntas de un obrero que lee”).
A las mujeres, tildadas de sexo “débil”, etc., etc., etc., justificando así su rol de opresión para sostener una estructura social que “bajo el halo del amor” y de una “maternidad” solo concebida como un “acto de pura entrega al amor”, nos traiga la resignación y la subordinación…
Pero cada supuesta debilidad culturalmente e ideológicamente promovida desde las minorías de siempre, oculta una verdadera fortaleza.
Es urgente y permanentemente necesario, reflexionar sobre una serie de valores subyacentes, prejuicios, y valores explícitos hoy de modo virulento, que expresan claramente el desprecio, la violencia, la descalificación y el odio, fomentados y aprovechados hoy desde sectores del poder para hacer pasar sus planes que traen grandes padecimientos a las mayorías argentinas, si a Argentina nos referimos. Que circulan y operan desde la superestructura ideológica y cultural, corriendo el riesgo de naturalizarse y quedar instalados.
Es imprescindible, cotidianamente, darles batalla, en el terreno por el que transitemos. En defensa y recuperación de los legítimos derechos conquistados con luchas y en la lucha por conquistar nuevos legítimos derechos a los que aspiramos.
Compartimos la columna cultural de Adriana Lynch en el programa Frecuencia Soberana
A 20 años del estreno del documental “Memorias del Saqueo” de Fernando “Pino” Solanas, que relató la tragedia menemista y su correspondiente 2001, vuelvo a ver la película con mi hijo adolescente para pensar similitudes con los días que vivimos y recorrer el pensamiento cinematográfico del hombre que puso su mirada y su cámara al servicio de las grandes causas nacionales intentando generar herramientas para las luchas populares.
“¿Cientos de veces me he preguntado cómo es posible que en un país tan rico la pobreza y el hambre alcanzaran tal magnitud? ¿Qué sucedió con las promesas de modernidad, trabajo y bienestar que pregonaran políticos, empresarios, economistas iluminados y sus comunicadores mediáticos, si jamás el país conoció estos aberrantes niveles de desocupación e indigencia? ¿Cómo puede entenderse la enajenación del patrimonio público para pagar la deuda, si el endeudamiento se multiplicó varias veces comprometiendo el futuro por varias generaciones? ¿Cómo fue posible en democracia tanta burla al mandato del voto, tanta degradación de las instituciones republicanas, tanta sumisión a los poderes externos, tanta impunidad, corrupción y pérdida de derechos sociales?”
Fernando “Pino” Solanas
Esta serie de preguntas que se hacía (y en cierto modo nos hacía a sus espectadores) Fernando Pino Solanas ante el estreno de “Memorias del Saqueo”, en marzo de 2004, resumen el motor de la vuelta del cineasta argentino a los documentales de batalla. En este caso para retratar el recorrido del periodo neoliberal que desembocó en la pueblada nacional del 2001.El 18 de marzo de 2004, hace exactamente 20 años, se estrenaba esta 13ª película, y el quinto documental de su factoría después de un periodo en el que había desarrollado su particular cine ficción, que por ser ficción no dejaba de lado ni un milímetro la política.
El comienzo del cine de ficción de Pino se dio con dos cortometrajes: Seguir andando (1962), y Reflexión ciudadana (1963), para tener su pleno desarrollo en los años previos a la dictadura con Los hijos de Fierro (1975) y en la vuelta a la democracia la serie de películas en las que exploró el género de la ficción política con El exilio de Gardel (Tangos) (1985), Sur (1988), El viaje (1992), La nube (1998) y la inconclusa Afrodita, el sabor del amor (2001).
Memorias del saqueo, llega después de una serie de documentales de los años 70, que comenzó con la monumental obra de denuncia y combate La hora de los hornos (1968), y continuo con “Argentina, Mayo de 1969: los caminos de la liberación (1969)”, y las entrevistas “Perón, La revolución justicialista (1971)” y “Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder (1971)”.En esta nueva etapa, como en la de los 70, la filmografía de Pino tiene la múltiple función de denuncia, difusión de doctrina, herramienta de organización y por supuesto: propuesta política; y forma parte de una serie de 5 documentales que comienza con Memoria del saqueo (2004), y continua con La dignidad de los nadies (2005), Argentina latente (2007), La próxima estación (2008) y Tierra sublevada: Oro impuro (2009).
De nuevo el cine pensado en su múltiple dimensión política, y como obra conceptual. Denuncia, reivindicación de quienes resisten y proyecto de futuro en base a las reales condiciones de desarrollo truncadas hasta hoy por el saqueo extranjero y sus socios locales.
“Esta película forma parte de un fresco global de la Argentina, que yo concebí a partir del derrumbe del modelo neoliberal en Argentina, en diciembre de 2001. En los meses posteriores, durante 2002, fui concibiendo la necesidad de hacer una película larga, de testimonio y de análisis que revelara las causas de la catástrofe, del engaño, de la traición, de la “mafiaocracia” institucionalizada”
Fernando Pino Solanas
Así explicaba Pino la generación de Memoria y agregaba que estuvo concebida como la primera parte de una serie en la que luego mostró cómo las víctimas del modelo, los que se quedaron sin trabajo, sin comida, sin asistencia médica, se defendieron, “cómo nacieron nuevas formas solidarias de dar respuesta desde la necesidad a estos temas. Esta de las formas de la resistencia social, la cooperación, la solidaridad, es “La dignidad de los nadies”
Y ahí el director afirma que nació la necesidad de preguntarse, ¿qué tenemos en la Argentina? ¿Con qué contamos para reconstruirnos?.
“A partir de esto nace la necesidad de hacer esta última película (Argentina Latente) Salir a rescatar, a hacer un nuevo viaje de descubrimiento de esas potencialidades científicas y técnicas que la Argentina fue desarrollando en 150 años de vida institucional”
El saqueo 20 años después
Nunca fui muy amigo de las simplificaciones y menos en el complejo y multidimensional ámbito de la política, y sobre todo de la política argentina que siempre da la sensación que es un poco más complicada que la política a secas.
Pero la tentación de simplificar en él análisis político está siempre latente, y es difícil no pensar y mucho menos decir Milei es el menemismo renovado. Y esto se los cuento porque es casi imposible volver a ver Memorias del saqueo y no pensarlo y sentir el vacío interior y esa voz de publicidad de los 90 “no de nuevo, le decía, lo miraba y le decía no de nuevo”
Quizás por eso, por esa sensación de que es igual a aquella época, y de que quizás uno está teñido de esa experiencia, es que para hacer la nota volví a ver la película pero hice “el experimento” de invitar a mi hijo adolescente a verla conmigo. ¿Para qué? Por un lado para ver que genera esa historia reciente, pero 20 años después en una generación para la cual el Argentinazo, esa pueblada que cambio la política para siempre, es solo una efeméride o algún video que se cruzó en Youtube.
Y por el otro para corroborar si efectivamente esta idea de que el proyecto neoliberal actual tiene muchas similitudes con aquella experiencia, sirve para que nuestras generaciones (la suya y la nuestra) puedan pensar el presente a la luz de la resistencia a aquel saqueo planificado.
Pero volvamos a la película….
Una radiografía del saqueo y la resistencia
Pino le dedica esta obra, según aclara en los primeros minutos del film, “a quienes resistieron en estos años a su dignidad y coraje”. Toda una declaración de principios, que no solo reivindica la resistencia sino que denuncia la complicidad de quienes no solo “no resistieron” sino que fueron cómplices.
La película inicia con imágenes de miles de manifestantes llegando a Plaza de Mayo en aquel diciembre de 2001, se podría decir que arranca por el final, por el desenlace, para después ir desenredando el hilo de las causas que nos llevaron hasta acá, o hasta allá que es siempre más o menos lo mismo.
“¿Qué había pasado en la Argentina? ¿Cómo era posible que en una tierra tan rica se sufriera tanta hambre?”, dice la voz en off de Pino.Y enseguida da una explicación: “El país había sido devastado por un nuevo tipo de agresión; ejecutada en paz y democracia, la violencia cotidiana y silenciosa dejaba más víctimas sociales, más emigrados y muertos que los del terrorismo de Estado y la guerra de Malvinas” y vuelve a marcar la contradicción entre la tragedia social y las posibilidades del país: “Desde Tierra del Fuego a La Quiaca 4.000 km de extensión con todos los suelos y climas, una plataforma marítima de 900.000 km2 y una de las mayores reservas de agua potable del planeta; cultiva 30 millones de hectáreas; es uno de los grandes productores de alimentos pero un tercio de la población vive en condiciones de pobreza; (…) un país tan poderoso en recursos y materias primas como incapaz de defenderlos”.
Cuesta que se enganche, y en su mirada sospecho que espera el bodrio, la peli vieja y aburrida, pero se queda. El combate callejero inicial ayuda.
La forma
“La primera condición de una buena película testimonial es revelarte lo no visto, hacerte oír lo no escuchado, mostrarte lo que otros no te muestran”, respondía Pino cuando le preguntaban sobre para qué sirve el cine documental.
Premisas que no dejaron de estar presentes en ninguna de sus películas y que se ven claramente en Memorias, no solo por su contenido de denuncia sino por la forma en que está producida.
El uso del recurso del contraste que podría pensarse básico o muy simple actúa en su cine como una piña al mentón a una sociedad argentina que hace como si. Que naturaliza los contrastes sociales que le enseñaron son eternos e inmutables.
Como supo mostrar en su opera prima “La hora de los hornos” el contraste social da comienzo a la película que había comenzado por el final. La imagen de decenas de pibes y pibas comiendo de la basura de la argentina que produce riquezas a raudales derrumba las barreras de la doble moral que se horroriza por el hambre africana pero mira para otro lado cuando de la cercana se trata. Lo pone ahí en la pantalla, crudo y sin estilizar.
Incluso es de esa escena de donde sale el poster de la película. El pibe en cuero con el basural de fondo haciéndole fuck you a todos, a esos todos que la película retrata como la sociedad le pedía que se vayan, y hoy sabemos que se quedaron.En la forma de producir y filmar la película se refleja no solo el cine cercano y de batalla de Pino de siempre sino el aire de la época. El director del documental es uno más entre la gente, entre esos miles que buscan el camino para salir del infierno neoliberal. Con su cámara en mano recorre movilizaciones, piquetes, barrios devastados, hospitales desbordados y combates populares. Es el y su pequeña cámara, desde una posición cercan y horizontal recogiendo los testimonios de una época mientras suceden.
Quizás por eso por momentos la película se tiñe de una estética de noticiero, pero manteniendo un formato pedagógico que tuvieron casi todas sus películas, con división en capítulos, como dando aire para procesar esa realidad violenta que la pantalla nos pone adelante. En la Hora de los hornos incluso este recurso estaba acompañado de llamados a “pausas para debatir” lo que se estaba viendo. Lo que deja claro que desde su concepción el cine de Fernando Solanas tiene poco que ver con solo pasar el tiempo o “desenchufarse” sino por el contrario tiene una concepción instrumental de educación y llamado a la acción.
En contraste con la cercanía de las imágenes de los testimonios y los espacios ocupados por el pueblo, las tomas desde debajo y con gran angular dan cuenta de los lugares que ocupa el poder en la Argentina con un dramatismo singular. Los edificios públicos como el Banco Central, el Banco Nación, el Congreso, la Casa Rosada se muestran en la película gigantes y sobre todo alejados, como los sentíamos (y sentimos) por aquellos años.Así como Pino capta la lejanía del poder, logra graficar de una manera cruda (pero no golpebajista) el impacto de la macroeconomía y los grandes temas en el pueblo. Niños desnutridos agonizando por el hambre en un hospital de Tucumán, son la muestra más siniestra pero real y concreta del impacto de los ajustes de los 90, y así lo aseguran los médicos que allí trabajan.
“¿Ese quién es?”, me pregunta, le ve cara conocida. Es Domingo Cavallo, y le explico que aparece varias veces porque fue ministro de la dictadura, ministro de Menem, ministro de De la Rua y lo tiene visto últimamente porque es el referente económico de Milei. Me mira con cara de ¿vos me estas jodiendo? Y no se bien que responderle porque si no fuera tan terribles las consecuencias de su participación en nuestra historia hasta sería tragicómico.
El contenido
Que difícil no escuchar su voz y pensar cómo se reiría Pino del debate actual sobre la idea de “separar el artista de su pensamiento y actividad política”. Nada en su obra tiene un atisbo de existir por separado el creador y su obra.
“Nuestro compromiso como hombres de cine e individuos de un país dependiente, no es ni con la cultura universal, ni con el arte ni con el hombre abstracto. Es ante todo con la liberación de nuestra Patria”, decía el primero de los textos del Grupo Cine Liberación que nacía a finales de los 60 al calor de la realización de La Hora de los Hornos y lo encabezaban Pino, Gerardo Vallejos y Octavio Getino.Y esas premisas se mantuvieron intactas en toda su obra, como refleja Memorias, que es sobre todo un documental didáctico de causas, de las causas de los sufrimientos populares. Y así desarrolla y describe el mecanismo de la deuda externa, y sobre todo le pone nombre a los multiplicadores del dolor, y sus representantes locales e internacionales, los bancos y monopolios que estatizaron su deuda en la dictadura.
Desarrolla la teoría de la deuda odiosa y el rol del FMI en el domino imperialista, y advierte que los autores del genocidio social (tanto el FMI como la clase política local cómplice) no pueden quedar impunes, por el peligro que esto implica para el futuro, y asegura que esos crímenes sociales son crímenes de seña lesa humanidad. Quizás hubiese sido la forma de no volver a sufrir él “se quedaron todos”
Entre las causas nacionales desarrolla el desmantelamiento de los trenes y el saqueo de YPF, tema en el que vuelve a cruzarse la idea de que autor y obra son una sola cosa, cuando deja registro del atentado que sufre cuando es baleado por denunciar la entrega de la petrolera nacional y la traición de Menem.
A lo largo de la película va describiendo la degradación republicana, la sanción de la ley de reforma del estado del menemismo al mes de asumir, las facultades extraordinarias y el avance de las privatizaciones (¿te suena?)
Fuera de todo esquematismo o dogmatismo teórico la película aborda las causas eternas, sin dejar de lado los temas del momento, y por eso da cuenta del rol predominante de los medios en los 90 como la herramienta de adoctrinamiento necesaria para justificar el saqueo (¿te vuelve a sonar?)
La película dura dos horas justas. Y es cierto duran mucho menos que las 4 horas y pico de La Hora de los Hornos, pero ese argumento no alcanza para ir perdiendo la atención de una generación cada vez más acostumbrada a los breve, brevísimo. Se engancha, la ve, pero a la mitad me decido a hacer una pausa ante el riesgo de perderlo para siempre y que quede a la mitad. Pasan dos días, veo el hueco y le pregunto: “¿La seguimos viendo?”, por un momento aumenta la tensión, si no quiere verla no habrá más chances por el corto plazo. Acá depende realmente cuan interesado este. “Dale”, me dice.
Siempre la esperanza como bandera
Quizás si supiera que la película es solo denuncia y diagnóstico de una era demoledora para nuestro pueblo hubiese dudado de su necesidad para las nuevas generaciones. ¿Alcanza con mostrar lo mal que estuvo o que está todo? ¿Sirve relatar el desastre sin destrabar la esperanza? Yo creo que no.
Pero si bien Memorias del Saqueo es el capítulo de la serie de documentales encargado de contar la devastación neoliberal en la Argentina moderna, no deja de plantar semillas de esperanza en su relato reivindicando una y otra vez la resistencia.
Incluso en un sentido que no fue el mayoritario entre los sectores progresistas de la Argentina, diría incluso a contrapelo del sentido común progresista que constituyo el pensamiento mayoritario a partir del 2003.
El comienzo de la película muestra sin dudar el periodo de los 90 donde el país parecía sumido en la apatía, y los focos de resistencia eran apenas fogonazos en la noche negra del menemismo. Pero ubica el momento en el que la rebelión popular ilumino el camino: el 19 y 20.Y decía contra el sentido común progresista porque aquella rebelión fue en general balanceada como “el diciembre negro” por muchos sectores del campo popular. Y no es que quien suscribe, ni la película que analizamos no registre los dolorosos hechos que vivimos con gran dolor con la muerte de decenas de compatriotas y la feroz represión desatada por uno estado que veía como el poder se le iba de las manos.
Pero Pino capta de manera magistral la esencia de la rebeldía y el poder de la gente en la calle.
Solanas ve, y muestra, el caos como génesis de un movimiento social nuevo y una conciencia nacional que despierta como síntesis de las luchas anteriores sintetizada en algo que todavía no tiene forma definitiva pero ha emprendido su búsqueda.
Registra un fenómeno de respuesta, no solo a la desolación y desesperación generada por el modelo económico, retratado en la desocupación y el miedo a perderlo todo, sino una respuesta a los valores individualistas que primaron en la década anterior y que van dando paso a nuevos lazos sociales basados en la solidaridad, la cooperación y el esfuerzo colectivo.
La película hace su mayor esfuerzo por demostrar que por más oscura que sea la noche, el sol puede volver a salir, y ese amanecer fue la pueblada de 2001
En las pausas que hago para cubrir las dudas que le surgen, me es casi imposible no cerrar la oración explicativa con un “igual que ahora”. Me da la idea que mi hijo no lo puede creer, como puede ser que vuelvan a pasar las mismas cosas, como nadie se da cuenta. Yo no tengo mucha respuesta para darle. Seguimos viendo en silencio.
La actualidad del cine de causas
“Nosotros somos parte del pueblo que sufre esta opresión y desde ahí tenemos que elaborar una película que sea útil al combate contra la opresión”, afirmaba Pino consultado sobre Memorias.
Es imposible no tener la (falsa) sensación de que todo cambiaría si las grandes mayorías vieran la película. Ahí está dicho todo o casi todo lo que uno quiere directo y advertir sobre el proceso que vivimos actualmente.
Porque el proceso de identificación suele tener un poderoso influjo aunque está claro que con las ideas solas no alcanza, pero es imposible no pensarse hoy a partir de aquella película.
Que muestra que la similitud de los procesos neoliberales en la Argentina, más allá de las diferencias temporales, tienen en un común algo central que provoca la identificación: sus titiriteros (que más o menos son siempre los mismos). El famoso no resiste un archivo, tiene sus bases en quienes se dedicaron como Pino a dejar en pie ese registro de responsables y protagonistas del saqueo. Ese que nos escupe en la cara que ante el “que se vayan todos”, la gran mayoría solo se escondió un tiempo para volver apenas mostrásemos rasgos de amnesia social consolidada.
Pero sobre todo sobre la atemporalidad en los planteos cinematográficos y políticos de Pino se cimientan en las causas. En las causas de nuestros desastres y en las causas que propuso defender, adentro y afuera de la pantalla.Al resumir sus ideas políticas, Solanas explicaba que fundó Proyecto Sur para “profundizar una propuesta política, económica, social y cultural para el país. Ubicamos el respeto a la condición humana sobre cualquier otra consideración, proclamando como principios básicos la defensa del ambiente y la propiedad pública de nuestros recursos naturales, como condición para alcanzar una auténtica justicia social y garantizar la soberanía nacional”.
Habrá tiempos y otros espacios para discutir el porqué de los caminos políticos de Pino, pero está claro que su obra y su vida estuvieron puestos al servicio de esas causas.
Y reivindicar en estas épocas de gobiernos que odian al país que gobiernan el cine político de la esperanza, que se dedicó también a combatir el pesimismo, el individualismo y el pensamiento colonial que dice que nunca pudimos y por tanto nunca podremos.
“Todo lo que te estoy contando, la película toma una ruta que muestra que se pudo. Y hoy se puede, por supuesto, si hay cosas que no se hacen es porque no se quiere, no hay decisión política. Pero el talento, las capacidades, etc, sobran”, reflexiona Pino en alguna entrevista.
Termina la película. Yo intento contener las lágrimas que me provocan rememorar las esperanzas que nos generó a toda una generación aquel 2001, pero no quiero teñir su juicio, mira si le va a decir al boludo del padre que llora con una película política, que esta le pareció un bodrio.
Lo miro de reojo, por suerte vi un brillo de dolor en sus ojos cuando Pino mostraba crudamente las cosas por las que pasa nuestro pueblo, nuestros pibes con hambre, la represión, la desocupación, la miseria, y llegue a captar también una emoción/sorpresa por ver la resistencia, la organización, lo que pudimos como pueblo para hacerle frente.
No espero más, solo eso. Haber comprobado la pérdida de la sensibilidad sería terrible, no habría esperanzas. No sé cuánto entendió, pero se emocionó. No espero que la película sea reveladora ni un manual antineoliberal, Después ellos encontraran sus caminos propios como generación.
“Ojalá algún día la vea mi amigo (libertario) y cambie de opinión”, me dice. “Ojalá”, le contesto.
20 años después Memorias del Saqueo sigue siendo actual, por el modelo que denuncia, pero sobre todo por la esperanza que planta frente a lo que por momentos parece imparable y omnipotente. Si pudimos, podemos. Estas memorias, son sin dudas también del futuro.
“Crónicas Soberanas de la Patria herida” reúne y comparte una serie de nuevos artículos, exposiciones en charlas y foros, posicionamientos públicos, pronunciamientos colectivos, declaraciones, trabajos de elaboración y de protagonismo en hechos que “soberanamente” fueron gestados en este último y fructífero período. Constituye un nuevo punto de llegada y un renovado punto de partida.
En el año 2020 publicamos el libro “Argentina sangra por las barrancas del río Paraná” que a ritmo vertiginoso comenzó a rodar, circulando a lo largo y a lo ancho de nuestra geografía: por las casas y las calles, bibliotecas, librerías, ferias del libro, universidades, escuelas, sectores académicos, grupos de estudio, centrales sindicales, gremios, organizaciones sociales.
Florecieron desde entonces cientos de entrevistas periodísticas, presentaciones y charlas; seminarios y conferencias; foros, mesas de debate, discursos; actos nacionales, regionales, locales; se constituyó el Foro por la recuperación del Paraná, la Mesa Coordinadora por la Defensa de la Soberanía Nacional sobre el río Paraná y el canal Magdalena, el Instituto Soberanía.
Con las causas emancipatorias por la soberana independencia de nuestra patria herida, los sueños de Manuel Belgrano, los ideales de nuestras gestas fundacionales como guía, y con la firme intención de aportar al surco de huella larga y páginas gloriosas de nuestra historia, aspiramos a forjar esa Argentina justa, libre y soberana para la felicidad del pueblo, donde en el trono de la vida cotidiana ¡reine la noble igualdad! ¡Ojalá que sirva!
Dijo don Ata: “… la arena es un puñadito, pero hay montañas de arena…”
Belgrano fue creador de banderas que expresaran un proyecto de independencia y libertad.
Cuando se dirigía hacia el Paraguay, con el objetivo aparente de facilitar instrucción y disciplina a los reclutas, separó las bisoñas tropas en tres partes, cada una de las cuales se diferenciaba por un color: amarillo, rojo y azul. Colores que correspondían a bayeta, una tela de lana, comprada al pasar por Santa Fe.
En CuruzúCuatiá, al parecer, formó con los tres colores una sola bandera que acompañó al pequeño ejército en la expedición al Paraguay. Esa bandera hoy es la bandera de la ciudad de CuruzúCuatiá. La bandera tenía los colores que caracterizaban a los partidarios de Francisco de Miranda: los colores amarillo, azul y rojo, que hoy encontramos en las banderas de Venezuela, Colombia y Ecuador. ¿Fueron elegidos al azar esos colores? ¿Eran los únicos colores de tela existentes en Santa Fe? No lo puedo probar, pero estimo que la elección de colores mostraba ya la decisión independentista de Manuel Belgrano. Una decisión osada; la revolución se había iniciado con la máscara de Fernando VII y la Junta gobernaba en su nombre. Una decisión que va contra la tesis de que todos los “revolucionarios de mayo” no tenían proyectos de independencia desde un principio, sino que esta fue una consecuencia no buscada. Belgrano y otros integrantes del partido de la revolución no querían amo nuevo, pero tampoco el amo viejo.
¿El gobierno de la Junta habría permitido semejante expresión independentista? Es de suponer que no, por eso la bandera tricolor se habría perdido en los campos del Paraguay.
Posteriormente, en su segundo paso en Rosario, creó el 27 de febrero, un caluroso día veraniego, la bandera argentina. Cosme Maciel, cabildante por Santa Fe, la izó por primera vez. El triunvirato, con Rivadavia a la cabeza, le ordenó destruirla y le envió una bandera española. Seguramente, lo que Belgrano temía sucediera con la bandera tricolor, sucedió con la creada en el Rosario, en las baterías Libertad e Independencia, nombres igualmente osados para gobernantes timoratos o con vocación no tan firme por la independencia.
Belgrano la ocultó y resolvió volver a usarla cuando un triunfo de las armas de la patria generara las condiciones para volver a enarbolarla. Eso fue después de la batalla de Tucumán, el 13 de febrero de 1813, a orillas del río Pasaje o Juramento.
Hay mucha polémica por la elección de los colores azul celeste y blanco…
¿Los colores de los Borbón, los del manto de la virgen, los del cielo? Esta polémica, en muchos aspectos vana y formal, tiene un aspecto interesante: Belgrano le dio esos colores, también, a la bandera del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Ese consulado desde donde comenzó a diseñar un proyecto revolucionario con un país independiente y desarrollado económicamente.
Es muy probable que para Belgrano, los colores del cielo, del manto de la Virgen y de los Borbón, permitieran que se aceptara con más facilidad una bandera que unificara a los pueblos en la gigantesca tarea de dar independencia y libertad y nos diferenciara de otras naciones.
Belgrano entregó la bandera a San Martín, quien la llevó, con variantes, en la campaña libertadora a Chile y Perú.
Luego, Hipólito Bouchard la llevó en su campaña de corso a través de los mares del mundo, acosando el comercio y movimientos marítimos hispanos, en el mástil de su nave “La Argentina” y nuestra bandera fue modelo para otras acciones emancipadoras en centro América, donde varios países tienen banderas diseñadas en forma semejante. Los objetivos de Belgrano, de libertad e independencia, tras una bandera que unificara los pueblos, fue más que lograda en su momento.
¡Que la bandera de Belgrano siga encabezando la lucha por la independencia y la libertad!
(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.
🔴 Con inmensa alegría lanzamos la PREVENTA del segundo libro de Luciano Orellano: “Crónicas soberanas de la Patria herida” 🇦🇷, una publicación de Editorial Ágora.
Siguiendo el espíritu de “Argentina sangra por las barrancas del río Paraná”, es la expresión de un “intelectual colectivo”.
📘 En su más de medio millar de páginas, reúne y comparte una serie de nuevos artículos, exposiciones en charlas y foros, posicionamientos públicos, pronunciamientos colectivos, declaraciones, trabajos de elaboración y de protagonismo en hechos que “soberanamente” fueron gestados en este último y fructífero período.
☑️ Constituye un nuevo punto de llegada y un renovado punto de partida. Con las causas emancipatorias por la soberana independencia de nuestra patria herida, los sueños de Manuel Belgrano, los ideales de nuestras gestas fundacionales como guía, y con la firme intención de aportar al surco de huella larga y páginas gloriosas de nuestra historia, aspiramos a forjar esa Argentina justa, libre y soberana para la felicidad del pueblo. 🇦🇷
La Asamblea del año XIII se formó con los objetivos de declarar la independencia y dar a estas Provincias Unidas una constitución. No hizo ni una cosa ni la otra. Esto, junto al rechazo de los diputados artiguistas, son las principales críticas que se le pueden hacer.
En favor de la labor de la Asamblea, podemos destacar medidas de gran importancia como la acuñación de una moneda propia sin la imagen de Fernando VII; el establecimiento del Escudo, diseñado sobre el sello de la propia Asamblea y el Himno compuesto por Vicente López y Planes y Blas Parera; la abolición de la Inquisición y de los instrumentos de tortura. También derogó toda forma de servicio personal de quienes pertenecían a los pueblos originarios, tales como la mita y la encomienda y además, estableció la libertad de vientres.
Y lo más importante: la Asamblea asumió la soberanía en nombre del pueblo y no de Fernando VII.
En consecuencia, las autoridades políticas, militares y religiosas debían jurar y manifestar fidelidad a la “asamblea soberana” y no al rey, aún cautivo de Napoleón. La máscara de Fernando VII caía para no volver a levantarse.
El Ejército Auxiliar al Alto Perú, al mando de Belgrano, tras la victoria en Tucumán avanzaba hacia Salta, donde libraría otra batalla decisiva. Ya no estaba el primer Triunvirato y su secretario Rivadavia, que habían ordenado la destrucción de la bandera, recelosos de la independencia y temerosos de la reacción española e inglesa. Belgrano había prometido esconderla y enarbolarla cuando un triunfo importante lo permitiera y Tucumán había sido esa victoria esperada. Antes de cruzar el Río Pasaje, el 13 de febrero de 1813, el General Belgrano hizo formar las tropas y prestar juramento de fidelidad. Para ello volvió a izar la bandera azul celeste y blanca, creada por él a orillas del Paraná, en el humilde y patriótico caserío del Rosario, casi un año antes. Desde entonces, desde ese 13 de febrero, nuestra bandera proclama a las naciones del mundo que ya no tenemos el amo viejo y que nuestra decisión es no tener amo alguno. Proclama nuestra soberanía, una soberanía a sostener, defender y recuperar con la firmeza y valentía de entonces.
El 20 de febrero de 1813, la bandera creada en las barrancas del Paraná flameó en Salta, triunfal por vez primera en el campo de batalla.
(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.
Bibliografía:
“Martín Güemes El héroe mártir” de Luís Oscar Colmenares – Ediciones Ciudad Argentina – Buenos Aires – 1998 – Págs. 49/51
Dicen los mapuche, que cada persona debe poder contestar tres preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Quién soy? Y ¿Hacia dónde voy? Eso vale también para los pueblos, lo colectivo.
Hay quienes dicen que los argentinos descendemos de los barcos. Yo sostengo que venimos de la tierra y, si bien muchos descendemos de los barcos, muchos descendemos de pueblos originarios.
¿De qué barcos descendimos los argentinos? Gran parte de los habitantes de esta parte del mundo, son pueblos preexistentes a la invasión europea de hace más de 500 años y a los estados nacionales. En épocas glaciares, sus antepasados cruzaron el estrecho de Bering. Otros, llegaron en canoas y balsas desde islas del Pacífico, en un primer descenso desde barcos.
Milenios después, con Colón, almirante afecto a nombrar el oro y poco a Dios, llegó la gran invasión. Muchos argentinos actuales, descienden de los barcos de la invasión. Muchos de esos invasores, se mestizaron con los pueblos originarios. De sus descendientes, unos fueron parte de las guerras de independencia y parte de esta América morena. Otros,disfrutando los beneficios de la conquista y la colonización, usaron las guerras de independencia para atarnos a otras cadenas, como dueños de latifundios y en uso de privilegios comerciales.
Están también aquellos, cuyos antepasados bajaron de los barcos de la infame trata de esclavos. Vinieron forzados y a trabajar forzados. De allí, otro proceso de mestización. En otros barcos, llegaron los perseguidos y desposeídos de Europa, buscando trabajo, tierra y otra suerte para sí y para su descendencia. Dieron inicio a otro proceso de mestizaje.
Pero hay otros barcos más. En barcos llegaron los ingleses para invadir Buenos Aires. Barcos ingleses fueron beneficiados por la libre navegación de nuestros ríos por el “Tratado de Amistad Comercio y Navegación entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y las Provincias Unidas” en 1825, impulsado por Rivadavia y Georgie Canning. En barcos vinieron los ingleses que usurparon Malvinas y en barcos vinieron ingleses y franceses a imponer la “libre” navegación de nuestros ríos.
En la ciudad de Buenos Aires, en Retiro, se alza la torre de los ingleses y estaba la estatua de Georgie Canning, ministro de asuntos exteriores de Gran Bretaña durante largos años. Don Canning escribía en 1824: “La América Española es libre, y (si) nosotros los ingleses manejamos nuestros negocios con habilidad, ella será inglesa”. A la estatua del señor Canning, una manifestación la quitó de su sitial y la arrojó al río. Un gobernante con callos en las rodillas y rodillas en el alma, la repuso en la Recoleta, para que siga cuidando los intereses británicos. Quienes la arrojaron a las aguas, tuvieron que recorrer un trecho largo para llegar al río. Durante las invasiones inglesas, donde está la torre, estaba el río y allí quedó varado el barco Justine. “Aborde y tome la nave”, ordenó Pueyrredón al joven militar Martín Miguel de Güemes, quien con sus hombres, lo hizo ¡de a caballo! Más de 200 años después, la tierra y la ardua labor de gobernantes con callos en las rodillas y rodillas en el alma, cubrieron de olvido la hazaña de Güemes y sus hombres y en ese lugar hoy está esa torre de los Ingleses, “(…)puerta de entrada a la Ciudad de Buenos Aires por su vecindad con la terminal de los ferrocarriles de la Estación Retiro, el Puerto de la Ciudad y el Hotel de Inmigrantes (…)” según la página del gobierno de la ciudad.
A poca distancia de la torre, se levanta el Sheraton, otro símbolo de poderío imperial en pleno corazón porteño.
Cuando llegué a Rosario, me llamó la atención el poco acceso al río Paraná, en una ciudad situada a su vera. Había paseos frente al Monumento, el Balneario Municipal, La Florida. El Puerto ocupaba casi todo la costa, un puerto que hacía honor a la denominación de Rosario, capital de los cereales, tal como cantaban Falú, Dávalos y los Fronterizos. Pero el puerto fue desguazado y cedió lugar a grandes puertos privados de grandes monopolios extranjeros, a cambio, pareció que ganábamos acceso al río. Nuevamente espejitos y cuentas de colores. Los llamados desarrolladores inmobiliarios, la especulación inmobiliaria, los elefantes blancos o blanqueados, en una metáfora que espero no sea mal entendida por gente mal pensada, fueron ocupando espacios privilegiados junto al río, erigiendo torres gigantescas con excepciones al reglamento de edificación de la ciudad.
Pero hay otra Rosario, la Rosario rebelde, la Rosario de la historia emancipadora. Una histona que debe ser atesorada.
Rosario es un poblado que adhiere con fervor a la Revolución de Mayo y arma milicias para vigilar el río y defender la costa de las incursiones realistas. Belgrano en su paso hacia el Paraguay, organiza esas milicias y sigue viaje hacia el reglamento de las Misiones, Paraguarí y Tacuarí. En 1812 vuelve a Rosario para montar dos baterías.Aquí crea la bandera que es izada en la batería Libertad, donde hoy se halla el Monumento a la Bandera; luego sigue viaje hacia el Éxodo jujeño, Tucumán, Salta y el Alto Perú. Las milicias permanecen y cuando San Martín es enviado a perseguir la flotilla realista que desembarcaría en San Lorenzo, esas milicias, al mando de Celedonio Escalada, colaboran. Rechazan, en lo que, despectivamente, muchos consideran una “mera escaramuza”, un desembarque en la desembocadura del Arroyo Ludueña y acuden a San Lorenzo, dando apoyo a los Granaderos en su bautismo de fuego. Celedonio y sus milicianos deben haber pasado en su cabalgata heroica por donde hoy está el Monumento a la Bandera, oculto entre grandes torres. Después deben haber pasado por Puerto Norte, que entonces no era Puerto Norte y las torres no privaban el acceso y la vista al río ni existía el proyecto de un Sheraton de 130 metros de alto, todo un símbolo imperial en la tierra que vio nacer nuestra bandera. Podrán decirnos que esas torres son un orgullo para los rosarinos. No sé. Prefiero pensar, que orgullo son los milicianos vigilando el río, la adhesión a la revolución de mayo, la bandera y su monumento, la galopeada de Celedonio Escalada y sus valientes, los rosariazos que pusieron fin a los sueños de Onganía y la rebeldía obrera y popular de este suelo. No las torres, los puertos en manos extranjeras y el río para pocos y transformado en hidrovía, que nos han dejado gobernantes con callos en las rodillas y rodillas en el alma, para encubrir nuestra historia y uncirnos al carro triunfal de los poderosos.
¿De dónde venimos? ¿Nos reconocemos en la cabalgata de Celedonio? ¿En el monumento? ¿En los rosariazos? ¿En la ciudad siderúrgica y obrera? ¿O en las torres vacías, los puertos privados y el Sheraton?
¿Quiénes somos? ¿Parte de la América morena, hermanados originarios, criollos, descendientes de europeos y africanos, unidos en un solo pueblo? ¿O nos creemos superiores por provenir de los barcos, por ser parte de esa Europa invasora y expulsora de marginales?
¿Y hacia dónde vamos? ¿Cabalgaremos como Celedonio hacia la independencia y la libertad o nos dejaremos tentar por espejitos, cuentas de colores, Sheratons y cantos de sirena?
(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.
El 10 de noviembre, y hasta que el paso del tiempo lo permita, fue inaugurado en la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario el mural “Nuestras Huellas”, de La Posta de Salud “Ramón Carrillo” del barrio La Ribera, pintado por los artistas Juliana Briggiler, Augusto Trapani, y Lucía Solís Heideger.
En el día de su inauguración, todas y todos los presentes, tuvieron en él un rincón para llenarse las manos de pintura y dejar grabada su “huella” en un emotivo encuentro.
La Ribera es un barrio de la ciudad de Villa Gobernador Gálvez.
Resulta difícil encontrarle un comienzo al relato de la historia que “cuenta” nuestro mural. No solo porque no cuenta una historia lineal, de una forma tradicional, con principio, nudo y desenlace, sino porque esta es una historia que se continúa contando…
Está inspirado en el movimiento que, encauzado en la organización sostenida por personas singulares, diversas y comprometidas, alojó diferentes propuestas, etapas y momentos, unificados en un proceso transformador, que persiguieron y persiguen los mismos objetivos: la construcción integral y colectiva de la Salud, unida a la imprescindible lucha por mejorar las condiciones de vida de la población.
El corazón de la Posta comenzó a latir allá, por abril del 2020, cuando al mundo en general y a nuestro país en particular lo sacudía una pandemia, que ya hoy nos parece lejana, marcando un antes y un después en la historia de la sociedad moderna y su vinculo con la salud.
Fue ese el momento en el que la Asociación Civil “La Fábrica” de VGG, perteneciente al movimiento nacional “Ni un pibe menos por la droga”, presentó un proyecto del que surgiría la Posta, inspirados en las palabras del inolvidable médico sanitarista argentino Ramón Carrillo:
“Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios como causa de enfermedad son unas pobres causas”.
Desde ese 7 de abril de 2020, gracias al trabajo de seis estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas, un estudiante de la Facultad de Psicología, más tres profesionales destinados por la municipalidad de VGG, como también el espacio donde actualmente funcionamos y una pequeña farmacia, abrimos nuestras puertas al barrio.
El barrio, ubicado a las orillas del río Paraná, entre los frigoríficos Swift y Paladini, está integrado por alrededor de mil familias. Quienes tienen trabajo formal lo hacen en alguno de estos dos frigoríficos; una gran masa es desempleada y hasta por herencia familiar; un gran número de vecinos y vecinas desde muy pequeños son pescadores. En el caso de las mujeres, muchas son amas de casa y otras tantas empleadas domésticas.
Sus calles son de tierra, no poseen red de agua potable, ni gas natural, ni acceso a la luz.
Hasta hace dos años no contaban con un efector de salud, propio.
Desde que comenzamos, hasta el momento, garantizamos más de 7.000 atenciones.
Llevamos adelante dos proyectos de extensión universitaria.
El primero fue el que dio vida a la formación de agentes sanitarias: vecinas del barrio que en medio de la pandemia no dudaron en salir de casa y poner el cuerpo por quien lo necesitaba. Se formaron en salud y actualmente realizan una tarea diaria junto al resto del Equipo de Salud.
El segundo proyecto, “Apostando Salud”, fue el que involucró a estudiantes al trabajo cotidiano de las agentes, siendo esencial en su formación como futuros profesionales.
Después de dos años de trabajo conseguimos que el centro modular de salud que el barrio necesita, esté pronto a inaugurarse.
Sentimos mucha felicidad de que en las paredes de “la facu” estén “Nuestras Huellas”, facultad que les pertenece a todas y todos los argentinos, a quienes todos los días, con lo mínimo que pueden comprar para comer aportan el dinero con el que se sostiene la universidad pública, aquellos a los que desde siempre se les negó el derecho a la educación superior.
Este mural persigue la esperanza de compartir nuestra experiencia y deseamos que al transitarlo, tanto estudiantes, como docentes, no docentes y la comunidad en general, se entusiasmen con nuestros colores, esos que nos invitaron a luchar por transformar la realidad.
(* ) Yamila David. Estudiante de Ciencias Médicas. Integrante de la Posta Sanitaria “Ramón Carrillo”
Treinta de Noviembre de 2022, ciudad de Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe, Argentina.
A más de dos mil kilómetros de nuestras Islas Malvinas y a cuarenta años de distancia con aquel conflicto bélico que marcó a sangre y fuego nuestra historia nacional, alumnos y alumnas de la escuela cuyo nombre se debe al de un hijo de esta ciudad obrera, héroe de estos lares caído en combate por la defensa del suelo patrio allá por 1982, se reunieron para rendir homenaje a los soldados ex combatientes y a la bandera que con coraje y honor supieron defender entre la bruma, la escarcha y las balas del imperio inglés.
Estamos hablando de la Escuela Nº 364 “Soldado Aguirre”, escuela de tradición malvinera con fuerte arraigo en la comunidad villagalvence.
El motivo central de la cita fue la inauguración del Mural Malvinas, coordinado por el artista plástico Gonzalo Bugallo y realizado de manera conjunta entre el establecimiento educativo y el Centro de Día “San Enrique”, y desarrollado en el marco de la Comisión de Homenaje Permanente a la causa Malvinas.
El acto contó con la presencia del Centro de Ex combatientes de Rosario, de las autoridades municipales, de docentes, directivos, del Centro de Estudiantes y de los trabajadores del Centro de Día, quienes uno a uno fueron tomando la palabra para rendir un sentido homenaje a la causa malvinera y a quienes, como dijo Claudino Chamorro, presidente del Centro de Ex combatientes de Rosario: “lucharon en el ejército de San Martín bajo la bandera de Belgrano”.
Entonando el himno nacional con el corazón apretado y los ojos fijos en el pabellón nacional, el patio de la Escuela 364 se vistió con los colores patrios, haciendo que la emoción calara hondo en todos los presentes.
Se sumaron al homenaje diversas expresiones artísticas, como el número de baile realizado por alumnas de la escuela y miembros del Centro Chamamecero de Villa Gobernador Gálvez.
Desde el Centro de Día se realizó entrega de una antología de textos con temática de Malvinas, confeccionados por los y las jóvenes a partir de materiales reciclados.
Entre los textos que componen el libro se encuentra la famosa carta de Julio Rubén Cao, maestro y voluntario de Malvinas caído en combate, dirigida a sus alumnos y alumnas, de la cual a continuación transcribimos un extracto, pero no sin antes decir:
Malvinizar es la tarea ¡Volveremos!
“A mis queridos alumnos de 3ro D:
No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera. Espero que ustedes no se preocupen mucho por mí porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas.
Y ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder. Chicos, quiero que sepan que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando; cuando me duermo sueño que estoy con ustedes. Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña. Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes.”
Compartimos algunas imágenes del hermoso “encuentro” que significó la presentación del libro “Golpes adentro”, de Franco Morini, el pasado jueves en el bar “Pichangú”.
Entre amigas, amigos, y entrañables afectos, con el acompañamiento de Adriana Lynch en la presentación y de la música en la guitarra de Nicolás Giampani, Franco nos convidó sus palabras y su poesía…
Compartimos también algunos de sus versos que particularmente hoy, en el marco de la pelea permanente por la plena recuperación de nuestra “soberanía” para la felicidad del pueblo, se nos vuelven especialmente significativos: