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HISTORIA INDEPENDENCIA

9 de julio | La independencia que todavía no es.

Por Carlos Del Frade (*)

9 apuntes para el 9 de julio

#1

El Congreso de los Pueblos Libres celebrado en Arroyo de la China, la actual ciudad de Concepción del Uruguay en la provincia de Entre Ríos, declaró la independencia el 29 de junio de 1815, según sostienen historiadoras e historiadores.

Era la lógica consecuencia de un movimiento político y social de masas, el artiguismo, contrario a los intereses de Buenos Aires.

Esa concepción de la historia no fue la enseñada en las escuelas.

La lectura oficial arranca desde el congreso convocado por Buenos Aires nada menos que el 24 de marzo de 186 en la provincia de Tucumán.

El 9 de julio consagró, para esa historia contada e impuesta la centralidad de la ciudad puerto, la independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica solamente de España.

“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración”, decía aquella declaración del 9 de julio.

Dos cosas para destacar: Provincias Unidas en Sudamérica, origen y destino de Patria Grande. No hay posibilidad de liberación sin los pueblos del continente, sin sus pueblos originarios que encarnaron las banderas emancipadoras en los ejércitos de Bolívar, San Martín, Artigas, Güemes, Juana Azurduy y Andresito Guacurarí.

Y la segunda, remar contra la corriente del poder hegemónico. En aquel momento, Carlos María de Alvear había ofrecido estos arrabales del mundo a Inglaterra, primero y después a Portugal y España. Vendía la sangre derramada en praderas, barrancas y montañas.

Sin embargo, aquellos congresales decidieron la independencia. Inventar un país desde lo propio y a pesar de los factores externos que amenazaban el sueño colectivo inconcluso de la igualdad.

#2

Aquella declaración era solamente de España.

Nada más que eso.

Para colmo con ningún diputado de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba que ya habían declarado la independencia un año antes en Arroyo de la China, la actual Concepción del Uruguay, el 29 de junio de 1815, cuando formábamos parte del gran proyecto político que fue la Liga de los Pueblos Libres liderado por José Gervasio Artigas.

Recién el 19 de julio de 1816, después de una sesión secreta, el texto agregó que nos hacíamos independientes de cualquier nación de la Tierra. Una sugerencia del diputado de Buenos Aires, Pedro Medrano.

Había una idea fundamental: la independencia debía ser la continuidad de aquel sueño de 165 locos que el 25 de mayo de 1810 habían decidido inventar un país, una nueva nación sobre la faz de la Tierra, como diría Vicente López Planes en la letra del himno que jamás cantamos.

Pero el proyecto político de la revolución de mayo estaba en el llamado Plan de Operaciones escrito por Mariano Moreno: independencia con igualdad. El gran objetivo de tipos como Belgrano, San Martín, Güemes, Artigas, Monteagudo, Castelli, Juana Azurduy y el mismísimo primer desaparecido de la historia política, el ya mencionado Moreno.

Porque para vivir con gloria hay que poner en el trono de la vida cotidiana a la noble igualdad.

#3

Para la historiadora Hilda Sábato, el 9 de julio de 1816 los representantes de trece de las Provincias Unidas de Sud América que participaban del Congreso reunido en Tucumán, votaron por unanimidad “que las provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España”.
“Los argentinos hemos consagrado esa fecha como la de la “independencia nacional”, aunque el acta no hable de la Argentina, los firmantes incluyan a diputados de provincias que luego formarían parte de Bolivia, y no figure ningún representante del Litoral, por entonces integrado a los Pueblos Libres liderados por Artigas. Es que la palabra “nación” en el acta de independencia hace referencia a un conjunto inestable de provincias que habían surgido del desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata y que aspiraban a organizarse como comunidad política pero cuyos límites, características y forma de gobierno eran materia de agudos conflictos”, sostiene Sábato.

“Al mismo tiempo, la derrota de Napoleón había abierto las puertas a la restauración monárquica y absolutista en Europa, al regreso de Fernando VII al trono español y a la exitosa ofensiva de sus tropas contra la América rebelde. En ese clima, tras proclamar la independencia, el Congreso buscó consolidar la unión. Y para ello dio por terminada la etapa revolucionaria, con su carga de convulsión social y fermento político, e imprimió una dirección conservadora a la gestión de gobierno. Esa voluntad era explícita: frente a los peligros de disolución y anarquía, el cuerpo decretó “Fin a la revolución, principio al orden” (1/8/1816). 

“Así, la independencia a la vez culminó y clausuró la etapa de cambios inaugurada por la revolución de mayo. También, pero eso no lo sabían sus autores, fue vista más tarde como comienzo: el de una nación, la Argentina, que reivindicó ese acto como fundacional”, termina diciendo Hilda Sábato.

#4

El presidente del Congreso de Tucumán, Francisco de Narciso de Laprida, fue asesinado. Un maravilloso poema de Borges lo rememora.

En ese epílogo violento de Laprida, se sintetiza la suerte de muchos de aquellos 29 que declararon la independencia el martes 9 de julio de 1816.

Después de la batalla de Cepeda, del primero de febrero de 1820, los congresales fueron encarcelados durante tres meses.

Es difícil encontrar vestigios de esos días. 

No parece haber registro de las vivencias de aquellos diputados.

Los decidores de la emancipación permanecieron presos y muchos de ellos acabarían como Laprida.

#5

De aquellos 29 congresales que declararon la independencia, dieciocho sufrieron exilios, torturas, expulsiones, censuras y arrestos varios. Solamente once pudieron seguir con una vida más o menos normal.

Tres de ellos fueron asesinados, Laprida, José Severo Malabia y Juan Agustín Maza y Díaz Gallo fue torturado con saña y alevosía.

Uriarte, sacerdote, fue uno de los que sufrieron cárcel y estuvo arrestado varias veces, promovió el reparto de tierras.

Unitarios y federales, fueron los nombres políticos que se le dieron a estos representantes, expresiones individuales de los intereses en pugna en aquella Argentina naciente que, como decía uno de los documentos del Congreso, daba fin a la revolución y principio al orden.

Quizás la ferocidad de ese “orden” devoró aquellas vidas particulares que, en su momento, encarnaron el sueño colectivo de la independencia.

Cuando Sarratea manda encarcelar a la mayoría de los congresales, había personas de gran relieve político.

#6

Entre los congresales perseguidos estaba Juan José Paso, secretario del primer gobierno revolucionario, cuando las ideas de su amigo Mariano Moreno parecían encaminadas a triunfar y modificar la realidad de todo el continente que desconocían.

Después de esos misteriosos días de prisión, el morenista Juan José Paso, quien fuera el lector de la Declaración de la Independencia, sería uno de los redactores de la Constitución de 1826, de matriz unitaria, patronal y probritánica y que desencadenaría las luchas civiles argentinas durante muchas décadas.

A pesar de eso, Paso, después de 1827 no volvió a figurar en funciones públicas, pero apoyó los gobiernos federales de Manuel Dorrego y Juan Manuel de Rosas de quien fue asesor.

#7

En relación a la llamada constitución de 1819, el historiador y polítco, Jorge Abelardo Ramos, señaló que “la Santa Alianza levantó la cabeza con la caída de Napoleón: la restauración de Fernando VII señaló el triunfo de la España negra. La desarticulación producida en América Latina por las fuerzas centrífugas regionales ante la crisis del proceso revolucionario en España, hacia de la declaración de la Independencia un acto trágico e inevitable. Pero ni la Asamblea del año XIII ni el Congreso de 1816 habían resuelto el problema cardinal. Este era, como hemos señalado, la cuestión del puerto, de la Aduana y del crédito público. Después de tres años de tumultuosas sesiones, durante las cuales se entrechocaron tenazmente los intereses regionales irreconciliables, el Congreso reunido en Tucumán decidió trasladarse a la ciudad porteña. Esta medida obedecía al propósito de los ganaderos bonaerenses y de la burguesía comercial porteña de obtener una influencia decisiva en sus resoluciones. Se trataba de marcar con el sello de sus privilegios el espíritu y la letra de la futura Constitución.

“Durante nueve meses discutióse agriamente el texto que debía organizar la vida argentina. La Constitución del año 1819 fue el factor desencadenante de la crisis del año 20, que ya germinaba desde la caída de (Mariano) Moreno. El librecambismo ruinoso de los porteños, la política centralista que los rivadavianos llamarían “unitaria”, y la posesión de las rentas en manos de Buenos Aires, habían convertido la primera década post-revolucionaria en el prólogo de la guerra civil. La Constitución de 1819 le confirió un carácter oficial”, escribió el colorado Ramos.

#8

“La Argentina, sin embargo, no se hizo así. La Argentina que celebró el Borges político (que era muy inferior al Borges poeta) aniquiló a la barbarie, a los otros, aniquiló la diferencia y constituyó el país desde la visión de las clases cultas. La diferencia (la barbarie) se obstinaría en reaparecer: con los inmigrantes, con los anarquistas, con el populismo de Yrigoyen y el populismo de Perón, que era para Borges la cifra absoluta de la barbarie. Hubiera sido fascinante tenerlo a Borges vivo durante la gestión del peronismo neoliberal de los noventa. Se hubiera deleitado con el espectáculo de la barbarie enterrando a la barbarie. Tampoco en esto tuvimos suerte: el cuadro sorprendente del partido de la barbarie llevando a cabo los objetivos últimos de los hombres de libros y cánones mereció los agradecidos balbuceos del ingeniero Alsogaray, no el ingenio despiadado de Borges”, terminaba diciendo una profunda y hermosa nota de José Pablo Feinmann en torno al poema de Borges que imagina el monólogo final del presidente del congreso de Tucumán, Francisco Narciso Laprida.

#9

“La historia es una continuidad. En realidad cada generación de argentinos produce un nuevo intento de independencia. La historia no está acabada porque la independencia no está alcanzada. De allí que sea fundamental recuperar la memoria no solamente desde el lugar de lo que nos hicieron, sino también de los proyectos colectivos que fuimos capaces de lograr. Porque esa es una forma de sentirnos e identificarnos. Nuestros abuelos no pelearon en Vilcapugio, pero durante todo el siglo veinte fueron protagonistas de peleas permanentes por una vida mejor y eso es lo que forma nuestra identidad. Porque la salud, la humanidad de una persona, no solamente pasa por la autoconservación biológica, sino por la autopreservación de la identidad. Hace poco leí una experiencia que me impactó. Un grupo de gatos fue encerrado en una jaula. Algunos de ellos naturalizaron el encierro. Se acostumbraron a la falta de libertad. Y fueron los que primero se murieron. El otro grupo de gatos buscaba desesperadamente la salida. Sufrieron estrés, dormían menos, comían menos, tuvieron gastritis, pero vivieron. De eso se trata, de saber que cada nueva generación en la Argentina pelea por la independencia”, sostuvo en diálogo con el autor de estas líneas.

“Cada generación de argentinos produce un nuevo intento de independencia”, repito la frase de Bleichmar.

La tarea pendiente para este 9 de julio quizás sea asumir que la independencia todavía no es y que nosotros debemos ser protagonistas y no espectadores consumidores consumidos para realizarla.

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DEBATES HISTORIA

Sobre paraguas, el té de las 5 de la tarde y una revolución que si fue.

Por Sergio Juan Coppoli (*)

¿Que fue la revolución de mayo?  ¿Una plaza con paraguas? Los paraguas existían pero solo para los ricos y, en la Buenos Aires revolucionaria, eran muy escasos. La mayoría usaba capotes encerados o ponchos y las mujeres, con lluvia, casi no salían. Una buena pregunta ¿Había mujeres en la plaza? Entre los cabildantes no, por supuesto. Se citaba a cabildo abierto a los vecinos, no a las vecinas. Puede ser que algunas estuvieran en la plaza; quizás Guadalupe Cuenca y algunas más dijeran presente; aquellas que, pistolones a la cintura, convencieron a Saavedra que las brevas estaban maduras.

Los presentes en la plaza gritaban “¡El pueblo quiere saber de qué se trata!” y  figura en las actas del cabildo. Otros gritos deben haber resonado en las recovas de la plaza pero no quedan bien palabrotas e insultos en las actas. La historia oficial nos muestra una lámina de Billiken y el relato de un hecho fortuito y sin violencia. Es un mecanismo ideológico para mostrar que en mayo de 1810 no pasó nada importante. Los revolucionarios formaron una junta de gobierno sin molestar a nadie, sin disparar un tiro, sin romper un plato. Eran  un pequeño grupo activo y espectadores que querían noticias.

Los hechos de mayo no habrían sido una revolución sino un simple cambio de gobierno y el 25 no pasó nada significativo. ¡Como si las revoluciones se hicieran en un día! Como si la revolución francesa hubiera sido solo el 14 de julio con la toma de la bastilla. Como si la revolución de independencia norteamericana, solo hubiera sido el motín del té, donde los colonos, rebelados contra los impuestos, arrojaron el té al mar en Boston. Como si la revolución rusa, solo hubiera sido solo la toma del palacio de invierno.

¡No pasó nada! Pero, “(…) la Revolución no sería un té servido a las cinco de la tarde”, le hace decir Andrés Rivera a Castelli, en su hermoso libro “La revolución es un sueño eterno”. No es un té servido a las 5 de la tarde ni la revolución ni una huelga ni una manifestación ni un corte de ruta o de calles. Los revolucionarios cortaron calles, no dejaron llegar al cabildo a los cabildantes realistas, hicieron pasar cabildantes que no lo eran, amenazaron con sables, pistolas y garrotes. Y si esto no alcanzaba, tocarían generala y acudirían las milicias y regimientos, con inmensa mayoría de criollos, pardos y morenos; el pueblo de Buenos Aires estaba en armas desde las invasiones inglesas. Los hispanos eran minoría y la correlación de fuerzas era abrumadora  en favor de los criollos.

No es nada fácil quitarse un rey de encima. Los reyes lo son por derecho divino, tienen mando y poderes y por disposición divina deben ser obedecidos, jurados de fidelidad. Las nuevas teorías sobre soberanía originada en el pueblo, solo las conocían los jefes revolucionarios. Por eso, después de la revolución, Moreno funda la “Gazeta de Buenos Aires” para difundir las ideas independentistas y revolucionarias, traduce y hace publicar el contrato social de Rosseau y Belgrano se preocupa por traducir la carta de despedida de Washington. Pero hay un largo tiempo de trabajo y pensamiento revolucionario, un largo período de formación del partido de la independencia, del partido revolucionario. Y hubo una larga historia de sufrimiento popular, generado por la colonia. A la lista de antecedentes revolucionarios en Europa y Norteamérica que habitualmente toma en cuenta la historia oficial, la revolución de independencia estadounidense, la revolución francesa y las nuevas ideas que surgen y se difunden, se debe agregar y tomar en cuenta en su enorme dimensión, la insurrección de Túpac Amaru, los levantamientos en el noroeste, las guerras calchaquíes y la revolución de los 7 jefes en Santa Fe  (mayo / junio de 1580), la resistencia de los pueblos del chaco y del sur americano, enfrentando la invasión, reducción a servidumbre y sus consecuencias de genocidio y miseria. Agreguemos los sufrimientos de miles y miles de africanos, traídos para el trabajo esclavo. Había un polvorín de odio bajo los pies de la monarquía española en toda América y, en particular,  en el virreinato del río de La Plata, futuras Provincias del Río de La Plata.

En general la noticia del nuevo gobierno fue recibida con júbilo por los pueblos y rechazada por los beneficiarios del sistema virreinal. En Cuyo fue muy bien recibida, en Catamarca también, en Salta fue bien recibida por una parte del cabildo y rechazada por otra. En Córdoba se generó la resistencia más seria. Santa Fe no era provincia pero tenía cabildo ya Santa Fe, la noticia del nuevo gobierno, llegó el 5 de junio. El teniente de gobernador, don Prudencio Gaztañaduy, lo puso a consideración del Cabildo Abierto que se reunió el día 9. La noticia de la Revolución de Mayo llegó a Rosario el 14 o 15 de junio y celebrada por el capitán Gregorio Cardoso con salvas de fusil de los milicianos del caserío. El cura Julián Navarro envió felicitaciones al presidente de la Junta.

La formación de la junta provisional el 25 de mayo, fue el inicio de un largo proceso de lucha por la independencia que duró 15 años, hasta Ayacucho y Tumusla. Y fue parte de la enorme gesta de independencia americana contra el colonialismo, incluida la única revolución de esclavos triunfante, la de Haití. Ya el  29 de mayo la Junta dispuso preparar para la guerra al ejército que iba a defender la patria naciente contra la reacción realista hispana. Todo apuntaba a la independencia. ¿Fue o no fue revolución la de mayo? ¿Qué elementos de continuidad y de ruptura introduce?

La historia oficial mostró solo el gobierno propio y la independencia política. En primer lugar, si, se logró declarar la independencia de España, sus reyes y sucesores y de toda dominación extranjera, tal como proclamara el Congreso de Tucumán. Esto se mantuvo, no sin contradicciones, hasta la Vuelta de Obligado y Angostura del Quebracho., en la victoriosa guerra del Paraná.

Pero la revolución destruye la sociedad monárquica absolutista y empieza a construir otra, republicana o monárquica constitucional y hay cambios importantes en una economía centrada en torno a la producción de plata (Potosí). Los sectores más privilegiados eran los del llamado interior, tanto es así, que las universidades estaban en Alto Perú y Córdoba. Cambian las clases dominantes: un sector subalterno de comerciantes de Buenos Aires y terratenientes de esta provincia y de las restantes, en feroz disputa, pasan a ser los dominantes y la economía pasa a ser agroexportadora y se va asociando a Inglaterra. Hasta lo más retrógrado y conservador, implicó cambio.

Dentro de los más avanzado: la sociedad dejó de ser de castas, de acuerdo al color de piel, había derechos y obligaciones diferentes. La sociedad siguió siendo racista pero ya no estaba fijado por ley. Los sectores más avanzados de la revolución, lucharon duramente por esto.

Recordemos que en nuestro país, gran parte de los habitantes eran de origen africano, traídos como esclavos. Para ellos también la revolución trajo cambios profundos. Ganaron su libertad con un altísimo costo: como soldados de infantería, transitaron leguas por el continente, regando su sangre en cientos de combates y batallas. Mi homenaje a ellos en María Remedios del Valle, la madre de la patria.

También irrumpen otros grupos marginales como los gauchos y los pueblos indígenas.

Un conjunto de disposiciones intentan reparar la situación de las comunidades originarias, tratando de atraer a esos pueblos a la causa revolucionaria.

En la petición con la que se formó el Primer Gobierno Patrio, hay dos lonkos o caciques. Más tarde, la Junta convocó a los oficiales indígenas de los cuerpos de pardos y morenos y Mariano Moreno leyó la Orden del Día, que disponía su  igualdad jurídica y los incorpora a los regimientos criollos. La proclama de Castelli en Tiahuanaco, el reglamento de Belgrano para los 30 pueblos misioneros, asegurando libertad, igualdad y tierra para los pueblos originarios y las disposiciones de Artigas, con el Reglamento de Tierras, son algunas de las principales medidas. El movimiento de Mayo tuvo consecuencias para los pueblos indígenas y algunos hechos sugieren que los principales revolucionarios, iniciaron un camino diferente al que más tarde   tomó la organización nacional.

 

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

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BANDERA HISTORIA

Nuestra Bandera 🇦🇷

Un 27 de febrero, pero del año 1812, Manuel Belgrano creaba nuestra bandera argentina, como signo de la pelea por la libertad e independencia, los sueños que guiaron su acción revolucionaria.

A más de 200 años de aquella gesta, nuestra patria grande sigue peleando por aquellos sueños inconclusos.
Las potencias imperialistas se disputan y saquean nuestros recursos, y los ideales de igualdad por los que Belgrano peleó son la contracara de una América con un presente profundamente injusto.

Hoy, sobre las mismas barrancas que vieron flamear la celeste y blanca por primera vez, reinan soberanas las principales potencias extranjeras que controlan nuestro comercio exterior, los resortes principales de la industria, la banca, nuestra marina mercante, nuestro río, etc.
Recuperar lo nuestro, es condición para un futuro para todxs.

Hacemos nuestras una vez más sus palabras:

“Ni amo nuevo, ni amo viejo, ningún amo!”

Manuel Belgrano
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ENSAYO HISTORIA

20 de Febrero, aniversario de la batalla de Salta. Belgrano militar.

Por Sergio Juan Coppoli (*)

La batalla de Salta, es una de las grandes batallas de la guerra de independencia. Una de las grandes victorias militares del General Manuel Belgrano, a quien habitualmente nos lo presentan como abogado y militar improvisado. Se desprecia su estudio perseverante de temas militares y se deja casi de lado al Belgrano economista, ya que a la historia oficial no le hacen gracia los proyectos de Belgrano, algunos con plena vigencia, en este aspecto: desarrollo de industria propia, creación de una marina mercante propia y una fuerte industria naval.

En este breve y provisorio ensayo, discuto ese concepto de militar improvisado. Discusión necesaria porque no se tomó en cuenta la opinión más que autorizada de San Martín que lo consideraba lo mejor que teníamos y sus palabras quedaron casi en el olvido.

Tras la victoria en la batalla de Tucumán, donde tuvieron rol protagónico paisanos armados precariamente, Belgrano en poco tiempo reorganiza el ejército, le da disciplina militar y parte hacia el norte, hacia Salta, tratando de que el avance sea lo más rápido e inadvertido posible.

Cuadro: Batalla de Tucumán, de Francisco Fortuny

Pio Tristán, el General en jefe del Ejército realista del Alto Perú, comete varios errores. El principal es subestimar a su rival. Está seguro que el único acceso a Salta es el Portezuelo, al este de la ciudad. En consecuencia, se ocupa en fortificar y hacer inexpugnable esa entrada. Tenía órdenes de guarnecer el fuerte de Cobos a pocas leguas de Salta pero no lo hace. Tristán está seguro que el ejército patriota no puede avanzar en temporada de deshielo y  lluvias, con ríos desbordados y precarios caminos  hechos lodazales.

Plano de la Batalla de Salta

Se equivoca. El ejército, conducido por Belgrano, avanza pese a todo, supera el río Pasaje (por algo lleva este nombre) gracias a  viejos conocimientos de Belgrano por su actividad en el Consulado y por la acción efectiva de baqueanos que conocen el río y la zona. Toma la desguarnecida Cobos y sabiamente, escucha a quienes conocen la zona. José Apolinario “el Chocolate” Saravia, le informa de un sendero que cruza los cerros y lleva al norte de la ciudad de Salta.

Una avanzada del ejército establece escaramuzas en el Portezuelo para engañar a los realistas. Mientras tanto, por la noche, en medio de la lluvia y por senderos de cabras, el ejército con todo su armamento, esquiva el Portezuelo y se le aparece a Tristán por el norte, por donde no lo esperaba: “¡Ni que fueran pájaros!” dicen que exclamó. Esa situación, impidió a Tristán recibir refuerzos y le cortó la retirada.

Tras la victoria, quedó rendido ante las armas de la patria todo el ejército realista. Un hecho casi inédito en nuestras guerras de independencia. Belgrano hace sepultar juntos a los caídos, rindiendo homenaje a vencedores y vencidos y, contra la opinión de sus oficiales o la mayoría de ellos, deja a los prisioneros con vida y libres,a cambió de jurar no volver a tomar armas contra la patria. Y no solo eso, acepta la invitación a cenar de Tristán en la casa donde se alojaba. Muchos dicen que fue un gran error de Belgrano, ya que un obispo los liberó de su juramento. Es cierto que muchos de los vencidos volvieron a combatir para el rey, pero la mayoría de ellos se mantuvieron fieles a su juramento.

Tras la rendición, Tristán pretendió entregar a Belgrano su espada, tal como se acostumbraba, pero el jefe patriota se lo impidió, y en presencia de todos, lo abrazó. La promesa de no volver a luchar contra la Patria fue suficiente para Belgrano, quien dejó ir a su enemigo, en contra del consejo de sus oficiales y de su gobierno.

Rendición del Gral. Pío Tristán

Frente a las críticas que esa decisión suscitó, en una carta enviada a Feliciano Chiclana, el general afirmó:

“Siempre se divierten los que están lejos de las balas, y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los clamores de los infelices heridos; también son esos los más a propósito para criticar las determinaciones de los jefes: por fortuna, dan conmigo que me río de todo, y que hago lo que me dictan la razón, la justicia, y la prudencia, y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria”.

Pero vamos a lo principal: Belgrano mostró su generosidad, no su ingenuidad y mostró su notable visión política. Las tropas realistas avanzaban castigando la rebelión, fusilando, incendiando, torturando y vejando. Belgrano muestra a los pueblos de América que la actitud de las fuerzas patriotas es bien distinta.  Dejó claro con estas actitudes y en cartas a Tristán y Goyeneche, su determinación de luchar por la independencia de estas tierras y su ánimo pacificador entre americanos. Mostró además su disposición a ganar simpatías para la causa independentista. Recordemos, que en este período de las guerras de independencia, la inmensa mayoría de los integrantes de las tropas del rey eran americanos, como el propio Saturnino Castro, Tristán y el mismo Goyeneche.

Por otra parte, muchos de los vencidos en Salta, retomaron las armas, pero para el lado de los patriotas. Algunos fueron parte de la insurrección del Cusco a la que dio impulso Belgrano durante su expedición al Alto Perú, un hecho a investigar. Finalmente, Saturnino Castro, uno de los perjuros y vencedor de Belgrano en Vilcapugio, fue fusilado cuando intentó encabezar un alzamiento contra los realistas. La visión política y militar de Belgrano era amplia y profunda.

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

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BANDERA CULTURA HISTORIA

13 de febrero de 1813: “Un juramento ante una bandera soberana”

Por Sergio Juan Coppoli (*)

La Asamblea del año XIII se formó con los objetivos de declarar la independencia y dar a estas Provincias Unidas una constitución. No hizo ni una cosa ni la otra. Esto, junto al rechazo de los diputados artiguistas, son las principales críticas que se le pueden hacer.

En favor de la labor de la Asamblea, podemos destacar  medidas de gran importancia como la acuñación de una moneda propia sin la imagen de Fernando VII; el establecimiento del Escudo, diseñado sobre el sello de la propia Asamblea y el Himno compuesto por Vicente López y Planes y Blas Parera; la abolición de la Inquisición y de los instrumentos de tortura. También derogó toda forma de servicio personal de quienes pertenecían a los pueblos originarios, tales como la mita y la encomienda y además, estableció la libertad de vientres.

Y lo más importante: la Asamblea asumió la soberanía en nombre del pueblo y no de Fernando VII.

En consecuencia, las autoridades políticas, militares y religiosas debían jurar y manifestar fidelidad a la “asamblea soberana” y no al rey, aún cautivo de Napoleón. La máscara de Fernando VII caía para no volver a levantarse.

 

El Ejército del Norte al mando de Belgrano, jura obediencia a la Asamblea del Año XIII

El Ejército Auxiliar al Alto Perú, al mando de Belgrano, tras la victoria en Tucumán avanzaba hacia Salta, donde libraría otra batalla decisiva. Ya no estaba el primer Triunvirato y su secretario Rivadavia, que habían ordenado la destrucción de la bandera, recelosos de la independencia y temerosos de la reacción española e inglesa. Belgrano había prometido esconderla y enarbolarla cuando un triunfo importante lo permitiera y Tucumán había sido esa victoria esperada. Antes de cruzar el Río Pasaje, el 13 de febrero de 1813, el General Belgrano hizo formar las tropas y prestar juramento de fidelidad. Para ello volvió a izar la bandera azul celeste y blanca, creada por él a orillas del Paraná, en el humilde y patriótico caserío del Rosario, casi un año antes. Desde entonces, desde ese 13 de febrero, nuestra bandera proclama a las naciones del mundo que ya no tenemos el amo viejo y que nuestra decisión es no tener amo alguno. Proclama nuestra soberanía, una soberanía a sostener, defender y recuperar con la firmeza y valentía de entonces.

El 20 de febrero de 1813, la bandera creada en las barrancas del Paraná  flameó en Salta, triunfal por vez primera en el campo de batalla.

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

 

Bibliografía:

  • “Martín Güemes El héroe mártir” de Luís Oscar Colmenares – Ediciones Ciudad Argentina – Buenos Aires – 1998 – Págs. 49/51

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CULTURA DEBATES HISTORIA

Sobre el Combate de San Lorenzo: barcos, cargas de caballería, torres y hoteles.

Por Sergio Juan Coppoli (*)

Dicen los mapuche, que cada persona debe poder contestar tres preguntas: ¿De dónde vengo? ¿Quién soy? Y ¿Hacia dónde voy? Eso vale también para los pueblos, lo colectivo.

Hay quienes dicen que los argentinos descendemos de los barcos. Yo sostengo que venimos de la tierra y, si bien muchos descendemos de los barcos, muchos descendemos de pueblos originarios.

¿De qué barcos descendimos los argentinos? Gran parte de los habitantes de esta parte del mundo, son pueblos preexistentes a la invasión europea de hace más de 500 años y a los estados nacionales. En épocas glaciares, sus antepasados cruzaron el estrecho de Bering. Otros, llegaron en canoas y balsas desde islas del Pacífico, en un primer descenso desde barcos.

Milenios después, con Colón, almirante afecto a nombrar el oro y poco a Dios, llegó la gran invasión. Muchos argentinos actuales, descienden de los barcos de la invasión. Muchos de esos invasores, se mestizaron con los pueblos originarios. De sus descendientes, unos fueron parte de las guerras de independencia y parte de esta América morena. Otros,disfrutando los beneficios de la conquista y la colonización, usaron las guerras de independencia para atarnos a otras cadenas, como dueños de latifundios y en uso de privilegios comerciales.

Están también aquellos, cuyos antepasados bajaron de los barcos de la infame trata de esclavos. Vinieron forzados y a trabajar forzados. De allí, otro proceso de mestización. En otros barcos, llegaron los perseguidos y desposeídos de Europa, buscando trabajo, tierra y otra suerte para sí y para su descendencia. Dieron inicio a otro proceso de mestizaje.

Pero hay otros barcos más. En barcos llegaron los ingleses para invadir Buenos Aires. Barcos ingleses fueron beneficiados por la libre navegación de nuestros ríos por el “Tratado de Amistad Comercio y Navegación entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y las Provincias Unidas” en 1825, impulsado por Rivadavia y Georgie Canning. En barcos vinieron los ingleses que usurparon Malvinas y en barcos vinieron ingleses y franceses a imponer la “libre” navegación de nuestros ríos.

En la ciudad de Buenos Aires, en Retiro, se alza la torre de los ingleses y estaba la estatua de Georgie Canning, ministro de asuntos exteriores de Gran Bretaña durante largos años. Don Canning escribía en 1824: “La América Española es libre, y (si) nosotros los ingleses manejamos nuestros negocios con habilidad, ella será inglesa”.  A la estatua del señor Canning, una manifestación la quitó de su sitial y la arrojó al río.  Un gobernante con callos en las rodillas y rodillas en el alma, la repuso en la Recoleta, para que siga cuidando los intereses británicos. Quienes la arrojaron a las aguas, tuvieron que recorrer un trecho largo para llegar al río. Durante las invasiones inglesas, donde está la torre, estaba el río y allí quedó varado el barco Justine. “Aborde y tome la nave”, ordenó Pueyrredón al joven militar Martín Miguel de Güemes, quien con sus hombres, lo hizo ¡de a caballo! Más de 200 años después, la tierra y la ardua labor de gobernantes con callos en las rodillas y rodillas en el alma, cubrieron de olvido la hazaña de Güemes y sus hombres y en ese lugar hoy está esa torre de los Ingleses, “(…)puerta de entrada a la Ciudad de Buenos Aires por su vecindad con la terminal de los ferrocarriles de la Estación Retiro, el Puerto de la Ciudad y el Hotel de Inmigrantes (…)” según la página del gobierno de la ciudad.

A poca distancia de la torre, se levanta el Sheraton, otro símbolo de poderío imperial en pleno corazón porteño.

Cuando llegué a Rosario, me llamó la atención el poco acceso al río Paraná, en una ciudad situada a su vera. Había paseos frente al Monumento, el Balneario Municipal, La Florida. El Puerto ocupaba casi todo la costa, un puerto que hacía honor a la denominación de Rosario, capital de los cereales, tal como cantaban Falú, Dávalos y los Fronterizos. Pero el puerto fue desguazado y cedió lugar a grandes puertos privados de grandes monopolios extranjeros,  a cambio, pareció que ganábamos acceso al río. Nuevamente espejitos y cuentas de colores. Los llamados desarrolladores inmobiliarios, la especulación inmobiliaria, los elefantes blancos o blanqueados, en una metáfora que espero no sea mal entendida por gente mal pensada, fueron ocupando espacios privilegiados junto al río, erigiendo torres gigantescas con excepciones al reglamento de edificación de la ciudad.

Pero hay otra Rosario, la Rosario rebelde, la Rosario de la historia emancipadora. Una histona que debe ser atesorada.

Celedonio y sus milicianos

Rosario es un poblado que adhiere con fervor a la Revolución de Mayo y arma milicias para vigilar el río y defender la costa de las incursiones realistas. Belgrano en su paso hacia el Paraguay, organiza esas milicias y sigue viaje hacia el reglamento de las Misiones, Paraguarí y Tacuarí. En 1812 vuelve a Rosario para montar dos baterías.Aquí crea la bandera que es izada en la batería Libertad, donde hoy se halla el Monumento a la Bandera; luego sigue viaje hacia el Éxodo jujeño, Tucumán, Salta y el Alto Perú. Las milicias permanecen y cuando San Martín es enviado a perseguir la flotilla realista que desembarcaría en San Lorenzo, esas milicias, al mando de Celedonio Escalada, colaboran. Rechazan, en lo que, despectivamente, muchos consideran una “mera escaramuza”, un desembarque en la desembocadura del Arroyo Ludueña y acuden a San Lorenzo, dando apoyo a los Granaderos en su bautismo de fuego. Celedonio y sus milicianos deben haber pasado en  su cabalgata heroica por donde hoy está el Monumento a la Bandera, oculto entre grandes torres. Después deben haber pasado por Puerto Norte, que entonces no era Puerto Norte y las torres no privaban el acceso y la vista al río ni existía el proyecto de un Sheraton de 130 metros de alto, todo un símbolo imperial en la tierra que vio nacer nuestra bandera. Podrán decirnos que esas torres son un orgullo para los rosarinos. No sé. Prefiero pensar, que orgullo  son los milicianos vigilando el río, la adhesión a la revolución de mayo, la bandera y su monumento, la galopeada de Celedonio Escalada y sus valientes, los rosariazos que pusieron fin a los sueños de Onganía y la rebeldía obrera y popular de este suelo. No las torres, los puertos en manos extranjeras y el río para pocos y transformado en hidrovía, que nos han dejado gobernantes con callos en las rodillas y rodillas en el alma, para  encubrir nuestra historia y  uncirnos al carro triunfal de los poderosos.

¿De dónde venimos? ¿Nos reconocemos en la cabalgata de Celedonio? ¿En el monumento? ¿En los rosariazos? ¿En la ciudad siderúrgica y obrera? ¿O en las torres vacías, los puertos privados y el Sheraton?

¿Quiénes somos? ¿Parte de la América morena, hermanados originarios, criollos, descendientes de europeos y africanos, unidos en un solo pueblo? ¿O nos creemos superiores por provenir de los barcos, por ser parte de esa Europa invasora y expulsora de marginales?

 ¿Y hacia dónde vamos? ¿Cabalgaremos como Celedonio hacia la independencia y la libertad o nos dejaremos tentar por espejitos, cuentas de colores, Sheratons y cantos de sirena?

 

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

 

http://detallesdebuenosaires.blogspot.com/2011/09/monumento-george-canning.html

https://www.buenosaires.gob.ar/museos/torre-monumental

https://viapais.com.ar/rosario/481984-piden-que-el-proyecto-de-construccion-del-sheraton-sea-fiscalizado-por-la-uif/

Las esculturas que ya no están (nota 6)

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HISTORIA SOBERANÍA

Martín Güemes y el Encuentro de Guayaquil

Por Sergio Juan Coppoli

Hace 201 años, camino a las Higuerillas, a su agonía, marchaba Güemes en su  última cabalgata.

Hoy, en 2022, a 200 años del encuentro de San Martín y Bolívar en Guayaquil, pienso que Güemes fue el participante ausente de aquel encuentro.

La “historia oficial” sostiene que Güemes fue defensor de la frontera norte,  un caudillo que encabezaba a sus gauchos en una estrategia defensiva, porque San Martín dejó de lado la vía del Alto Perú para llegar a Lima.

Esta historia oficial “oculta” la misión de Güemes en el plan sanmartiniano.   No fue defensor de la frontera norte; esta era el río Desaguadero, al norte del  Alto Perú, límite con el Virreinato del Perú, y la declaración de Independencia  no fijaba límites a las Provincias Unidas de Sudamérica. Estaba sí, a cargo de  una táctica defensiva de guerrillas que abarcaba Salta del Tucumán y el Alto   Perú y al que había contribuido Belgrano designando algunos de sus mejores oficiales como gobernadores: Warnes, Álvarez de Arenales, Ortiz de Ocampo.  Un sistema de guerrillas cuyos héroes, no se iban a limitar a lo defensivo.

Por el llamado camino real, transitaron los ejércitos del rey y los ejércitos patrios durante la guerra de independencia.

Quienes dejaron de lado el proyecto de la “patria grande”, lo definieron defensor de la frontera norte para crear un país agroexportador, con centro  en el puerto de Buenos Aires, con tierras en pocas manos, asociados a los ingleses y dando la espalda a las provincias al norte de Córdoba.

Güemes, decisivo en Suipacha, primera victoria patriota, tuvo desavenencias   con Castelli y Monteagudo y después con Belgrano. Enviado a Buenos Aires,  se conoció con San Martín en casa de los Escalada, sus lejanos parientes. ¿Qué hablaron entre ellos? Poco se sabe. Pero cuando San Martín reemplaza  a Belgrano, vencido en Vilcapugio y Ayohuma, llega en compañía de Güemes.  

Esta historia tiene aspectos conocidos: San Martín pide dejar el Ejército del Norte y ser nombrado gobernador de Cuyo. En Córdoba se reúne con Pueyrredón y logra apoyo a su plan de llegar a Lima vía Chile y el Océano Pacífico y dejar a Güemes encargado de esa línea defensiva. Después pide por Belgrano al mando del Ejército del Norte, es lo mejor que tenemos, dice.

En su breve paso, San Martín hace construir el recinto fortificado de La Ciudadela para dar seguridad a la fábrica de fusiles y el parque de artillería  existentes en Tucumán y para instruir militarmente a oficiales y soldados. Hay aspectos  desconocidos y ocultados: La Ciudadela, es lo que el Plumerillo  para el Ejército de Los Andes. El Ejército del Norte debía estar preparado para  pasar a la ofensiva sobre el Alto Perú e ir hacia Lima. San Martín nunca dejó  de lado la vía del Alto Perú para llegar a Lima.

Aunque nunca estuvieron reunidos los tres, San Martín ha hablado con Belgrano y Güemes, y Belgrano volcó su experiencia en el Alto Perú.

Entre Buenos Aires y Lima, la distancia es enorme, mayor a la existente entre  París y Moscú. Hay que atravesar pampas, montañas, mesetas y vencer  a los  mejores ejércitos  realistas. Ejércitos que ya han vencido las expediciones patriotas y ahora reforzados por tropas vencedoras de Napoleón. Se puede  confiar en una táctica de guerrillas que San Martín conoce pero no es su fuerte. La conocen, y se mueven en ella como pez en el agua: Güemes, Padilla, Azurduy, Warnes, Muñecas, Arenales.

La noche del 7 de junio se reúne con su hermana Macacha mientras el partido de la mal llamada Patria Nueva conspira. Allí, en  una emboscada, Güemes es herido de muerte. Los realistas, los que  añoraban la colonia, odiaban los impuestos para sostener la guerra y despreciaban el fuero gaucho, fueron los responsables.

Güemes agonizó diez días y fallece el 17 de junio de 1821.

El 12 de Julio de ese mismo año San Martín entraba en Lima pero Güemes no   pudo acudir a la cita y, tras su muerte, el partido de la “patria nueva”  firma un armisticio con los realistas.  San Martín, en inferioridad de medios, abandonado por una Buenos Aires que preparaba el nacimiento de la deuda externa con la Baring Brothers y los ingleses, fue a la entrevista con Bolívar en Guayaquil. Güemes no llegó a Lima, no estuvo en Guayaquil, y a la guerra  de independencia la finalizó Bolívar en el mando.

 

(*) Sergio Coppoli. Psicólogo. Miembro de Foro por la recuperación del Paraná.

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HISTORIA RIO PARANÁ SOBERANÍA

Sobre mares, ríos, puertas a la tierra y “soberanía”…

Por Sergio Coppoli*

“Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados,

eran los hombres barbados de la profecía esperada…”

Así comienza  “La maldición de Malinche”, canción de Gabino Palomares.

Los Invasores siempre llegaron por mar a nuestras tierras.

Vinieron por mar… Pero se encontraron con los grandes ríos navegables y por  esos ríos se internaron en tierra americana. Cuando llegaron a la  desembocadura del Paraná en el Atlántico, lo nombraron Mar Dulce. Después fue Río de la Plata, ya que por sus aguas pensaban llegar a la ciudad  de los césares, construida en plata, oro y piedras preciosas.

No había ciudad de los césares ¡pero había un Potosí!

Juan de Garay decidió abrir “puertas a la tierra”, puertos que permitieran llegar a ese Potosí y su mineral de plata, y fundó Santa Fe para que ese puerto permitiera unir  Asunción con el Potosí. Después fundó Buenos Aires para que esa puerta a la tierra también fuera una “puerta al mar” por donde llevarse las riquezas  rapiñadas.

Vinieron por mar… Tanto aquellos que supuestamente “descubrieron” nuevas tierras y las invadieron, en nombre del rey, como la task force inglesa que vino para usurpar nuevamente Malvinas.

Vinieron por mar… Tanto aquellos que venían buscando especias y metales preciosos para nutrir la avidez europea y el capitalismo naciente, como los  que ayer venían a traer sus manufacturas y llevarse nuestras materias primas en un negocio fabuloso para los poderosos de la tierra. Para ello pretendieron y pretenden hacerse dueños de puertos, ríos y barcos. Para que el negocio, de las potencias que mandan, sea más “completito”.

La guerra del Paraná, con hitos en la Vuelta de Obligado el 20 de noviembre  de 1845, en una derrota gloriosa de las fuerzas criollas, y en la Angostura del  Quebracho el 4 de junio de 1846, con una victoria decisiva de las fuerzas  comandadas por Lucio Mansilla, aseguró durante un tiempo el dominio  nacional sobre ríos y puertos. San Martín, con toda razón, equiparó estas acciones con la “guerra de independencia”.

Hoy, nos encontramos nuevamente en lucha por el dominio nacional de ríos, puertos, mares, barcos y astilleros. Una nueva etapa en esta larga lucha,  también equiparable con la guerra de independencia y la guerra del Paraná.

Soberanía es el dominio nacional sobre nuestras tierras, nuestros puertos, nuestros ríos, y nuestros mares. Y por una flota nacional, fluvial y marítima, que los navegue.

 

(*) Sergio Cópolli. Integrante del Foro por la recuperación del Paraná. Psicólogo.

 

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HISTORIA MUJER SOBERANÍA

Mujeres en la lucha por la soberanía

Por Laura Silva (*)

Petrona Simonino, María Ruiz Moreno, Josefa Ruiz Moreno, Prudencia Porcel, Carolina Núñez, Francisca Nabarro, Faustina Pereira nombres propios, con historias personales tejidas enlazadas con la historia nacional.

No fueron las nombradas las únicas mujeres con protagonismo en esta batalla, tal como dejó consignado Francisco Crespo, el ayudante de Lucio Mansilla, en el parte que envió a Rosas: 

«También han muerto con heroicidad varias virtuosas mujeres, que se mantuvieron en este sangriento combate al lado de sus esposos, hijos o deudos, socorriendo a sus heridos y ayudando a los combatientes en la defensa del honor argentino».

Patriotas ellas, que lucharon codo a codo junto a los varones, como parte del pueblo contra la invasión anglofrancesa en la Batalla de la Vuelta de Obligado.

Patriotas también aquellas de las que nunca conoceremos sus nombres, como los de tantos varones que, anónimos también,  lucharon por la defensa del territorio de la Nación en formación.

El apellido de Petrona era originalmente Simounin, su padre Antonio Simounin era francés, los lugareños al no poder pronunciar bien ese apellido acabaron por imponer el de Simonino. Petrona se casa con Juan Silva hacendado de la zona con quien tienen 8 hijos

El parte de guerra, confeccionado por el general Mansilla, la cita de forma especial con la siguiente mención: 

“…tuvieron que dejar aquel lugar, bajo un fuego abrasador, para alejar las carretas del Parque, con crecido número de heridos y familias, en las cuales se distinguió por su valor varonil la esposa del capitán Silva, doña Petrona Simonino”.

Sabemos también que  Petrona fue la encargada de organizar a las mujeres en tareas de logísticas, enfermería, transporte de municiones, y agua.

De origen francés, es nombrada con mucha frecuencia con su apellido de soltera, aunque era casada, aparece mencionada por su gran valentía en combate. Estos datos revelan una mujer  que combatió no solo por ser esposa de, o por un instinto maternal atender heridos y encargarse del agua y los alimentos para los soldados. Estos trazos dibujan a una patriota,  una mujer comprometida con el momento histórico en el que vivió, una combatiente en la batalla de Obligado.

Nada dicen las fuentes históricas sobre sus ideas políticas ni los acuerdos o diferencias en las discusiones con otros y otras patriotas. Ni cómo habrá sido la relación con compañeras, amigas, aliadas con quienes compartía sus anhelos de libertad. Pérdida lamentable que nos impide conocer como  entendía, desde la situación particular de las mujeres de su clase social, aquella gesta en defensa de la soberanía.

Poco a poco vamos conociendo más sobre las protagonistas de la historia nacional y latinoamericana. Las originarias contra la conquista y su “huelga de amores”, Juana Azurduy,  Macacha Güemes, María Remedios del Valle, Petrona Simonino  como tantas otras desconocidas u olvidadas vieron en la lucha por la soberanía la posibilidad de una vida con más derechos y oportunidades para el conjunto, pero también para sí mismas como mujeres.

El momento histórico actual ubica a las mujeres como protagonistas, desde hace décadas venimos avanzando en derechos que hacen a la igualdad de género, pudimos conquistar el aborto, derecho negado para la inmensa mayoría de los países oprimidos.

La situación actual  del movimiento feminista y de las disidencias y diversidad, tiene una capacidad de organización y lucha probada en las últimas décadas que nos dan una oportunidad para seguir avanzando en el logro de conquistas pendientes, muchas de ellas están indisolublemente unidas a la suerte de la Patria, porque ¿cómo ser libres en un país oprimido?

La conquista de la soberanía se vislumbra como una posibilidad para nosotres. Recuperar el control y administración de nuestras vías navegables, la defensa de nuestros humedales, y en definitiva, la posesión de nuestros recursos y el protagonismo para decidir qué cómo cuándo y para quienes se produce en nuestro país es una oportunidad histórica. La conquista de la soberanía es un paso ineludible para nuestra liberación.

La Batalla de Obligado no impidió el avance de la flota anglosajona, sí fue el inicio de una serie de batallas que, en Punta Quebracho el 4 de junio de 1846 nos dio la victoria al vencer al invasor, recuperando la soberanía sobre el Paraná. Así como la historia ha ocultado a las mujeres, también ocultó la batalla donde vencimos y los 21 cañonazos que los ingleses debieron disparar para desagraviar nuestra bandera.

En 1846 una Argentina naciente logró vencer a las tropas imperiales más poderosas del mundo. Esa es la historia. Ahí estuvimos las mujeres protagonizando.

El momento histórico nos vuelve a convocar para recuperar la soberanía sobre: nuestros recursos naturales, nuestros territorios históricos y ancestrales, nuestros cuerpos, mercancía para la trata, la explotación y el turismo sexual. 

Que resuenen en nuestra memoria los 21 cañonazos del invasor derrotado, que cada explosión ilumine el rumbo hacia una Patria Soberana.

 

(*) Laura Silva. Miembro del Foro por la Recuperación del Paraná. Docente.

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HISTORIA MUJER

Si de arte y soberanía se trata…

Nota de opinión sobre la obra teatral “Territorio Coraje”

Así se expresaba en su difusión:

“Una Juana Azurduy todos los tiempos se nos acerca para contarnos que junto a muchas otras construyeron un territorio añorado, el territorio coraje”…

El estreno fue “a sala llena” el sábado 22 de octubre, en La Vigil de Rosario.


Ubicando emociones “a flor de piel” entre la heroicidad de la historia, su permanente actualización en el presente, y un Territorio Coraje que nos alumbra, desató los aplausos de pie de los espectadores y espectadoras.

En una inédita “clase de historia”, jugada desde un pasado de gestas de la independencia americana “integrado en tiempo presente”, Territorio Coraje resignifica debates actuales, incluye el humor, y pone al mando “la esperanza”.

Visibiliza y restituye el ninguneado, decisivo, y valiente protagonismo de las mujeres en la historia como gestoras y combatientes de aquellas causas emancipatorias. Y tal como expresa la difusión, lo hace “junto a muchas otras”.

Juana: “la Coronela”… Juana y el amor… Juana madre, y relatando historias a modo de “cuentos”…

En una vida ordenada desde la lucha, la puesta nos comparte triunfos, derrotas, pérdidas, y los tremendos sacrificios de nuestra heroína altoperuana, bajo el convencimiento de la entrega al servicio de la causa de la independencia americana.

Con la dramaturgia y su brillante actuación, María Victoria Franchi encarna a Juana, pero despliega además, maravillosa y unipersonalmente, a una diversidad de personajes en una circulación sobre el escenario que lo vuelve dinámico, atrapante, sorprendente, escénicamente “mágico”.

Con la dirección de Cielo Pignatta, el asesoramiento de texto histórico de Berta Wexler, y con un gran equipo, Territorio Coraje es una obra que no puede dejar de verse.

Nos acompaña a transitar páginas gloriosas de nuestra historia y sus mujeres, las enaltece de cara a los desafíos presentes y futuros, y a nuestras cuentas pendientes.

¡Para disfrutarla!   

 (*) La imagen de portada de Juana Azurduy utilizada en este texto es un retrato realizado por el artista gráfico Ramiro Ghigliazza.


Adriana Lynch.  Miembro del Foro por la Recuperación del Paraná. Docente.

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