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ENSAYO HISTORIA

20 de Febrero, aniversario de la batalla de Salta. Belgrano militar.

Por Sergio Juan Coppoli (*)

La batalla de Salta, es una de las grandes batallas de la guerra de independencia. Una de las grandes victorias militares del General Manuel Belgrano, a quien habitualmente nos lo presentan como abogado y militar improvisado. Se desprecia su estudio perseverante de temas militares y se deja casi de lado al Belgrano economista, ya que a la historia oficial no le hacen gracia los proyectos de Belgrano, algunos con plena vigencia, en este aspecto: desarrollo de industria propia, creación de una marina mercante propia y una fuerte industria naval.

En este breve y provisorio ensayo, discuto ese concepto de militar improvisado. Discusión necesaria porque no se tomó en cuenta la opinión más que autorizada de San Martín que lo consideraba lo mejor que teníamos y sus palabras quedaron casi en el olvido.

Tras la victoria en la batalla de Tucumán, donde tuvieron rol protagónico paisanos armados precariamente, Belgrano en poco tiempo reorganiza el ejército, le da disciplina militar y parte hacia el norte, hacia Salta, tratando de que el avance sea lo más rápido e inadvertido posible.

Cuadro: Batalla de Tucumán, de Francisco Fortuny

Pio Tristán, el General en jefe del Ejército realista del Alto Perú, comete varios errores. El principal es subestimar a su rival. Está seguro que el único acceso a Salta es el Portezuelo, al este de la ciudad. En consecuencia, se ocupa en fortificar y hacer inexpugnable esa entrada. Tenía órdenes de guarnecer el fuerte de Cobos a pocas leguas de Salta pero no lo hace. Tristán está seguro que el ejército patriota no puede avanzar en temporada de deshielo y  lluvias, con ríos desbordados y precarios caminos  hechos lodazales.

Plano de la Batalla de Salta

Se equivoca. El ejército, conducido por Belgrano, avanza pese a todo, supera el río Pasaje (por algo lleva este nombre) gracias a  viejos conocimientos de Belgrano por su actividad en el Consulado y por la acción efectiva de baqueanos que conocen el río y la zona. Toma la desguarnecida Cobos y sabiamente, escucha a quienes conocen la zona. José Apolinario “el Chocolate” Saravia, le informa de un sendero que cruza los cerros y lleva al norte de la ciudad de Salta.

Una avanzada del ejército establece escaramuzas en el Portezuelo para engañar a los realistas. Mientras tanto, por la noche, en medio de la lluvia y por senderos de cabras, el ejército con todo su armamento, esquiva el Portezuelo y se le aparece a Tristán por el norte, por donde no lo esperaba: “¡Ni que fueran pájaros!” dicen que exclamó. Esa situación, impidió a Tristán recibir refuerzos y le cortó la retirada.

Tras la victoria, quedó rendido ante las armas de la patria todo el ejército realista. Un hecho casi inédito en nuestras guerras de independencia. Belgrano hace sepultar juntos a los caídos, rindiendo homenaje a vencedores y vencidos y, contra la opinión de sus oficiales o la mayoría de ellos, deja a los prisioneros con vida y libres,a cambió de jurar no volver a tomar armas contra la patria. Y no solo eso, acepta la invitación a cenar de Tristán en la casa donde se alojaba. Muchos dicen que fue un gran error de Belgrano, ya que un obispo los liberó de su juramento. Es cierto que muchos de los vencidos volvieron a combatir para el rey, pero la mayoría de ellos se mantuvieron fieles a su juramento.

Tras la rendición, Tristán pretendió entregar a Belgrano su espada, tal como se acostumbraba, pero el jefe patriota se lo impidió, y en presencia de todos, lo abrazó. La promesa de no volver a luchar contra la Patria fue suficiente para Belgrano, quien dejó ir a su enemigo, en contra del consejo de sus oficiales y de su gobierno.

Rendición del Gral. Pío Tristán

Frente a las críticas que esa decisión suscitó, en una carta enviada a Feliciano Chiclana, el general afirmó:

“Siempre se divierten los que están lejos de las balas, y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los clamores de los infelices heridos; también son esos los más a propósito para criticar las determinaciones de los jefes: por fortuna, dan conmigo que me río de todo, y que hago lo que me dictan la razón, la justicia, y la prudencia, y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria”.

Pero vamos a lo principal: Belgrano mostró su generosidad, no su ingenuidad y mostró su notable visión política. Las tropas realistas avanzaban castigando la rebelión, fusilando, incendiando, torturando y vejando. Belgrano muestra a los pueblos de América que la actitud de las fuerzas patriotas es bien distinta.  Dejó claro con estas actitudes y en cartas a Tristán y Goyeneche, su determinación de luchar por la independencia de estas tierras y su ánimo pacificador entre americanos. Mostró además su disposición a ganar simpatías para la causa independentista. Recordemos, que en este período de las guerras de independencia, la inmensa mayoría de los integrantes de las tropas del rey eran americanos, como el propio Saturnino Castro, Tristán y el mismo Goyeneche.

Por otra parte, muchos de los vencidos en Salta, retomaron las armas, pero para el lado de los patriotas. Algunos fueron parte de la insurrección del Cusco a la que dio impulso Belgrano durante su expedición al Alto Perú, un hecho a investigar. Finalmente, Saturnino Castro, uno de los perjuros y vencedor de Belgrano en Vilcapugio, fue fusilado cuando intentó encabezar un alzamiento contra los realistas. La visión política y militar de Belgrano era amplia y profunda.

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

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BANDERA CULTURA HISTORIA

13 de febrero de 1813: “Un juramento ante una bandera soberana”

Por Sergio Juan Coppoli (*)

La Asamblea del año XIII se formó con los objetivos de declarar la independencia y dar a estas Provincias Unidas una constitución. No hizo ni una cosa ni la otra. Esto, junto al rechazo de los diputados artiguistas, son las principales críticas que se le pueden hacer.

En favor de la labor de la Asamblea, podemos destacar  medidas de gran importancia como la acuñación de una moneda propia sin la imagen de Fernando VII; el establecimiento del Escudo, diseñado sobre el sello de la propia Asamblea y el Himno compuesto por Vicente López y Planes y Blas Parera; la abolición de la Inquisición y de los instrumentos de tortura. También derogó toda forma de servicio personal de quienes pertenecían a los pueblos originarios, tales como la mita y la encomienda y además, estableció la libertad de vientres.

Y lo más importante: la Asamblea asumió la soberanía en nombre del pueblo y no de Fernando VII.

En consecuencia, las autoridades políticas, militares y religiosas debían jurar y manifestar fidelidad a la “asamblea soberana” y no al rey, aún cautivo de Napoleón. La máscara de Fernando VII caía para no volver a levantarse.

 

El Ejército del Norte al mando de Belgrano, jura obediencia a la Asamblea del Año XIII

El Ejército Auxiliar al Alto Perú, al mando de Belgrano, tras la victoria en Tucumán avanzaba hacia Salta, donde libraría otra batalla decisiva. Ya no estaba el primer Triunvirato y su secretario Rivadavia, que habían ordenado la destrucción de la bandera, recelosos de la independencia y temerosos de la reacción española e inglesa. Belgrano había prometido esconderla y enarbolarla cuando un triunfo importante lo permitiera y Tucumán había sido esa victoria esperada. Antes de cruzar el Río Pasaje, el 13 de febrero de 1813, el General Belgrano hizo formar las tropas y prestar juramento de fidelidad. Para ello volvió a izar la bandera azul celeste y blanca, creada por él a orillas del Paraná, en el humilde y patriótico caserío del Rosario, casi un año antes. Desde entonces, desde ese 13 de febrero, nuestra bandera proclama a las naciones del mundo que ya no tenemos el amo viejo y que nuestra decisión es no tener amo alguno. Proclama nuestra soberanía, una soberanía a sostener, defender y recuperar con la firmeza y valentía de entonces.

El 20 de febrero de 1813, la bandera creada en las barrancas del Paraná  flameó en Salta, triunfal por vez primera en el campo de batalla.

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

 

Bibliografía:

  • “Martín Güemes El héroe mártir” de Luís Oscar Colmenares – Ediciones Ciudad Argentina – Buenos Aires – 1998 – Págs. 49/51

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CULTURA DEBATES HISTORIA

Sobre el Combate de San Lorenzo: barcos, cargas de caballería, torres y hoteles.

Por Sergio Juan Coppoli (*)

Dicen los mapuche, que cada persona debe poder contestar tres preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Quién soy? Y ¿Hacia dónde voy? Eso vale también para los pueblos, lo colectivo.

Hay quienes dicen que los argentinos descendemos de los barcos. Yo sostengo que venimos de la tierra y, si bien muchos descendemos de los barcos, muchos descendemos de pueblos originarios.

¿De qué barcos descendimos los argentinos? Gran parte de los habitantes de esta parte del mundo, son pueblos preexistentes a la invasión europea de hace más de 500 años y a los estados nacionales. En épocas glaciares, sus antepasados cruzaron el estrecho de Bering. Otros, llegaron en canoas y balsas desde islas del Pacífico, en un primer descenso desde barcos.

Milenios después, con Colón, almirante afecto a nombrar el oro y poco a Dios, llegó la gran invasión. Muchos argentinos actuales, descienden de los barcos de la invasión. Muchos de esos invasores, se mestizaron con los pueblos originarios. De sus descendientes, unos fueron parte de las guerras de independencia y parte de esta América morena. Otros,disfrutando los beneficios de la conquista y la colonización, usaron las guerras de independencia para atarnos a otras cadenas, como dueños de latifundios y en uso de privilegios comerciales.

Están también aquellos, cuyos antepasados bajaron de los barcos de la infame trata de esclavos. Vinieron forzados y a trabajar forzados. De allí, otro proceso de mestización. En otros barcos, llegaron los perseguidos y desposeídos de Europa, buscando trabajo, tierra y otra suerte para sí y para su descendencia. Dieron inicio a otro proceso de mestizaje.

Pero hay otros barcos más. En barcos llegaron los ingleses para invadir Buenos Aires. Barcos ingleses fueron beneficiados por la libre navegación de nuestros ríos por el “Tratado de Amistad Comercio y Navegación entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y las Provincias Unidas” en 1825, impulsado por Rivadavia y Georgie Canning. En barcos vinieron los ingleses que usurparon Malvinas y en barcos vinieron ingleses y franceses a imponer la “libre” navegación de nuestros ríos.

En la ciudad de Buenos Aires, en Retiro, se alza la torre de los ingleses y estaba la estatua de Georgie Canning, ministro de asuntos exteriores de Gran Bretaña durante largos años. Don Canning escribía en 1824: “La América Española es libre, y (si) nosotros los ingleses manejamos nuestros negocios con habilidad, ella será inglesa”.  A la estatua del señor Canning, una manifestación la quitó de su sitial y la arrojó al río.  Un gobernante con callos en las rodillas y rodillas en el alma, la repuso en la Recoleta, para que siga cuidando los intereses británicos. Quienes la arrojaron a las aguas, tuvieron que recorrer un trecho largo para llegar al río. Durante las invasiones inglesas, donde está la torre, estaba el río y allí quedó varado el barco Justine. “Aborde y tome la nave”, ordenó Pueyrredón al joven militar Martín Miguel de Güemes, quien con sus hombres, lo hizo ¡de a caballo! Más de 200 años después, la tierra y la ardua labor de gobernantes con callos en las rodillas y rodillas en el alma, cubrieron de olvido la hazaña de Güemes y sus hombres y en ese lugar hoy está esa torre de los Ingleses, “(…)puerta de entrada a la Ciudad de Buenos Aires por su vecindad con la terminal de los ferrocarriles de la Estación Retiro, el Puerto de la Ciudad y el Hotel de Inmigrantes (…)” según la página del gobierno de la ciudad.

A poca distancia de la torre, se levanta el Sheraton, otro símbolo de poderío imperial en pleno corazón porteño.

Cuando llegué a Rosario, me llamó la atención el poco acceso al río Paraná, en una ciudad situada a su vera. Había paseos frente al Monumento, el Balneario Municipal, La Florida. El Puerto ocupaba casi todo la costa, un puerto que hacía honor a la denominación de Rosario, capital de los cereales, tal como cantaban Falú, Dávalos y los Fronterizos. Pero el puerto fue desguazado y cedió lugar a grandes puertos privados de grandes monopolios extranjeros,  a cambio, pareció que ganábamos acceso al río. Nuevamente espejitos y cuentas de colores. Los llamados desarrolladores inmobiliarios, la especulación inmobiliaria, los elefantes blancos o blanqueados, en una metáfora que espero no sea mal entendida por gente mal pensada, fueron ocupando espacios privilegiados junto al río, erigiendo torres gigantescas con excepciones al reglamento de edificación de la ciudad.

Pero hay otra Rosario, la Rosario rebelde, la Rosario de la historia emancipadora. Una histona que debe ser atesorada.

Celedonio y sus milicianos

Rosario es un poblado que adhiere con fervor a la Revolución de Mayo y arma milicias para vigilar el río y defender la costa de las incursiones realistas. Belgrano en su paso hacia el Paraguay, organiza esas milicias y sigue viaje hacia el reglamento de las Misiones, Paraguarí y Tacuarí. En 1812 vuelve a Rosario para montar dos baterías.Aquí crea la bandera que es izada en la batería Libertad, donde hoy se halla el Monumento a la Bandera; luego sigue viaje hacia el Éxodo jujeño, Tucumán, Salta y el Alto Perú. Las milicias permanecen y cuando San Martín es enviado a perseguir la flotilla realista que desembarcaría en San Lorenzo, esas milicias, al mando de Celedonio Escalada, colaboran. Rechazan, en lo que, despectivamente, muchos consideran una “mera escaramuza”, un desembarque en la desembocadura del Arroyo Ludueña y acuden a San Lorenzo, dando apoyo a los Granaderos en su bautismo de fuego. Celedonio y sus milicianos deben haber pasado en  su cabalgata heroica por donde hoy está el Monumento a la Bandera, oculto entre grandes torres. Después deben haber pasado por Puerto Norte, que entonces no era Puerto Norte y las torres no privaban el acceso y la vista al río ni existía el proyecto de un Sheraton de 130 metros de alto, todo un símbolo imperial en la tierra que vio nacer nuestra bandera. Podrán decirnos que esas torres son un orgullo para los rosarinos. No sé. Prefiero pensar, que orgullo  son los milicianos vigilando el río, la adhesión a la revolución de mayo, la bandera y su monumento, la galopeada de Celedonio Escalada y sus valientes, los rosariazos que pusieron fin a los sueños de Onganía y la rebeldía obrera y popular de este suelo. No las torres, los puertos en manos extranjeras y el río para pocos y transformado en hidrovía, que nos han dejado gobernantes con callos en las rodillas y rodillas en el alma, para  encubrir nuestra historia y  uncirnos al carro triunfal de los poderosos.

¿De dónde venimos? ¿Nos reconocemos en la cabalgata de Celedonio? ¿En el monumento? ¿En los rosariazos? ¿En la ciudad siderúrgica y obrera? ¿O en las torres vacías, los puertos privados y el Sheraton?

¿Quiénes somos? ¿Parte de la América morena, hermanados originarios, criollos, descendientes de europeos y africanos, unidos en un solo pueblo? ¿O nos creemos superiores por provenir de los barcos, por ser parte de esa Europa invasora y expulsora de marginales?

 ¿Y hacia dónde vamos? ¿Cabalgaremos como Celedonio hacia la independencia y la libertad o nos dejaremos tentar por espejitos, cuentas de colores, Sheratons y cantos de sirena?

 

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

 

http://detallesdebuenosaires.blogspot.com/2011/09/monumento-george-canning.html

https://www.buenosaires.gob.ar/museos/torre-monumental

https://viapais.com.ar/rosario/481984-piden-que-el-proyecto-de-construccion-del-sheraton-sea-fiscalizado-por-la-uif/

Las esculturas que ya no están (nota 6)

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HISTORIA SOBERANÍA

Martín Güemes y el Encuentro de Guayaquil

Por Sergio Juan Coppoli

Hace 201 años, camino a las Higuerillas, a su agonía, marchaba Güemes en su  última cabalgata.

Hoy, en 2022, a 200 años del encuentro de San Martín y Bolívar en Guayaquil, pienso que Güemes fue el participante ausente de aquel encuentro.

La “historia oficial” sostiene que Güemes fue defensor de la frontera norte,  un caudillo que encabezaba a sus gauchos en una estrategia defensiva, porque San Martín dejó de lado la vía del Alto Perú para llegar a Lima.

Esta historia oficial “oculta” la misión de Güemes en el plan sanmartiniano.   No fue defensor de la frontera norte; esta era el río Desaguadero, al norte del  Alto Perú, límite con el Virreinato del Perú, y la declaración de Independencia  no fijaba límites a las Provincias Unidas de Sudamérica. Estaba sí, a cargo de  una táctica defensiva de guerrillas que abarcaba Salta del Tucumán y el Alto   Perú y al que había contribuido Belgrano designando algunos de sus mejores oficiales como gobernadores: Warnes, Álvarez de Arenales, Ortiz de Ocampo.  Un sistema de guerrillas cuyos héroes, no se iban a limitar a lo defensivo.

Por el llamado camino real, transitaron los ejércitos del rey y los ejércitos patrios durante la guerra de independencia.

Quienes dejaron de lado el proyecto de la “patria grande”, lo definieron defensor de la frontera norte para crear un país agroexportador, con centro  en el puerto de Buenos Aires, con tierras en pocas manos, asociados a los ingleses y dando la espalda a las provincias al norte de Córdoba.

Güemes, decisivo en Suipacha, primera victoria patriota, tuvo desavenencias   con Castelli y Monteagudo y después con Belgrano. Enviado a Buenos Aires,  se conoció con San Martín en casa de los Escalada, sus lejanos parientes. ¿Qué hablaron entre ellos? Poco se sabe. Pero cuando San Martín reemplaza  a Belgrano, vencido en Vilcapugio y Ayohuma, llega en compañía de Güemes.  

Esta historia tiene aspectos conocidos: San Martín pide dejar el Ejército del Norte y ser nombrado gobernador de Cuyo. En Córdoba se reúne con Pueyrredón y logra apoyo a su plan de llegar a Lima vía Chile y el Océano Pacífico y dejar a Güemes encargado de esa línea defensiva. Después pide por Belgrano al mando del Ejército del Norte, es lo mejor que tenemos, dice.

En su breve paso, San Martín hace construir el recinto fortificado de La Ciudadela para dar seguridad a la fábrica de fusiles y el parque de artillería  existentes en Tucumán y para instruir militarmente a oficiales y soldados. Hay aspectos  desconocidos y ocultados: La Ciudadela, es lo que el Plumerillo  para el Ejército de Los Andes. El Ejército del Norte debía estar preparado para  pasar a la ofensiva sobre el Alto Perú e ir hacia Lima. San Martín nunca dejó  de lado la vía del Alto Perú para llegar a Lima.

Aunque nunca estuvieron reunidos los tres, San Martín ha hablado con Belgrano y Güemes, y Belgrano volcó su experiencia en el Alto Perú.

Entre Buenos Aires y Lima, la distancia es enorme, mayor a la existente entre  París y Moscú. Hay que atravesar pampas, montañas, mesetas y vencer  a los  mejores ejércitos  realistas. Ejércitos que ya han vencido las expediciones patriotas y ahora reforzados por tropas vencedoras de Napoleón. Se puede  confiar en una táctica de guerrillas que San Martín conoce pero no es su fuerte. La conocen, y se mueven en ella como pez en el agua: Güemes, Padilla, Azurduy, Warnes, Muñecas, Arenales.

La noche del 7 de junio se reúne con su hermana Macacha mientras el partido de la mal llamada Patria Nueva conspira. Allí, en  una emboscada, Güemes es herido de muerte. Los realistas, los que  añoraban la colonia, odiaban los impuestos para sostener la guerra y despreciaban el fuero gaucho, fueron los responsables.

Güemes agonizó diez días y fallece el 17 de junio de 1821.

El 12 de Julio de ese mismo año San Martín entraba en Lima pero Güemes no   pudo acudir a la cita y, tras su muerte, el partido de la “patria nueva”  firma un armisticio con los realistas.  San Martín, en inferioridad de medios, abandonado por una Buenos Aires que preparaba el nacimiento de la deuda externa con la Baring Brothers y los ingleses, fue a la entrevista con Bolívar en Guayaquil. Güemes no llegó a Lima, no estuvo en Guayaquil, y a la guerra  de independencia la finalizó Bolívar en el mando.

 

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

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HISTORIA RIO PARANÁ SOBERANÍA

Sobre mares, ríos, puertas a la tierra y “soberanía”…

Por Sergio Coppoli*

“Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados,

eran los hombres barbados de la profecía esperada…”

Así comienza  “La maldición de Malinche”, canción de Gabino Palomares.

Los Invasores siempre llegaron por mar a nuestras tierras.

Vinieron por mar… Pero se encontraron con los grandes ríos navegables y por  esos ríos se internaron en tierra americana. Cuando llegaron a la  desembocadura del Paraná en el Atlántico, lo nombraron Mar Dulce. Después fue Río de la Plata, ya que por sus aguas pensaban llegar a la ciudad  de los césares, construida en plata, oro y piedras preciosas.

No había ciudad de los césares ¡pero había un Potosí!

Juan de Garay decidió abrir “puertas a la tierra”, puertos que permitieran llegar a ese Potosí y su mineral de plata, y fundó Santa Fe para que ese puerto permitiera unir  Asunción con el Potosí. Después fundó Buenos Aires para que esa puerta a la tierra también fuera una “puerta al mar” por donde llevarse las riquezas  rapiñadas.

Vinieron por mar… Tanto aquellos que supuestamente “descubrieron” nuevas tierras y las invadieron, en nombre del rey, como la task force inglesa que vino para usurpar nuevamente Malvinas.

Vinieron por mar… Tanto aquellos que venían buscando especias y metales preciosos para nutrir la avidez europea y el capitalismo naciente, como los  que ayer venían a traer sus manufacturas y llevarse nuestras materias primas en un negocio fabuloso para los poderosos de la tierra. Para ello pretendieron y pretenden hacerse dueños de puertos, ríos y barcos. Para que el negocio, de las potencias que mandan, sea más “completito”.

La guerra del Paraná, con hitos en la Vuelta de Obligado el 20 de noviembre  de 1845, en una derrota gloriosa de las fuerzas criollas, y en la Angostura del  Quebracho el 4 de junio de 1846, con una victoria decisiva de las fuerzas  comandadas por Lucio Mansilla, aseguró durante un tiempo el dominio  nacional sobre ríos y puertos. San Martín, con toda razón, equiparó estas acciones con la “guerra de independencia”.

Hoy, nos encontramos nuevamente en lucha por el dominio nacional de ríos, puertos, mares, barcos y astilleros. Una nueva etapa en esta larga lucha,  también equiparable con la guerra de independencia y la guerra del Paraná.

Soberanía es el dominio nacional sobre nuestras tierras, nuestros puertos, nuestros ríos, y nuestros mares. Y por una flota nacional, fluvial y marítima, que los navegue.

 

(*) Sergio Cópolli. Integrante del Foro por la recuperación del Paraná. Psicólogo.

 

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HISTORIA MUJER SOBERANÍA

Mujeres en la lucha por la soberanía

Por Laura Silva (*)

Petrona Simonino, María Ruiz Moreno, Josefa Ruiz Moreno, Prudencia Porcel, Carolina Núñez, Francisca Nabarro, Faustina Pereira nombres propios, con historias personales tejidas enlazadas con la historia nacional.

No fueron las nombradas las únicas mujeres con protagonismo en esta batalla, tal como dejó consignado Francisco Crespo, el ayudante de Lucio Mansilla, en el parte que envió a Rosas: 

«También han muerto con heroicidad varias virtuosas mujeres, que se mantuvieron en este sangriento combate al lado de sus esposos, hijos o deudos, socorriendo a sus heridos y ayudando a los combatientes en la defensa del honor argentino».

Patriotas ellas, que lucharon codo a codo junto a los varones, como parte del pueblo contra la invasión anglofrancesa en la Batalla de la Vuelta de Obligado.

Patriotas también aquellas de las que nunca conoceremos sus nombres, como los de tantos varones que, anónimos también,  lucharon por la defensa del territorio de la Nación en formación.

El apellido de Petrona era originalmente Simounin, su padre Antonio Simounin era francés, los lugareños al no poder pronunciar bien ese apellido acabaron por imponer el de Simonino. Petrona se casa con Juan Silva hacendado de la zona con quien tienen 8 hijos

El parte de guerra, confeccionado por el general Mansilla, la cita de forma especial con la siguiente mención: 

“…tuvieron que dejar aquel lugar, bajo un fuego abrasador, para alejar las carretas del Parque, con crecido número de heridos y familias, en las cuales se distinguió por su valor varonil la esposa del capitán Silva, doña Petrona Simonino”.

Sabemos también que  Petrona fue la encargada de organizar a las mujeres en tareas de logísticas, enfermería, transporte de municiones, y agua.

De origen francés, es nombrada con mucha frecuencia con su apellido de soltera, aunque era casada, aparece mencionada por su gran valentía en combate. Estos datos revelan una mujer  que combatió no solo por ser esposa de, o por un instinto maternal atender heridos y encargarse del agua y los alimentos para los soldados. Estos trazos dibujan a una patriota,  una mujer comprometida con el momento histórico en el que vivió, una combatiente en la batalla de Obligado.

Nada dicen las fuentes históricas sobre sus ideas políticas ni los acuerdos o diferencias en las discusiones con otros y otras patriotas. Ni cómo habrá sido la relación con compañeras, amigas, aliadas con quienes compartía sus anhelos de libertad. Pérdida lamentable que nos impide conocer como  entendía, desde la situación particular de las mujeres de su clase social, aquella gesta en defensa de la soberanía.

Poco a poco vamos conociendo más sobre las protagonistas de la historia nacional y latinoamericana. Las originarias contra la conquista y su “huelga de amores”, Juana Azurduy,  Macacha Güemes, María Remedios del Valle, Petrona Simonino  como tantas otras desconocidas u olvidadas vieron en la lucha por la soberanía la posibilidad de una vida con más derechos y oportunidades para el conjunto, pero también para sí mismas como mujeres.

El momento histórico actual ubica a las mujeres como protagonistas, desde hace décadas venimos avanzando en derechos que hacen a la igualdad de género, pudimos conquistar el aborto, derecho negado para la inmensa mayoría de los países oprimidos.

La situación actual  del movimiento feminista y de las disidencias y diversidad, tiene una capacidad de organización y lucha probada en las últimas décadas que nos dan una oportunidad para seguir avanzando en el logro de conquistas pendientes, muchas de ellas están indisolublemente unidas a la suerte de la Patria, porque ¿cómo ser libres en un país oprimido?

La conquista de la soberanía se vislumbra como una posibilidad para nosotres. Recuperar el control y administración de nuestras vías navegables, la defensa de nuestros humedales, y en definitiva, la posesión de nuestros recursos y el protagonismo para decidir qué cómo cuándo y para quienes se produce en nuestro país es una oportunidad histórica. La conquista de la soberanía es un paso ineludible para nuestra liberación.

La Batalla de Obligado no impidió el avance de la flota anglosajona, sí fue el inicio de una serie de batallas que, en Punta Quebracho el 4 de junio de 1846 nos dio la victoria al vencer al invasor, recuperando la soberanía sobre el Paraná. Así como la historia ha ocultado a las mujeres, también ocultó la batalla donde vencimos y los 21 cañonazos que los ingleses debieron disparar para desagraviar nuestra bandera.

En 1846 una Argentina naciente logró vencer a las tropas imperiales más poderosas del mundo. Esa es la historia. Ahí estuvimos las mujeres protagonizando.

El momento histórico nos vuelve a convocar para recuperar la soberanía sobre: nuestros recursos naturales, nuestros territorios históricos y ancestrales, nuestros cuerpos, mercancía para la trata, la explotación y el turismo sexual. 

Que resuenen en nuestra memoria los 21 cañonazos del invasor derrotado, que cada explosión ilumine el rumbo hacia una Patria Soberana.

 

(*) Laura Silva. Miembro del Foro por la Recuperación del Paraná. Docente.

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HISTORIA MUJER

Si de arte y soberanía se trata…

Nota de opinión sobre la obra teatral “Territorio Coraje”

Así se expresaba en su difusión:

“Una Juana Azurduy todos los tiempos se nos acerca para contarnos que junto a muchas otras construyeron un territorio añorado, el territorio coraje”…

El estreno fue “a sala llena” el sábado 22 de octubre, en La Vigil de Rosario.


Ubicando emociones “a flor de piel” entre la heroicidad de la historia, su permanente actualización en el presente, y un Territorio Coraje que nos alumbra, desató los aplausos de pie de los espectadores y espectadoras.

En una inédita “clase de historia”, jugada desde un pasado de gestas de la independencia americana “integrado en tiempo presente”, Territorio Coraje resignifica debates actuales, incluye el humor, y pone al mando “la esperanza”.

Visibiliza y restituye el ninguneado, decisivo, y valiente protagonismo de las mujeres en la historia como gestoras y combatientes de aquellas causas emancipatorias. Y tal como expresa la difusión, lo hace “junto a muchas otras”.

Juana: “la Coronela”… Juana y el amor… Juana madre, y relatando historias a modo de “cuentos”…

En una vida ordenada desde la lucha, la puesta nos comparte triunfos, derrotas, pérdidas, y los tremendos sacrificios de nuestra heroína altoperuana, bajo el convencimiento de la entrega al servicio de la causa de la independencia americana.

Con la dramaturgia y su brillante actuación, María Victoria Franchi encarna a Juana, pero despliega además, maravillosa y unipersonalmente, a una diversidad de personajes en una circulación sobre el escenario que lo vuelve dinámico, atrapante, sorprendente, escénicamente “mágico”.

Con la dirección de Cielo Pignatta, el asesoramiento de texto histórico de Berta Wexler, y con un gran equipo, Territorio Coraje es una obra que no puede dejar de verse.

Nos acompaña a transitar páginas gloriosas de nuestra historia y sus mujeres, las enaltece de cara a los desafíos presentes y futuros, y a nuestras cuentas pendientes.

¡Para disfrutarla!   

 (*) La imagen de portada de Juana Azurduy utilizada en este texto es un retrato realizado por el artista gráfico Ramiro Ghigliazza.


Adriana Lynch.  Miembro del Foro por la Recuperación del Paraná. Docente.

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HISTORIA

Lucio Mansilla: guardián del Paraná

Pinceladas de una vida al servicio de la independencia y la soberanía nacional (4/3/1792 – 10/4/1871)

Según la mayoría de las fuentes Lucio Norberto Mansilla nació el 4 de marzo de 1792. A 230 años de su nacimiento, la primera pregunta que nos atraviesa es: ¿conocemos a Lucio N Mansilla? Seguramente algunos responderán afirmativamente; muchos dirán no conocerlo; y otros quizás lo confundan con su hijo Lucio V. Mansilla (autor del libro Una excursión a los indios ranqueles)…

Entonces, nos repreguntamos: ¿Quién fue Lucio N. Mansilla?, ¿vale la pena conocerlo? Inmediatamente cabe interrogarnos sobre “¿por qué?” a lo largo de nuestra historia él y tantos otros  y otras han sido la mayoría de las veces borrados, o solo tomados muy superficialmente, ninguneados, invisibilizados.

Borrados de nuestras aulas, de nuestros actos escolares, de los manuales de estudio…¿Por qué es tan necesario desterrar deliberadamente a hombres y mujeres que, como Mansilla, entregaron su vida a la lucha por la liberación y la soberanía nacional?

En la ciudad de Ramallo, no hace mucho tiempo, han colocado un busto de nuestro héroe, el “Guardián del Paraná”. Gente de la localidad nos contó que en realidad eso no fue más que una utilización de su silueta para correr el sitio histórico de “El tonelero”, lugar donde Mansilla combatió, y que intentaban entregarlo al PTP Group, grupo que operaba junto al Gazprombank de Rusia para la instalación de un puerto multipropósito. Esto no sucedió gracias a la lucha de la comunidad de Ramallo. Hoy, ese busto se pierde en los yuyales y en la desidia a la que lo someten los mismos oportunistas que lo utilizaron.

En nuestra provincia de Santa Fe tuvimos una lamentable experiencia similar, pero con un final a favor de la empresa Cargill (EE.UU), que nos robó y trasladó dos kilómetros el sitio histórico de Punta Quebracho, otra de las batallas en la Guerra del Paraná que también tuvo como protagonista a Lucio Mansilla. Este lugar, trasladado a dos kilómetros del original, fue abandonado por el Estado largo tiempo y  hoy, gracias a la lucha del pueblo, se encuentra en mejores condiciones y nos recibe desde hace muchos años cada 20 de noviembre para “plantar bandera”.

Sitio Histórico – Localización actual.

Entonces, vale volver a cuestionarse… ¿Por qué quieren enterrar y ocultarle al pueblo argentino figuras como la de Lucio Norberto Mansilla? ¿Cuál es el objetivo de ese ocultamiento?

Quienes amamos a nuestra patria y la queremos libre y soberana tenemos que correr el velo de la historia que las clases dominantes  han tratado de imponernos por más de 200 años. Y es por eso, porque amamos a nuestra patria y la queremos defender del colonialismo y la entrega, por lo que se hace más necesario que nunca que podamos conocer el legado, esa tarea inconclusa que nos deja Lucio Norberto Mansilla.

Tan solo una pequeña recorrida por los distintos momentos que marcaron su vida alumbrará la nuestra, y nos llevará a pensar que ¡sí vale la pena luchar por la felicidad de nuestro pueblo! Esa recorrida nos guiará tanto a nuevos interrogantes como a certezas, a entender que para que nuestro pueblo sea feliz necesita ser dueño de su libertad, necesita controlar sus ríos y defenderlos de la rapiña de los imperialistas, necesita controlar sus puertos, su producción y su comercio. Y necesita que florezcan nuevos sueños que nos hablen de trabajo y prosperidad para las grandes mayorías argentinas.

Recordarlo y recorrer la vida del aguerrido “Guardián del Paraná” es dar un paseo por los principales hechos del siglo XIX que marcaron nuestras luchas heroicas por la independencia y la soberanía nacional.

Nació en Buenos Aires en 1792. Su padre Andrés Ximénez de Mansilla, de origen español, fue uno de los más valerosos defensores de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, perdiendo la vida en 1807 durante la segunda incursión.

Invasiones Inglesas.

Lucio también marcado a fuego frente a la invasión imperial y con tan solo 14 años fue partícipe, como muchos otros, de la gesta de la Defensa de la ciudad contra el colonialismo inglés. Formó parte del Tercio de Gallegos. Luchó en Miserere y en los combates callejeros del 5 y 6 de julio en 1807. Un dato interesante, a tener en cuenta, Mansilla fue el ingresante más joven y graduado de la escuela de Náutica creada por Belgrano.

En 1810, al calor de los sucesos de la Revolución de Mayo, no dudó en escuchar el llamado de la patria naciente: «…al grito de Libertad, ceñí la espada, abandonando el halagüeño porvenir, y la posición social obtenida, y me puse al servicio de mi patria.»

En 1812 luchó como teniente junto a Artigas contra los portugueses. Participó del sitio de Montevideo bajo órdenes de Rondeau. En 1813, durante el ataque a la fortaleza de «El Quilombo» a orillas del río Yaguarón, una bala de fusil lo atravesó hiriéndolo de gravedad. Fue recomendado por el Gobierno por su valor y publicado en la Gazeta su heroísmo. Por sus acciones durante el sitio fue reconocido por el gobierno con un escudo de plata y la condición de «Benemérito a la Patria en grado heroico».

Más adelante, un nuevo desafío determinaría los días de Mansilla. No alcanzaba solo con la liberación de nuestra patria chica, había que ir por la “patria grande”. Para resguardar lo conseguido, la lucha por la emancipación debía ser continental, por lo que se sumó al llamamiento del General San Martin: fue constructor del Ejercito de los Andes y cruzó la cordillera, combatió en Chacabuco y Maipú, obteniendo honores y la «Legión de Chile».

Cruce de los Andes.

Desde el año 1845 hasta 1851 inclusive, año de la última batalla de El Tonelero, su territorio de combate será a partir de ahora el río Paraná. El 20 de noviembre 1845, frente a la invasión de la flota anglo-francesa de nuestro querido río, en lo que conocemos como la batalla de la Vuelta de Obligado, Mansilla vuelve a demostrar en combate su incondicional compromiso con la patria:«¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! Tremole el pabellón azul y blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea».

Recorrida junto a Luciano Orellano en el Sitio histórico El Tonelero.

A pesar de las graves heridas sufridas, sigue firme en el combate. El 4 de junio de 1846, en Punta Quebracho, bajo la arenga “Viva la soberana independencia argentina” el fuego se abrió y luego de algunas horas la derrota alcanzaba al enemigo: la flota imperial más poderosa del mundo. Esta es una de nuestras grandes glorias que nos ocultan, porque parece que está “prohibido” conocerlas en un país como el nuestro, dependiente, oprimido por los imperialismos y terratenientes, con la pretensión de enterrar sus enseñanzas: que el pueblo unido y dispuesto a luchar, puede enfrentar y ganarle a los imperialismos más poderosos. Que vale la pena pelear por nuestra soberanía y que se puede ganar.

Hasta aquí, algunas pinceladas de la vida de uno de los imprescindibles.

Este patriota,“Guardián del Paraná”,  no es para nosotros una figura muerta y enterrada. Entendemos que sin dudas Mansilla ha sido ocultado con el claro propósito de que no conozcamos su historia, que es conocer la nuestra, la de un pueblo que a lo largo de ella ha luchado contra la dependencia. Hoy más que nunca es necesario apropiarnos de su historia y su legado, como de todos y todas los que lucharon por nuestra soberanía en este suelo.

En el marco actual, después de 25 años de entrega de nuestro río, asistimos a una oportunidad histórica que no podemos desaprovechar. Hoy, diversos imperialismos vuelven por nuestro Paraná. Luchamos porque no se lo apropie, nuevamente, ninguna potencia extranjera: ni belgas, ni chinos, ni yanquis, ni daneses… ¡Queremos recuperarlo y tenemos con qué! ¡Queremos nuestro río Paraná en manos de los argentinos y para los argentinos, así como lo quería Lucio Mansilla!

Hoy, su herencia late más viva que nunca, a veces hasta sin conocerlo… Nos llama a ser parte de su tarea, y nos llama a concluirla. Frente a quienes nos dicen que “no podemos”, ¡él nos dice que sí! Nos invita a mirar nuestra costa para ver que frente a la entrega descarada, un sueño de dignidad es posible y es necesario para el conjunto de nuestro pueblo.


Evangelina Codoni. Integrante del Foro por la Recuperación del Río Parara

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HISTORIA

La batalla de Punta Quebracho

Notas historiográficas.

La Batalla de Punta Quebracho, un hecho que aun habiendo ocurrido en nuestra región y a la vera de nuestro Río Paraná es, para muchos, desconocido. El Monumento que lo recuerda se encuentra en la localidad de Puerto General San Martín, sin embargo, el sitio histórico original donde ocurriera la Batalla está hoy dentro de la empresa Cargill señalado apenas con una cruz.

El 4 de Junio de 1846 una flota integrada por buques mercantes secundados por buques de guerra llegó a la altura de Punta Quebracho, actual localidad de Puerto General San Martín, Provincia de Santa Fe. En Total sumaban cuarenta las naves y venían, Río abajo incursionando con fines comerciales las costas. Sobre la barranca las baterías al mando del Gral. Lucio N. Mansilla con 17 cañones, 600 infantes y 150 carabineros esperaban el paso del convoy. Mansilla dio la orden de fuego al grito de: “Viva la Soberana Independencia Argentina”. Favorecidos los patriotas por la altura de la barranca, las baterías resultaron inaccesibles para los buques invasores, dos se fueron a pique, otros debieron tirar su carga para aligerarse y en el caos de la huida algunas vararon, el combate duró dos intensas horas. Fue una auténtica derrota para los enemigos. Fue una auténtica victoria para nuestra Soberanía. Ingleses y franceses se convencieron que no podían navegar con impunidad nuestros ríos porque había patriotas decididos a defenderlos. Anoticiado San Martín de la Batalla de Punta Quebracho le escribe a Tomás Guido: “tentado estuve de mandarle a Rosas la espada que contribuyó a defender la independencia americana, por aquel acto de entereza en el cual con cuatro cañones, hizo conocer a la escuadra anglo – francesa que, pocos o muchos, sin contar con elementos, los argentinos saben siempre defender su independencia”.

¿Por qué se produce la Batalla de Punta Quebracho?

El 13 de agosto de 1845 Juan Manuel de Rosas, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires a cargo de la Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina encargó por nota a su cuñado, el general Lucio Mansilla, “constituir cuanto antes en la costa firme del Paraná una batería en el punto más aparente para ofrecer un resistencia simultánea, de modo que la escuadra enemiga no pueda pasar más adelante”.
La escuadra enemiga era una poderosa expedición naval de las principales potencias de entonces, Francia e Inglaterra, que ante la negativa por parte del Gobierno de Rosas de permitirles navegar libremente los ríos de la Confederación decidieron, como dice O´Donnell, “ganar mercados a cañonazos”.
Promediando el S. XIX Inglaterra desarrollaba su pujante industria abriéndose camino para incrementar mercados compradores de sus manufacturas. En ese marco industrial y comercial, navegar el interior Confederal significaba para aquella no solamente llegar a las provincias litoraleñas, amarrando directamente en sus puertos, sino también, y esto es de un interés fundamental, llegar al seno de la América del Sur, remontando el Paraná y el Uruguay: a Bolivia, Paraguay y el sur de Brasil.

La insistencia de Inglaterra y Francia, primero diplomática y luego militar, para navegar libremente los ríos interiores obedecía a la necesidad de dos nuevas potencias mundiales que se desarrollaban a expensas de los recursos de antiguas colonias y territorios en los que pretendían una posición de dominio y privilegio.

“El capitalismo tenía ahora a su disposición a todo el mundo, y la expansión del comercio internacional y de la inversión internacional mide el entusiasmo con el que se aprestó a conquistarlo. El comercio mundial entre 1800 y 1840 no se había doblado por completo. Entre 1850 y 1870 aumentó el 260%”.

Las sucesivas presiones diplomáticas, siempre acompañadas de naves de guerra, de Francia e Inglaterra encontraron en el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y representante de las Relaciones Exteriores de la Confederación una defensa firme de la soberanía, dignidad de las provincias y su gente traducida en la férrea negativa a ceder a las presiones externas y sus unitarios socios internos. Los sucesos bélicos que se desatan a partir del año 1845 muestran de qué modo los países “civilizados”, ideales de la aristocracia oligarca local, avanzan comercialmente, pero también muestran, y esto es lo más importante, que un pueblo decidido a no dejarse avasallar puede pelear por lo suyo y ganarle a los poderosos.

La Vuelta de Obligado y la Guerra del Paraná

Sobre la margen derecha del Paraná, a la altura de la actual localidad de Obligado, partido de San Pedro, Provincia de Buenos Aires, allí donde el río hace un recodo y gira, donde además se angosta en 700 metros de cauce aproximadamente el General Lucio Mansilla al mando de 2500 hombres se dispuso a bloquear con audacia y firmeza el paso de las fuerzas extranjeras. El resto de la historia es conocida, las gruesas cadenas, la audacia y la convicción de la defensa patriótica, el ingenio, los recursos, los lanchones alineados bloqueando el paso enemigo. El 20 de Noviembre de 1845 en Vuelta de Obligado la incursión de las potencias logró su cometido, remontó el Río Paraná y siguió hasta alcanzar Asunción pero allí en dónde intentaban “hacer puerto” grupos de gauchos, hombres y mujeres a caballo defendieron la Soberanía impidiéndoles su empresa. A este conjunto de batallas de defensa se lo conoce como “Guerra del Paraná” y se extendió desde Vuelta de Obligado a la victoria definitiva en Punta Quebracho.

Las hostilidades finalizaron con la firma de los tratados por separado en donde se reconocieron todos los puntos requeridos por la Confederación, coronando una contundente victoria armada con una victoria diplomática nacional y el reconocimiento de la soberanía argentina sobre el Paraná, y el saludo del pabellón argentino con 21 cañonazos de la escuadra francesa.

Pensar nuestra Soberanía y luchar por recuperarla

Todo proyecto de Nación se funda sobre la base de una esperanza compartida, por eso su condición se desliza desde el presente hacia el pasado con la mirada en el futuro. Hoy en nuevo Aniversario de la Batalla de Punta Quebracho repasamos los hechos para buscar en ese pasado que nos es común la defensa de la Soberanía, la defensa de nuestros ríos y sus recursos para encontrar el legado que aliente su recuperación. El Río Paraná y sus puertos están desde hace décadas en manos de monopolios extranjeros siendo la presencia misma del imperialismo en nuestro país. Los barcos que lo navegan llevando los millones de toneladas que son producto de nuestra tierra y trabajo de nuestras gentes son, también, extranjeros. El gobierno Argentino prepara una nueva Licitación para los trabajos que esta importantísima vía navegable requiere, una licitación para volver a dejarlo en manos extranjeras. Sin embargo, como lo hicieran los patriotas que lucharon por la Soberanía en la Guerra del Paraná a lo largo de la extensa y próspera Cuenca del Plata se forman Foros por la Recuperación del Paraná, en cada pueblo, en cada ciudad a lo largo de sus costas, poniendo la mirada en el futuro de una Nación justa, libre y definitivamente Soberana.


Erika Gnoatto, Profesora de Historia e Integrante del Foro por la Recuperación del Paraná

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